Casi pude sentirlo contra mi cuerpo por un instante, aprisionándome contra la suavidad de mi cama y apenas era capaz de sostener la respiración mientras el besaba mis labios, tomaba mis manos y me invitaba a tocarlo.
Cada caricia desvanecía sus prendas y como por arte de magia su torso quedaba lentamente mas al descubierto, permitiéndome sentir el calor de su piel y cada musculo bien trabajado.
-Harry— susurre, deseando no tener ni una sola capa de tela en mí. Deseaba que me desnudase ahí con él y besara cada rincón de mi cuerpo, con esos labios tan exquisitos suyos.
Y nunca me detuve a pensar semejante atrevimiento, pero nuevamente todo era tan solo una ilusión en mi cabeza.
Me queje adormilada cuando la luz cegadora atravesó la ventana principal del balcón y me cubrí con las sabanas descubriendo que nuevamente había tenido un sueño erótico con Harry Styles.
Me sentí culpable por un segundo, pero luego no me restaba nada mas que continuar deseándolo.
Algunos días atrás nos habíamos besado por primera vez. Todo ocurrió tan rápido que no tuvimos tiempo de procesar nuestro comportamiento, y tampoco entramos en detalles después.
Tan solo nos dejamos llevar, nos besamos y como era de suponerse, pretendimos demencia.
Los dos sabíamos que eso era lo mejor. No podíamos hablar del tema, ni siquiera debíamos pensarlo, pero eso último era casi imposible.
-Buen día, señorita, le traigo el desayuno...— hablo la mucama que iluminaba y ventilaba la habitación al abrir los ventanales de par en par y el canto de los pájaros trinaba como un tedioso campaneo.
Abrí ligeramente un solo ojo, removiendo con cautela las sabanas para ver a la mujer joven que se acercaba con una sonrisa, dejando la bandeja del desayuno.
Leche, hojuelas de trigo y fresas con chocolate y miel. Todo servido de estilosa forma, en bandeja de plata y vajilla de porcelana.
-También le tengo una carta, señorita Collinwood, llego hace tan solo unos minutos por uno de los mensajeros personales del joven Styles— escuche tales palabras que me hicieron reaccionar de un brinco.
Me impulse para sentarme aun desorientada, sintiendo que la recamara giraba como un trompo mientras la sirvienta dejaba la carta a un lado de la bandeja en la mesita de noche.
-Gracias, gracias— murmure, tratando de lucir lo mas serena posible y aguarde hasta que la mujer se marcho, cerrando la puerta sigilosamente antes de que yo me aventase contra la mesa y la carta en ella— si, si, oh si, por favor— reí conmigo misma mientras abría desesperadamente el sobre, rompiéndolo como un animal salvaje para sacar de ahí adentro la preciada nota escrita por mi amado, acompañada de los pétalos de una rosa perfumada, que se esparcieron por toda la cama y sus sabanas.
"Mi preciosa Alissa". Así comenzaba su mensaje encantador y yo suspiraba, hundiéndome nuevamente por debajo de las sabanas para sentirme en completa soledad en mi burbuja imaginaria.
"Han pasado algunos días desde la ultima vez que te vi. He enviado algunas cartas como esta, confesándote que he dormido poco por pensarte tanto, imaginarte de nuevo a ti y a nuestro único beso. Y quiero pensar que tu igual lo has pensado, aunque respondas poco de ello.
Pero seria inútil mentirte o pretender ser indiferente, porque de una u otra forma tu sabes que hoy como nunca, te deseo cual loco desquiciado.
Aunque se que eso no es lo correcto. Mi pequeña niña, tan solo permíteme desahogar los impulsos de mi corazón que no quiere callarse por ti. Mi hermosa flor, lo poco que he dormido ha sido tan solo para soñarte y me vuelvo demente al desearte de esta forma, porque nunca antes me creí tan vulnerable. Pero lo soy. Ahora soy frágil por ti, por tu voz, tu perfume y tus labios que me han dejado con el alma entre las manos. Nunca lo habría pensado mi pequeña musa rebelde. Pero has entrado a mi corazón como una bomba que me ha desarmado por completo, y no me resta nada mas que decirte mil veces cuan perdido estoy por ti."
Chille emocionada al leer las ultimas palabras y mi corazón latía con fuerza mientras me revolcaba entre las sabanas, tan extasiada por lo que Harry había escrito.
Y si, durante los últimos días ambos nos habíamos enviado algunas notas bastante reveladoras, pero con cada ocasión en que procedíamos, nos sentíamos mas seguros de escribir palabras irreverentes y atrevidas.
Esa carta era atrevida también, por supuesto, pero lo que yo sentía iba mas halla de cualquier sentimiento vano de enamoramiento.
Ahora hablábamos de deseo e impulsos que nos guiaban a decirnos cosas que nunca creímos posibles, pero ahí estaba yo, sacando a prisa un par de hojas de la cajonera y un poco de tinta para darle vida a todo lo que mi corazón imploraba gritar sin control.
"Amor mío". Comencé sin rodeos y mordí mis labios, sintiendo placer por tan solo imaginarme su voz ronca leyendo mi mensaje.
"Justamente ahora he despertado también, tras haberte soñado y me encantaría decírtelo todo con cada detalle, pero me temo que no tengo el don de la escritura. No al menos como tú, mi dulce ángel. Has despertado mucho más en mí que tan solo un suspiro, y estoy encantada de confesar que he quedado tan loca como tu alegas.
En mis sueños nosotros no nos escondemos para besarnos mil y un millón de veces, y el calor que tus manos dejan en mi cuerpo al acariciarme, es el elixir más dulce que podría experimentar, aunque sea tan solo en sueños.
Quisiera tenerte aquí conmigo, ahora mismo para dejar de soñarte y poder sentirte en verdad. Poder ser tuya y de tus manos, que busquen mi cuerpo que ha esperado por tanto.
Sí. Quisiera tenerte aquí, Harry, y ambos podríamos volvernos locos juntos sin que la luz del dia nos detenga, ni un sueño borroso nos extinga."
Cada palabra fue más que reveladora y por un segundo suspire, meditando en la posibilidad de enviar esa carta, que era altamente erótica y atrevida.
Pero mis manos ya sellaban el sobre sin siquiera pensarlo, ni temerlo.
En realidad, el temor no llegó a mi hasta que la hube entregado al mensajero que la llevaría a su destino y solo entonces fue muy tarde para arrepentimientos.
Había perdido el control por completo y estuve segura de que Harry no respondería a tal insolencia de mi parte.
A la mañana siguiente, revise el buzón, aguarde por largo rato pero no hubo nada y sentí un vacío en el pecho y una sensación de vergüenza propia por haber escrito tanta tontería en esa carta, y seguramente Harry pensaría que yo no era más que una niña virgen y desesperada.
Sin embargo, cuando las estrellas salieron y yo me preparaba para una noche vacía de sueños masoquistas, una carta llego para mí, enviada por el mismo mensajero que llegaba desde la residencia de la familia Styles.
-Gracias— sonreí nerviosa al recibirla en mis manos por una de las mucamas.
Luego de esto, le cerré la puerta en las narices y me arroje a la cama, llevándome la carta al pecho y pataleando con fuerza.
Estaba emocionada, pero también estaba aterrada. No tenía ni la más remota idea de lo que esa carta decía, pero temía que se tratase de algo desolador.
-Vamos, por favor, por favor— suplique, sintiendo pequeñas lagrimas desesperadas en mis ojos y una de ellas rodo por mi mejilla al comenzar a leer esa sucesión de palabras que me arrebataron el pulso cardiaco y la respiración:
"Mi amor: Me has dejado sin palabras para expresarte lo que siento ahora mismo, después de haberte leído el alma. Y fue tan similar a haber leído tu diario privado. Tan extremadamente peligroso, tan infame y agobiante. Pero al final de cuentas también, tan excitante.
Mi corazón oscila y mis manos tiemblan al escribirte esto, tan solo por imaginar junto contigo, la forma en que me pides tocarte. Pero benditas sean mis manos y benditos sean mis labios por hacerte todo cuanto desees que haga, en algún lugar donde nada sea un sueño prohibido.
Estoy perdido Alice y me he convertido en un pecador por pensar de esta forma en ti. Y si ahora mismo, tuviera la oportunidad de tenerte en un lugar como el de mis sueños, no me detendría, mi cielo. Mis labios, mis manos y cada detalle de mí, sería solamente tuyo."
Cubrí mi boca al terminar de leer todo aquello que me hizo vibrar como nunca antes y casi sentía que ya lo tenía ahí conmigo, acorralándome entre las sabanas.
Pese a que estaba sola, mi respiración era caótica, al cerrar los ojos e imaginar su cuerpo en el mío y sus manos tomándome con el desenfreno que prometía en su última carta.
Mordí mis labios y apreté los parpados con fuerza al deslizar mis manos desde mi vientre a mi pecho, imaginando la forma en que Harry me acariciaría, pero luego un golpeteo en la puerta me hizo sobresaltar.
-¿Alissa, me prestarías un cobertor? el de mi cama me da comezón— escuche la voz de una de mis hermanas y rodee los ojos con un suspiro.
-Aja...— respondí poco entusiasmada, al esconder la carta de Harry por debajo de la almohada y luego pude ver a Lavinia entrando al lugar mientras yo trataba de moderar mi respiración acelerada y el rubor del calor delator en mis mejillas.