Había destruido todo lo que estaba a mi alrededor.
Desde los espejos, hasta los fuertes mástiles de madera que flanqueaban la cama. Había desgarrado las sábanas, e incluso parte de mi corta vestimenta, haciendome daño en el acto. Las paredes ahora mostraban profundos hoyos en su superficie, muestra de la furia desatada sobre ellas. Había plumas esparcidas por todo el suelo, prueba del desgarro de las almohadas. Los trofeos habían sido utilizados para tratar de romper el ventanal, sólo consiguiendo cristalizarlos un poco. Las lámparas, los sillones e incluso las mesitas de noche, habían terminado hechas astillas.
Todo el desastre a mi alrededor, era la prueba fehaciente, del despertar de la furia más grande y letal de todas.
La mía.
El bastardo, sólo había tomado una honda respiración y cerrado los ojos, dicho un simple, "Eso no cambia nada", para después salir pitando de la habitación, cerrando con llave las puertas de hierro y madera, que a pesar de todos mis intentos, no habían cedido.
Dejándome aquí, como si fuera un maldito cachorrito que no deseas que te siga.
Mire mis manos. Los nudillos estaban rojos y amoratados. Las uñas rotas y encarnadas. Tenía rasguños por mis piernas, justo donde había desgarrado la vestimenta dada por él. No quería nada que viniese de su mano.
No quería su ayuda. No quería su aprecio. No lo quería a él.
Camine en círculos por sobre las astillas, las plumas y las telas. Debía hacer un plan. No cualquier plan, si no el plan que me sacaría de aquí. Cerrando los ojos y suspirando con lentitud, comencé a recordar todo lo que sabía de los lobos.
No se me ocurrió otra cosa, que no fuera posesividad y estupidez.
Entonces lo obtuve. La respuesta del millón... del millón de mis miserias. Debía ganarme su confianza. Hacerle creer que había recapacitado y que deseaba ser su mate. Después de eso, y una vez conseguido mi objetivo, lo asesinaria. Pero para eso, necesitaba aconito. Y esa planta, sólo se conseguía en el bosque, por las montañas. Después tendría que fingir que me suicide de la pena, y....
-Vístete rápido que vam...- La voz del hombre frente a mi se cortó, al ver el estado de su antes perfecta habitación.- ¡¿PERO QUE DEMONIOS HICISTE?!-
Sus brillantes ojos verdes me fulminaron con tal intensidad que, de no encontrarme tan furiosa como estaba, habría retrocedido. Pero no lo hice. Olvidando por completo mi plan, camine hacia el frente, lista para encarar lo que se me venía encima.
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Estaba totalmente fuera de mis casillas. Esa mocosa narcisista había destruido toda mí maldita habitación. Y no sólo eso, si no que tenía el descaro de mirarme a los ojos con furia, como si yo hubiese destruido su habitación.
-¡LO HICE POR DEJARME ENCERRADA COMO A UN MALDITO AMIMAL, NARCISITA IDIOTA!- Grito la pequeña figura, con el rostro rojo de ira y las mejillas levemente hinchadas.
Se veía terriblemente tierna.
-¡No te atrevas a insultarme humana cara de tomate!-
Cara de tomate, muy ingenioso. ¿Que le dirás sobre su cabello?, ¿Mechas de Tamarindo tal vez?...
A pesar de todo, eso pareció ofenderla y avergonzarla al mismo tiempo. Tomo sus mejillas entre sus manos con vergüenza ante el color de su rostro... olvidando por completo el hecho de que estaba cohibida, al ver mi sonrisa ante su gesto.
-¡Perro Pulgoso!-
-¡Mocosa berrinchuda!- Respondí antes de poder darme cuenta.
Yo era el Alfa. Mataba a quien se atrevía a insultarme. No respondía como un niño de cuatro años. Lo único que faltaba, era que le sacara la lengua e hiciera un berrinche para que me diera unas nuevas almohadas de plumas de ganso.
-¡¿A quien llamas Mocosa, come croquetas?!- Respondió sin retroceder, alzando su cara para poder verme a los ojos.
Era suficiente. Perdiendo momentáneamente el control, me abalance sobre ella, derribandola al suelo. Me coloqué sobre ella, y alce mi mano. Una vez más, la chica ladeo la cabeza y cerró los ojos, lista para recibir el golpe que no pensaba darle.
Ese pequeño gesto de antiguo dolor y debilidad, aplaco mi furia hacia la humana, siendo dirigida hacia la persona que le había hecho daño.
-Arriba, vamos tarde para la cita.- Y sin decir más la tome con cuidado de la cintura, cargandola como si de una bebé se tratase, inmovilizando sus brazos contra mi pecho.
A pesar de las maldiciones que soltaba mientras se retorcia, no pude sentirme más en paz con ella entre mis brazos.
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Llevábamos caminando una eternidad. El bosque se extendía a kilómetros a la redonda, volviéndose cada vez más oscuro y tenebroso. El perro pulgoso no se había dignado a bajarme en todo el tiempo que llevábamos de camino.
Estaba entumida y asustada. Conocía a la clase de criaturas que habitaban en estos lares. Vampiros salvajes, hadas de ördög, sirenas de luna, y la que principalmente se colaba en mis pensamientos... las brujas de Told.
Legendarios y poderosos seres, capaces de esclavizar los cuerpos de los muertos y corromper cualquier mente. Fuertes y engañosas, poseían gran sabiduría, utilizada mayormente para destruir.
Eran seres peligrosos y muy interesantes. Indiferentes ante cualquiera que no fuera de su raza, sólo concedían su ayuda a los que podían pagar su alto precio, que por lo general era sangre y carne.
Me estremecí ante la posibilidad de encontrarme a una de ellas. No me daría miedo, de no ser por mi condición.
-¿Me dirás de una vez a donde vamos?- Hable rompiendo el silencio, al ver como nos adelantábamos entre unos espesos arbustos.
-limitate a mantenerte callada.- Me gruño con desprecio, aún resentido por lo de su habitación.
Yo rodé los ojos con verdadera molestia, callando entre mis labios el comentario sarcástico que planeaba hacer sobre el pedigrí y los golden retrievers, al ver el círculo de piedras y signos de sal extendidos alrededor de la circunferencia.
Dentro de la figura de piedra y sal, se encontraba una silueta humanoide. Tragué con fuerza al ver sus huesudos y afilados dedos, perfectos para arrenacar hasta la carne más fuerte del hueso. Ojos rojos con toques naranjas, tan feroces e inexpresivos que lograban helar la sangre de cualquier ser que los mirara. Piel gris con grietas negras cubrían el cuerpo oculto por telas negras y collares de huesos pulidos.
Una bruja de Told.
el pánico y el miedo me invadió, dándome nuevas fuerzas para luchar y retorserme en los brazos del mastodonte buscando la libertad para correr con todo el poder de mis piernas lejos de esos fríos ojos naranjas.
-¡No!, ¡Sueltame!, ¡No sabes lo que haces!- Comencé a gritar cuando el bastardo avanzó hacia el círculo de piedra y me depósito con cuidado sobre la sal.
Mi cuerpo pareció congelarse. Trate de moverme con todas mis fuerzas, concentre de lleno mis pensamientos en el movimiento de mi cuerpo.
La bruja me había inmovilizado.
-Esta niña, hirió de gravedad a seis miembros de mi manada. Resistió el sedante por más de quince minutos. E incluso logró herirme a mí.- Se quejó el gigantón, mientras caminaba de un lado a otro con clara exasperación en el rostro.- Quiero saber como es eso posible.-
Asintiendo con levedad, la bruja acercó sus horrendas manos hasta colocarlas a ambos lados de mi cara. Trate de cerrar los ojos, pero sus ojos me habían sumergido en las tinieblas de la confusión. Lo único que sabía, era que debía responder con verdad. Me sentía estar dormida y despierta, en medio de la vigilia entre la conciencia y la inconciencia.
-¿Que eres?- Escuche que preguntaba una voz entre la neblina.
-Una bendecida.-
-¿Que es una bendecida?-
-Una bruja de Bain... me dio... la fuerza de un árbol... y el temple del hierro... para así... mantener... la paz.-Respondí en un susurro sin entender mis propias palabras.
-¿Que hacías en la manada sangre de Luna?-
-Buscaba... Buscaba... Buscaba....- Comencé a balbucear, al sentir dentro de mi, un ápice de la consciencia y pensamientos perdidos, me decían a gritos que no debía decirlo, debía mentir.
-Buscaba... Una daga.- Mi boca se secó, y mi garganta ardió con violencia. El dolor se extendió por mi cuerpo, al sentir un dolor como fuego quemar mis venas.
Grite con fuerza, rogando con alaridos que el dolor como ácido en las venas frenase.
Escuche un rugido en la lejanía de la neblina, para después ver como las tinieblas de la vigilia se marchaban como perros llamados por su amo. Moví con violencia las extremidades, respirando con la fuerza de quien emerge de las aguas después de estar sumergido mucho tiempo.
Como un animal embravecido, golpee con fuerza el rostro de la bruja, tirandola al suelo. Sentía como algo dentro de mi mente, se percataba de la desaparición de mis heridas. Sin embargo, ahora una fuerza mayor me impulsaba.
Escapar.
Pateando los costados del lobo a mi lado, junto con un codazo en su tráquea, salí corriendo con toda la fuerza de mis piernas en dirección a los árboles. Guiandome con los latidos de mi corazón, agudice el oído en busca de un sonido que me dijera hacia donde ir.
Corrí hasta encontrar el sonido que bien podría ser mi salvación. Una posible cascada.
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-¡Hija de perra!- Gritaba y maldecia la bruja, mientras se limpiaba la sangre negruzca de la nariz.
Enderezando mi espalda, resistiendo el impulso de golpear a la horrenda figura frente a mi por insultar algo que me pertenecía, emprendi carrera hacia los árboles, sintiendo el cosquilleo de la transformación en mis venas.
Los colmillos afloraron y los huesos comenzaron a romperse y a cambiar. La piel humana se rompió como el papel, dejando paso al pelaje oscuro del lobo dentro de mí. El sedante natural e instintivo, volvió indoloro el cambió.
Pisando con fuerza el suelo bajo mis patas, me detuve buscando un olor en especial. Cerré los ojos e inale.
Tierra mojada... agua de lluvia.... Pino...encino... ¡Dulce de Menta!
Al sentir el rastro de dulce de Menta, corrí con toda la fuerza de la que era capaz. Saltando y destruyendo todo lo que se metiera en mi camino. Solté un aullido de furia al viento, alertando así a los de mi manada a que estuvieran atentos.
La irá y dolor, que sentía al ver la facilidad con la que ella se iba de mi lado, logró cegarme por completo.
Lo único que logró apaciguar el cegador arranque de rabia, fue el ver a la chica en cuestión al borde de la cascada, lista para saltar.
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Bruja de Told: Bruja cruel e insensible, que desprecia a todo lo que no es de su misma raza. Sus poderes se centran en la nicromancia y el poder mental. Sabías y astutas, suelen disfrutar causar el caos.
Bruja de Bain: Bruja de buen corazón. Sus poderes se centran en la naturaleza. Buscan la paz para los de su mundo. Amables y bondadosas, suelen ayudar a los cazadores.
Bendecido o Cazador: Humano al cual una bruja de Bain le otorgó una resistencia, fuerza y velocidad mayores a las de su especie. No tienen ningún otro poder aparte de los físicos.
-TalkDirty-