Relatos De Amor™|⏳

By ArlyGarc

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Estado: EN PROCESO.⏳ Breves relatos de amor, algunos te harán llorar, otros quizá reír; lo importante es sent... More

Relatos De Amor
Dedicatoria
1. La última salida
1.5 La última salida | Segunda Parte
2. Eres la única...
3. Diciembre
4. ¿Recuerdas?
5. Amores perros, más bien dolientes.

3.5 Diciembre | Segunda Parte.

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By ArlyGarc

Reproduzcan el vídeo antes de leer, chau.

«Raúl, 5 años más tarde».

Me levante temprano como de costumbre, Marian... Mi esposa, estaba en la cocina preparando el desayuno.

Elizabeth, mi hija, se alistaba para ir a su primer día de clases en la primaria.

Haber conocido a Marian fue de las mejores cosas que me pudo pasar, al final de todo, resulto ser mi otra mitad y la madre de mi hija que no fue exactamente planeada pero un pequeño regalo.

Me adentre a la ducha, había tenido otra pesadilla, la misma de siempre. Yo escapando de los mafiosos que decían ser mis amigos y lastimando a la primer chica que amé.

Después de un rato ya estaba listo, debía ir al trabajo, así que baje las escaleras y me guíe por el suculento olor proveniente del santuario de mi mujer; la cocina.

          — Buenos días, amor —dije a Marian, dándole un casto y corto beso en los labios.

          — Buenos días a ti también querido —dijo brindándome una sonrisa—. ¿Llevaras a Elizabeth a su primer día de clases? —preguntó mientras seguía acomodando la comida en la mesa.

          — Claro, sólo esperaré a que baje —dije mientras ella asentía con su cabeza.

          — Buenos días papi —dijo Elizabeth bajando a toda prisa de las escaleras—. Buenos días mami —dijo también.

          — Buenos días Beth —dijo Marian mientras le servía un plato con huevos fritos y un tocino formando una carita feliz.

          — Buenos días princesa —dije después de presenciar tan bella escena. Sigo sin acostumbrarme a mi perfecta vida.

          — Estoy emocionada, será mi primer día de clases en la primaria... ¿Pueden creerlo? ¡Primaria! —dijo casi chillando.

          — Y lo que te falta... —dije en modo de cansancio.

          — Raúl, no desanimes a Beth —me reprendió mi amada.

          — Vale, desayunemos pues, que debes ir a la escuela temprano... ¿O es qué acaso quieres llegar tarde jovencita? —declare mientras alzaba una ceja.

          — ¡Ay no! —dijo asustada—. Tienes razón papi, apurémonos.

Y así hicimos, la lleve a tiempo a su primer día de clases y yo me dirigí al trabajo. El camino estuvo normal, sin tanto tráfico como de costumbre, así que llegue a tiempo.

          — Buenos días Licenciado Raúl, una señora tiene cita con usted a las 8 a.m. lo está esperando —me indicó mi secretaria.

          — Gracias Carmen, en seguida voy —respondí caminando con tranquilidad.

Llegue hasta mi despacho y fue ahí donde mi mundo cayo al suelo.

Ella estaba sentada justo ahí... Camile, mi Camile.

          — Buenos días —dije tratando de no entrar en pánico.

          — Buenos días licenciado Ulloa —dijo sin expresión alguna... Se veía tan distinta.

¿Acaso no me reconocía?

          — ¿En qué puedo ayudarla? —dije tomando mi asiento.

          — Vera... Mi esposo y yo, vamos a divorciarnos. El problema es que se quiere quedar con mi hijo —sentenció, así que tenía ya un hijo... Me supero rápidamente.

          — Correcto, necesitare sus datos personales y los de su esposo, el divorcio se llevara a cabo y por supuesto lucharemos por su hijo —acomode los folders que Carmen me había dejado para firmar.

          — Muchas gracias... Sabe, usted se parece mucho a un... —tomo un poco de aire—. No, olvidelo... De todos modos gracias y espero que en verdad todo salga a nuestro favor, me han dicho que es el mejor abogado de todo el Sur —comento con alegría, si sólo supiera que era el mismo que se imaginaba.

          — Bueno, pues claro que todo saldrá bien, me pondre después en contacto con usted, que tenga un excelente día —dije estrechando su mano, su delicada mano.

          — Gracias, hasta luego —y con eso se fue, dejando su hermoso aroma.

(...)

Pasaron 5 días y necesitaba saber de ella; pero al mismo tiempo me sentía mal... Mal, si se enteraba Marian. Ella se sabía mi historia de cuando fui joven y estúpido, no podía seguir ocultando aquel hecho.

          — Llame a la señora Camile e infórmele que los papeleos están listos y el caso se llevará a cabo en un mes en la corte de Túxpan —mencione mientras oprimía el botón que permitía tener más rápidos resultados.

          — De inmediato señor —me respondió Carmen.

En mi casa las cosas iban iguales, sólo que yo me sentía más acabado que nunca... El simple hecho de que Camile haya tenido un hijo con otro hombre me enfurecía. Pero bueno, era de esperarse... No me esperaría por siempre.

Llegue a casa después de un largo día de trabajo, últimamente las solicitudes de divorcio son las que demandan mucho.

          — Hola amor, ¿qué tal estuvo el trabajo? —Marian beso mis labios y después fue por un vaso de agua.

          — Lo de siempre amor, mucho papeleo y varios gritos por parte de las personas que no quieren aceptar las condiciones del divorcio —tome el vaso que segundos antes había dejado Marian para mi y bebí su contenido.

          — Debes entender, no debe ser fácil pasar por algo así... —intentó hacerme entender—. Muchas mujeres somos exigentes y otras no. Aunque si te soy sincera... —se acercó más a mí—. Yo no me veo divorciándome del hombre de mi vida —y me beso.

Amo a Marian más que a nada que me he pasado en la vida... Marian fue mi pequeña luz de salvación después de encontrarme tirado en la calle. Sigo sin entender cómo una mujer tan hermosa como ella se fijo en mí en tan horrible momento.

          — Marian —trate de separarme de ella pero en cambio ella gruño—, necesito decirte algo —y con esto se separo de mi.

          — ¿Qué sucede? —dijo mirándome con intriga y curiosidad.

          — Ella esta aquí —lo solté.

          — Oh —fue lo primero que dijo, pues entendió bien a quién me refería... Las pesadillas siempre me las alivia ella diciéndome que hice lo correcto al alejarme de ella para que no la lastimaran.

          — Se va a divorciar —continué—, y tiene un hijo.

          — ¿Y cuándo la viste? —preguntó con cautela.

          — Hace una semana, pero ella no me reconoció... —la abrace con desesperación—. No me reconoció, pero yo a ella sí.

          — Entiendo... —susurro tan bajo que apenas y entendí—. ¿Cuándo le dirás? —pregunto de repente. Y la verdad es que no tenía idea.

          — No lo haré amor, así como ella avanzó yo igual lo hice y no me arrepiento porque... Te conocí Marian, me diste una hermosa hija, me has hecho feliz amor... —no aguante más y me puse a llorar.

          — Yo también te amo Raúl y te he dado todo de mí... —tragó saliva—. Así que te puedo dejar ir...

La mire de repente, ¿de qué estaba hablando?

          — No —dije mirándole a los ojos—, no lo haré... No te abandonaré.

          — Tengo miedo Raúl...

          — Y yo más... Ven, vamos al cuarto.

Le tome de la mano y caminamos juntos.

Al llegar al cuarto nos miramos a los ojos; había miedo, temor... Y amor.

          — Te amo Marian —dije mirando directamente a sus bellos ojos.

          — No hablemos más —dijo tomando mi rostro entre sus manos.

Y la besé, la besé con desesperación, con pasión... Con amor. Ella me hacia sentir amado con su suave tacto, ella me hacia temblar bajo sus delicadas manos... Y me hacia recordar que no me equivoque, no me equivoque en escogerla a ella como mi mujer.

(...)

El momento había llegado, el Juez pidió que demostráramos el porqué debía Camile conservar a su hijo, entonces ella paso al estrado.

          — Buenos días señor Juez, audiencia y abogados presentes... —tomo su pañuelo fuertemente— ¿Por qué debería quedarme con mi hijo? —pregunto y nos miró a todos duramente— Él es el producto de mi primer amor y por ende me pertenece —miro al Juez—, es mío... Y también es de Raúl, el hombre al que amé, no tuyo Fabián —miro al que debía ser su exesposo—, él no es hijo tuyo —termino su declaración y yo quede en estado de shock... Su hijo... Su hijo era también mío.

El alboroto no tardó en llegar, las mujeres gritaban que se le diera el derecho de paternidad a ella... Y Fabián la miró con dureza. Fue entonces cuando le tocó pasar a él.

          — Ante la presencia y declaración de mi exesposa, declaro que no quiero tener derecho alguno sobre ese niño —y entonces se levantó.

El Juez dio por terminada la sesión y le concedieron el derecho a Camile.

          — Muchas gracias Licenciado Ulloa, sin su apresurada ayuda mi hijo no estaría ahora en mis brazos —me miró nuevamente—, gracias por darme la valentía que necesitaba, mi querido Raúl —me sonrió.

Mi semblante decayó y empecé a temblar.

          — Lo... —empece a titubear—. Sabías —finalice.

          — Todo el tiempo —sonrió con picardía—, ojalá sufras al no poder conocer a tu primer hijo —y con eso se dio media vuelta y se fue.

La vida me había regresado el mismo dolor... Y la peor intriga de la vida... Jamás conocería a mi hijo.

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