Volví al hospital. Había ido a mi departamento para buscar mi escudo y ponerme el uniforme. Esto ya no era una visita a mi prometida: era mi trabajo.
Toqué la puerta de la habitación de Peggy y enseguida salió en su silla de ruedas, la cual era empujada por Sharon.
Vestía un traje azul con una camisa blanca. Sus canas eran opacadas por el rojo vivo de su sombrero. Qué bien le habrá lucido cuando era joven.
― Hola, ¿emocionada?- le pregunté.
― Sí, mucho― me dijo ella con una sonrisa enorme.
Yo me ofrecí a empujar la silla de ruedas de Peggy, y Sharon accedió.
Los tres fuimos escoltados hasta las afueras del hospital por un escuadrón de seguridad. Allí, nos esperaba una camioneta negra.
Después de diez minutos de viaje la camioneta se detuvo frente a un local de antigüedades.
Nick, Sharon, Peggy y yo bajamos, y nos dirigimos hacia el local.
Dentro, había un señor, de unos cincuenta años aproximadamente.
― Buenos días― dijo sonriente.―Que lindo está el clima, ¿no?
― Sí. Pero siempre llevo abrigo ―dijo Nick.
Peggy y yo nos miramos y nos reímos. Yo me acerqué a ella y le dije:―Al parecer han hecho unos pequeños cambios.
El señor nos llevó al fondo del local, y frenó frente a un cuadro- una pintura abstracta-, apoyó su mano sobre la pintura e inmediatamente una puerta se abrió a un lado.
Caminamos por un largo pasillo lleno de oficiales de seguridad, gente con uniformes elegantes y otros con batas. Esto parecía un deja vu, sólo que todo era más moderno... y yo no era el que iba a ser intervenido.
Y llegamos. Era un gran salón lleno de maquinarias, muchas luces y cables. A un lado se veía un observatorio, y en el centro algo similar a una camilla,o más bien un aparato como el que me convirtió en el famoso súper soldado. Las personas con batas blancas abundaban más en este lugar.
Cuando nos avistaron, tres personas (dos hombres y una mujer) se acercaron rápidamente- y al parecer muy felices- hacia nosotros. Unos de los hombres fue el primero en hablar ―Señora Carter, es un honor conocerla en persona.
― Usted es una de las responsables de la creación de SHIELD, el mundo se lo agradece― dijo la mujer.
― Muchas gracias, pero no es para tanto. Si yo no hubiera sido una de las fundadoras de SHIELD, otro lo hubiera sido― ella sonrió, y rápidamente se acerco un doctor o científico supongo.
― Señor― dijo el doctor refiriéndose a Fury.
― Capitán Rogers, señora Carter. Él es el doctor Lawrence ― Fury nos presentó.
―Mucho gusto― extendió su mano primero a Peggy y luego a mi. ―Estamos listos para comenzar con el experimento. Primero debemos hacerle un rápido análisis de sangre y comenzaremos con la Fase 1― le dijo a Fury.
― ¿Fase 1? ¿Cuántas se supone qué son?― exclamé con un tono un poco alarmado. Si ya el experimento era peligroso, no quería que Peggy arriesgue su vida por no sé cuantas fases más de lo previsto.
― Si la Fase 1 funciona, seguiremos viendo cuanto más puede rejuvenecer. Claro, si la señora Carter está dispuesta― Nick dirigió una rápida mirada hacia ella.
― ¿Señora?
― Espere un segundo― le dije al doctor Lawrence. Me arrodillé frente a ella y comencé a hablar en un tono más bajo― ¿Estás lista?
― Más que nunca.
― Pase lo que pase, te voy a amar siempre, no lo olvides― mencioné las palabras que podrían, en el peor de los casos, ser las últimas que oiría de mí.
― Te amo Steve.
― Te también te amo Peggy.