Pocas cosas hacen hervir tu corazón, calientan tu sangre notando como circula más rápido, bombea más rápido el corazón como si de amor tratase, tiembla la respiración pareciendo no querer transmitir el ruido de estar vivo, lenta y pausada, pesada y larga, sintiendo como entra el aire hacia tus pulmones, expandiéndose la caja torácica que los protege. Dicen que del amor al odio hay un paso, son las caras de una misma moneda, no pueden separarse pues donde no queda amor solo hay odio, y donde el odio huye el amor te persigue. Pero me gusta pensar que son tan distantes como las galaxias, porque sentimientos hay tantos como descubrimientos por alzarse en el océano, pues el corazón y la mente no son más que unas turbulentas, embravecidas en casa vaivén de la vida, que tienen pequeños remansos de paz donde se calman, o eso parece. Porque bajo la superficie se esconde más de lo que vemos, de lo que oímos y olemos, de lo que podemos tocar. Pero no hay nada más erróneo que pensar en el amor y el odio como iguales, pues no amas a quien odias, ni odias a quien amas, aunque te traicionen. Ya puede tu persona más amada arrojarte desde el precipicio, abandonarte en el desierto o sumergirte en un nido de víboras a la suerte del victorioso, que nunca la odiarás porque aún tendrás amor por ella; puede tu persona más odiada llevarte al fin de la tierra a contemplar las maravillas que suceden en esa tierra inhabitada, grabar en la tierra tu nombre o dar forma a Luna en pos del amor que le colma el pecho y le infecta en las noches sin dormir, pero el odio seguirá arraigado en tu corazón. Confundimos sentimientos, sensaciones, todo por cultura, todo popularismos, así no pensamos, no definimos que nos atormenta, y tenemos una respuesta aunque no sea correcta. Nos olvidamos del resto, encerramos en nuestra alma aquellos que no queremos nombrar, porque nos parece natural tener amor al igual tener odio, pero otros los calificamos de perversos, de malos, de innombrables. Donde están esas diosas que escuchaban el grito de las almas, uno ahogado y sin ruido que consumía cada parte de tu esencia, haciéndolas enloquecer, queriendo cumplir lo que clama por salir, queriendo liberar lo que los mortales encerramos. Las Erinias, damas aladas, perseguidores incansables, acosadoras entre amaneceres, son una gran representación de lo que escondemos. Porque no queremos ser repudiados, no queremos pensar que somos malas personas, no queremos aceptar que no existen, solo hay personas. Porque no hay un concepto de maldad, ni de bondad, todo se resume al criterio propio, y algunos pensaréis en lo socialmente establecido de forma estandarizada, pero social no es igual a verdad, ni establecido a correcto. Estás diosas se encargan de los crímenes impunes, pero no de una persona que asesino, ni de una ladrona o violadora, menos de estafadores, su verdadera labor era calmar el grito de los mortales, eran verdugos intangibles pues no podías tocarlas, igual que los pensamientos y sentimientos, pero ellas si podían tocarte. Es más, podían hacerte de todo, experimentarás helheim en vida, arrepintiendote de lo causado, aún si no sabes el que. Porque hay un sentimiento sobre el resto que las activaba, igual que la sangre llama al tiburón o el cadáver al buitre, era un deleite para ellas, porque solo así podían actuar, solo así conocían la libertad. Un sentimiento que es dual, pues hiela tú ser, congela la mirada en un instante y te despoja del resto de emociones, es como un ser creciendo por momentos en tu interior, arraigado a tu cuerpo, a tu carne, a tu alma, que a la vez hace que hierva, que corra lava por las venas, que sientas un calor asfixiante, el rencor. Así es amigos, no nos engañemos, si hablamos del amor y el odio en una moneda, el rencor es el canto que los separa, por eso están tan cerca pero tan lejos, y por más que se quiera no se puede llegar en un paso. Porque a la persona que te bajó la luna, pero antes clavo la espada, el odio dará paso al rencor, y por aquel que diste vida, pero te arrebato el alma, el rencor será el nuevo amor. Porque es algo intrínseco a las personas, no podemos vivir sin rencor, es esa emoción que aveces nos impulsa a decir verdades que no queríamos, a sacar las navajas al cuello cuando hablamos, a incinerar nuestra moral en los actos y ahorcar nuestros valores en lo planeado. Porque todos hablamos de venganza, todos nos hemos vengado alguna vez, más leve o más grave, pero ahí está, sin embargo, cuantas veces has ido a la raíz? Cuantas veces, has pensado que te ha llevado a vengarte? Porque si tienes amor por una persona, aún si te traiciona, desearás que le vaya mejor, si sientes odio por el, no gastarás el tiempo en saber si respira. Pero, si le tienes rencor, por pequeño que sea, desearás vengarte, porque amigos, hermanos y hermanas mías, estos dos son inseparables, pues no hay venganza sin rencor, ni rencor sin venganza. Y cuanto más grande sea, más te consume, más empieza esa lucha entre tú ser y el rencor, porque todo comienza así. No hay verdad ni mentira, no hay maldad ni bondad, solo un acto que no puedes perdonar, algo grabado en tu alma, que te persigue como un fantasma, un espectro que vela en las noches encendiendo el fuego para no apagarse y por el día, helando el fondo para no cremarse. Pues es una emoción que no puedes deshacerte, solo se calma si no la haces caso, pero ahí sigue, esa chispa que no necesitará avivarse ni refugiarse, porque siempre estará encendida, esperando el momento que vuelvas a cruzarte con esa alma desafortunada, a mencionar su nombre o ver su rostro, porque no puede apagarse al igual que no puedes apagar tu vida.
Intangible
By DreamerCrush
Abismo de una mente More