♦♦Relatos De Mí Triste Infancia♦♦
—Hola señorita Rose —saludo la reportera mientras dirigía su mano hacia mí para saludarme formalmente—. Mi nombre es Eleanor Miller —comento mientras estrechábamos las manos, y luego procedió asentarse en el asiento que le correspondía.
—Creo que no tengo que presentarme ya que sabe mi nombre —espete con cierta burla. Y ella al ver mi actitud me dio una sonrisa fingida.
Estábamos en una especie de salón o algo así estaba la reportera, el camarógrafo y yo.
—Bueno señorita, Rose. Como usted ya nos a otorgado el privilegio de contarnos su historia, entonces procederé con las preg —. No la dejé terminar la oración. Ya que, la interrumpí.
—Voy a relatarles toda mi vida desde que tengo uso de razón —dije tajante y así comencé a contar mi historia.
(...)
Nací el 22 de Noviembre de 1988 en un hospital, que no sabría decirte con claridad, o exactitud. Mi madre se llamaba, Sherry McDowell. La maldita drogadicta quedó embarazada de mi en la preparatoria de un hombre llamado, Ewduar Roberts era el vicioso de la preparatoria estaba dos años más adelantado que mi madre pero, ya que tenía veintiún años y mi madre Diecisiete años fue de esos amores tóxicos qué dañan a una persona.
Desde que tengo uso de razón mi madre fue muy abusiva conmigo muchas veces llegaba drogada o borracha y me golpeaba sin razón aparente.
Mi niñez fue un poco traumática diría yo que horrible, desde que tenía cuatro años no tenía casi ropa y la que tenía era usada.
Lo poco que me contaba mi madre era que mis abuelos la habían echado de la casa por haber quedado embarazada, dicho eso por las palabras de mi madre le creí pero, un día estaba busca una pluma de escribir en uno de los cajones del closet y encontré una carta que decía en el sobré.
Para: Mi hija
De parte de: tu madre que te ama con todo el corazón...
Abrí el sobré y saque la carta de la abuela que iba dirigida a mi madre, aproveche que ése día no pude ir al colegio gracias a mi madre, que en la noche anterior me golpeó, por no haberle hecho la comida cuándo no había ni siquiera para hacer un arroz y tenía que tenerle comida hecha mucha maldita.
Comencé a leer lo que decía la carta dirigida a mi madre.
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Hola hija
Quería decirte que te amo y que siento no haber echó lo suficiente para que tu padre no te echara de la casa pero, tú no me la pusisteis muy fácil ya que no querías dejar las drogas y te habías vuelto muy violenta.
Esperó que algún día puedas perdonarme por no haber echó más para ayudarte y siempre dile, a mi amada nieta que la amamos se que te la llevasteis por sólo vengarte de nosotros por haberte echado de casa ya que tu padre lo hizo contigo y no con nuestra pequeña Rose, nosotros queríamos quedar no la y criarla pero, nos la arrebataste.
Esperó que algún día nos llames.
Te amo hija y a mi nieta dale un gran abrazo y un enorme beso.
Y por favor ama la es lo único que te pido.
Te deseo lo mejor adiós hija...
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— ¡Que estás haciendo! —exclamaron y me asuste al escuchar la voz de mi mamá, giré para verla y escondí la carta detrás mi.
— ¡Na~ nada Mami! —tartamudie, pensé que mi madre llegaría hasta la noche pero, ya veo que no.
Se dirigió directamente hacia mi para ver lo que tenía escondido detrás de mí.
— ¿Entonces qué es esto? —replicó, cuándo me arrebató la carta de mis manos, mi madre estaba más que enojada se veía en su expresión y en sus ojos el odio, que se formaban en ellos y yo era la causante de ése odio — ¿Tú estabas revisando mis cosas? —grito.
Me sobresalté al escuchar el grito de mi madre, sabía que de está no me salvaba.
— ¡Lo siento no lo hice con intención sólo estaba buscando una pluma de escribir! —dije, casi como un susurro casi inaudible --¿Por qué me mentiste sobre mis abuelos?.
— ¡Por que ellos son unos malditos como tú! —dijo, mientras me cogía del brazo y me lo apretaba con fuerza.
--¡Auchh! —exclame
—Ahora vete ya a tu habitación —dijo.
—Eres una maldita madre —susurré pero, para mi mala suerte mi madre estaba tan cerca que me escuchó.
— ¿Así? ¿Soy muy maldita no? —dijo, mientras fruncía el ceño — ¡Ahora sí sabrás que maldita soy! —termino por coger me por los brazos y mirarme fijamente a los ojos.
— ¡No Mami! ¡Lo siento! ¡No me vallas a pegar por favor! —exclame, y mis ojos comenzaron a humedecer sen y cayó la primera la grima.
—No te voy a pegar esta vez voy hacer algo mucho mejor —mientras lo decía tenía marcada una risa siniestra puesta en mí.
— ¡No Mami! ¡Por favor no vuelvo hacer! —mientras suplicaba para que no me hiciera lo que quería hacerme, trataba de resistirme al agarre de mi brazo pero, no pude hacer mucho.
— ¡CALLATE! —grito, y se detuvo para lanzarme la mirada llena de enojo y odió — ¡Vuelves hablar y te corto la lengua! —cuándo terminó de hablar siguió arrastrándome con ella fuera de la casa.
Salimos de la casa y yo preferí quedarme en silencio por miedo que me maltratará en la calle, me hizo entrar al auto en la silla del copiloto y cerro la puerta con un gran portazo y ella también entró al auto.
El auto era un "renault 4" sí no mal lo recuerdo, no dije ni una palabra en todo el recorrido y mí madre tampoco.
Duramos como hora y medía de trayecto y mi madre se introdujo en una carretera, poco transitada por su mal estado que conducía hacia un enorme bosque.
Y se detuvo como a mitad de recorrido y se estacionó, yo estaba más que aterrorizada con la tétrica escena de mi vida, no sabía que quería hacerme mi madre pensé que me iba a asfixiar y después enterrame.
—Bajate —voltie a ver a mi madre, y ella tenía sus manos en el volante y su mirada fija en la carretera.
— ¡Mami por favor! —no podía creer que mi propia madre me dijera eso.
— ¡¡QUÉ TE LARGUES YA!! —grito, con tanta euforia que me dio miedo de sólo escucharla, y obedecí su orden sólo podía esperar que sólo fuera una lección que me daría y después volveríamos a casa.
Me bajé del auto cerré la puerta y miré a mi madre por el cristal de la puerta, y ella ni se inmutaba ni siquiera para verme a la cara.
Estaba completamente destrozada, mis lágrimas recorrían mis pálidas mejillas hasta desbocar en mi mandíbula y terminar en el suelo.
Escuché que el motor se encendió y el auto comenzaba andar rápidamente, lo único que pude hacer fue mirar como se alejaba de mí.
No podía creer que mi madre me dejarse abandonada en medio un bosques, quería que en ése momento se abriera la tierra y me tragará tenía miedo de estar en ése bosque no sabía lo que me podía suceder.
Duré como un hora arrodillada llorando no sabía que hacer, tenía la esperanza de que mi madre volviera pero, al sentir los minutos pasar cada vez ésa posibilidad se desvanecía.
Decidí ponerme de pié y comencé a caminar mientras me limpiaba la cara con las mangas de mi saquito. Por suerte era verano y pensé que posiblemente podría encontrar a una familia, que haya decidido acampar en esté bosque y quizás me ayudarían.
Seguí caminando sin rumbo alguno, me dolían los píes quería descansar pero, los aullidos de coyotes o lobos no sabía que era.
Escuché un auto que se aproximaba en la carrera, me detuve para hacerle señas para que parará y así fue, sí haya sabido lo que me iba a pasar jamás me hubiese detenido a pedir ayuda.
Cuándo se detuvo pude ver a tres hombres ya mayores de treintena años, barbudos uno de ellos era obeso y los otros dos eran delgados pero, iguales de desagradables.
— ¿Te podemos ayudar? —dijo, uno de ellos con una risa burlona y malisiociosa, me miraban de píes a cabeza.
— ¡No gracias! —dije y comencé otra vez a caminar a pasó rápido, tenía tanto miedo no sabía por que esos hombres me causaban tanto pavor.
— ¡HEY NO ME DEJES CON LAS PALABRAS EN LA BOCA! —grito.
Comencé a correr y escuché dos portasos, no creó haber podido correr mucho cuándo sentí unas manos qué me agarraban solté un gran grito pero, nadie acudió ayudarme.
Fui arrastrada hacia la profundidad del bosque por esos tres hombres sentía como dos hombres me sujetaban los brazos mientras sentía que me despojan de mi vestido.
Mis gritos comenzaron hacer más fuertes sabía que esos hombres me iban hacer cosas muy malas, te mía por mi vida hubiese querido que alguien me haya ayudado.
Mientras estaba gritando y pidiendo clemencia un grito desgarrador salió de mi boca, igual o peor de lo que estaba siendo desgarrada mi frágil intimidad.
Sentía como era profanada por ése hombre obeso no podía escuchar lo que decían mis propios gritos me dejaban casi sorda, comencé a sentir como ése hombre comenzaba acelerar las embestidas mientras los otros dos comenzaban a manosear me por todo mi cuerpo.
Estaba comenzando a perder mis fuerzas y de repente salió de mí aquel hombre y otra vez volví a ser profanada por otro hombre, ya no podía gritar sentía que mi garganta me ardía y no era lo único.
Y así seguían sin parar, no sabía cuanto tiempo había transcurrido desde que comenzaron, ya a ése punto quería morir.
Comencé a perder el conocimiento pero, de un momento a otro escuché un disparo eso hizo que esos hombres me soltarán caí tan fuerte que lo único que pude divisar fue a alguien que se me acercaba mientras los otros se alejaban.
El dolor me venció y perdí el conocimiento.
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