Chicago Warriors (Editando)©

By EstherR4

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¿Quieres conocer a Roxanne? ¿Y a Jackson? Aquí tienes la oportunidad de hacerlo. No te lo pierdas. Yo no lo h... More

Capítulo 0
Capítulo 1
capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capítulo 10
Nota
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 - FINAL
Epílogo

Capítulo 6

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By EstherR4

Al caer la tarde Roxanne salía de la bañera del hotel dónde había tomado un baño relajante. Después de pasar casi todo el día recorriendo la ciudad a pie, había acabado agotada. Y ahora que lo pensaba no le parece que haya sido  tan buena idea, cuando la esperaba un larga noche. Pero no se arrepentía. Se ha enamorado de la ciudad, de sus luces y su bullicioso ruido. No la extrañaba que miles de personas se escapasen fines de semanas y eligieran Las Vegas. Y sin duda ella cuando tuviese oportunidad arrastraría a Carlos a la ciudad. Y ella sabía que él no se lo iba a pensar dos veces. Y más si era para salir de fiesta. Y es que esta ciudad te hace sentir viva, se te mete por debajo de la piel y de infecta. Una sensación adictiva. como de libertad. Algo que sólo había podido sentir hace pocos años, exactamente 4, cuando terminó su carrera a los 22 años. Porque antes estaba bajo una enorme exigencia de su padre. Todo tenía que ser como el quisiese y su opinión se la tenía que guardar para ella, lo que hizo que tuviese la manía de hablar cuando estaba sola. A parte de para mitigar el sentimiento de soledad, para poder decir lo que pensaba en alto, aunque nadie la escuchase. Y no es la única que había sufrido bajo el mandato de su padre, un hombre frío y rígido. Su madre también, aunque ella optó hacía mucho tiempo huir de su lado. Huir. Desaparecer, dejando a su única hija de 16 años. Con la escusa de que ya tenía la edad suficiente para no necesitarla. Aunque Roxanne no lo viese así. Porque fue en la época en que se relacionaba más con el sexo opuesto y miles de dudas la surgían. Pero su madre decidió irse lejos y empezar una nueva vida sin ella. Y mientras, ella enviaba los papeles del divorcio y empezaba su vida de nuevo, Rox se quedó sola con su padre, el cuál sólo la exigía sin dar nada cambio. Lo único que consiguió fue que la dejasen estudiar  lo que quería, pero como siempre, con grandes exigencias. Haciendo que su vida girase entorno a lo que su padre quería para cumplir sus propios sueños. Aunque una parte de ella sabía que si no tuviese que conseguir los sobresalientes seguramente se hubiese relajado y salido de fiesta muy a menudo, haciendo que sus notas bajasen considerablemente.  y ahora a sus 26 años, por fin disfrutaba de la libertad que tenía, sin casi relacionarse con su padre y su madre. Porque de su madre apenas recibía una noticia al año en forma de breve carta.

Y allá disfrutaba de todos los momentos que se le pusieran al alcance de su mano. Como ahora, conocer por fin la ciudad de los casinos.  La vista que tenía desde el ventanal del baño era impresionante. Millones de letreros y edificios iluminados rompían la oscuridad del cielo. Incitando a salir. Y ella no pensaba negarse, aunque lo que haría fuese ir a una fiesta en el mismo hotel. Pensaba pasárselo en grande rodeada de los mejores diseñadores de moda de Estados Unidos, ¿qué más se puede pedir?

Y sin tardar más se puso a secarse e hidratarse todo el cuerpo. Después se consiguió ondular el cabello al estilo de los años 60  después de sacárselo y recoger un lado de la melena en la parte posterior. Al final se decidió por un maquillaje discreto, ya que quería que toda la atención cayese sobre el vestido. Así que se puso un poco de brillo en el párpado, se hizo una delgada raya en el ojo; la máscara de pestañas, un poco de colorete e iluminador. Y por último un suave pintalabios nude. Y se dirigió al armario para sacar el vestido de su bolsa de viaje.

Se sentía muy orgullosa del vestido. Le parecía la creación más elegante y preciosa que había conseguido diseñar. ¿Qué mejor ocasión para lucirla? Se trataba de un vestido negro ajustado. Pero la parte superior era un corsé muy bien disimulado, para no quedase muy basto y se unía suavemente en las caderas con una falda pegada a las curvas del cuerpo pero que a la altura de las rodillas se empezaba a ensanchar muy suavemente hasta los pies. Y el dobladillo de la falda rozaba el suelo, pero no a la misma altura, sino que la parte trasera se formaba una casi inexistente cola, pero lo suficiente larga para que se notase al andar. Pero lo que más la gustaba era el diseño florar cosido con pequeños brillantes negros que se notan sólo al reflectar la luz, y que empezaban en el dobladillo del vestido e iban desapareciendo gradualmente hasta la cintura.  Es... perfecto. Y lo sacó de la bolsa como si fuese un tesoro. Se lo puso por los pies con muchísimo cuidado. Por suerte había decidido que la cremallera invisible estuviese en un lateral, no en la espalda, porque sino hubiese estado en serios problemas para ponérselo. 

Se miró al espejo y se sintió como la más bella de las mujeres. Y es que el vestido realzaba toda su figura y el corsé la apretaba el pecho y se lo subía.  Pero aunque se sintiese así y estuviese feliz, la faltaba algo y ella lo sabía muy bien. Le faltaba una persona al que se agarrarse  del brazo para entrar en la fiesta y que la mirara con orgullo. 

-La vida no es perfecta, ¿no? - dijo en voz alta- Además a lo mejor hoy me encuentro con el hombre de mi vida.- dijo animándose.

Se separó del espejo para ir a buscar las joyas que había creado específicamente para el vestido y se las puso. Se trataba de una gargantilla ajustada al cuello de los mismos brillantes que decoraban el vestido y un na pulsera a juego. Joyas simples para no recargar el atuendo. Se volvió a mirar en el espejo para darse el último vistazo, ya con la cabeza algo más fría para mirarse con ojo crítico. Y cuando se recolocó algún mechó, decidió que estaba lista. Así que recogió su bolso de mano negro y se dirigió a la fiesta.

Mientras en otra suit del hotel, los tres jugadores de hockey revisaban su ropa comprobando que estuviesen decentes. Stoker se había decidido por un traje negro, con la camisa blanca de botones negros metida por la cintura del pantalón que sujetaba con un cinturón de cuero negro y hebilla cuadrada plateada; y para completar el atuendo se puso una pajarita. A su lado,  Salazar fue más arriesgado y eligió un traje gris con subtono morado y una corbata morada. Por último, Jackson se encontraba vestido con un traje clásico de tres piezas negro, con una camisa blanca impecable , pero sin corbata o pajarita; con los dos botones de arriba abiertos. Los tres estaban digno de admirar. Si de normal ya atraían todas las miradas femeninas y no femeninas, vestidos de etiquetas estaban impresionantes. Y ellos lo sabían. Por ello andaban con paso seguro de quien sabe que atraer todas las miradas.

-¿Preparados? -preguntó Salazar mientras se estiraba las mangas de la chaqueta.

-Sí - dijo Jackson mientras se guardaba su llave de la habitación en el bolsillo interno de su chaqueta.

-Pues vamos, que ya llegamos justos - dijo Stoker mientras miraba la esfera de su Rolex.

Los tres salieron de la suite y se dirigieron por el pasillo alfombrado hacia el ascensor. Cuando vieron a una mujer de espaldas con una silueta impresionante de  melena rubia sedosa y ondulada, vestida con un traje negro de fiesta largo con destellos, que  entraba en el ascensor. Los tres estaban impresionados, pero ninguno produjo ni un sonido; esperando a poder ver a la mujer de frente. Cautivados.  Y cuando la mujer misteriosa se giró en el ascensor mientras pulsaba el panel de control, se quedaron sin aliento. Era ella. Roxanne Blackwin. Y antes de que se cerrasen las puertas doradas del ascensor, pudieron ver como ella les reconocía también.

-Creo que definitivamente me he enamorado - suspiró Stoker.

-Pues te vas a joder - le dijo Salazar - , porque estoy seguro que es la mujer de mi vida.

-No te lo crees ni tú - contraatacó el pelirrojo.

-¿Quién dice que ella es para ti? - le contestó.

-El destino, amigo, el destino - dijo con solemnidad -. Si no recuerdo mal, tú dijiste que era imposible que me la encontrase en una ciudad tan grande. Pues te equivocaste - dijo con una amplia sonrisa.

Mientras Salazar y Stoker seguían discutiendo, Jackson no dijo nada. Sólo miraba fijamente las puerta que acababan de cerrarse, alejando de él a la mujer más hermosa que había visto en sus 31 años de vida.



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