—Todo está bien. —le sonrió Jimin. —ya estás conmigo.
—¿Qué pasó? —pregunto. —Recuerdo que algo tocó mi cuello.
—Shh. —susurro Jimin. —no hables.
—¿Qué te pasó? —le tocó la mejilla.
—Yoongi tienes que oírme. —hablo con dolor.
—Jimin. —le dijo preocupado.
—Desate la magia del caos. —trago saliva. —no debería haberlo hecho y causé mucho daño.
—No fue tu culpa. —Negó el pálido. —esas brujas fueron las responsables.
—Soy ahora inestable. —las lágrimas resbalaron por sus mejillas. —Soy un peligro incluso para mí mismo.
Yoongi lo observó con una mezcla de confusión y creciente preocupación. La calma en su voz contrastaba con la tormenta que se reflejaba en sus ojos, como si llevara un peso imposible de soportar. Alzó una mano temblorosa y limpió con el pulgar las lágrimas que resbalaban por las mejillas de Jimin, deseando borrar ese dolor de su rostro.
—Jimin... —murmuró, sus ojos recorriendo su rostro. —No eres un peligro, lo que hiciste, lo hiciste por amor.
Pero Jimin negó con la cabeza, como si las palabras de Yoongi no pudieran cambiar lo que ya sabía en lo más profundo de su ser.
—Yoongi, no entiendes, la magia del caos... una vez que tocas esa energía, no puedes librarte de ella. —Tragó saliva, y su voz salió rota, llena de arrepentimiento y de una tristeza que parecía infinita. —Ya no soy el mismo y aunque quisiera... hay una oscuridad en mí que no va a desaparecer, no puedo controlarla. —suspiro. —Soy como una tormenta que apenas puede contenerse a sí misma e incluso estar cerca de ti... podría lastimarte sin darme cuenta.
—No me importa, Jimin, no importa cuánta oscuridad haya en ti, yo voy a estar a tu lado. —Yoongi le sostuvo el rostro, negando con determinación, sus ojos intensos, llenos de firmeza. —Has dado todo por mí, incluso cosas que yo ni siquiera había pedido, nunca voy a abandonarte, ¿me oyes? —Yoongi acercó su frente a la de Jimin, como si ese simple acto pudiera unirlos aún más. —Si tienes una sombra dentro, entonces seré la luz que la equilibre.
Jimin cerró los ojos, permitiéndose un momento de paz al sentir la calidez de Yoongi tan cerca, su presencia, dándole una fortaleza que no sabía que aún le quedaba. Pero el dolor seguía ahí, el recuerdo de lo que había sacrificado, de lo que había perdido, y la certeza de que su vida ya no era la misma. Aun así, tomó una respiración profunda y asintió lentamente.
—Yoongi... no sé cuánto tiempo podré mantener esta oscuridad bajo control. —dijo con leve dolor en sus palabras. —Pero si... si quieres quedarte a mi lado a pesar de todo, entonces prometo que haré lo posible por protegerte.
—No tienes que hacerlo solo. —replicó Yoongi, su voz cálida, segura. —Ya no estás solo, Jimin y vamos a superar esto juntos, sin importar lo que venga.
Jimin lo miró, y por primera vez en mucho tiempo, sintió una chispa de esperanza. Sabía que el camino por delante sería incierto, que su propia oscuridad siempre estaría acechando. Pero con Yoongi a su lado, la carga parecía un poco menos pesada.