Si (no) te hubiera conocido

By readingwithjosefina

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Tae-ho, un joven abogado, despierta en un universo paralelo donde su esposo, Yong-sun, a quien perdió en un a... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Epílogo

Capítulo 26

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By readingwithjosefina

Es sábado por la noche y debería estar durmiendo profundamente, pero algo me arrastra de vuelta a la superficie del sueño. Me despierto al escuchar el molesto zumbido de mi celular vibrando en la mesa de noche. Parpadeo varias veces para aclarar la vista, y con pesadez, alargo el brazo para alcanzarlo. Mi cabeza aún está nublada por el cansancio, y cuando miro la pantalla, me doy cuenta de que es un número desconocido. Mi primera reacción es ignorarlo; es tarde y probablemente sea una equivocación. Pero algo me dice que lo atienda.

- ¿Hola? - digo, con voz ronca y algo confusa, esperando escuchar una voz equivocada al otro lado.

Sin embargo, lo que escucho es algo muy diferente. Hay una pausa y luego una risa floja y un tanto desesperada.

- Tae... Tae... - es Sunny. - Te...te. Tete. - Mi corazón se acelera al instante al reconocer su voz, pero suena rara, arrastrada. Está claramente borracho.

- Sunny, ¿dónde estás? - pregunto, mientras me incorporo en la cama, ya completamente despierto y alerta. Hay ruido de fondo, un murmullo indistinto y algunas risas.

- Estoy... - hace una pausa y escucho cómo abre lo que parece ser otra lata de cerveza. - Estoy sentado... - ríe otra vez, aunque suena más triste que divertido. - En una banca... creo.

- Sunny, quédate donde estás, voy a buscarte, ¿entiendes? No te muevas de ahí. - No espero su respuesta. Ya estoy levantándome de la cama, poniéndome lo primero que encuentro y agarrando mis llaves. Todo en mi cuerpo está en alerta máxima.

Llamo un taxi mientras bajo rápidamente las escaleras de la casa de mi padre, con el teléfono pegado a mi oído. Camino hasta la calle, esperando que Sunny no decida irse o meterse en problemas. No sé qué pasa por su cabeza, pero lo que sea, no voy a dejarlo solo en ese estado.

La ciudad está tranquila. Apenas hay autos en las calles mientras el taxi recorre las avenidas, y mis dedos tamborilean nerviosamente contra mi pierna. Mi mente se agolpa con preguntas, pero intento concentrarme en la única cosa que importa en este momento: encontrar a Sunny.

Finalmente, llego a un pequeño parque a las afueras del centro. Rastreo la ubicación de la llamada, y, efectivamente, ahí está. Puedo verlo desde el taxi: está sentado en una banca, encorvado, rodeado de latas de cerveza y botellas de soju vacías. Respiro hondo y bajo del auto, agradeciendo al conductor antes de dirigirme hacia él.

Cuando me acerco, él levanta la cabeza y me mira. Sus ojos están aún más entrecerrados que de costumbre, y tiene esa sonrisa floja y perdida que solo el alcohol puede provocar. Me siento a su lado en silencio, tomando nota de su estado. Las latas y botellas vacías cuentan la historia de una noche solitaria y difícil.

- ¿Tae...? - murmura él, como si estuviera sorprendido de verme allí.

- Aquí estoy, Sunny. Te dije que no te movieras. - Mi tono es suave, pero no puedo evitar sentir una mezcla de preocupación y confusión.

Sunny se queda en silencio por unos segundos, mirando hacia el suelo. Luego, de repente, suelta una carcajada, una que no tiene nada de alegría.

- Siempre vienes, ¿eh? Siempre estás ahí...

- Claro que estoy aquí. - respondo. - ¿Por qué no lo estaría?

Él se gira hacia mí, sus ojos brillan, aunque no sé si por el alcohol o por algo más. Luego, sin previo aviso, su expresión cambia, y su semblante se vuelve más serio, más vulnerable.

- Lo siento, Tae. Lo siento por ser un idiota... - susurra, su voz temblando un poco.

Lo miro, esperando más, pero él parece luchar por encontrar las palabras.

- ¿Por qué me has estado ignorando, Sunny? - pregunto finalmente. La pregunta ha estado colgando en el aire durante días. - ¿Fue por lo que te dije? ¿Te molestó que te dijera que soy gay?

Sunny frunce el ceño y sacude la cabeza lentamente, negando con torpeza. Su respuesta me deja sorprendido.

- No... no fue eso. No... - dice, arrastrando las palabras, como si tuviera que reunir fuerzas para ser sincero. Luego, toma aire y lo suelta en una confesión que no esperaba. - Me alejé porque... porque tuve miedo.

Mi corazón se detiene un momento. ¿Miedo? ¿De qué?

- ¿Miedo de qué? - le pregunto en un susurro.

Sunny se inclina hacia adelante, apoyando sus codos en las rodillas. Es como si las palabras estuvieran a punto de derramarse, pero no supiera cómo expresarlas correctamente.

- Miedo... de lo que me haces sentir.

La revelación me golpea con la fuerza de una ola. Mi mente queda en blanco mientras intento procesar lo que acaba de decir. ¿Acaso está diciendo lo que creo que está diciendo? Sunny se toma un segundo para mirarme, sus ojos se ven casi más sobrios, como si el alcohol le hubiera quitado el filtro que tanto había mantenido entre nosotros.

- No quería sentir nada. No... no puedo... no debería sentir nada, Tae. Somos compañeros de trabajo. Solo eso. Pero tú... - cierra los ojos y sacude la cabeza, frustrado consigo mismo. - Tú me haces querer algo más. Algo que no puedo tener.

- Sunny... - intento hablar, pero no sé qué decir. Siento un nudo en la garganta, algo que se mezcla entre el alivio y el dolor de escucharlo por fin admitir lo que tanto he querido oír.

- Y eso me asusta. - continúa él, ahora con la voz más baja, casi temblorosa. - No debería sentir esto, pero no puedo evitarlo.

Nos quedamos en silencio. Solo el sonido de la lluvia, que comienza a caer suavemente a nuestro alrededor, rompe la quietud de la noche. Nos quedamos allí, bajo las primeras gotas, sin movernos, cada uno procesando lo que acaba de suceder.

Sunny no sabe qué hacer con sus sentimientos, y yo no sé cómo ayudarlo. Pero lo único que tengo claro es que no voy a dejarlo solo en esto. Ni ahora, ni nunca.

La lluvia empieza a intensificarse, pero ninguno de los dos parece notarlo. Me siento clavado en mi lugar, mis ojos fijos en Sunny mientras sus palabras siguen resonando en mi cabeza. La confesión que acaba de hacerme me ha dejado sin palabras, pero no solo eso. Verlo tan vulnerable, tan distinto al hombre seguro que muestra ser en la oficina, me parte el alma.

- ¿Por qué no dijiste nada antes? - mi voz apenas es un susurro, pero sé que él me escucha.

Sunny aprieta los labios y baja la cabeza, dejándose caer más sobre sus rodillas, como si el peso de sus propias emociones fuera demasiado.

- Porque... - hace una pausa, respirando profundamente, como si necesitara armarse de valor para continuar. - Porque pensé que si me alejaba, si te trataba con frialdad, me sería más fácil. Pero no lo es, Tae... No lo es.

Me quedo callado, observándolo. Su cabello empieza a empaparse por la lluvia, al igual que el mío, pero no hago ningún movimiento para irnos. Ahora entiendo el porqué de su comportamiento. Toda esa frialdad, esas miradas esquivas y palabras cortantes no eran más que una fachada, una manera de protegerse. No de mí, sino de lo que siente.

- Pensé que éramos compañeros de trabajo... - su voz se quiebra un poco. - Solo eso. Pensé que si mantenía la distancia, podría seguir adelante. Pero luego me dijiste que eras gay y... eso lo hizo más real. Me asusté. Porque apareció una posibilidad que creía no tener.

No puedo evitar sentir una punzada en el pecho. Quiero decirle tantas cosas, pero me siento atrapado entre mi propia tristeza y la necesidad de entenderlo.

- Entonces, ¿me ignoraste porque no querías enfrentar lo que sentías? - pregunto, mis palabras son suaves pero cargadas de dolor. - ¿Pensaste que alejándote ibas a poder borrarlo?

Sunny asiente lentamente, sin levantar la cabeza.

- Lo intenté. - admite, su voz temblando. - Pero no pude. Cada vez que te veía, me recordaba a eso... a todo lo que estaba sintiendo, y no sabía cómo manejarlo. Nunca me paso con nadie.

La confesión es como una especie de alivio para ambos, aunque el aire sigue siendo pesado entre nosotros. Me doy cuenta de que todo este tiempo he estado luchando por acercarme a él, por entender por qué me rechazaba, y ahora finalmente tengo la respuesta.

Me paso una mano por el rostro, apartando las gotas de lluvia que se mezclan con el sudor frío en mi piel. Me doy cuenta de que este momento es mucho más profundo de lo que podría haber imaginado. No es solo un rechazo superficial; es un miedo que ambos compartimos. Miedo a lo que podría pasar si nos dejamos llevar.

- Sunny, no tienes que tener miedo... - le digo suavemente, tratando de encontrar las palabras correctas. - No sé qué va a pasar, ni cómo terminaremos, pero lo que sea que sientas... está bien. No tienes que luchar contra ello.

Él finalmente levanta la cabeza y me mira a los ojos, esos ojos que siempre me han dicho más de lo que sus palabras podían. En este momento, están llenos de confusión, pero también de algo que no había visto en mucho tiempo: vulnerabilidad.

- Pero tú... tú estuviste casado. - dice, su voz rota, y noto que el alcohol le ha dado la valentía de hablar sin filtros. - Con otro hombre. ¿Cómo podría yo competir con eso? ¿Cómo podría siquiera compararme con lo que tú viviste?

Sus palabras me golpean como una ola fría, y me doy cuenta de que esto no es solo miedo a lo que siente, sino también a no ser suficiente. Sunny no solo ha estado lidiando con sus emociones por mí, sino también con la idea de que quizás nunca podrá ocupar el lugar de quien fue mi esposo.

¿Como le digo que el ese ese hombre?

- No se trata de competir. - le digo, sacudiendo la cabeza. Mi voz suena más firme ahora, porque es algo que necesito que entienda. - No estás compitiendo con él, Sunny. Lo que tuve con él fue... - hago una pausa, tratando de encontrar las palabras adecuadas para describir algo tan profundo. - Fue algo que no se puede reemplazar, pero eso no significa que no haya espacio para algo nuevo, algo diferente.

Sunny me mira, sus ojos buscando alguna señal de que lo que digo es sincero. Y lo es. Sé que lo es. Porque aunque no deja de ser Sunny, este es un hombre diferente con el que yo me casé. Tengo que empezar a aceptar eso.

- No tienes que ser él. - le digo, colocando suavemente mi mano en su brazo. - Solo tienes que ser tú. Eso es suficiente.

Nos quedamos en silencio, mientras la lluvia cae cada vez más fuerte, empapándonos por completo. Pero no me importa. No me importa si nos quedamos aquí toda la noche, bajo la lluvia, siempre que este momento no se rompa. Porque por primera vez en mucho tiempo, siento que ambos estamos siendo completamente honestos el uno con el otro.

Sunny toma aire profundamente, como si estuviera considerando mis palabras, y luego, casi como un susurro, dice:

- ¿Y si yo no sé cómo ser suficiente?

Mi corazón se quiebra un poco al escuchar esa confesión. Nunca lo había visto tan inseguro, tan... humano. Siempre lo he visto como alguien fuerte, pero en este momento, me doy cuenta de que, al igual que yo, él también está luchando contra sus propios demonios.

- Lo eres. - le respondo, sin dudar. - Ya lo eres, Sunny.

Él se queda en silencio, mirándome con esa mezcla de emociones que hacen que mi corazón se acelere y se frene al mismo tiempo. Y en ese momento, bajo la lluvia, siento que algo ha cambiado entre nosotros. Puede que no sepamos cómo seguir adelante, pero al menos hemos dado un primer paso.

Y eso, por ahora, es suficiente.

Llevo a Sunny encima mío, con un brazo alrededor de mi cuello mientras tratamos de caminar hacia mi taxi que ya está esperándonos a la vuelta de la esquina. Su peso es mayor de lo que imaginaba, y su estado borracho no ayuda mucho. Tropieza cada pocos pasos, y tengo que hacer un esfuerzo extra para mantenerlo en pie.

- Vamos, Sunny, ya casi llegamos. - le digo con paciencia, aunque mi voz está teñida de preocupación.

Él responde con un murmullo, sus palabras son tan incoherentes que apenas puedo entender lo que dice. Su cabeza cae pesadamente contra mi hombro, y siento su aliento cálido y cargado de alcohol contra mi cuello. Nunca lo había visto beber así, tan descontrolado, y me cuesta imaginar qué lo ha llevado a este estado.

- ¿Por qué bebiste tanto? - le pregunto, intentando mantener un tono tranquilo, aunque la curiosidad y la preocupación me carcomen por dentro. - No es usual en ti, nunca te vi así.

Sunny se ríe, un sonido que no tiene nada de alegría, más bien suena roto, como si estuviera al borde de una confesión que lo ha estado quemando por dentro.

- Vi algo... hoy. - responde, y su voz suena adormilada, pero lo suficientemente clara como para captar mi atención. - Y quería quitármelo de la cabeza.

Frunzo el ceño, sin entender a qué se refiere. Trato de enderezarlo un poco, mientras él se apoya más en mí.

- ¿Qué viste? - insisto, esperando que me dé una explicación coherente.

Él se queda en silencio por un segundo, su cabeza ladeada contra mi hombro. Luego lo escucho suspirar profundamente antes de que finalmente hable.

- Te vi hablando... con Ji-hoo. - dice, arrastrando las palabras como si le costara admitirlo. -Cuando salí de la oficina... ahí estabas, hablando con él, en ese bar, bebiendo y pasándola bien.

Parpadeo, sorprendido. Estuve en ese bar con Ji-hoo pero solo fue porque él quería disculparse y luego terminamos hablando de trabajo, nada más. Sin embargo, por la manera en que Sunny lo dice, parece que aquello fue mucho más significativo para él.

- ¿Y qué tiene que ver eso? - le pregunto, confundido. No puedo imaginar por qué eso lo habría llevado a beber tanto. - Solo estábamos hablando de trabajo, no es la gran cosa.

Sunny se ríe otra vez, esa risa amarga que parece estar cargada de frustración.

- No entiendes... - murmura, su voz cargada de emociones que aún no logro descifrar del todo. - Me puse... celoso.

Mis pasos se detienen por un momento, incapaz de procesar lo que acaba de decir. ¿Celoso? ¿Sunny, celoso de Ji-hoo? El mismo Sunny que ha estado evitándome durante días, el que ha mantenido su distancia, el que parecía no querer nada que ver conmigo más allá de lo estrictamente laboral.

- ¿Celoso? - repito en voz alta, incrédulo. Me aseguro de que lo entendí bien.

Sunny asiente con dificultad, su cabeza se mueve torpemente sobre mi hombro.

- Sí... celoso. Porque... yo quería ser yo el que estuviera contigo. - admite, su voz apenas un susurro, pero lo suficientemente fuerte como para que lo escuche claramente. - No ese patan presumido, que todo el mundo adora.

El taxi está a solo unos metros, pero de repente, la distancia parece alargarse infinitamente. Las palabras de Sunny se me clavan en el pecho de una manera que no esperaba. Trato de procesar lo que acaba de decir, el hecho de que ha estado luchando con sus propios sentimientos hacia mí. Ese Sunny que he conocido en esta realidad, el que ha mantenido una fachada de indiferencia y frialdad, está confesando que siente celos. No de mi pasado, ni de mi dolor, sino de alguien que está aquí, ahora.

- ¿Por qué no me lo dijiste? - le pregunto suavemente, sin dejar de caminar, aunque mi mente sigue dando vueltas. - Si querías estar conmigo, ¿por qué te alejaste?

Sunny suspira nuevamente, su respiración pesada y entrecortada.

- Porque ya te lo dije... no sé qué hacer con lo que siento... - admite, su voz más débil ahora, como si estuviera agotado tanto física como emocionalmente. - No quería... sentir esto, Tae.

Llegamos finalmente al taxi, y con cuidado lo ayudo a entrar en el asiento trasero. El conductor nos observa a través del espejo retrovisor, pero no dice nada. Una vez que Sunny está sentado, me meto junto a él, cerrando la puerta detrás de mí.

El auto comienza a moverse, pero mis pensamientos están lejos de la ciudad que pasa frente a nosotros. Miro a Sunny, quien ahora se ha dejado caer contra el respaldo del asiento, con los ojos medio cerrados. A pesar de todo, hay algo en su expresión que parece vulnerable, como si finalmente hubiera bajado la guardia.

- No quería que te dieras cuenta. - murmura, su voz ahora más suave, casi inaudible. - Pensé que si me mantenía lejos... no tendría que enfrentar lo que siento por ti.

Lo miro en silencio, sin saber qué responder. Una parte de mí quiere decirle que todo está bien, que no tiene por qué luchar contra lo que siente, pero la otra parte, la que sigue dolida por todo lo que ha pasado, se siente agotada.

- ¿Y ahora? - pregunto finalmente. - ¿Qué vas a hacer ahora?

Sunny se queda en silencio, y por un momento pienso que se ha quedado dormido. Pero entonces abre los ojos, sus pupilas dilatadas por el alcohol, pero aún llenas de una intensidad que me deja sin aliento.

- No lo sé, Tae. - admite con sinceridad. - No sé qué hacer. Solo sé que no quiero perderte...

Su confesión queda flotando en el aire, como una herida abierta que aún no ha sanado. Me quedo en silencio, observándolo mientras el taxi avanza a través de las calles vacías.

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