El Diario de Thomas J. (I)

By soynachocejas

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Thomas, un joven periodista, se embarcará en un viaje donde espera poder alcanzar sus metas y cumplir sus sue... More

Dedicatoria
Prólogo
SECUENCIA UNO
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
SECUENCIA DOS
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10: PARTE I
Capítulo 10: PARTE II
SECUENCIA TRES
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
SECUENCIA CUATRO
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24: PARTE I
Capítulo 24: PARTE II
Capítulo 24: PARTE III
Capítulo 25
SECUENCIA CINCO
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29: PARTE I
Capítulo 29: PARTE II
Capítulo 30
SECUENCIA SEIS
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34: PARTE I
Capítulo 34: PARTE II
Capítulo 35
SECUENCIA SIETE
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39: PARTE I
Capitulo 39:PARTE II
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo Final (45): PARTE I
Capítulo Final (45): PARTE III
Capítulo Final (45): PARTE IV
Epílogo
¿Y ahora qué?
Nota Importante.
Contacto.

Capítulo Final (45): PARTE II

390 58 0
By soynachocejas

S07C45 PARTE II:

Donde todo a c a b a

***

El interior del camión era oscuro y lúgubre. Allí estábamos los demás, aguardando a que vinieran a socorrernos mientras escuchábamos los disparos en el exterior, y los golpeteos constantes de los zombies que habían localizado nuestra posición.

- Todo está jodido -habló Julie -. Esta vez sí está jodido...

- No - la interrumpí -. Encontraremos la manera de entrar y de salvar a Olivia.

    Aunque no estaba del todo seguro.

- ¿Qué caso tiene? -añadió.

- No hemos llegado hasta aquí para dejarnos asesinar por un simple grupo de personas.

- ¿Simple? -exclamó indignada -. ¡Tienen tecnología, armas y municiones suficientes para acabar con un país completo!

- Eso no nos detendrá, Julie -agregué, firme a mi posición.

    Entonces la joven llevó sus manos a la cabeza y se quedó en silencio.

    Fue ese el instante en que los tiros comenzaron a oírse próximos a la coraza en la que nos resguardábamos. En un principio pensé que eran soldados que venían a por nuestras cabezas, hasta que la persiana se deslizó con prisa y dejó ver el rostro sucio y manchado de la joven pelirroja.

- Vámonos, no tenemos tiempo que perder -añadió ladeando la cabeza hacia atrás y señalando a los Moe y Douglas que traían consigo el armamento.

    Y con un último esfuerzo, comenzamos a correr entre el caos y anarquía que se había apoderado de aquél trozo de hielo. Viendo a lo lejos, en dirección a Edward, a su equipo completo escabullirse entre la construcción. Ahí supuse que había otra entrada a la base.

- ¡Cuidado! -gritó Douglas viendo cómo, a toda marcha, un grupo de cadáveres comenzaba a aproximarse.

    Instantáneamente, abrimos fuego hacia ellos. Pero entre la balacera y los estallidos, Peter disparó, acabando con la vida de un civil. Al hacerlo, sus ojos se posaron en mí. Estaba congelado. Había matado a un hombre inocente.

    Rápidamente lo tomé del brazo y tiré de él, debíamos seguir avanzando sin importar las consecuencias. En momentos como ese, lo últimos que debíamos hacer era dejarnos llevar por nuestra humanidad.

- ¡El Ayuntamiento! -señalé a la construcción sin acabar.

    Dirigiéndonos hacia allí sin dejar de tirotear a los cadáveres que se nos atravesaban, acortamos la distancia lo suficiente que tuvimos que pasar por encima de las puertas bloqueadas de la plataforma para llegar del otro lado hasta nuestro objetivo. De repente, aquellas comenzaron a desplegarse lentamente y a abrirse, como si fuera a ascender nuevamente. Pero no lo harían.

- ¡Rápido! -grité con desesperación viendo que cada vez la distancia entre ellas aumentaba más y más.

    Teníamos que saltar para pasar del otro lado, de otra forma no llegaríamos a tiempo para detener a Edward y a sus hombres. Entonces lo hicimos: aguantando la respiración y corriendo con toda nuestra capacidad saltamos de una compuerta a la otra, dejando ver debajo el abismo que nos aguardaba si caíamos.

    Pero lo logramos sin problemas. Y ya en el último tramo, a punto de ingresar en el edificio, Leonard, el soldado, apareció justo frente a la puerta:

- ¡No disparen! -suplicó - ¡Yo no soy parte de esto!

- ¿¡Cómo sé que no estás mintiendo!? -exclamó Douglas apuntándole directo a la cabeza.

- ¡Porque a mí también me han dejado aquí afuera para morir! -tenía la frente sudaba, y las pupilas contraídas.

    Entonces, mi compañero bajó el arma.

- Escuchen... -habló con un tono más calmado mientras la balacera no cesaba en el fondo -. Ustedes quieren salvar a la pequeña, y yo quiero acabar con Edward, así que los ayudaré a entrar.

    Josh me miró y yo a él para finalmente asentir y acceder a que el sujeto nos llevara de vuelta al interior de la base gubernamental.

    Teníamos que encontrar a Patrick y a Dianna antes de que finalmente, Olivia Walsh fuera sacrificada.

***

    El pasadizo era oscuro y tenebroso. Ratones y telarañas cubriéndolo todo adornaban el panorama. Pero era nuestra única forma de entrar, ya que la plataforma había comenzado a fallar y era, aparentemente, la principal vía de entrada.

    Sentía en mi interior un insoportable dolor de cabeza. A la vez que mis extremidades comenzaban a doler. ¿Qué era lo que hacía que mi salud comenzara a faltar?

    Continuamos adentrándonos en la base a medida que el túnel se iba haciendo más y más angosto a la vez que se acercaba al otro lado del panel removible que separaba el interior con el pasadizo, obligándonos a pasar de a uno. Primero lo hicimos Leonard, Hill y yo, nos siguieron Josh y Ginger, luego Miley y los gemelos. Posteriormente, Douglas y Julie. Y finalmente, las hermanas Williams y Logan.

- Bien -exclamó el soldado mientras la luz resplandeciente de los corredores volvía a iluminarnos -. El Laboratorio está en el quinto y último piso, por lo que debemos tomar los corredores inferiores, por aquí...

    Lucíamos realmente mal. Teníamos los rostros sucios y las ropas cubiertas de sangre, sin hablar del agotamiento físico. Después de todo este tiempo, el olor putrefacto, la viscosidad de la sangre en nuestras manos y el sonido de un disparo eran algo que ya formaba parte de nuestro día a día.

- Si toman el ascensor tardarán menos tiempo - explicó -. Pero corren el riesgo de que se atasque, por lo que será mejor que utilicen las escaleras.

    Escuchamos atentamente las indicaciones del soldado a medida que nos relataba sin detener el paso entre los desérticos túneles. Y una vez frente a las escaleras, nos separamos.

- Ustedes por aquí -dijo entregándonos su metralleta y desenvainaba una simple pistola -. Yo voy al cuarto, a las oficinas.

    Antes de separarnos, me habló:

- Ten, -me entregó una granada - quizás vayas a necesitarla.

    Y por último, le quitó el seguro a su pistola y se adentró en su objetivo. Si Edward debía estar en alguna parte, era, seguramente, en «La Jaula».

***

    Descendimos rápidamente entre los escalones a medida que intentábamos recobrar el aliento. Estábamos conmocionados y aún recién estaba comenzando. Todavía quedaban muchas cosas por delante.

    Los carteles a un lado de las puertas iban señalando los diferentes sectores a medida que íbamos acercándonos a nuestro objetivo: el último piso.

    Mi corazón latía rápidamente al igual que los movimientos de mis piernas que dejaban atrás escalón por escalón. El grupo se sentía asustado y debilitado, nos habían mentido en la cara y utilizado de la forma más cruel. Nos ilusionaron y nos condenaron a morir. No íbamos a rendirnos, de ninguna manera. Faltaba poco, no bajaríamos los brazos. Si Olivia tenía que morir, al menos haríamos todo lo que estaba a nuestro alcance para impedirlo.

    Si este era el fin, aguantaríamos hasta que llegase la hora. Habíamos sobrevivido a ataques similares, a explosiones, hordas y a la bestia más letal: el hombre. Si llegamos hasta ese punto, era porque lo merecíamos. Estábamos dónde merecíamos estar. Y nada nos detendría si teníamos que recorrer toda la base para encontrar a la pequeña.

    No nos rendiríamos aun así si aquello era dónde todo acaba.

- ¡Es aquí! -dijo Josh señalando el cartel que, efectivamente, señalaba el «Laboratorio».

    Para nuestra sorpresa y suerte, la puerta se encontraba abierta. Claramente no esperaban nuestra llegada, y eso era algo bueno. No tendrían tiempo para prepararse ante nuestro inminente ataque, lo que nos daba ventaja para sacar a Olivia de allí antes de que comenzaran con la extracción.

    Finalmente, cuándo atravesamos el corredor plagado de cadáveres cautivos en peceras, la puerta que nos separaba de nuestro objetivo se encontraba bloqueada. Necesitábamos la tarjeta de acceso, y sólo Alice tenía una.

- ¿Qué vamos a hacer? -exclamó Amy quien estaba entrando en pánico.

- Tendremos que ir a por Alice -explicó Josh.

- No -dije pensativo -. Tengo otra idea.

    Retrocedí y me alejé de la puerta, pidiéndoles a los demás que hicieran lo mismo.

    En ese momento, saqué la granada de mi bolsillo y respiré hondo.

- Pónganse a salvo -dije -. Esto hará ruido.

    Y el grupo obedeció.

    Me alejé de la puerta, le quité el seguro y la arrojé. Esta cayó justo frente a la abertura, se balanceó sobre un momento y luego se petrificó. Cubrí mi cabeza con mis dos manos y entonces, estalló.

    La puerta de seguridad automática explotó en mil pedazos, dejándonos ver del otro lado al grupo de científicos desconcertados y asustados. Con ellos estaban Patrick y Dianna que miraban a la pequeña Olivia quién reposaba en una camilla y estaba a punto de ser anestesiada.

    Por suerte, el proceso de extracción no había comenzado.

    Josh y Moe no tardaron en abrir fuego contra estos sujetos, haciendo que nuestra salida fuera más fácil.

- ¿¡Qué están haciendo!? -exclamó el padre de la niña conmocionado.

- Salvándoles el trasero -respondió el tío.

- Tenemos que irnos - agregué entonces -. Ellos no son el gobierno de los Estados Unidos.

- ¿Qué? -preguntó la madre.

- No hay tiempo para explicárselos, debemos encontrar una salida -agregué.

    Con sumo cuidado, Patrick quitó los cables y tubos que envolvían a su hija que continuaba inconsciente, liberándola de un destino fatal. Luego, la cargó en sus brazos y se preparó para avanzar.

- Por dónde nos digas -me habló.

    Y entonces, volvimos en nuestros pasos hasta el corredor blanco que comenzaba a volverse oscuro a causa de la luz que comenzaba a faltar. Quizás la explosión había debilitado a los generadores, o hizo que Edward y sus hombres se percataran de nuestra presencia en el interior del hormiguero.

    El tiempo se nos acababa, y sin dudas todavía teníamos un largo camino por delante.

***

    Corrimos entre los pasillos vacíos a toda marcha, buscando desesperadamente los ascensores que nos llevaran de vuelta al corazón de la base. Pues, no teníamos tiempo de retomar las escaleras ya que harían que nos retrasáramos.

    Con Olivia en brazos Patrick continuó la marcha con su mujer a su lado, mientras la formación los protegía. Nuestras armas estaban cargadas y listas para disparar por lo que no dudaríamos en hacerlo si la ocasión lo demandaba.

    Pero cuando creíamos que lo lograríamos, por los altavoces que se encontraban en cada esquina se oyó: «Intrusos en el quinto piso, repito, intrusos en el quinto piso» una voz femenina alertaba a la guardia que estábamos dentro, por lo que no tardarían en aparecer.

    Y justo en ese instante, todo el último piso de la base del gobierno de quedó a oscuras, como si alguien hubiera deshabilitado los generadores. En ese momento, escuchamos el sonido una puerta automática abrirse e instantáneamente los pasos reiterados, firmes y coordinados de un pelotón de soldados que venían por nosotros.

- ¡Rápido! -hablé -¡Tenemos que avanzar hasta el ascensor!

    Entonces mi adrenalina se incrementó a la vez que escuchamos los pasos de ellos sobre los nuestros acercándose cada vez más. Escondiéndonos entre las esquinas de los túneles a la vez que las luces rojas del armamento de los soldados aparecían por el otro lado. El destello titilante y constante color escarlata se acercaba más y más a nosotros. Nos tenían en la mira, con el dedo en el gatillo, listos para lo que fuera.

    Moe continuó delante, señalando al otro lado del corredor que interceptaba el nuestro, las puertas iluminadas del ascensor que nos llevarían hacia nuestro objetivo: la salida.

    Pero de repente, el grupo del ejército pareció detrás de nosotros:

- ¡Deténganse! -ordenó uno de estos, con la voz grave y autoritaria -. ¡Háganlo o abriremos fuego contra vosotros!

- ¿Lo harán? -exclamó sin voltear Josh - ¿Se arriesgarán a herir a la única niña inmune?

- ¡Lo haremos si es necesario! -respondió firmemente éste.

- Yo no lo creo -atinó a decir Moe mientras volteaba violentamente y abría fuego contra el pelotón.

    Nos agachamos al instante intentando mantenernos a salvo de los disparos que iban y venían. Pero Douglas no logró hacerlo a tiempo, y una de esas balas le impactó en la pierna derecha.

    Justo antes de que lograran derribar a Moe, él lo hizo primero, acabando con el grupo de soldados que amenazan con destruirnos.

- ¡Vamos! -intenté decir a tiempo, pero una violenta explosión sacudió toda la estructura.

    El techo y el suelo se estremecieron durante un segundo, haciendo que perdiéramos el equilibro y con él la cordura. Cuando finalmente cesó, la luz del ascensor se apagó dejándonos ver que toda la base se había quedado sin electricidad, completa o parcialmente.

    De repente, los altavoces comenzaron a sonar nuevamente, esta vez, a nuestro favor: «Thomas, habla Alice ¡Deben salir del quinto piso antes de que el agua lo cubra por completo! Intentaré encender el ascensor nuevamente. ¡Buena suerte!». La enfermera se notaba nerviosa y aterrada, era ella quién estaba provocando los apagones en los diferentes sectores, intentando despistar a la guardia.

- ¿Ella dijo agua? -preguntó confundida Ginger quien sostenía su arco entre sus manos.

    Pero no tardó en hallar respuesta a su interrogante: por el corredor que atravesaba el nuestro apareció una ola voraz y veloz que chocó furiosamente contra el nuestro, haciendo que comenzara a inundarse a toda velocidad.

- ¡Todos al ascensor! -ordené ayudando a Douglas a ponerse de pie mientras veía con mis propios ojos a la masa de agua devorar todo a su paso.

    Si no salíamos de allí, acabaríamos ahogándonos.

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