Recordando lo que es vivir (A...

By UnaLocaEscritora777

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Aviso importante (las amo) More

Abre los ojos (Portada en proceso).
Shock tras shock
¿Jessica's demons?
Búsqueda implacable de respuestas.
Hogar, dulce hogar
Desconocidos
¡Basta!
Principio del fin
Incompleto
AVISO.

Mundo pequeño

208 22 17
By UnaLocaEscritora777

-¿Cómo que eres su hermano? O sea que tú eres familia de ella... y ella es familia tuya... porque tú eres su hermano... y ella es tu hermana... realmente no estoy entiendo nada- me hice todo un laberinto con las palabras que salían a borbotones de mis labios.

-No te lo quise decir antes porque no sería bueno para tu psiquis, pero al estar ante esta situación me vi obligado a contártelo pues debo ayudarte... mi hermana fue la que te hizo daño y yo no voy a permitírselo, ¡no me importa ponerme en contra de mi familia!- exclamó golpeando el suelo y levantando un poco de tierra. Tomó mi mano y entrelazó sus dedos, al mirarlo a los ojos, reflejaban una gran culpa. Sin embargo, su hechizo encantador no iba a funcionar conmigo así que retiré mi mano bruscamente con un rostro desaprobatorio. Me perdí en mis pensamientos durante unos segundos, «¿Por qué...? ¿Por qué a mí? ¿Es este el castigo de parte de alguien superior, que espera con ansias mi colapso desde su trono en las nubes?»

-Bien...- dije aclarando mi garganta, más por incomodidad que cualquier otra cosa.- ¿Y qué es lo que tienes en mente?-

-La venganza es lo más dulce de la derrota, aunque no te garantizo que te sentirás mejor, pero si ayudaré- me puso la mano sobre mi hombro pero me la quité de encima haciéndome hacia atrás. En ese momento no podía reconocer a la persona que me estaba hablando, era como un lobo vestido de oveja. Sin embargo, mis recuerdos no dejaban de hacerse presentes y por primera vez mi mente y mi corazón estaban de acuerdo en algo.- Piénsalo, tan solo por un instante, no es justo que alguien pueda venir y arrebatarte eso que tanto aprecias y no haber tenido la oportunidad de evitarlo, literalmente.

-¡Es tu hermana! ¡Por el amor de Dios! ¿Cómo puedes hablar así de ella?- puse cara de asco, traicionar a alguien de la familia era impensable, sobre todo para una familia inglesa como la mía.

-Es porque la conozco, es peor de lo que tú crees- contestó de manera contundente. A pesar de que la detestaba, no la imaginaba como una gran villana de película. O Rodrigo solo quería convencerme o era un grandísimo showman.

-Déjame pensarlo... ¿ok?- mantuve el rostro serio, su oferta era más que llamativa, pero no estaba en mis planes hacerme frente a frente a este problema tan rápido y repentinamente.- Lamento si soy mal educada pero necesito que me dejes sola- sin una palabra más, partí antes de él y sin fijarme en la dirección en la que iba, seguí a la multitud.

Las cosas no iban bien, de hecho, no era lo mio acobardarme tan de repente. Estaba tan convencida de querer hacer algo y cuando se me presentaba una oportunidad todo el coraje desaparecía... quizás, era porque, muy dentro de mi, me preocupada por Samuel... me preocupada porque fuera feliz.

Era doloroso, no lo niego, era la primera vez que quería tanto a alguien, incluso me sentía capaz de decirle "Te amo" con una sinceridad como ninguna otra. No obstante, parece que cometí un error al querer demasiado, más aun cuando la otra persona... Samuel, estaba dispuesto a olvidarme. Quizás yo había intentado despecharme con Rodrigo pero era más por capricho. Si vuelve, es tuyo... pero si no, nunca lo fue, me dije.

Si la amas, déjala ir..., le dijeron a él.

-¡Eh! ¡Jessica!- me llamaron... esa la misma voz que me había perseguido desde la primera vez. «Ay no, no puedes ser».

-F*ck...- murmuré por lo bajo, y no porque no me alegrase tenerlo cerca, sino porque era una fea apuñalada. Tragándome todas las penas, pinté una sonrisa en mi rostro y respondí el saludo.- ¡Hola...!

-¿Qué haces por aquí? A ti nunca te gustaron las multitudes y este lugar está petando de gente- se veía del todo adorable, los 4 años no se notaba. Puede que un par de marcas de expresión pero a parte de eso, nada.

Aunque no podía decir lo mismo de su interior.

-Creo que la gente cambia- dije con un tono sarcástico y un gesto burlón que no sé si llegó a captar. Si él había cambiado (o me había cambiado a mí, para que quede más claro), entonces yo podía dejar de ser una inadaptada social.

-Eh... ¿No querrás pasear un rato o sí?- escuché cierta incomodidad, Samuel no era tonto... o no del todo. ¡Cielos! Otra vez se me presentaba una oportunidad única que, si no hubiese sido en ese preciso instante, hubiese aceptado sin dudar.

-¿Dónde está... tu acompañante? ¿Cómo se llamaba? ¿María? ¿Marina?- pregunté con intención de molestarlo. Quise ver su rostro de ofendido planeando soltarme unas risas luego, pero al verlo... no era satisfactorio... me hizo arrepentirme de mi estupidez.

-Es Mary, no tenía ni idea de que nos habías visto... tuvo una emergencia y se fue... Oye si quieres vamos, pero, tía..., no necesitas ser así conmigo...- su rostro se vio parcialmente entristecido. Su pedido era justo, sin embargo, no tenía la razón desde mi punto de vista.

-Lo siento...- murmuré avergonzada, pero luego le sonreí, esta vez, más sinceramente.- Mh... ¿vamos?

-Vamos...- ambos quisimos ocultar lo que sentimos en ese instante, yo lo sé, porque él se forzaba a no sonreír demasiado y sus labios se fruncian. Por mi lado, mantenerme seria no era algo imposible, pero sonreír era inevitable con esas caras raras que ponía.

Paseando con Rodrigo hace un rato, me sentí extraña, pero con Samuel, era diferente. Por primera vez en mi llegada a la alegre feria, puse más ojo en lo que vendían las señoras no muy concentradas en su trabajo. Nada feo. Ropa de segunda mano, libros rematados (algunos sin carátula), juguetes desgastados y CD's.

-¿Yyyy... como van las cosas?- dije de pronto para sacar un tema de conversación. Su presencia era suficiente pero quizás él tenía más ganas de hablar que yo, solo que no se atrevía a decir nada.

-Si te refieres a YouTube, bien. En general, todo va bastante bien- contestó.-Bueno, quiero suponer que a ti también te va bien.

-Ja, no empecemos- dije recordando los acontecimientos con los que me había tenido que enfrentar.

-Es que tú te has llevado lo más fácil de todo- rió un poco, pero me ofendió bastante. ¿Era acaso yo un ser sin sentimientos? ¿Era posible que el creyese que nada de lo sucedido me había afectado?

-¡¿Perdón?! Tuve que afrontar más de lo que hubiese querido, no me esperaba una gran bienvenida pero al menos quería un poco de respeto- me puse roja sintiendo que la sangre se me subía a la cabeza. Si hubiese querido, podría freír un huevo sobre mí.

-Ni siquiera sentiste todos esos años... Yo sí, tuve que extrañarte y enfrentarme a tu ausencia... - la voz le cambió, aunque no le funcionó mucho pues se le cortaron las palabras. ¿Los hombres tenían esa manía de hacerse los maduros en momentos que les afectaba?- Ni hablemos de como fue...ese momento.

-¿Qué...?- era bastante cierto, había pensado de todo menos en eso, que era lo más importante. Como fue que quedé en coma. Me dio un leve dolor de cabeza. Bang. Resonó, fuerte y claro. Para ser sincera, no me sentía lista. Ahora menos que nunca.- Samuel, por favor, si es que te importo aunque sea un poco, no vuelvas a mencionar algo con respecto a ese tema.

-Sí, perdón- suspiró y se alejó de mí, se me revolvió el estómago pensando en que se iría, pero solo se puso a ojear un par de cachivaches.

Decidí hacer lo mismo y rápidamente un llavero sencillo con un hombrecito hecho de lana, con barba, cabello corto, pantalones negros y polo morado; me llamó la atención... tan simple y tan perfecto. Lo tomé pidiendo el respectivo permiso al dueño.

-¡Samuel!- le grité haciendo una ceña para que se acercase, él miraba otro puesto con pixel-art y construcciones de Lego®. Dejó en la mesa la espada de diamante en miniatura que inspeccionaba con cierto dramatismo y se dirigió hacia mí.

-¿Viste algo que te guste?- preguntó mirando inquietamente la espada en miniatura de tanto en tanto, asumo que con temor a que se la quitaran, casi sin fijarse en lo que tenía entre las manos.

-Más que a mí, creo que te gustará a ti- puse el llavero en frente de su rostro, él se quedó expectante.- Es que... es casi igual a ti-

-Pero yo no tengo barba, o ya no-

-Si no lo quieres tú, me lo quedo yo... espera, ¿acaso tuviste alguna vez barba?-

-Mhh, sí, alrededor del 2015 y 2016-

-¿Te gustaba? Así tienes rostro de niño- interrogué. Bueno, en este tiempo perdido, no solo se consiguió novia, sino que también cambió de imagen. Ja-ja-ja.

-Claro que sí, yo me la hubiese dejado, pero a alguien más no le agradó la idea-

-¿Quién?- pregunté esperando un "Mary" por respuesta.

-Willy- dijo, dejándome perpleja.

-¿Ah? ¡Jajajajajaja!- me dio un ataque de risa por lo adorablemente ridículo que había sonado. Sonó en mi mente la palabra "Wigetta". Era un indicio para un recuerdo del que tendría que investigar más luego. Samuel rió conmigo también.-En fin...- alcancé decir en lo que recuperaba el aire.- ¿Para ti? ¿O para mí?

-Me lo quedo- respondió sonriente, metió la mano de su bolsillo y sacó su billetera, supe de inmediato que quería pagar. Le sujeté suavemente el brazo y, a pesar del  poco y exacto dinero que tenía en el bolsillo, no dudé en ofrecer yo a pagar.- Yo lo pago- me susurró entre dientes ante la cara confundido del señor adulto canoso.

-Que no, es un regalo de mi parte- insistí estirando la mano con un billete.

-Pero yo lo quiero pagar- respondió levantando el brazo y ofreciendo el dinero, casi como si ni siquiera lo estuviese sujetando.

-Terco- susurré más bajo que de nada servía porque algunas personas a nuestro alrededor ya habían notado nuestra pequeña crisis.

-Se supone que el hombre es el que invita a la mujer- dijo aprovechándose de la ley de toda la vida... para una cita.

-Esto no es una cita, ¡joder!- y como si se me hubiese hecho costumbre decir exactamente lo que no debía, metí la pata en el momento equivocado con la persona equivocada.

-...Tienes razón... no lo es- vi por un instante el cierto golpe emocional que debí haberle causado. Sin embargo... contraatacó bien, mejor de lo esperado, y tocó mi vena sensible.

Guardó devuelta el dinero en su billetera con un rápido ademán, la devolvió a su bolsillo y sin mirarme se alejó a paso rápido. «Mierd*, mierd*, mierd*» me repetí sin cesar. El vendedor, aceptó finalmente el misero billete de 5 dólares, y por unos segundos me miró compadeciéndome. A pesar de no estarlo viendo, lo sentí.

-Gracias- espetó sin saber que más decir, había presenciado nuestra discusión y no se dignó a detenernos.

-Quédese con el cambio, por favor- lo colgué inmediatamente en las llaves de mi departamento. Lo mantuve en la palma de mi mano y ahí se quedó.

-Lo lamento mucho, señorita. Pero no dejen que algo tonto les arruine el día, créame, los momentos felices serán escasos alguna vez- me aconsejó, ya un poco tarde. De hecho, 4 años tarde.

-Lo sé, aunque sería lindo si al menos recordara los momentos felices que sé que tuve-

-...Cuídese, señorita- no pareció comprender lo que dije. Era perfectamente comprensible, ni yo misma terminaba por comprender mi situación.

-Vaya a ver a su esposa, señor- dije. Una vez que se me soltaba la boca, no había nadie quien se salvase.- Si quiere rescatar su matrimonio, encárelos.

Mi mirada volvió al suelo, de donde nunca debió apartarse, y comencé a caminar hacia la calle principal para ir a mi departamento. A medio camino sin nada en la cabeza que no sea el eco de lo que había dicho Samuel, miré el llavero... tuve un sentimiento de protección sobre ese pequeño muñequito.

Como si fuera lo único que me ligara a quien fui años atrás.

Como si fuera lo único que me quedara de Samuel.

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