De Ahora en Adelante

By FhernandaTamayo

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La vida de Alex Parker había sido de todo menos fácil. Todo lo contrario de la vida que ha llevado ilustre e... More

SINOPSIS
PROLOGO
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 5
Sígueme

CAPITULO 4

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By FhernandaTamayo

CAPITULO 4

Constanza Valladolid, hizo pasar a Stefan hacia el interior de la casa, aun estaba desconcertado por lo que acaba de descubrir.

Alex Parker era una mujer, quien lo habría pensado, sonrió para sus adentros y se dijo que el negocio acababa de volverse más interesante.

Quería a Alex para él y en su cama, y no pasaría mucho tiempo para que eso sucediera. Conocía a las mujeres y aun cuando esta le dio pelea, también pudo ver el deseo reflejado en sus ojos ambarinos.

- Le pido Sr. Dunant que a modo de disculpa acepte quedarse con nosotros en la hacienda, por favor solo así estaré segura de que usted nos ha perdonado.

- ¡Constanza! – gruño Alex que caminaba detrás de ella.

Su abuela ignorándola apuro a que Stefan le diera respuesta.

- Entonces ¿Si acepta verdad?

Stefan se volvió a ver la cara de Alex antes de responder.

- Para mi será un verdadero honor madame – Stefan tomo la mano de Constanza Valladolid, que para asombro de Alex se puso roja como un tomate cuando el apuesto caballero le dio un beso en el dorso.

Alex dio un golpe en el suelo con el pie, indignada por la actitud que estaba tomando su abuela, que le pasaba, debería estar de su lado no de parte de aquel extraño, pensó.

 -  Alexandra, cariño creo que deberías ir a cambiarte antes de bajar a almorzar, usted también Sr. Dunant, le asignaremos un cuarto y podrá refrescarse, si así lo desea.

Que le pasaba a su abuela, nunca la llamaba Alexandra, además se estaba comportando como una coqueta adolescente con aquel hombre, acaso tenía una de esas crisis de la tercera edad, se había vuelto loca.

Sin decir palabra Alex se alejo casi corriendo hacia las escaleras y subió de prisa a su habitación, el día se que estaba empeorando con cada minuto que pasaba.

A solas en la intimidad de su recamara Alex se fue despojando de la ropa, estaba sucia, cansada y sudorosa; nada la haría más feliz que tomar un baño, así que se fue directo a la regadera.

El agua fría la refresco de inmediato y por un solo instante logro que se olvidara de todo y de todos, solo era consciente de ella y los sentimientos que poco a poco resurgieron sin siquiera proponérselo.

La imagen de Stefan vino a su mente, era un hombre atractivo con una facha increíble y una mirada seductora.
Por dios, pensó. Ella jamás había tenido esa clase de pensamientos hacia nadie y menos después de lo que le había ocurrido.

¿por qué ahora? y ¿por que con él?

Lo último que necesitaba en su vida era un hombre como Stefan Dunant, un hombre experimentado con las mujeres y que al final la haría sufrir, era lo que Alex menos quería en su vida.

Al contrario si algún día llegara a enamorarse de alguien, este hombre debía ser de los que parecían felices y generosos. No un hombre que promete arrancarte la ropa con los dientes, si no un hombre tierno que diera la impresión de que te llevará el desayuno a la cama con una rosa incluida.

Salió de la ducha más tensa que cuando entro, que diablos le estaba sucediendo, ella no era así.

De inmediato cogió la agenda telefónica y marco el numero de Susana su Psicóloga, hacía años que no la veía pero a como se estaban dando las cosas tenía que hablar con alguien y en este caso su abuela que al parecer sufrió una crisis no podía ayudarla. Así que llamo a la terapeuta e hizo una cita para dentro de una semana, le pareció demasiado tiempo pero no pudo conseguir nada antes y ver a otro doctor, para nada le apetecía la idea de pasar por todo desde el principio.

Estaba de mal humor, no le apetecía bajar a almorzar en compañía de ese intruso que había llegado a trastornarle la vida. Pero eso sí, de una cosa estaba bien segura, para nada le demostraría a Dunant que se sentía extrañamente atraída por él. Ella no podía permitirse estar con ningún hombre, le daba más que miedo, la sola idea le provocaba terror, estaba segura de que no lo soportaría, que no aguantaría siquiera que la abrasase y menos que la besara.

Se puso unos vaqueros viejos y una camisa, se calzo unas botas a la rodilla y como siempre no se maquillo, esperaba que esa falta de arreglo le mandara la señal de que ella no estaba y nunca estaría interesada. Claro que esa idea era solo para reforzar sus decisiones puesto que no conocía las intenciones de Stefan, igual y estaba pensando de más, igual y ese hombre ni siquiera estuviera interesado en ella.

Su parte lógica sintió alivio de que fuese así, pero al mismo tiempo se le encogió el corazón. Soltó un gruñido y sacudió la cabeza para alejar esas ideas que no la estaba ayudando ni llevando a ningún lado.

********************************************************

Stefan se instalo en la habitación que Constanza amablemente le ofreció, la señora era un encanto y la nieta lo era aun mas.

La recamara estaba al final del pasillo y era sumamente espaciosa, estaba decorada con ambigüedad pero contaba con todo lo necesario y esto era de muy buen gusto y estilo.

La vista a la piscina, desde su habitación, le daba la impresión de estar en un hotel vintage o de esos que suele utilizarse solamente para descansar en las afueras de alguna ciudad.

Constanza le informo que la casa principal no tenía muchos cuartos de huésped puesto que muy cerca albergaba una cabaña que tenía esa función, proporcionando así a los invitados cierta libertad e independencia para ir y venir.  Pero Constanza fue clara al decirle que él era uno de los pocos invitados que habían tenido desde hacía casi diez años.

- Así que la cabaña no está en condiciones de ser utilizada mí querido muchacho, me temo que no le quedara más que conformarse y compartir la casa con nosotras.

- Sera un placer – respondió

- Eso espero - dijo simplemente y se alejo para que Stefan pudiese instalarse

Desnudo en la ducha Stefan pensó en Alex. En como seria acariciarla, recorrer la suave piel levemente bronceada por el sol. Pasar sus manos por las ondas de su largo cabello, lo tenia de un color chocolate dorado. Como seria perderse en esas largas piernas que se dejaban ver a través de los ajustados pantalones.

Con el puño cerrado dio un golpe a la pared sintiéndose furioso de repente. Acaso esa mujer no era consciente que a todo momento se encontraba rodeada de hombres, que tal vez la mirasen con deseo igual que él.

Ese solo pensamiento lo puso celoso. Si ella fuera suya no le permitiría usar ese tipo de jeans. Se lo pensó mejor y se corrigió, cuando ella fuera suya no le permitiría usar ese tipo de jeans, y cuando estuviera con él en la intimidad no le permitiría usar nada de nada, sonrió.

Se coloco un pantalón de lino color caqui y una camisa manga larga de rallas  con varios tonos más clara que su pantalón y una chaqueta color crema. Se peino como siempre un poco de gel y con los dedos. No podía esperar más para ver de nuevo a la hermosa mujer que era nada más que su futura socia.

Constanza y Alex esperaban en el comedor a que su invitado bajara para comenzar el almuerzo.

Alex tamborileaba los dedos sobre la mesa, impaciente, pero cuando Stefan entro en la habitación, su mano se detuvo súbitamente y de inmediato se activo en ella una alarma interior.

Al primer vistazo, Alex pudo deducir por su expresión y su postura que se trataba de un “chico malo”.

Stefan tenía el cabello castaño claro muy corto y era dueño de unos hermosos ojos azules y una piel trigueña. Era un sujeto alto, medía aproximadamente 1 metro 87 cm de estatura, era dueño de un cuerpo atlético y estaba segura que era todo un Don Juan con las mujeres y que estas lo desean. Tenía además unos labios carnosos y una mirada que la estaba matando, literalmente. En conjunto ese hombre era una belleza – suspiro.

Sin dejar de mirarla, Stefan se sentó frente a Alex. Parecían tener un duelo de miradas y ninguno estaba dispuesto a dejarse vencer por el otro. Fue Doña Constanza quien los hizo volver a la realidad.

- ¿Y que lo ha traído por estas tierras joven?

- Su nieta – respondió sin más con una sonrisa en los labios y la mirada clavada en Alex.

- Perdón – Alex casi se atraganta con el agua.

- Bueno exactamente los cultivos de uva que la señorita Parker cosecha.

- ¿Que hará con ellos? – fue directa

- Acaso importa – bromeo

- ¿Y por qué no debería?

- Porque una vez que yo la compre puedo hacer con la cosecha lo que a mí se me antoje, no le parece – Stefan vio que Alex comenzaba a molestarse y continuo irritándola, se miraba muy hermosa cuando estaba molesta. Dejaba ver toda su fuerza, su pasión.

- No – fue lacónica

- Oh vamos, a ti que más te da… ¿Puedo llamarte Alex?  A mi puedes decirme Stefan – le sonrió de una forma que se le antojo devolverle aquella sonrisa pero logro contenerse.

- Si que me importa…. Y no, no puede llamarme Alex para usted soy la señorita Parker y no – continuo – tampoco lo llamare Stefan.

Sin responderle Stefan se volvió hacia Constanza

- ¿Y usted madame?

- Cariño a mi puedes llamarme Conny, que Señor Dunant me parece muy largo – bromeo

- Conny querida, eres todo un caso y lo digo como un cumplido – le tomo la mano y le beso el dorso.

Stefan y Conny, estuvieron charlando amenamente, Alex pudo ver que era un sujeto simpático, amable y hasta un poco tierno pensó, no todo el mundo le dedicaba a su abuela demasiada atención.

Constanza era una mujer muy sabia pero, como ya era una mujer entrada en años y un poco excéntrica, la mayoría la tildaba de loca. Alex solo esperaba que Stefan no sacara a relucir su lado malvado con su abuela haciéndole después algún desaire.

Alex carraspeo para llamar la atención de ambos que no habían parado de charlar.

- Abuela como siempre la comida estuvo deliciosa. - Conny había pedido que prepararan Pechugas de pollo en salsa de chipotle acompañadas de ensalada fresca a la vinagreta y de postre uno de los favoritos de Alex, gelatina de café acompañada de helado de vainilla.

- No puedo estar más de acuerdo con su nieta Conny.

- Con tu permiso abuela me retiro tengo demasiadas cosas que hacer – se dio media vuelta no soportaba ni un minuto más estar en la habitación junto con ese hombre que la perturbaba

- Señorita Parker – la llamo Stefan justo antes de salir. Muy a su pesar Alex se dio la media vuelta e intento no poner una cara que evidenciara su desagrado

- Señor Dunant

- Dígame señorita Parker, cuando podremos realizar un recorrido completo por la hacienda. – sin pensarlo mucho Alex le dio la respuesta.

- Mañana le pediré a Rogelio, nuestro capataz, que le organizare un recorrido por las Ilusiones después de desayunar claro, no queremos que se moleste en levantarse temprano. -  lo ultimo lo dijo con toda la intención de molestarlo, ¿acaso un señorito como él se levantaba antes de las 10 de mañana?

- A mi no me molesta, además quiero que usted, como propietaria de Las Ilusiones, me muestre sus tierras.

- ¿Usted desea que la propietaria de la hacienda le haga el recorrido? – sus palabras tenían un tono de sarcástico

- Efectivamente, si – Stefan se levanto de la mesa y se acercó a ella

- Bueno en ese caso, ¿Constanza podrías hacer el honor de acompañar al señor? – ante la mirada perpleja de Stefan ella continuo – Constanza es la propietaria de Las Ilusiones, yo simplemente la administro, con su permiso. – se giro para darse la vuelta y salir huyendo de la cercanía de ese hombre.

- Un momento – dijo y la detuvo tomándola por la muñeca antes de que Alex cruzara el umbral.

Al sentir su contacto Alex se estremeció de pies a cabeza sintiendo una agradable sensación mientras una corriente eléctrica la atravesó erizándole la piel. Se le corto la respiración justo antes de que el corazón comenzara a latirle desbocado. Segundos después, Alex se puso como una fiera ante su contacto, le quemaba y se soltó bruscamente de un tirón. Se giro y con los ojos llenos de ira contenida y algo de temor, lo encaro.

- Suéltame – pidió en un susurro apretando los dientes – nunca me vuelvas a tocar, jamás se te ocurra ponerme una mano encima, por ningún motivo, ¿entiendes? – para su sorpresa la respuesta de Stefan no fue para nada lo que esperaba.

Al ver la reacción de Alex, Stefan se quedo boquiabierto, no era normal que una mujer se pusiera así solo por el hecho de estar molesta con un tipo que le callera en la punta del pie, solo la había tomado por la muñeca estando su abuela presente, en su propia casa. ¿Qué pensaba ella que él haría? Por dios, a esta chica sí que le pasa algo, pensó.

- ¿Qué te han hecho cara mía? – intento pasarle el dorso por la mejilla pero Alex retrocedió de manera automática.

- Nada que a ti te importe… - dio media vuelta y se marcho dejando a Stefan con la interrogante por su manera de actuar.

Stefan se volvió hacia Constanza que lo miraba detenidamente.

- ¿Veo por su semblante signora que no me contara nada usted tampoco?

- Así es… por lo menos no por el momento mi querido muchacho – a su cara se asomo un atisbo de sonrisa y continuo muy seria y sobre todo muy segura, con esa confianza y experiencia que tienen las personas mayores – casi podría jurar que si continuas con nosotros un tiempo las cosas en esta hacienda y en la vida de mi Alex van a cambiar para bien, hijo. Tú solamente mantente firme y no cedas. Pon tú mejor cara y  sobretodo esa encantadora sonrisa, si mi nieta te da en una mejilla – rio – pon la otra – rio aun mas fuerte. Alex es obstinada y dura, pero si te tomas la molestia en conocerla podrás descubrir, más allá de su belleza exterior su belleza interna, su luz y sobre todo su valor.

Constanza se levanto dejando a Stefan pensativo, comenzó a recoger la mesa y se fue a la cocina, cuando regreso Stefan aun estaba parado en el mismo lugar que hacia un momento ella lo dejo.

- Si te interesa que Alex te lleve a conocer Las Ilusiones, estate listo alrededor de las 5:30 es la hora en la que ella suele irse a recorrer los sembradíos.

- Gracias.

********************************************

El reloj marcaba las 5:00 am. Cuando Stefan bajaba rumbo a la cocina, Constanza le indico que podía disponer de todas las instalaciones de la casa, así que ahí estaba él, intentando prepararse un café.

La cocina era muy grande, aun conservaba el diseño que solían usar las haciendas de estilo colonia. Estaba decorada en tonos amarrillo y azul, con una gran barra donde se encontraba el fogón. La mayoría de las cacerolas eran de barro, incluso la jarra en la que había preparado el café. ¿Sería ese material el que daba acaso un sabor más que delicioso a la comida que había degustado el día anterior? Las cucharas de madera, las tazas de barro, la jarra con agua que le había sabido a manantial, todo en las Ilusiones era mágico. – pensó.

Minutos más tarde Alex bajaba las mismas escaleras y se dirigió como siempre a la cocina a tomar su habitual café. Olía más rico que de costumbre y las tripas le gruñeron, la noche anterior se había saltado la cena solo para evitar encontrarse con Dunant.

Los ojos se le abrieron como platos cuando vio la figura varonil de Dunant llenando toda la habitación.

- ¿Qué se supone que está haciendo? – era más una pregunta retorica

- Buoni giorno, cara mia. ¿Deseas café?

- No de ti… -comenzó a moverse para preparase el suyo

- Anda Amore, provalo -  le ofreció una taza humeante que además olía delicioso

- Gracias – dijo al aceptar la bebida.

Alex no se pudo resistir, las tripas le gruñían así que tomo la tasa y se alejo de Stefan colocándose en el extremo más alejado de la amplia cocina. Le dio un sorbo estaba caliente, para su sorpresa el café estaba más sabroso de lo que olía.

Matilde entro en la cocina guiada por el dulce olor que se había filtrado por toda la casa

- Huuu – dio un gran suspiro – ¿niña acaso has preparado café? – pregunto incrédula

- No, Matilde. Bastante bien sabes que se me quema hasta el agua – le sonrió

- Ha claro que no, es solo que no te gusta las labores femeninas – la defendió incluso de ella misma.

- Puede ser. – Dejo la tasa vacía en la barra y tomo una manzana verde, sus favoritas, para más tarde – Gracias por el café Señor Dunant, ha estado… delicioso – se coloco el sombrero y se dio media vuelta, se disponía a salir rumbo a las caballerizas para realizar su habitual recorrido.

- Espere – Dijo Stefan – Yo iré con usted

- ¿Cómo?

- Deseo conocer las tierras y sobre todo ver los cultivos, su abuela podrá ser la dueña de la hacienda pero es usted quien la administra y se encarga de la cosecha ¿no es así?

El muy maldito la tenia contra la pared, era verdad… dio un golpe contra el piso y a regañadientes acepto aquella encerrona que Dunant le tendió.

- Esta bien – dijo al fin – solo le aclaro que yo recorro las tierras a caballo…

- Me parece perfecto, yo también suelo montar.

Sin decir más salieron rumbo a las caballerizas donde, como siempre, Rogelio ya tenía preparado al Diablo y Drako la esperaba. El perro al ver a Stefan ladro y se puso alerta frente a Alex protegiéndola. En ningún momento aparto la mirada de Stefan.

- Veo que le es muy fiel – dijo señalando al hermoso animal

- Me gusta pensar que me quiere y por eso me cuida – dijo sin pensar mientras acariciaba el lomo de Drako. – Rogelio – llamo.

- Si patrona

- Hay por dios déjate de formalidades

- Pero… - sus ojos se desviaron hacia Stefan

- Nada

- Esta bien –sonrió - Dime Alex

- Por favor que le preparen un caballo al Señor Dunant, montara con nosotros

- ¿Alguno en especial?

Alex se lo pensó por unos momentos antes de responder

- Si, que preparen a Vanidoso. – Vanidoso era un hermoso ejemplar, un caballo imponente de raza Azteca. Su pelaje era color palomino con las crines y cola negras.

A Stefan de inmediato le encanto el animal, de tres zancadas se acerco hasta él y lo acaricio, le hablo en italiano y el caballo pareció entenderle.

- Parece un niño con juguete nuevo – ella sabía que su comentario no venia al caso pero  no pudo evitar desear pelear con aquel hombre. Stefan no contesto y siguió acariciando al corcel. Se percato de que Alex se preparaba para montar y se sorprendió al ver que Rogelio hacía rato les hubo abandonado, estaban solos. Dejo de acariciar a Vanidoso y se disponía a prestar su ayuda para que ella montara, pero la mirada que le dedico Alex lo dejo plantado donde estaba. Miro a su alrededor esperando que alguno de los vaqueros se prestase a ayudarla o acercarle un banco y así poder montar, pero nada.

Mas sorprendido se quedo al ver que Alex tomaba al caballo de las Crines con firmeza y de un salto monto en el lomo de aquel imponente Diablo.

- ¿Esta listo?

Stefan hubiera deseado contestar a modo de broma que había nacido listo pero se cayó, sabía que ella no festejaría su chiste lo más mínimo.

- Si – contesto y acto seguido monto sobre el lomo de Vanidoso.

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