El carruaje de Tyler avanzó por la calle empedrada hasta doblar en la esquina. Corrió la cortina y echó un vistazo a la calle casi desértica. Golpeó sus nudillos contra el techo y unos segundos después el carro se detuvo en medio de la calle. Tyler se quitó su saco y tomó una gabardina café que mantenía escondida antes de salir.
— John — dijo acercándose al cochero — necesito que te vayas a casa.
Tyler tomó unas cuantas monedas y las extendió.
— pero, señor ¿Quiere que lo deje aqui?
— No te preocupes, puedo hacerme cargo de los caballos.
La seguridad de Tyler no parecían borrar la preocupación del joven cochero. Sus ojos avellanas pasaron del rostro de su señor a las monedas que pacientemente le extendía y tragó en seco.
—A su padre no le gustara, mi señor.
—Entonces que mi padre no se entere.
Tyler le dedicó la sonrisa más cálida que poseía, con la esperanza de alentarlo a cernirse a su plan. El chico soltó un suspiro y se deslizó de su asiento.
— ¿Si su padre me pregunta...?
— Me quede en el bar toda la noche, Lucas me llevara a casa.
John caminó hasta la calle principal, volteando su rostro para ver de tanto en tanto a Tyler. Fue hasta que el joven cochero desapareció que Tyler sacó un sombrero e intentó ocultar sus rizos castaños debajo de él . Subió el cuello de su gabardina y se colocó los guantes que John había dejado junto a las riendas. Espoleó los caballos y le dio la vuelta a la cuadra hasta volver a estacionarse frente al club.
Tyler permaneció agazapado en las sombras por varios minutos. La noche se hacía cada vez más fría y algunos faroles se iban consumiendo dejando que la oscuridad se apoderará de las calles en bloomsbury. Vio dos oficiales pasar frente a él, cada uno acompañado por el repiqueteo de las campanas y los sonidos de los casos de caballos.
Fue pocos minutos después de la onceava campanada cuando las puertas del club se abrieron y el sonido de la algarabía hizo que Tyler se levantara de golpe de su estado adormilado. Se acomodó su sombrero y la sombra de este borró su rostro y sus reconocibles ojos.
Mary Jane había salido del club, ajustaba su abrigo gris y su cabello negro caía por sus hombros libres de cualquier adorno. Ciertamente era hermosa, tenía el rostro en forma de corazón y unos ojos azules que parecían agua cristalina, su piel era pálida y era más alta que la mayoría de las jóvenes del club, visiblemente más alta que Pokeweed.
En el poco tiempo que compartieron juntos, a Tyler le había parecido muy simpática, sin embargo, ahora todo rastro de sus sonrisa fácil había desaparecido y caminaba de un lado a otro de la acera con evidente inquietud. Sus brazos estaban cruzados debajo de su pecho y sus labios fruncidos.
Un carruaje tirado por caballos negros y un ornamental escudo de armas se detuvo frente al club y Mary Jane subió de inmediato.
Siguió esperando, una campanada más sonó y Tyler comenzaba a considerar que todo había sido una pérdida de tiempo cuando una figura encapuchada salió del callejón junto al club y habrían pasado desapercibida sino era porque él estaba tan atento a los movimientos cercanos.
Tyler se bajó del carruaje con disimulo y escondido entre las sombras intentaba seguir a aquella figura. La vio girar en una esquina y luego se adentro al parque donde un caballo ensillado la esperaba. Tyler la miró alejarse entre los árboles y una sonrisa satisfactoria se dibujó en su rostro cuando la capucha cayó por el viento revelando el cabello de Pokeweed y el inexpresivo rostro de Merlina.
* * *
La mañana siguiente, Tyler bajó hacia el comedor con una gran sonrisa en su rostro que se borró en el momento en el que entró al salón y observó a su padre hablar con el jefe de policías.
La expresión del Márquez Galpin era sombría y sus ojos de hielo se detuvieron en Tyler por unos segundos, examinando lo concienzudamente.
— Trae tu abrigo, debemos salir.
Desde el comedor, su madre salió intrigada y el mayordomo corrió por una larga gabardina café para Tyler. Le ayudó a colocarla y los tres hombres salieron a recibir la suave lluvia de aquella mañana.
Por la ventana del carruaje, Tyler observó cómo cruzaban Hyde Park y todas las calles más respetables de la ciudad hasta adentrarse al distrito noreste nuevamente.
— ¿Qué ha sucedido, padre?
Tyler cerró la pequeña cortina y miró el rostro sombrío del Márquez.
— Ocurrió otro asesinato la pasada noche, en Whitechapel.
Tyler abrió sus ojos de par en par.
Se detuvieron muy cerca de los edificios familiares que habían inaugurado hace unas semanas atrás y nuevamente los oficiales de policías intentaban mantener a las personas alejadas.
Tyler bajó detrás de su padre y se adentraron en el callejón.
Una mujer yacía tendida en el suelo y una mancha de sangre grotesca se escurra por los adoquines. El médico forense estaba inclinado sobre el cuerpo y el joven aprendiz se alzaba junto a él con un manojo de hojas y sus manos manchadas de tinta. Tyler lo vio bajar apresuradamente la mirada y comenzar a escribir de una manera muy rápida.
—¿Podemos comenzar? — preguntó el oficial de policía al ver al Marqués.
Galpin asintió.
— Tenemos un corte profundo en la garganta y abdomen. Por el rigor de su cuerpo podemos decir que ocurrió esta madrugada. Hace menos de dos horas.
— ¿Puede encontrar otros signos de violencia? —preguntó el Marqués.
— No, pero debo llevarla al laboratorio para mayores análisis.
El forense se levantó. Tenía un rostro extraño y al quitarse el sombrero, Tyler comprobó que no tenía ni un solo cabello. No solo en su cabeza, tampoco en sus cejas; lo que le otorgaba una expresión casi divertida. Vestía una gabardina negra completamente abotonada y su piel era mortalmente blanca. Tyler frunció su ceño al reconocerlo.
— ¿Cuando tendré el informe completo?
—Mañana a primera hora.
Galpin se dio vuelta, pero no había dado ni un paso cuando volvió a girarse.
— Quiero saber si hay alguna relación con el crimen anterior.
—¡Oh! definitivamente la hay — dijo el hombre emocionado.
Donovan giró los ojos, pero se guardó su comentario despectivo.
Cuando Tyler apartó la vista de su padre, notó los incesantes ojos del joven aprendiz en ellos. El chico bajó su vista de inmediato y Tyler junto sus cejas, claramente intrigado.
Desde donde él estaba, la gorra plana del aprendiz le cubría la mitad del rostro, mostrando únicamente un mentón anguloso y fino y unos labios pálidos y con una forma con la que él había soñado más veces de las que era correcto admitir. Tyler inclinó su cabeza y una media sonrisa se dibujó en su rostro.
Se apresuró en alcanzar a su padre, mirando de tanto en tanto sobre su hombro para asegurarse que el forense y su acompañante aún no se habían ido.
— Padre, ¿puedo acompañar al forense?
— ¿Cómo dices? —el Marqués Galpin se detuvo en medio de la calle.
— Sabes que tengo algunos conocimientos médicos, pensé que sería bueno tener otro observador.
El marqués alzó la vista y miró cómo el forense daba claras instrucciones de como cargar el cadáver. Su ceño se frunció.
— No confió en él — dijo finalmente. — Ve, pero regresa a casa antes de la audiencia con el rey.
Tyler asintió solemnemente, guardando para sí la sonrisa victoriosa que pugnaba por salir. Regresó hasta la escena del crimen, sin dar ningún indicio de su prisa, y sus ojos se clavaron en el joven aprendiz que cruzaba la plaza en la dirección opuesta a él. Tyler aceleró su paso y lo miró dirigirse a un carruaje.
— ¡Sir! — llamó, pero el chico no se detuvo. —Monsieur.
Tyler comenzó a correr.
— Por favor, deténgase.
Tyler lo alcanzó justo antes de que el joven cerrara la puerta del carruaje. La volvió a abrir y miró a un par de ojos que conocía muy bien.
— Tengo que admitir que su disfraz es impresionante.
El pecho de Merlina se infló con lo que parecía indignación y se quitó el gorro de algodón, dejando caer su cabello oscuro.
— No es tan bueno si logro descubrirme.
— Eso solo ha sucedido porque ya se que esperar de usted, mademoiselle.
Los ojos de Merlina se afilaron al escucharlo, intrigada sin duda, pero Tyler no le dio mucho tiempo para que reparar en sus palabras, se impulsó y se sentó frente a ella.
—Sería un escándalo que lo encontrara aqui, conmigo, y sin ningún chaperon, milord.
Tyler ladeó su rostro y sus ojos recorrieron la delgada figura de ella, engullida por las ropas flojas de hombre.
— Creo que es evidente que ese sería el menor de los escándalos, lady Addams.
Una vez más, Merlina parecía frustrada, sin embargo dio un golpe en el carruaje y comenzaron a recorrer las calles de londres.
— Estos disfraces, ¿es algún pasatiempo suyo? — preguntó Tyler con sus ojos brillando con humor.
— Solo cuando sirven a algún propósito. Las autopsias por otro lado...
Dejó la frase en el aire y alzó una de sus finas cejas negras esperando encontrar un rostro impactado o asqueado, peor lo único que encontraba en Tyler era diversión.
— ¿Asistirá al médico forense?
Merlina rodó los ojos.
— Mi tio ya tiene otros compromisos con mi padre. Yo realizare la autopsia.
Esta vez, Tyler sí mostró su sorpresa y Merlina sintió cierta satisfacción que la hizo alzarse unos centímetros. Sin embargo, en lugar de salir corriendo, como ella esperara, Tyler se inclinó hacia ella.
— En ese caso, permítame asistirle. Mis conocimientos en medicina no son tan amplios, pero sin duda se diferenciar entre un escalpelo y unas pinzas.
Merlina tragó en seco y parpadeó, no una sino dos veces.
Entraron a la morgue por la puerta trasera y escucharon la algarabía de los oficiales al dejar el cuerpo en una de las mesas de disección, Merlina detuvo a Tyler por unos momentos, hasta que los oficiales finalmente se marcharon, y luego entraron en la sala.
— Me preguntaba dónde te habías metido, querida sobrina —dijo el tío de Merlina. Sus ojos se clavaron en Tyler, y los miró de uno a otro con curiosidad —Ya te recuerdo. Sabía que te había visto en otro lado. — Tyler dio un paso al frente para extenderle una mano, pero Lucas tomó un sombrero ridículamente alto y pasó a su lado palmeándole la espalda. — Diviertanse.
Esa fue toda la despedida y advertencia que lanzó antes de que las puertas pesadas se cerrarán a sus espaldas. Tyler no sabía si estar halagado u ofendido por el gesto de absoluta confianza.
— ¿No es imprudente que tu tío tenga conocimiento...?
Merlina tomó dos delantales de cuero y dos pares de guantes. Le tendió un conjunto a Tyler.
— Nada le gustaría más que un escándalo que opacara la libertina vida de su esposa, mi tía Debbie. Ella odia no ser el centro de atención,pero para fines prácticos, Merlina Addams está en un curso de arreglos florales junto a su madre.
— ¿Y con quién estoy en ese caso?
— Esa es información clasificada. — un diminuta sonrisa se dibujó en los labios de Merlina y Tyler no pudo evitar imitarla.
Se quitó su saco y arremangó su camisa, sin apartar sus ojos de Merlina que hacía exactamente lo mismo. La turgencia de sus pechos volvió a quedar al descubierto y la joven tuvo que dar una vuelta completa a las sogas para amarrar el delantal a su estrecha cintura.
Sabiéndose observada, ella no apartó los ojos de él en ningún momento.
— ¿Está listo, mi lord?
Tyler parpadeó, saliendo de su trance, y se colocó rápidamente los guantes y el delantal, mientras caminaba a la mesa de disección.
Entre los dos, quitaron el vestido, las botas y toda la ropa de la mujer dejando frente a ellos una imagen grotesca. La sangre no sólo manaba de su garganta, sino también de su abdomen y sus partes más íntimas, manchando sus piernas. Merlina le señaló las hojas de la bitácora y las plumas a Tyler, quien rápidamente se sentó en el escritorio y remojo la pluma en la tinta negra.
—La víctima posee manchas purpúreas en la espalda, glúteos y piernas. Lo que sugiere que ha estado recostada en la misma posición desde su descenso. Rigor mortis evidente en cara y cuello... — Merlina levantó el brazo de la occisa y la hizo doblar los dedos con un chasquido — pero no es completo en todo su cuerpo — agregó, dejando caer el brazo.
Luego, Merlina dejó sus guantes de piel en una de las mesas y comenzó a tocar varias partes del cuerpo. Un hedor nauseabundo comenzó a inundar el lugar y Tyler hizo una mueca de desagrado. Del cuerpo entre ellos se comenzaron a elevar vapores verdosos y líquidos salían bañando la mesa de metal en la que estaba acostada.
— ¿Desea un descanso, milord?
Tyler llevó su mirada hasta Merlina, que no había dejado de tocar diferentes puntos de la piel de la víctima. Sabiendo que estaba siendo evaluado, Tyler borró la expresión de desagrado de su rostro y negó enérgicamente.
— La piel está fría y grisácea en sus brazos y piernas. Hay algunos hematomas que sugieren una lucha.
Merlina tomó un pañuelo para limpiarse las manos y caminó hasta él.
—La hora de muerte se estima entre las dos treinta de la madrugada y las tres, en la calle Hanbury donde fue encontrada.
Al terminar de escribir, Tyler dejó la pluma a un lado y la miró con un brillo extraño en sus ojos.
— Usted es impresionante, mademoiselle—dijo, casi entre un suspiro y las mejillas de Merlina adquirieron un ligero tono carmesí.
Rápidamente, ella le tendió una esponja húmeda y juntos comenzaron a limpiar las sangre y fluidos que emanaba del cuerpo. A pesar de que se encontraban con un cadáver entre ellos, el ambiente parecía cada vez más tensó. Tyler alzaba su mirada para estudiar su perfil, el rostro concentrado y fino. Ella aprovechaba a verlo mientras descargaba el agua en los desagües, se encontró con sus ojos fijos en los músculos de sus brazos cuando se inflaban y se apretaban en su camisa remangada; cuando Tyler se giraba, con agua limpia en los barriles. Merlina bajaba su mirada rápidamente, sin percatarse de la sonrisa traviesa que Tyler esbozaba fugazmente.
Eventualmente, el cuerpo estuvo completamente limpio y reclamaba nuevamente de atención.
— Corte en la garganta de siete centímetros — declaró Merlina.
— Igual que la señora Nicholls. — Tyler sintió los ojos de Merlina fijos en él — Leí el informe —agregó encogiéndose de hombros.
— Hay un segundo corte que casi la decapita —apuntó ella.
Tyler pasó sus ojos hasta la incisión del abdomen y abrió la herida sin vacilación.
— Parece que algunos órganos han sido removidos — dijo, atrayendo la atención de Merlina que se apresuró a colocarse junto a él y ver el abdomen vacío de la víctima.
Tyler tomó el escalpelo y abrió una herida desde la clavícula de la mujer hasta el profundo corte en su abdomen. Merlina no pudo evitar notar la forma ágil con la que manejaba el instrumento. y era evidente que no solo los sabía diferenciar. Removieron las capas de piel y Merlina se concentró en extraer cuidadosamente cada órgano mientras Tyler los pesaba y anotaba las características en la bitácora. Sacaron el hígado, el páncreas, el bazo y luego se encontraron con la cavidad vacía.
— Su útero no está—mencionó Tyler.
— Interesante. Está perfectamente removido.
— ¿Algun... medico?
Intercambiaron una mirada indescifrable y curiosa.
— La encontraron con sus intestinos sobre el hombro — informó Merlina —. Claramente sabía lo que hacía.
Ambos guardaron los órganos encontrados en unos frascos llenos de formalina, para inspeccionarlos más adelante y volvieron a cerrar el cuerpo de la mujer con un hilo negro.
Merlina lo recorrió con la mirada una vez más y luego se dirigió hasta las piletas limpiando sus manos con gran agilidad, dejando los guantes, las mascarillas y los delantales en una de las piletas. Cuando Tyler la imitó, ella soltó un bufido frustrado y tomó las manos de Tyler entre las suyas. La acción hizo saltar a Tyler, pero el retorcijón de su estómago se detuvo cuando ella tomó un cepillo y fregó sus dedos con mucho esmero, donde la sangre de la victima se había incrustado entre sus uñas.
— Espero no tenerlo pronto en mi mesa de disección, Lord Tyler.
El agua fluyó entre sus manos, pero antes de que Merlina se apartara, fue Tyler, esta vez, quien la sostuvo con fuerza y le acarició suavemente los nudillos.
— No me molestaría que fuera usted quien diseccionara mi cuerpo.
Las pupilas de Merlina se dilataron, pero su rostro no dejó entrever sus pensamientos más ocultos.
— Lo haría, — dijo en cambio— pero me quedaría sin asistente.
Tyler le esbozó una sonrisa completamente abierta y encantadora, y Merlina sabía que no era correcto que su pecho se emocionara con algo tan banal.
— Cuente conmigo para cualquiera de sus aventura, le aseguró que también soy muy bueno con los arreglos florales.
— Cuanta versatilidad, mi lord. — respondió Merlina y esta vez fue su turno para esbozar una diminuta sonrisa —. Nadie lo esperaría de alguien de su posición.
— Usted no es la única a la que le gusta desafiar las normas establecidas, mi lady.
Tyler alzó sus manos entrelazadas y sus labios tocaron suavemente sus nudillos. La sensación de esos labios nuevamente en su piel, la hizo erizarse y cortar su respiración. Quería atraparlos en sus propios labios en uno de esos embriagadores besos que él le había enseñado, pero se detuvo.
A la luz del dia ella no era Pokeweed, era Lady Merlina o era el aprendiz de forense y ninguno de los dos tenía permitido ese tipo de libertades.
Merlina abrió sus labios para decir algo pero las palabras se quedaron atoradas en su garganta y en ese instante estaba segura que aquella sería una larga semana de espera para poder colocarse su antifaz y sentir las manos de él sobre su cuerpo.
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Una larga espera, lo sé. Lo siento.
Si hay alguien con conocimiento médicos y detecta algún error en la autopsia (lo que es muy posible) les agradeceré si me lo dicen. Intente buscar el método más cercano para la época.