UN AÑO DESPUÉS
~Brooklyn (salón Burbujas)~
Jace ^^
Hoy es la fiesta de cumpleaños de Magnus. Para la ocasión rentamos un salón infantil con tema "bajo el mar", yo hubiera preferido el Instituto, pero ahí no podrían entrar los pequeños vampiros con los cuales Magnus ha creado un lazo muy estrecho y claro que Alec igual. Las sesiones de juego sirvieron después de todo. Por ahora el salón está vacío, sólo nosotros: Maryse, Alec, Isabelle, Simon, Marine, Catarina, Rigna, Magnus (vestido con un disfraz de pez), Clary, mis hijos y yo.
–Ya quiero que lleguen –se queja Magnus.
–Estoy seguro... –Simon es interrumpido por el timbre del salón que suena como burbujas.
–Yo voy –me dirijo a la puerta y la abro.
Son Luke, Jocelyn y Maia, con diez pequeños lobos al rededor.
–Pasen –invito y los pequeños corren dentro.
–Gracias por invitarnos –Luke se sienta en la mesa de adultos.
Alec, Marine y Magnus ya fueron con los pequeños lobos a jugar.
–No hay de qué –Maryse le ofrece un vaso con refresco–. ¿Y cómo les va en la comisaría?
–Ya no lloran tanto, pero ahora están en esa etapa de hiperactividad. Siempre quieren hacer algo, por eso sin dudar los trajimos a la fiesta.
–Eso es bueno, que se cansen jugando por... –las burbujas interrumpen a Catarina.
–Yo abro –Isabelle se levanta.
Veo como abre la puerta y deja pasar a un hada de orejas moradas que toma a Kaelie de la mano. Increíble que antes me coqueteara.
–Nefilim –saluda el hombre con una ligera reverencia–. Licántropos. Gracias por su invitación.
–Si quiere, puedes dejar a Kaelie para que juegue con los otros en el patio –Jocelyn señala en dirección al patio con un inflable y otros juegos.
–¿Qué me dices, pequeña? ¿Quieres ir a jugar?
–Claro. ¿Puedo, señor?
–Pero debes regresar cuando te llame –el hada suelta su mano y Kaelie se aleja a paso rápido.
–¿No lo llama papá? –pregunto cuando el hada se sienta.
Es un hombre de pelo blanquecino largo hasta la cintura con una especie de túnica azul.
–No, porque no lo soy. Soy su cuidador. Sin embargo he escuchado que Magnus y Alexander te llaman padre, Jonathan.
–Eso fue hace tiempo –recuerdo el día en que comprendieron que yo no era su padre–. Ahora soy su querido tío Jace.
–Estoy seguro que los consientes como ninguno.
–Claro que sí –afirmo y las burbujas vuelven a sonar.
–Yo iré –Clary deja de jugar con los gemelos–. Raphael, hola.
El vampiro pasa junto a siete chiquillos.
–Clarissa, tiempo sin verte –Raphael ni terminaba de hablar cuando los vampiros corrieron al patio para jugar.
Desde luego la fiesta se celebra en la noche para que ellos pudieran venir.
Raphael se sienta en la larga mesa, o más bien, nuestra mini prisión hasta que los pequeños regresen para el pastel.
–Rigna, ¿puedes llevarte a los gemelos y vigilar a los niños en el patio?
Rigna asiente a las palabras de Catarina y empuja la carreola de mis hijos hasta el lugar donde los demás juegan. Me cuesta pensar que en seis años ella dejará de existir.
Las burbujas vuelven a sonar y esta vez Luke abre la puerta.
–Pasen –invita.
Veo una sombra fugaz y después a Helen y Aline.
–Veo que Lucas está lleno de energía –observa Simon.
–Parece que sí –Aline se sienta al lado de Raphael.
Al principio su relación fue complicada, pero el paso del tiempo y sus múltiples interacciones ayudaron a que la tensión disminuyera.
–¿Y cómo han estado? –pregunta Helen.
Magnus **
Mi traje de pez es muy grande y eso dificulta un poco mis movimientos, pero se ve fantástico. Ahora jugamos a las congeladas. Kaelie congela junto a dos lobos y un brujo que llegó más tarde.
–¡Congelado! –Bat toca mi hombro y me quedo quieto.
Sigue corriendo para atrapar a Zeke y yo intento ver si alguien me descongela, no hay nadie cerca... siento una mano jalarme. Es Alec.
–Gracias.
Alec no responde y me guía al inflable de Buscando a Nemo.
–¿Qué hacemos? –pregunto sentándome en una concha.
–Nos escondemos. Así ganaremos.
–Pero ¿eso no es trampa?
–No. Es estrategia.
–No creo...
–¡Tramposos! –grita una voz acusadora– ¡Se están escondiendo, vengan!
>Es Kaelie, ¡maldita sea!< Kaelie junto a Michael (el brujo de piel más oscura que mi mami) entran al inflable. Me oculto detrás de Dory y Alec escala una ola. Michael lo sigue y yo quiero detenerlo cuando Kaelie me toma del brazo.
–¡Te tengo!
El hombre se lanza contra mí y juntos caemos en el lodo. Él queda encima y me gira para verme a la cara. Cierro con fuerza los ojos, no quiero que los vea.
–¡Abre los ojos, demonio! –el hombre sacude mi cuerpo.
–¡No! –chillo aterrorizado– ¡Por favor, déjeme!
–Lo haré cuando abras los ojos –el hombre coloca sus manos en mi cuello y aprieta–. ¡Abre los ojos!
Intento jalar aire y mantener mis ojos cerrados, pero es imposible, los abro en un reflejo por respirar.
–Lo sabía –el hombre me toma del brazo y obliga a levantarme–. ¡Tengo al demonio! –grita y veo el fuego de las antorchas acercarse– ¡Vengan para ejecutarlo!
–¡No! Por favor, se lo ruego... –el hombre me da una bofetada.
–Pronto morirás y regresarás al infierno donde perteneces.
Si he sobrevivido tanto, puedo hacerlo un poco más... ¿no? Concentro toda mi energía en mis manos y estas se prenden en llamas, las acerco al hombre y él me suelta al ver su pantalón incendiarse. Corro sin mirar atrás. No quiero mirar atrás.
–¡Magnus! –escucho a Alec llamarme e intento enfocar la vista.
Primero veo el pantano por donde corro para escapar del fuego y después veo el inflable y a Alec delante de mí con la playera chamuscada.
–¡Magnus, mírame!
–¡Ahí va, tras él!
Corro evitando ramas y plantas con las que podría tropezar. No puedo dejar que me alcancen, no puedo o me matarán.
–¡Magnus, cuidado!
Siento que choco con algo y al ver arriba veo que se trata de un hombre con cabello blanco y orejas moradas. Quiero pedir perdón, pero un grito me desconcierta
–¡Ahí esta! ¡Qué no escape!
La lluvia cae y eso provoca que la poca tierra firme se convierta en lodo. Con pasos más torpes sigo corriendo hasta que unas raíces me hacen caer. Ruedo por el lodo y cuando me quedo quieto miro hacia arriba.
Mi mami me mira preocupada y yo comienzo a llorar.
–No quiero ir al infierno.
Digo antes de quedarme dormido.
UN AÑO DESPUÉS
~Nueva York (Instituto)~
Alec ••
¡Hoy es mi cumpleaños! No he tenido pesadillas desde hace unos meses y por lo que escuché, Magnus tampoco. La puerta se abre y toda mi familia entra. Mi madre sostiene un pastel de helado con glaseado azul y una vela del número siete.
–Feliz cumpleaños a ti –cantan al unísono mi mami, mis tíos Jace, Clary y sus hijos, mi tíos Simon, mi hermana Isabelle y Marine, mi tía Catarina, Rigna y Magnus–. Feliz cumpleaños a ti. Feliz cumpleaños, querido Alec. Feliz cumpleaños a ti.
Mis tíos y primos aplauden mientras mi mami acerca el pastel y yo soplo la vela al tiempo que pido un deseo. >Quiero saber por qué tengo pesadillas.< Siempre pido eso.
–¿Qué deseaste? –pregunta Isabelle.
–Nop –niego con la cabeza–. No les diré porque si lo hago no se hará realidad.
–Vamos, Alec –mi tía Clary se acerca–. Esas son supersticiones.
–No es cierto –me cruzo de brazos y mi mami coloca el pastel en mi cama para comenzar a partirlo–. Mi hermana me dijo que a ella sí se le cumplió su deseo cuando no dijo nada.
–Bueno, es cierto que consiguió sus tacones a los veinte.
–No es eso –le riño a tío Jace–. Me contó que cuando cumplió diecisiete, pidió tener un hermanito menor y después nací yo.
Todos los adultos se miran entre sí, como si hubiera dicho algo incorrecto.
–Mejor pasemos al pastel, podría derretirse –mi mami me ofrece una rebanada y yo la tomo.
Adultos... no los entiendo.
.
Yo no quería una fiesta grande como Magnus, aunque la suya no terminó muy bien. Después que salió corriendo, que quemara mi camisa y chocara con ese caballero de la corte seelie, Catarina se lo llevó y mis tíos se quedaron a arreglar todo. Desde el incidente ha mejorado, pero noto como procura no tocarme, porque según él, no quiere lastimarme, pero sólo chamuscó mi playera y aunque se lo repito, él no escucha.
Ahora estamos en el invernadero en un tranquilo picnic. La luz natural de la luna nos ilumina mientras todos miramos las estrellas intentando descifrar las constelaciones.
Así es como quería pasar mi cumpleaños, rodeado de las personas que quiero, tranquilo y sin sorpresas.
–Por cierto, Alec, quería darte esto –Jace me pasa algo y yo lo tomo.
Es una bola de papel periódico.
–¿Periódico?
–Ábrelo.
Rasgo el papel y la veo. Una una piedra de luz mágica.
–Gracias –cuando retiró el periódico y tomo en mis dedos la fría piedra, esta se ilumina blanca.
–Todo cazador de sombras debe tenerla, y tú eres un gran cazador.
Llego con las piernas de gelatina hasta mi hermana. No sé de dónde he sacado el valor para hacer lo que hice. ¡Lo besé delante de todos! Mi corazón está como loco y creo que mis manos igual.
–¡Bien hecho, Alec! –me felicita mi hermana– ¡Estoy orgullosa!
Mientras la abrazo veo a mis padres detrás. Mi madre no me mira y mi padre hace un gesto para que lo siga. Sale del salón y yo hago lo mismo. Afuera lo veo de pie, quieto y claramente tenso.
–Padre...
–Cierra la puerta, Alexander –ordena y yo obedezco.
Al otro lado, Magnus me mira preocupado, pero yo le sonrió para tranquilizarlo.
–Padre, sé que...
Un puñetazo, tan fuerte e inesperado, me tira al piso.
–Ni un golpe puedes soportar –escupe mi padre–. ¿Cómo no lo vi antes? –ríe secamente y me da una patada en las costillas– ¡Eres débil!
–Padre, yo no...
–¡Débil y patético! –quiere darme otra patada, pero yo lo detengo y esta vez lo derrumbo.
Me levanto lo más rápido que puedo y mi padre no pierde tiempo en hacer lo mismo y ponerse en posición de ataque.
–Quiero hablar...
–¡No tengo nada que hablar contigo!
Me ataca y mi cuerpo reacciona. Jamás había sentido la fuerza de mi padre, él jamás me había golpeado. Esperaba palabras de odio, quizá una bofetada, pero nunca una pelea de verdad.
–Alec, lo que ves no es real. ¡Detente! –grita la voz de Jace.
Los ojos azules de mi padre son dorados y su cabello negro se torna rubio.
–Parece que sí sabes pelear, pero eso no te convierte en un cazador de sombras.
–Padre, soy gay, y eso no importa. Eso no tiene que...
–¡Me das asco! –grita y con su rodilla golpea mi espalda.
Termino en el suelo y comienza a patearme.
–¡Eres una escoria! –una patada– ¡No eres un verdadero cazador de sombras! –otra patada– ¡Un cazador de sombras gay no es un cazador de sombras!
–¡Alec! –mi madre me mira con miedo y yo quiero decirle algo, pero un grito se escucha a lo lejos.
–¡Deténgase! –Magnus se interpone entre mi padre y yo.
–¿Ahora necesitas de un travesti para defenderte?
–Si pretendía que eso fuera un insulto, no lo es –no veo a Magnus, pero su voz está cargada de odio–. ¿Cómo se atreve a tocar a su hijo? ¿Y todo por besarme? ¡Usted es patético!
–¡Y ustedes unos maricones!
–Será mejor que se vaya, señor Lightwood, antes de que esto, –chispas azules salen de sus dedos– se ponga feo.
–¡Alec, mírame por favor! –grita desesperada mi madre.
La veo y me doy cuenta que tiene un pequeño golpe en la mejilla.
–No soy gay –mis ojos se comienzan a cerrar–. Soy un cazador de sombras.