──Sarah, no hace falta que sigas llevándome. ──Hablé, intentando que soltará mi mano aunque hasta este punto su agarre estaba apretado alrededor de mi muñeca.
──Ya casi llegamos a tu casa, solo sigue caminando ──respondió sin dejar de llevarme con ella──. No sabes si pudiste haber recibido algún daño diferente al físico.
Caminamos unos minutos más hasta que conseguí detenerme, zafándome de su agarre.
──Ya te dije que no tengo nada ──exclame, frotando mi mano libre alrededor de mi muñeca que estaba un poco lastimada──. Solo fue un susto momentáneo.
──¿Estás seguro?
Asentí, mirando fijamente a los ojos de Sarah, notando lo preocupada que estaba.
Me tomó unos dos minutos más intentando tranquilizarla, como si hubiera sido ella quien estuvo a punto de ser arrollada, pero al final pareció haberse tomado en serio mis palabaras.
──Entonces lo mejor será que regreses a tu casa ──me dijo con una sonrisa, aunque no sabía si era forzada o no──. No te preocupes por nada, me aseguraré de enviarte todo lo que necesites para estudiar.
Asentí mientras Sarah se despedía, tomando el camino de la izquierda mientras que yo seguía recto para seguir a mi casa.
Mientras seguía con mi camino pensaba en lo que había pasado, intentando recordar si debajo de la calle que estaba frente a la escuela había una alcantarilla que hubiera dejado de ser atendida ya que, por lo que recuerdo, todas las alcantarillas y drenajes recibían mantenimiento durante el invierno.
La forma en la que esa cosa levantó la tierra era bastante rara y más que fuera en el momento justo y en el último segundo.
Al estar tan absorto en mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta de que ya había llegado a la calle que estaba frente a mi casa. Seguí caminando por la acera hasta la entrada. No estaba el auto de mis padres así que tendría tiempo para relajarme y pasar la tarde jugando un rato.
Entre a casa, cerrando la puerta detrás de mí mientras suspiraba, había sido el día más raro en toda la semana pero ahora sólo tenía que aguantar dos días más para iniciar la última semana de clases.
──Jonah, ya llegamos. ──Escuché la voz de mi madre junto al sonido de la puerta cerrándose.
──¿Cómo estuvo el trabajo? ──Pregunté mientras caminaba hacia la entrada para encontrarme con ellos, viéndolos dejar sus cosas en el perchero mientras iban hacia mí.
──Como siempre; algunos inconvenientes por aquí y por allá. ──Respondió mi padre mientras estiraba ambos brazos en el aire.
Seguí escuchando mientras ellos seguían hablando, pareciendo igual ─o quizá un poco más─ cansados que antes. Ambos trabajan para uno de los noticieros del Estado, por lo que muchas veces tienen que estar más de diez horas en el set.
──Parece que mañana tendremos mucho más trabajo de lo normal ──escuché decir a mi padre mientras dejaba unos cuantos papeles en la mesa──. Tenemos que cubrir esto hasta que Hershel regrese.
Me acerqué a la mesa, encontrándome con lo que parecían ser carteles de personas desaparecidas. Hacía algunos años que varias personas ─mujeres, hombres y niños/niñas─ habían comenzado a desaparecer, desafortunadamente hasta el momento no se ha encontrado ningún rastro de ellos por más que los grupos de búsqueda se dedican.
Actualmente ya hay más de veinte casos que implican este tipo de desapariciones, sin pruebas ni nada, ni siquiera parecía haber un patrón que pudiera indicarles el por qué estaba pasando esto, parecía que solo se trataban de desapariciones al azar.
──No hace falta que veas esto, Jonah ──me dijo mi padre, recogiendo los papeles de la mesa──. Hay cosas más importantes por hacer que preocuparnos ahora por el trabajo.
Ambos nos sonreímos mientras mi padre guardaba los papeles en el cajón de uno de los tantos muebles de la sala.
Para algunos mi padre puede ser intimidante con su expresión seria y ─hasta cierto punto─ estoica pero, cuando llega a casa, cambia completamente, siendo más tranquilo y relajado a diferencia de como suele ser durante el trabajo.
──¿Cómo estuvo la escuela? ──Preguntó mi madre mientras se dedicaba a preparar la cena.
──Bien, como siempre. ──Respondí, buscando algunos planos, intentando sonar lo más casual posible para no mencionar nada de lo que había sucedido.
Después de unos minutos mi padre regresó, ya vistiendo ropa más casual solo para acercarse a ayudar con la cena, dándole la oportunidad a mi madre de cambiarse.
──Oye papá ──llamé, recibiendo un «Mhm» en señal de que siguiera hablando──. ¿Realmente todo está bien? ──parecía que mi pregunta había llamado aún más su atención ya que hasta se había dado la vuelta para verme──. Desde que tengo memoria hay cada vez más personas desaparecidas y siendo honesto, eso está comenzando a preocuparme.
──No te preocupes por eso, tú mantén tu mente en la escuela ──respondió──. Las agencias del Estado ya están trabajando en esto, no hay nada de que preocuparnos.
Pese a la confianza con la que mi padre habló yo me había dado cuenta de que no estaba del todo confiado en sus palabras, más que nada después de haber visto que en esta ocasión habían más de veinte carteles de búsqueda de personas que apenas mostraban información en nuestra casa.
La tarde continuó con tranquilidad sin ningún tipo de inconveniente hasta que llegó la noche.
Mis padres ya se habían ido a dormir por lo que me pude quedar en el living mirando la televisión mientras hacía mis tareas pendientes.
──«Al fin terminé ──estiré mis brazos al mismo tiempo que suspiraba──. Apenas son las 10:00».
Decidí levantarme para poder irme a mi habitación pero antes de hacerlo llegó una notificación a mi celular, lo cual era extraño, Sarah ya le había dicho los temas que abordaríamos en los siguientes exámenes así que se me hizo extraño recibir otro mensaje.
Abrí la pestaña y al hacerlo me encontré con un número desconocido. Eso era extraño pero aún más extraño ─y hasta cierto punto sospechoso─ el mensaje con el que venía acompañado, el cual decía «Veamonos en la salida de la escuela después de clases».
No voy a mentir, ese mensaje me había dado algo de miedo pero enseguida deduje que podía tratarse de una broma de Noah o bien, de alguien más de la escuela que realmente quiera hablar conmigo sobre algún tema relacionado o algo aún más serio. Me estaba dando un poco de curiosidad aunque también estaba asustado por la idea de que se tratará de alguien más, de igual forma decidí subir a mi habitación para dormir, tardando un poco más después de haber leído el mensaje, teniéndolo en mente hasta que caí rendido ante el cansancio.
Al día siguiente ya estaba en la escuela con un poco de sueño después de haber pasado un buen rato en la noche pensando en aquel mensaje y las consecuencias que podría traerme si me atrevía a ir.
Estaba tan ensimimado en mis pensamientos que lo único que me saco de ellos fue las palabras del profesor indicando que podíamos salir a almorzar.
No pasó mucho tiempo antes de que todos comenzarán a salir de manera apresurada para llegar cuanto antes a la cafetería. Yo salí al cabo de unos minutos, pensando en quien pudo haberme enviado aquel mensaje mientras estaba atrapado en la casi interminable fila del comedor.
Avanzabamos lentamente pero, mientras lo hacíamos, sentí la mano de alguien tocar mi hombro al mismo tiempo que un pequeño escalofrío recorrer mi espalda, por lo que me di la vuelta inmediatamente y con cierta sorpresa solo para encontrarme con Helen.
──¿Cómo te encuentras? ──me preguntó, manteniendo una sonrisa amable y sin apartar su mano de su hombro──. Muchos se preocuparon por ti después de lo que pasó, inclusp decían que podías morir del susto.
Bueno, ese comentario bajo un poco mis escalofríos pero sin duda me puso un poco de mal humor, más al ver que había comenzado a reír. ¿De verdad me creían tan cobarde como para morirme de una especie de infarto o algo por el estilo?
──Estoy bastante bien ──respondí, manteniendo un tono seguro y despreocupado, intentando demostrar que su comentario me había dado totalmente igual──, no es como si realmente me hubiera muerto.
──Es bueno saberlo, por cierto, soy Helen Daev, un gusto conocerte.
Él estiró su mano hacia la mía y, aunque ya lo conocía ─más que nada por su peculiar apariencia─, estreche mi mano con la suya.
──Por cierto, espero que mi mensaje no te haya asustado, no soy muy bueno con esto de hablar con personas a través de un celular.
──¡¿Entonces fuiste tú quien me envió ese mensaje?! ──exclamé, sin duda estaba molesto por la forma en la que lo había hecho parecer más una amenaza que una invitación──. ¡¿No se te pasó por la cabeza que podría sentirme acosado?!
No dijo nada, solamente comenzó a reír mientras yo seguía estando molesto porque, ¿a quién en su sano juicio se le ocurriría enviarle un mensaje así a alguien sin ni siquiera decirle su nombre?
──Entonces, ¿qué dices? ──me preguntó, manteniendo su sonrisa amable mientras metía ambas manos en los bolsillos de su sudadera──. Saliendo vayamos al parque, después de lo que pasó ayer hay algo que me gustaría mostrarte.
Comencé a dudar, Helen no parecía tener ninguna mala intención pero tampoco lo conocía en lo más mínimo como para estar tan seguro de que no haría algo malo.
──Antes de aceptar quiero saber, ¿qué es lo que buscas de esto? ──pregunté, dejando en claro mi desconfianza──. No te conozco y me parece bastante extraño que justo después del accidente intentes hablar conmigo en privado.
Podía jurar que la sonrisa de Helen se desvaneció por unos segundos antes de volver a esbozarla, era aún más extraño.
──Siendo salvado no soy yo quien quiere hablar contigo ──su respuesta llamó mi atención pero de la mala manera──. Si quieres saber sobre qué tienes que venir conmigo. Además, si no hubiera sido por eso ni siquiera te habrían salvado.
Apenas Helen término de hablar se fue, dejándome con muchas dudas más, ¿a quién o quiénes se refería al decir que si no fuera por una razón no me hubieran salvado? O más bien, ¿cuál es esa razón?
No me dió tiempo de pensar más en eso al escuchar el «Siguiente» que indicaba que era mi turno de recibir mi almuerzo.
Caminé hasta una de las tantas mesas que estaban vacías ya que la mayoría prefería comer en las aulas o en otros lugares donde pudieran estar fuera de la vista de los monitores, aun no entiendo la razón de eso y la verdad es que me daba honestamente igual después de todo lo que Helen me había dicho.
Estaba tan ensimismado en mis pensamientos que no escuche cuando los demás llegaron, siendo Noah quien me tomó por sorpresa al darme una fuerte palmada en la espalda, haciendo que por inercia me quejara del dolor.
──Tienes que estar más atento ──me dijo mientras se sentaba en la mesa junto a Alice y Sarah──. Te llevamos buscando por toda la escuela ──continuó, riendo de forma efímera──. Pensé que considerabas raro a ese albino.
──Tiene nombre, ¿sabes? ──Es molesto escuchar a Noah llamar a las personas por apodos que bien podían ser ofensivos e incómodos.
Los cuatro nos quedamos en silencio por unos segundos. Me di cuenta de que Sarah estaba mirando a Noah como si le hubiera indicado no hacer comentarios despectivos hacia las personas. Ella ya estaba al tanto de lo que opinaba al respecto y desde entonces había estado haciendo lo posible porque Noah y su hermano ─de Sarah─, Eric evitarán llamar a la gente por cualquiera de esos “apodos” y, aunque no había funcionado del todo, estaba agradecido con ese pequeño detalle.
──Escucha Jonah, no tienes que ser un aguafiestas, solo estaba bromeando ──respondió en una muy falsa disculpa──. Pero hablando en serio, ¿qué te dijo? Ese tipo casi no suele hablar con nadie, casi parece ser un fantasma que solo se aparece en la escuela, nadie sabe dónde vive.
Me quedé en silencio, hasta este punto no podía negarles nada, puesto que a ser uno de los estudiantes más sobresalientes del último curso ni siquiera se sabía donde vivía o quienes eran sus padres.
Al final cuentas opté por no seguir discutiendo así que naturalmente ellos continuaron con sus temas los cuales yo no escuchaba, ahora tenía más curiosidad por saber cuál había sido esa razón por la que me salvaron.
El resto del día paso con monotonía, una vez el Sr. Graham término de impartirnos clases nos dieron finalmente la hora de salida.
Todos comenzaron a encaminarse a la salida. Miré la calle que estaba delante, sintiendo un poco de temor por ésta pero desapareció al instante al sentir la mano de alguien, tomándome por sorpresa.
──¿Puedes dejar de hacer eso? ──exclamé al ver que se trataba de Helen──. Harás que me dé un infarto.
──Me estaba asegurando de que no intentaras escapar ──respondió. Okay, esto ya me estaba comenzando a asustar──. Tenemos que irnos, no te preocupes, no te pasará nada.
──Que lo digas de esa forma me hace pensar todo lo contrario... ──Respondí, caminando porque Helen me estaba empujando.
Durante el camino ambos nos quedamos en silencio, Helen seguía caminando detrás de mí, supongo que para asegurarse de que no intentará escapar. Bien, primer plan frustrado.
Pensé en encararlo pero por la forma en la que me había traído hasta aquí me daba a entender que no estaba dispuesto a darme ninguna respuesta ─o bien no tenía ninguna─. El camino fue un poco largo y, a diferencia del mensaje que recibí, no ibamos a hablar en el parque porque comenzamos a caminar hacia el lugar que estaba detrás del bosque.
Comencé a mirar a mi alrededor solo para encontrarme con varios árboles y arbustos con maleza. Todo esto no sería aterrador si tan siquiera no estuviera fuera de contexto.
──«No tengo que alterarme ──pensé, suspirando para liberar el aire que estaba reteniendo──. Estaré bien, no he hecho nada malo como para que quieran hacerme algo... ¿o sí?».
La caminata duró unos cuantos minutos más hasta que llegamos a un pequeño claro en medio de lo que parecía ser el resto del bosque que faltaba por hacer parque.
──Ey, ¿a dónde se supone que vamos? ──Finalmente me atreví a preguntar.
──No te preocupes, ya hemos llegado. ──Dijo, llevando sus brazos a su cintura.
Miré a mi alrededor en busca de algo que pudiera ser interesante pero no había más que fauna por todos lados.
──¿A quién se supone que teníamos que ve─?
Un fuerte golpe se escuchó delante de mí y por pura inercia solté un pequeño grito antes de terminar cayendo sentado contra el suelo, asustado de lo que pudiera hacer caído frente a mí.
──Lamento la tardanza ──habló el hombre que había caído frente a nosotros mientras limpiaba su medianamente largo cabello──, había olvidado cual era tu horario de salida.
No pasaron más de unos cuantos segundos cuando otro hombre apareció delante del primero.
──¿Qu-quienes son ellos? ──Me atreví a preguntar, levantándome torpemente.
──Ellos son el señor Christian y el señor Liam ──respondió, ahora estaba seguro de que se conocían──. Fue gracias a ellos que ahora estás vivo.
Miré a ambos hombres, confundido por lo que Helen estaba diciendo. El de cabello castaño ─Liam─ dio un paso hacia delante para dirigirse a mí.
──Seguro que esto te resulta familiar...
El hombre apenas levantó la mano solo para que segundos después se levantará una masa sólida de tierra frente a mí que me hizó retroceder un poco más, en shock por lo que estaba viendo.
¿Qué carajos estaba pasando...?