El bullicio de los pasillos se extendía como un murmullo constante mientras los actores iban y venían, ajustando los últimos detalles de sus vestuarios y repasando mentalmente sus líneas. Entre ellos, en un pequeño camerino tras bambalinas, Vicent se esforzaba por mantenerse sereno frente al espejo, donde sus manos temblaban ligeramente al colocar el penacho de plumas de su disfraz de jefe de tribu. A pesar de sus intentos de parecer tranquilo, sus labios se movían casi inaudiblemente, murmurando fragmentos de diálogo.
-"En esta tierra... en esta tierra debemos luchar por nuestra libertad..." -balbuceó para sí mismo, frunciendo el ceño.
-¿Necesitas ayuda con eso? -una voz suave y cálida resonó a sus espaldas, y al voltear, se encontró con Alastor, apoyado en la puerta con una sonrisa apacible. El resplandor de las luces hacía brillar los lentes de Alastor, dándole un aire casi misterioso.
Vicent dejó escapar un suspiro aliviado. Solo la presencia de su novio tenía la capacidad de calmar el torbellino de nervios en su estómago. -No estaría mal... -admitió, encogiéndose de hombros mientras señalaba el penacho, que parecía más a punto de caerse que de asentarse en su cabeza.
Alastor se acercó con pasos ligeros, extendiendo las manos con un cuidado casi reverente. Comenzó a acomodar cada pluma y cada adorno con una destreza que solo podía provenir de sus constantes ajustes de atuendo en ocasiones pasadas. Se inclinó un poco, sus dedos acariciando la tela del chaleco de Vicent, alisando arrugas imaginarias y ajustando la capa que caía con un ligero peso sobre los hombros del muchacho.
-Bueno, bueno... ¿y cómo se siente mi jefe de tribu favorito? -preguntó Alastor en tono juguetón, buscando hacerle sonreír.
Vicent soltó una risa, aunque temblorosa. -No sé si soy el favorito, pero... estoy bien, creo. Solo un poco... nervioso.
-¿Solo un poco? -Alastor arqueó una ceja, dejando que sus manos descansaran en los hombros de Vicent. Lo miró a los ojos, tratando de transmitirle toda la calma que podía. -¿Qué es lo que te pone nervioso, exactamente? Has practicado estas líneas una y otra vez. ¡Eres brillante, Vicent!
-Es... -Vicent se mordió el labio, desviando la mirada como si las palabras fueran difíciles de articular. -Es el miedo de que todo lo que he preparado se desmorone frente a la audiencia...
-Eso es imposible, querido. -Alastor sonrió, inclinándose un poco más hacia él. -Pero, si te sirve de consuelo, ¿por qué no piensas que todo lo que hagas hoy será lo mejor que puedes dar? No tienes que ser perfecto; solo tienes que ser tú.
-Ser yo... -Vicent repitió en un murmullo, como si saboreara las palabras. Entonces, algo travieso cruzó por sus ojos. De repente, estiró la mano y, con un movimiento rápido y grácil, le arrebató los lentes a Alastor de un tirón.
-¿Eh? ¡Vicent! -Alastor parpadeó, sorprendido, parpadeando para enfocar la vista sin sus lentes. Extendió la mano instintivamente, pero Vicent solo retrocedió con una sonrisa traviesa.
-¿Qué? -Vicent levantó los lentes justo fuera del alcance de Alastor. -Solo estoy... calmando los nervios, como tú dijiste. -Sus ojos brillaban con picardía mientras se inclinaba hacia atrás.
Alastor frunció el ceño, haciendo un puchero casi infantil, pero en el fondo, no podía ocultar la sonrisa que comenzaba a formarse en sus labios. -Dame eso, Vicent... vas a dejarme ciego antes de que te toque actuar.
-Solo si me atrapas. -Vicent se inclinó hacia delante con un brillo burlón en la mirada, levantando los lentes y dándole un fugaz beso en la punta de la nariz antes de girarse para esquivarlo cuando Alastor trató de alcanzarlo de nuevo.
Fue entonces cuando, con una risa baja, Vicent se inclinó de nuevo, tomando a Alastor por sorpresa. Aprovechando la proximidad, atrapó los labios de Alastor en un beso suave y breve, pero cargado de afecto. Alastor abrió los ojos de par en par, sintiendo el calor extenderse desde sus mejillas hasta sus orejas. Cuando se separaron, Vicent le devolvió los lentes, todavía con esa sonrisa juguetona.
-Te ves adorable así -dijo Vicent en un susurro, sus labios apenas rozando los de Alastor antes de retirarse por completo.
-V-Vicent... -Alastor balbuceó, completamente sonrojado, llevando los dedos a sus labios. Trató de componer una expresión de seriedad, pero el brillo en sus ojos lo delataba por completo.
Vicent solo le guiñó un ojo y dio un paso atrás, volviéndose hacia la salida del camerino. -Deséame suerte, querido -dijo con un tono casual, pero la suavidad de su voz mostraba cuánto valor le había dado ese pequeño momento.
-Buena suerte... -logró decir Alastor, aún sorprendido, pero con el corazón latiéndole a mil por hora.
Vicent se despidió con un saludo rápido y salió hacia el escenario. Alastor se quedó un momento en la puerta del camerino, observando cómo su novio desaparecía entre el ir y venir de actores y técnicos. Se llevó una mano al pecho, tratando de calmar el torbellino de emociones que se había desatado en su interior.
"¡Enamorado! Definitivamente estoy más enamorado que nunca..." pensó, todavía sintiendo el calor del beso en sus labios.
Finalmente, suspiró, ajustándose los lentes con manos ligeramente temblorosas, y se dirigió hacia el auditorio. Tomó su asiento en la segunda fila, donde el escenario se alzaba majestuoso y las luces comenzaban a atenuarse. A su alrededor, las voces del público se apagaban poco a poco, llenando la sala de una expectación casi palpable.
Vicent apareció en el escenario, ahora completamente transformado en el imponente jefe de tribu que iba a interpretar. Alastor sintió un nudo en la garganta, pero no de preocupación, sino de orgullo. Su novio estaba allí, deslumbrante y lleno de presencia. A pesar de los nervios, Vicent comenzó a hablar con la voz firme y poderosa de su personaje, proyectando cada palabra con una intensidad que resonaba en cada rincón del teatro.
Alastor no pudo evitar sonreír. Sí, definitivamente, estaba enamorado. Más de lo que hubiera imaginado.