Caius nunca se había considerado una persona creyente o piadosa. Sin embargo, desde que su compañera había despertado de aquella inconsciencia que a él le pareció casi eterna, algo dentro de él había cambiado. Había comenzado a creer, aunque fuera un poco, a tener un mínimo de esperanza. Desde que Aster asumió el rol de reina, tomando decisiones de suma importancia como decidir el destino de los acusados de traición, su sentido de justicia había empezado a contagiar al rey rubio. Por primera vez en siglos, Caius se sentía, aunque solo un poco... piadoso.
Desde que la existencia de Aro llegó a su fin a manos de Caius, el castillo de Italia y la raza vampírica experimentaron un cambio radical. Lo primero fue el ascenso de Caius al puesto de rey supremo. Marco, aliviado de sus responsabilidades, le pidió que le permitiera vivir una vida libre de deberes. Aunque seguía habitando el castillo, ya no ostentaba el título de rey.
El segundo cambio significativo en el reinado de los Vulturi fue la supervisión directa que Caius, junto con Jane y Alec, ejercía sobre la guardia. Debían asegurarse de que los encargados de la seguridad del castillo fueran leales y competentes, sobre todo ahora que la reina Aster, su mayor tesoro, residía con más poder entre sus muros.
-Mi amo, la familia Cullen acaba de llegar -anunció Demetri, rompiendo el silencio del majestuoso salón principal, donde Caius y Jane estaban discutiendo asuntos importantes.
Muchos dudaban de la capacidad de Caius para liderar a toda una raza de criaturas sobrenaturales como los vampiros. Su impaciencia, poca tolerancia y falta de empatía lo convertían en un rey cuestionado por algunos aquelarres. Sin embargo, junto a Aster, quien representaba la viva imagen de la benevolencia, las críticas se silenciaban rápidamente. La tríbrida equilibraba el carácter despiadado de Caius, y muchos albergaban la esperanza de que su reinado fuera mejor que el de la administración anterior.
-Llama a Aster -ordenó Caius a Jane, sin apartar la mirada del trono vacío de su reina-. Déjalos pasar, Demetri.
Las puertas del salón se abrieron, dejando entrar a los Cullen-Black. Caius observó con detenimiento a cada miembro de esa peculiar familia. Ya no le sorprendía que se movieran siempre en grupo, pero ese apego excesivo seguía causándole cierta molestia.
-Caius -saludó Carlisle, con una mezcla de respeto y cautela.
El rey respondió únicamente con un leve asentimiento de cabeza, manteniendo la cortesía justa y necesaria. Su mirada se detuvo en Jacob Black, cuya actitud delataba su incomodidad apenas cruzó el umbral del salón.
-¿Dónde está mi hija? -preguntó Jacob, con un tono contenido pero firme. A pesar de sus esfuerzos por mantener la calma, su desagrado hacia Caius era evidente.
Caius, acostumbrado a la hostilidad del licántropo, respondió con la misma simplicidad y frialdad que siempre lo caracterizaba.
-Estará aquí pronto -dijo con un tono neutral, esforzándose por mantener una forzada cordialidad con su suegro.
El ambiente en el salón era tenso, pero una presencia más cálida y esperanzadora pronto haría acto de presencia, como un rayo de luz que disiparía la penumbra de la desconfianza.
-Creo que deberíamos hablar acerca de los cambios de Aster -opinó Carlisle, rompiendo el silencio mientras observaba al rey rubio con una mirada serena pero inquisitiva.
-Eso lo podrás discutir directamente con ella -respondió Caius con simplicidad, acomodándose en un sillón individual mientras lo miraba con desdén-. Nosotros no contamos con un doctor dentro del castillo. Quien monitorea los cambios es ella misma con la ayuda de Alec.
-Por supuesto -asintió Carlisle con calma-. ¿Entonces estás de acuerdo en que hable con ella y también con Alec?
-No veo ningún inconveniente en que lo hagas -contestó el rey con indiferencia.
La tensión se rompió momentáneamente cuando la voz de Renesmee Black intervino.
-Tendrá que ser después de que yo pueda estar con ella. Extraño en demasía a mi hija.
Antes de que alguien pudiera replicar, Aster apareció en un parpadeo. Se movía con la velocidad de un vampiro, pero al abrazar a su madre, el calor de su cuerpo y su respiración pausada recordaban su lado humano. Renesmee no tuvo tiempo de reaccionar antes de encontrarse envuelta por los brazos de su hija.
-Yo también te extrañé, mamá -susurró Aster, aferrándose a ella como si nada más importara.
-Aún no modulas tu fuerza, cariño -murmuró Renesmee con dificultad, intentando recuperar el aliento.
-Lo siento -se disculpó Aster, aflojando el abrazo de inmediato.
Los cambios en Aster desde aquel fatídico evento en el que Caius creyó que la perdería para siempre eran evidentes. Los genes vampíricos y metamorfos de sus padres se habían manifestado en formas que nadie esperaba. Su corazón aún latía como el de un humano, su sangre fluía cálida y roja, y sus ojos permanecían de un azul profundo. Sin embargo, poseía la velocidad y agilidad de un vampiro, además de una asombrosa resistencia física propia de los licántropos.
Había heredado dones extraordinarios de su linaje. Podía leer mentes como su abuelo Edward, crear un escudo mental como su abuela Bella, y proyectar recuerdos táctilmente, al igual que su madre Renesmee. Aunque no podía transformarse en lobo como su padre Jacob -algo que había intentado en más de una ocasión-, su sistema inmunológico parecía ser el de un metamorfo. Nunca se enfermaba, su cuerpo era naturalmente tonificado y estaba preparado para cualquier enfrentamiento físico. Era una mezcla única de las tres razas.
-¿Me veo diferente? -preguntó Aster, separándose de su madre y notando cómo todos en la sala no apartaban la mirada de ella.
-Yo te veo igual de perfecta -intervino Jacob con una sonrisa cálida mientras se acercaba para abrazarla.
Aster le devolvió el abrazo, dejándose envolver por la calidez de su padre. Apenas se separó, sus hermanos la rodearon, envolviéndola en un abrazo colectivo que hizo que todos los presentes se relajaran por un instante.
Era imposible no notar que Aster había cambiado, pero para su familia, ella seguía siendo la misma: una hija, hermana y compañera, el corazón de los Cullen-Black y la reina de los Vulturi.
Y aunque Caius quería interferir al ver cómo su compañera era rodeada por su familia, los celos -una emoción que había descubierto con sorpresa desde que conoció a Aster- lo obligaban a contenerse. Sabía que no había motivo para preocuparse, pues los Cullen-Black eran su familia, pero más importante aún, sabía que enfadar a Aster era un error que no estaba dispuesto a repetir. Desde que sus dones sobrenaturales se habían manifestado, Caius había aprendido por las malas que la ira de su compañera podía ser incluso más intimidante que la suya propia.
-Mi amo, lamento interrumpir -la profunda voz de Felix resonó en el salón mientras entraba sin anunciarse-, pero un asunto se acaba de presentar. Requieren de su presencia en la sala de tronos.
Las miradas de todos se posaron en Caius y, de inmediato, en Aster. Aunque sabían que la tríbrida compartía el trono con el rey supremo, la idea de que tomara decisiones conjuntas seguía siendo algo sorprendente incluso para ellos.
-Iré en seguida -respondió Caius mientras se levantaba del cómodo sillón. Se acercó a su compañera con paso tranquilo y le dedicó una sonrisa-. No te preocupes, Kaz, lo resolveré en segundos.
Aster le devolvió la sonrisa y aceptó el beso que Caius dejó en su mejilla, sintiéndose como una adolescente enamorada pese al tiempo que habían pasado juntos.
-Prométeme que escucharás antes de sentenciar -le pidió, sujetando suavemente su mano.
-Lo prometo -susurró Caius, dejando un casto beso en sus labios antes de pretender retirarse.
Cuando el vampiro dio media vuelta para salir del salón, su expresión cambió. La sonrisa que momentos antes adornaba su rostro desapareció, sustituida por la fría seriedad que lo caracterizaba. Sin embargo, antes de cruzar la puerta, no pudo evitar notar las miradas de asombro en los rostros de los Cullen-Black.
-Vaya que has domado al león -bromeó Jacob, rompiendo el silencio apenas Caius y Jane abandonaron la habitación.
-Caius siempre ha sido gentil -respondió Aster, tratando de defender a su compañero.
-Probablemente solo contigo, cariño -dijo Rose con una ligera sonrisa-. Recuerda que "Caius el Despiadado" era su apodo antes de conocerte.
Aster resopló, cruzando los brazos en señal de rendición mientras se acercaba al resto de su familia para saludarlos.
-Rose tiene razón -intervino Carlisle con tono divertido-. En todos mis años conociéndolo, es la primera vez que lo veo tan dócil con alguien. Ni siquiera recuerdo haberlo visto sonreír.
Aster no discutió. Había escuchado comentarios similares antes por parte de los miembros del castillo. Muchos habían notado cómo la oscuridad habitual de Caius parecía suavizarse cuando ella estaba cerca. Aunque no comprendía completamente esa "accesibilidad" de la que hablaban, no podía negar que algo en su conexión con Caius había transformado no solo a él, sino también a ella.
-No debes hacerles mucho caso, cariño -susurró Renesmee, rodeando a su hija con un brazo-. Dime, Kaz, ¿cómo te encuentras? ¿Estás completamente bien?
La pregunta hizo que Aster reflexionara por un momento. Recordó su llegada al castillo, cómo había dudado sobre aceptar su lugar allí. Pero ahora... ahora todo era distinto.
-Me encuentro perfecta -sentenció, con firmeza y sinceridad.
Y era cierto. Aunque nunca había imaginado asumir una responsabilidad tan abrumadora como gobernar a una raza entera, estar al lado de Caius lo hacía valer la pena. Porque en su mundo, entre la luz de su familia y la oscuridad que emanaba de su compañero, Aster había encontrado su lugar. Una armonía seductora, intensa, y profundamente suya.
Que Dios bendiga aquella seductora oscuridad que, de alguna manera, había calado hasta lo más profundo de su alma.
THE END.
[...]
¡Ahhhhh! Por fin llegué al final de esta historia. Y aunque hoy publiqué el epílogo, mañana por la tarde subiré un par de extras más, así que... ¡espérenlos!
Hubo un momento en el que no creí que pudiera seguir avanzando con esta linda historia, ya que me enfoqué en otros proyectos. Pero al volver a escribir sobre el mundo de Crepúsculo, solo me quedé con ganas de ¡MÁS!
A lo que voy es esto...
¡Volveré a escribir sobre la saga! Perooo... aún no tengo nada definido. Tengo algunas ideas, pero nada concreto. Mi pregunta es:
¿Les gustaría que escribiera otra historia dentro del mundo de Twilight? Si es así, ¿de qué personaje les gustaría que fuera? ¿Tienen alguna petición concreta? 👀
Muchas gracias a todos, vvs, especialmente a las personitas que comentan en mis historias. ¡Me siguen motivando a escribir! 💗✨