El conflicto principal que respira sobre la inauguración del festival no involucra a los descendientes de la corte, quiénes se mantienen en un curioso silencio luego de las investiduras. Así, las quejas vienen de los vampiros que esperaban reunirse con mi Krasny, a lo que ella ya no puede responder desde la revocación del permiso para las prácticas zansnirastas. Me gustaría decir que esto no ha generado un distanciamiento entre ella y yo, pero aunque ella no me demuestre rencor por mi decisión, ni resentimientos, sé que le duele la limitación que le impuse. La amo. No me gusta hacerla sentir así, pero su inesperada imprudencia no me deja alternativa. Los vampiros que pierden el beneficio de su ayuda son un daño colateral, ya encontrarán consuelo con quién vaya a encargarse del sacerdocio zansvriko que por ahora queda vacío. Una pena, porque el servicio espiritual había sido ofrecido para este año.
Para reconciliarme con mi hija la he complacido en su deseo de conocer en persona al tal Salvatore, un humano flaco al que tengo vigilado desde su llegada, porque no permitiré que se me escabulla. Parece demasiado ansioso por impresionar a mi hija. Aún no les concedo el placer de encontrarse. Permitiré su reunión después de los actos de apertura, hasta entonces deberé seguir tolerando la tristeza en los ojos de ella, sé que soy el culpable, pero no puedo concentrarme en eso ahora.
Sentados en el palco principal, mi familia y yo ocupamos cada uno un lugar de acuerdo a la posición jerárquica en la dinastía. El arco de piedra sobre nosotros que durante toda la historia de Montemagno rezaba "Abor et, Assa Zethe", ahora dice ""Abor et, Assa Lunha León". El coro se urcantiles se desvanece para cederle espacio al orador del acto.
—Poderoso seas Zethee, poderoso siempre— habla en nuestra lengua —Solicitamos permiso para celebrar el Festival de Cadáveres. Nuestras tradiciones honren eternamente la progenie zansvrika, la dinastía leónica, y tu consenso traiga júbilo. Leales somos a ti. Entréganos, oh insigne, la venia que traerá diversión a tu gente, pues ya tus manos han restaurado las costumbres como en tiempos de gloria. Por esto te sonríen los antiguos. Por eso tu casa te ha preparado las dádivas, que superarán cualquier sacrificio.
—Concedido.
—¡Tuya sea la victoria en todas las batallas!
De inmediato retumban una serie de tambores y se alzan voces femeninas con gritos de júbilo mientras una voz masculina recita una canción rápidamente con cierto adorno en la voz. La letra exalta a los héroes zansvrikos de la historia y les dedican honores en el festival que comienza. En cuánto su intervención termina, un grupo de danzas ingresa a la arena. Lo conforman solo hembras, llevan vestidos negros largos que imitan un tejido de arañas, tienen una capa de cola que arrastra, y el vestido de pura malla delgada unida por pequeños puntos parece tejida en sus pieles.
Solía recrearme con la belleza de toda mujer que participara en los bailes zanvrikos de cualquier índole. Hoy ya ninguna me llama la atención. La única que captura mi interés es la diosa que tengo a mi lado. Su deliciosa figura de botella está exquisitamente cubierto de un vestido rojo sangre que sin duda le arrancaré con los dientes. Es ajustado, vaporoso, la hace ver como si el elixir carmesí se estuviera escurriendo por su cuerpo, provocándome. La forma en que destacan sus tetas es una tentación, así como las costuras que delimitan sus muslos, el lugar justo en el que quisiera meterme. Me pierdo en el pensamiento hasta que me sorprende mirándola. Disimula su sonrisa llevándose a la boca una copa que desata una erección por la envidia que mi polla siente del cristal.
El desfile que presenta a los manifestantes anzenhandrikos despierta pasiones entre los presentes, quiénes vitorean el espectáculo y los deja con hambre de más, demostrando de antemano que el teatro estará lleno en los próximos días. Los vampiros agradecen la antesala clamando por mí.
—¡Zethee!, ¡Zethee!, ¡Zethee!
Me incorporo con la mano extendida hacia Kham Lezanger, reconociendo su responsabilidad en el éxito de esta presentación, lo que hace que las alabanzas cambien.
—¡Zrlaj!, ¡Zrlaj!, ¡Zrlaj!
Moisés se sonroja. Anneiméd a su lado aplaude sin dejar de verlo. Asiento hacia él, quién se levanta para corresponderle a los que lo exaltan. El orgullo llena los ojos de mi diosa mientras yo juego a adivinar sus pensamientos y la concibo imaginando a Kham en el trono, ganándose el respeto de los vampiros. Pero el aporte de Alejandro todavía está por verse, y tengo claro que despertará aún más fervor. Y sin embargo, una palabra diferente se cuela entre las voces, aumentando en volumen y fuerza con que se dice.
—¡Krasny!— no es un grito de entusiasmo, sino de ruego —¡Krasny!, ¡Krasny! —es una súplica impetuosa.
Mi hija, que lleva un vestido azul oscuro ceñido con un cinturón de rosas blancas, se saca cada una de estas flores y se pone de pie, tirándolas hacia los que piden por ella. Quiénes las reciben acarician los pétalos con sus rostros a ojos cerrados, dando la impresión de que sienten que es la mano de Dakota la que les roza la cara. Pronto, los que no tuvieron la suerte de atrapar una de las rosas empiezan a arremolinarse bajo el palco con una vehemencia creciente e inexplicable que me irrita.
—¡Krasny! —alzan las manos hacia ella con imploración —¡Krasny!, ¡Krasny!
Con una seña doy la orden para que los urcantiles anuncien la apertura de los juegos, buscando deshacer el alboroto, pero ni esto aparta a los más admiradores.
—Es hora de bajar —resuelvo —Leohark, ven conmigo.
Mi retirada del palco obliga al resto de mi familia a salir de cuadro también. Me habría quedado un poco más, pero no me gusta este fenómeno adorador hacia mi hija. Empiezo a arrepentirme de haberla complacido en no conseguirle dobles, estaría menos expuesta.
Kham Lezanger, que ha manifestado su deseo y decisión de mantenerse lo más ajeno posible a las matanzas, tomará lugar en la dirección de las actividades culturales zansvrikas que se celebrarán en paralelo a los juegos macabros. Mi esposa irá a prepararse para una tarea dada por Dazha antes de que yo le quitara las funciones sacerdotales. Yo no sé de lo que se trata, pero aunque mi hija ya no lo coordine, se lo había explicado ya a Damara de todos modos y ella quiso continuar con ello.
El Rand Miara este año está bajo una cúpula. Su entrada única adornada con cortinas rojas y detalles en oro, tiene dos grandes esculturas de leones hechas con enredaderas e iluminadas con luces de tonos fúnebres. Leohark y yo nos unimos a los vampiros que ingresan en fila. Nos recibe un ambiente oscuro, animado en vivo por una sinfónica de música clásica zansvrika que toca desde una plataforma alzada por encima de los pilares.
El aroma que se respira es de incienso, pienso en mi hija inmediatamente, pues sé que es ella quién lo ha fabricado. No se lleva el mérito por su participación en los preparativos del festival porque al quedar desvinculada de él, quedan en nulidad la mención de sus aportes. Deshago el sentimiento de culpa atendiendo la categoría de los juegos y la clasificación de las fichas.
Cada columna tiene distintos boletines informativos acerca de los cazadores que se han colectado para castigarlos, presentan datos detallados sobre en qué país estuvieron activos, la clase de crímenes que cometieron, y de los que se sabe también se añade la cantidad de vampiros a los que torturaron o asesinaron, todo esto influye en la decisión de la compra por parte de los jugadores.
A esta sección le sigue otra llena de carpas en las que se muestra lo que cada juego puede hacer, y es aquí donde quiénes hayan adquirido fichas deben entregar la lámina que representará a cada una, es decir, donde elijen el destino que estás tendrán. Estoy más que satisfecho con el orden que ha impuesto Anleid con esta modalidad nueva.
El trayecto de los asistentes desemboca en el ruedo donde se encuentran las máquinas. El olor a incienso es sustituido de inmediato por el de la sangre. Cientos de reflectores de luz violeta crean una atmósfera visualmente atractiva a lo largo y ancho del lugar. Nunca antes se había aplicado nada similar en ninguno de los festivales anteriores y los presentes parecen disfrutar lo novedoso. No hago ningún halago por ahora ya que mi hijo no sería el único en escucharme y prefiero que la conversación sea privada, pero mi buen humor debe anticiparle mi deleite.
La primera atracción consta de un vagón de montaña rusa que atraviesa distintas pruebas a lo largo de sus rieles serpenteantes. La ficha va sentada, bien atada, recorriendo el paseo que activa flamas de manera aleatoria, y a los lados de los carriles tienen guillotinas adheridas a engranajes giratorios que se separan y se acercan entre sí cada tantos segundos, de modo que la ficha podría quemarse en cualquier momento, así como ser mutilada parcial o totalmente dependiendo del instante en que pase junto al filo. Los vampiros se desgañitan aullando tanto cuando la ficha se salva, como cuando la parten en dos.
Después se ubica la primera de varias opciones gratuitas que ha dispuesto mi hijo. En esta, una ficha está atada sin anestesia a una camilla. Al vampiro que desee jugar se le entrega una bata de laboratorio que usará a modo de disfraz para complementar la diversión del juego, y un instrumento quirúrgico seleccionado por ruleta con el que hará un corte o extracción a placer. Esto está en un cubículo transparente en el que cualquiera puede verlo todo.
No sé si alguien lo habrá notado, pero en cada festival previo a este lo que se notaba en los ojos de las fichas era terror. Lo que demuestran estas en cambio es odio puro. A mí me hace disfrutarlo más. Atrayendo la atención de uno cuya resistencia se nota fuerte todavía, me sirvo un vaso de la sangre del grifo ubicado en la plataforma del frente. En un colector similar pero detrás de las atracciones se depositan los cadáveres, de los que ahora Leohark se le ocurrió sacar provecho poniendo en venta los restos, así que los artesanos desde ya están recolectando lo que pueden, para hacer trabajos a mano que se exhibirán a la brevedad posible.
—Señor.
Batista Kleinletzer aparece tras haberse deslizado para alcanzarnos. Como a mí, saluda a mi hijo. Estoy aprendiendo a leer en su cara cuando hay un problema.
—No hables —pido antes de darle una instrucción distinta a Leohark —Tú quédate.
La permanencia de mi hijo en público reforzará la impresión de que no han venido a darme malas noticias, más de uno habrá advertido que el lyrgarius ha venido a buscarme. Me doy la vuelta para salir de entre los vampiros que siguen jugando y apostando, correspondiendo a sus saludos sin demostrar preocupación por nada.
Batista y yo nos desviamos hacia la red de túneles ocultos. El acceso a ellos es exclusivo, por lo que nadie debería escuchar nuestra conversación, aun así le pido a mi acompañante comunicarse de la misma manera que yo, que hago señas zansvrikas con mis dedos.
—Los dolientes de la corte enviaron a otro mensajero —puntualiza.
Extiendo la mano para que me dé la carta con la que los cobardes se han antojado de joder hoy. El lyrgarius niega con la cabeza.
—Hay un vocero repitiendo un discurso sin cesar en forma pública. Sugiero que lo oiga usted mismo. Cada vez hay más vampiros escuchándolo, y sus palabras se están convirtiendo en un rumor que va corriendo de boca en boca. Consideramos que no es prudente capturarle, no hasta que usted valore la situación y dé una orden. Cuando entró a Montemagno no se identificó como mensajero, registró la asistencia al festival de cadáveres como su propósito de visita, hasta hace poco comenzó con el asunto.
«Maldita mierda» pienso para mis adentros «¿Ahora qué?»
Dejo que me guíe hacia donde tengo que ir a averiguar qué es lo que pasa. Me lleva hasta la plaza principal de la casa del sol, la más grande, por donde todos quienes quieran acceder a los juegos deben pasar por allí. Antes de que yo llegue a ver el mensajero, ya puedo escuchar lo que dice.
—No son honores a las costumbres zansvrikas lo que se celebra en este festival. ¡Es traición!— acusa el vocero, su tono es punzante, tiene los ojos desorbitados y el índice apuntando al cielo —La corte antigua fue exterminada. Daniel León dice que no dio la orden... ¡Pero sobre su destrucción edifica su dinastía! Desde los tiempos de Minervino, la corte antigua había participado en las decisiones que definían nuestro futuro, como una institución de asesoría principal digna. El Zethee es la figura máxima de poder... pero nunca había gobernado solo... los consejeros oficiales dirigían un brazo importante en la sociedad zansvrika, ¡Este brazo fue arrancado, y sobre la sangre que aún corre, una dinastía se establece y celebra fiestas como si la injusticia no le importara a nadie! Mientras ustedes disfrutan de los juegos, los León evaden las preguntas que todos los vampiros deberían estar haciéndoles: ¿Por qué aún no han restaurado a la corte?, Porque mientras ustedes están aquí distraídos, ellos consolidan su poder y llenan los vacíos con su propia gente, con sus aliados, y sus familiares. ¿Cuándo se hará justicia por la masacre de nuestra corte? Montemagno no necesita entretenimiento, necesita respuestas, y la devolución de lo que por derecho le pertenece. ¡La corte antigua! ¿Cómo podemos decir que honramos el legado de Minervino si el sistema establecido por nuestros antepasados ya no existe? Cada día que pasa sin la corte es un día en el que la casa del sol pierde su esencia. Daniel León, el hombre que se proclama protector de las leyes, es en realidad su enemigo. Bajo su mando la corte fue erradicada ¡Y ahora celebran como si esta traición fuera su máximo triunfo! No podemos permitir la instauración de una dinastía ilegítima, creada sobre los cadáveres de los que defendían a Montemagno de los caprichos de un solo vampiro, uno que se ha vuelto el títere de una mujer que con una mirada podría destruirme, cobardemente, desde la distancia solo para callarme... ¡Yo, Vulaiya Hofviernne, vocero de los dolientes de la corte antigua, desafío al Zethee Daniel León a recibir de forma pública el mensaje que traigo para él!
Avanzo para ponérmele en frente.
—Cuidado, gran señor —advierte el Lyrgarius.
Asiento, pero no me detengo. No puedo.
—¡Habla ya! Tienes suficientes testigos.