Alexandra.
Me sequé las lagrimas con pesar pesar luego colocarme sobre mis pies.
En cuanto estuve de pie mis dos cachorros ladraron enérgicamente.
—Ya estoy bien, ano se preocupen.
Alex y Xander volvieron a ladrar y en esta ocasión corrieron alrededor de mí.
Sonreí levemente al ver ambos cachorros, porque ellos sin siquiera imaginarlo me han dado el consuelo que tanto necesito.
La puerta del sótano se abrió abruptamente, dejando que mis ojos vizualizaran Alexander Salvatierra.
Mis cachorros se colocaron en alerta al frente de mi. Y no dudaron en ladrar hacia el intruso.
—¿Qué deseas Salvatierra?
El mencionado dio un paso hacia mi.
—¿Por qué abrazarte a ese... hombre?
—¿Por qué crees que lo hice?
Él entrecerró los ojos y volvió a dar otro paso hacia mi.
—No me tientes, Alexandra.
—Te tiento todo lo que me de la gana, porque no te pedí traerme a tu casa.
Alex trato de acercarse nuevamente a mí, pero mis cachorros se interpusieron en su camino.
—Por tu desafío, tuve que echar a ese mocoso.
—Si lo echaste, te doy una hora para que retorne a esta casi, si no quieres que tu casa explote.
—Ese hombre no volverá a colocar sus pies en mi casa.
—Entonces atente a las consecuencias Salvatierra. Porque causaré muchos destrozos.
Alexander trato de acercarse a mi, al dar varios pasos hacia mí, pero mis cachorros se lo impidieron. Al ladrarle con mucho más ímpetu.
Alex miro mal a mis pequeños, a lo que yo enarque una ceja.
—Mucho cuidado con hacerle algo Alex y a Xander. Porque por ellos soy capaz de terminar lo que llegue hacer a esta casa. Así que mucho cuidado.
—Te dije que no los quería en mi casa pero eso te valió madres.
—Como a tí te vale madre que yo te diga que le devuelvas el trabajo a Marcelo.
Sin importarle que mis cachorros estuvieran ladrando como locos, Alexander se acercó a mí. Y tomó posesión de mi brazo izquierdo.
—Ese hombre no volverá a colocar sus pies en esta casa Alexandra, así que ve mentalizo que ya no podras utilizar al chico para provocarme.
Lo mire fijamente a los ojos. Y no dude en hablar.
—Si no es con él, puedo hacerte rabiar con cualquier otro hombre, porque lo que más abundan en esta casa son los hombres. -Alexander endureció sus facciones luego de escúchame verbalizar esas palabras. —Asi que es mejor que le devuelvas el trabajo a Marcelo, porque si me da la gana puedo hacerte rabiar con cualquiera de tus hombres.
—Marcelo no volverá a esta casa, así que la que debe mentalizarte eres tú.
Embozé una pequeña sonrisa.
—Si así lo quieres, pues tendré que causar mucho desmadre. Eso sí... no se vale lamentarse Salvatierra.
Alexander apretó mi brazo con fuerza.
—No me voy a lamentar, porque tú no haras nada de lo que pueda preocuparme...
¡Ja...! Este todavía piensa que no soy capaz de armar un desmadre del diablo para allá.
Pobre iluso.
—Hace unos días atrás te dije que durmieras bajo siete llaves porque en cualquier momento la víbora ponzoñosa que llevo dentro, le daba por visitarte. Y hoy te lo vuelvo a recalcar.
—Si esa bruja le da por visitarme a medía noche, en vez de picarme la puedo picar yo a ella.
—¿Con qué me vas a picar Alexander? -tras estas palabras logré que él deshiciera el agarre que mantenía en mi brazo.
—Sabes muy bien con que, Alexandra.
Me atreví a sonreír levemente.
—Es mejor que dejemos esta conversación aquí, porque puedes salir perdiendo Salvatierra.
Di un paso hacia atrás y fue el momento justo porque mis dos cachorros se coordinaron para mearle los pies Alexander. Quién abrió los ojos como platos, e inmediatamente después empezó a maldecir a mis criaturas del señor.
—Esos perros son creación del mismísimo satanás.
—A mis bebés todavía le falta mucho para ser criaturas del mismo diablo, Alexander.
—Ellos ya son criaturas del mismo diablo, solo por el hecho de que tú los hayas escogidos como tus fieles animales.
—Pienso que todavia les falta mucho camino por recorrer para llegar a ese punto. -Alexander me brindo una mirada fulminante. —Les falta moder tus zapatos, llenar de pelo tu ropa, orinarse en la alfombra de tu habitación y hacer el dos en medio de tu cama. Después de que ellos te hagan todo eso, pueden obtener el certificado de hijos del mismísimo satanás.
Coloque mis ojos en mis dos cachorros y fue inevitable no sonreír al ver mis cachorros olfatear el lugar dónde ellos se habrían orinado.
Sin duda alguna ellos seran los mejores discípulos que tendré en la vida.
—Si no te molesta me dare un baño en la alberca.
—Mucho cuidado, Alexandra.
—¿Cuidado? ¿Cuándo has visto que la diabla tiene cuidado?
—Si no fuera porque te llene de mí...
—¿Si no hubiera pasado nada entre nosotros esa noche, me hubieras dejado marchar? -inquirí y Alexander no dudo en responder.
—Quizas sí...
Formé mis manos puños luego de escuchar esas palabras.
Victoria, Victoria.
Pagaras muy caro lo que hiciste. Discípula del diablo.
—Todavia estas a tiempo dejarme marchar, Alexander.
—No te dejaré marchar, porque existe la posibilidad de que dentro de un mes empieces con los malestares del embarazo.
¿Embarazo?
Ni que tuviera tanta suerte...
—Desde ahora te anticipo que no saldré embarazada así que deja que me marché por las buenas Alex.
—No te dejare marchar, Alexandra. Entiéndelo de una vez por todas.
Asentí levemente, luego de escuchar esas palabras.
—Está bien Salvatierra, tú ganas.
Él se encargó en fruncir su entrecejo.
—¿Ya no haras nada para salir de casa?
¿Casa? Esta no es mi casa, nunca lo ha sido y nunca lo sera.
—Sí. -respondí para engañar al enemigo. Y al parecer Alexander se había tragado por completo el cuento que le había inventado.
—¿A que se debe esté cambio tna repentino?
—¿Es que no puedo cambiar mi forma de pensar?
—¿Tú cambiando de parecer tan derrepente? No lo creo así que a otro loco con esa locura.
Antes de que pudiera contestar Alexander giró sobre sus pies y empezó a caminar con rapidez hacia la puerta de salida.
—Voy por tí Salvatierra. Y esta misma tarde me marchó de esta prisión a la que llamas hogar.
El ladrido de mis dos cachorros me devolvió a la realidad. Así que no dude en colocar mis ojos en Alex y Xander.
—No se preocupen porque me los llevare conmigo. Porque por nada del mundo dejare a mis discípulos del mal bajo el mismo techo que ese Salvatierra.
Los dos cachorros ladraron su pequeña cabeza.
—Si no entendieron se jodieron...
Después de verbalizar estas palabras el teléfono que le robe a Marcelo, cuando lo abrace empezó a vibrar.
Lo saqué de mi escondite, el cual era entre Medio de mis tetas... por qué, ¿que mejor escondite que ese?
El número de mi amiga Anastasia se reflejo en la pantalla, y yo no dude en tomar la llamada.
—Hola. ¿Ya tienes todo lo que te pedí?
—Ya tengo todo Alex, e incluso tengo la información que me pediste acerca del verdadero Dustin Salvatierra.
Esas son excelentes noticias.
—¿Para cuando el ataque?
—¿Qué tal en dos horas?
—Me parece excelente amiga.
—No olvides lo que te pedí, Alex.
Como olvidarlo.
—Antes de largarme de esta casa hare que Alexander Salvatierra te ayude a entrar al ejercito.
—Te amo, Alex.
—Yo también, mano negra...
Tras estas palabras colgué el teléfono.
Todo está listo para abandonar el nido.
(***)
Me tumbe en la silla reposera de la piscina e intencionalmente le brinde una pequeña sonrisa al chico que me observaba desde lejos.
Y el pobre hombre no dudo en girar si cabeza para mirar a otro lado que no sea mi cuerpo de diabla, porque si lo hacía el jefe se atrevía sacarle los ojos por fizgón.
—Oye tú... -el hombre volvió a colocar sus ojos en mi. —¿Me puedes ayudar con el bronceador?
—Muy bien puede pedírselo al señor, señora.
Enarque una de mis cejas luego de escuchar esas palabras.
—¿Qué diría mi amorcito si le dira que te has negado a cumplir mi mandato?
El hombre se encogió de hombros.
—Diria que hizo muy bien al no tocarte porque sus manos peligraban si llegaba a tocarte. -gire mi cabeza, y me encontré con Alexander Salvatierra, quién llevaba un traje de baño del color de mi bikini.
Lo repase con la mirada y me fue imposible no recrear en mi mente la escena que ambos habíamos protagonizado en el baño.
—¿Qué quieres? -pregunte y él no dudo en caminar hacia mi. Para posteriormente colocar sus manos en mis nalgas.
—Vine a tomar el sol con mi diablita, ¿existe algo que me lo impide?
Hice una mueca, y me removí en la silla reposeras para que él quitará sus manos de mi trasero.
—Puedes marcharte, Diego.
El guardián se marchó tras escuchar está palabras.
Y con él se marchó mi plan de hacer que Alexander reventara de celos antes de marcharme de su casa.
Totalmente enojada me levanté de la silla reposera como pude.
—¿Qué dices de nadar juntos pequeña?
En ese momento quise enviarlo al mismo infierno peor me contuve porque todavía podia hacerlo rabiar antes de marcharme.
—Claro, porque no.
Luego de esta respuesta Alexander extendió una de sus manos hacia mi.
Y yo como tonta la tomé. Sin imaginar lo que pasaría después.
Alexander me atrajo hacia su cuerpo y depósito un beso en mis labios.
Coloque mis ojos en él y fue imposible no perderme en sus bellos ojos.
—Tengo un fetiche que quiero cumplir contigo.
—¿Cuál es?
Alexander sonrió.
—Quiero follarte en la alberca.
Follarme en la alberca que rico se escucha eso.
Es justo que él me de una buena follada antes de marcharme.
Así que le tomaré la palabra y dejare que me llene de él.
—A que esperas, entonces.
Alexander sonrió levemente.
Y dicha sonrisa logro tentarme.
Maldito hombre tan sexi.
—Vamos.
Él extendió una de sus manos hacia mi y yo no dude ni por un segundo en tomarla.
Alexander me ayudo a entrar en la piscina y posteriormente lo hizo él.
Observé fijamente todos sus movimientos y todos estos me parecían tan sexuales que ya estaba casi a punto de lanzarme a sus brazos para me follara sin piedad.
—Me encantas condenada diablita.
—Si me vas a follar, hazlo Salvatierra.
Alexander se acercó a mi mientras me miraba fijamente.
—Entonces sera un gusto cumplir tus deseos.
Tras estas palabras Alexander desato el nudo de mi bañador y posteriormente tiro de el dejandome expuesta ante él.
Sin perder tiempo se deshizo de su bañador en en cuestión de segundos estaba acorralada contra la piscina y el cuerpo de Alexander.
Él se dispuso a besar mis labios mientras me apretaba hacia él. Y con esto logró que deseara cada vez más tenerlo dentro de mí.
—Has lo que me dijiste que harías Alexander. -pedi entre susurró en su oído.
—Como pida mi diabla.
Luego de estas palabras abrace su cintura con mis piernas y tras un segundo después lo sentí deslizarse en mi interior.
Cerré los ojos con fuerza y mordí mis labios en cuanto él empezó a moverse en mi interior.
Es una verdadera lástima que ya no tendré la verga de Alexander en mi interior. Pero lastimosamente no puedo quedarme en esta casa, no después de conocer los planes de Alexander.
Una heredera.
No puedo darle que tanto quiere.
—No solo frustre uno de los dos planes que tenías Alexandra. Los frustre los dos y como recompensa cumplí el fetiche que tenía contigo.
—¿Qué?
—Tu plan de escapar se fue por la borda Alexandra. Así que puedo decir que voy un paso delante de la diabla.
De todo el plan que arme termine engañada y follada.
Nos leemos.
Kim C 💚