Estaba nerviosa. Nunca había llevado a nadie allí, ni pensaba hacerlo nunca. Pero se ve que las cosas cambian. Al menos han prometido que no lo contarán y parecen sinceros. Les guié por el jardín hasta llegar al sauce, me detuve un segundo y a continuación aparté las hojas y entré.
Al llegar al centro me giré y ví que todos estaban admirando el lugar. La luz se filtraba entre las hojas e iluminaba todo el espacio, el viento las agitaba levemente y si nos quedábamos en silencio podíamos oír a los animales que habitaban el lugar.
-Bienvenidos a mi refugio -dije con una sonrisa.
-Guau -comentó Will.
-Es increíble -añadió Cali mientras se acercaba a la estatua de la ninfa.
-Precioso -agregó Rosaura.
¿Como es que nadie sabe de este lugar? -me pregunto Eric.
-No lo se, recuerdo que lo descubrí de pequeña mientras jugaba en los jardines. Desde entonces siempre vengo. -les explique recordando todos los momento que he pasado aquí -bueno, ¿empezamos?
Todos asintieron y Eric empezó a sacar las armas de la gran bolsa negra: dagas, espadas, lanzas, hachas, arcos...
y los fue posando sobre la hierba
-lo primero es elegir el arma que queréis usar.
Tras echar una vista a todas las armas Will eligió una espada con la empuñadura dorada, Rosaura sacó su propia espada que tenia atada en la espalda y Cali cogió un par de dagas iguales.
Yo no sabía que escoger, me quede mirando las armas sopesando las opciones: un hacha, la verdad yo no me veía con esa arma así que pasé a la siguiente. Una espada, jamás he usado ninguna y era imposible que en un par de días lograra manejarla lo suficiente como para poder defenderme con ella. Se me acababan las opciones y aun no sabia. Una lanza, no creo que las lanzas sean para mi... y por último un arco, la puntería no era mi fuerte pero con un poco de práctica tal vez lograse usarlo, además, tampoco tenia más opciones. Así que me acerqué, cogí el arco y sus respectivas flechas.
-Ahora que todos tenéis vuestras armas debéis poneros a practicar. Yo os ayudaré con todo lo que pueda. Vosotros entrenareis conmigo, mientras Cali y Triana colocar estas dianas y practicar vuestra puntería. Me pasare de vez en cuando para ayudaros en lo que necesitéis.
Nos entregó las dianas y nos dirigimos lo mas lejos de ellos que pudimos para evitar accidentes. Teníamos dos dianas que pusimos frente a nosotras en el suelo a un par de metros de distancia.
Los primeros tiros no fueron muy buenos, tanto Cali y yo le dábamos a los círculos mas lejanos del centro. Eric vino a ayudarnos al poco rato de empezar ya que Ro ya sabia luchar y Will aprendía rápido. Gracias a él nos acercábamos cada vez al centro pero, al menos yo, no llegue a darle ni una vez. Tras dos horas haciendo lo mismo se me empezaban a cansar los brazos pero aun así seguí esforzándome. Un rato después recogimos las cosas ya que Eric debía irse y llevábamos mucho tiempo entrenando.
Nos quedamos los cuatro descansando a los pies de la estatua.
-¿Qué tal vosotras? -preguntó Will.
-Bueno aún tengo que mejorar mi puntería -respondió Cali.
-Yo igual. Además estos vestidos pesan demasiado para esto y me duelen los brazos -dije molesta. -Y no tengo nada mas ligero.
-Yo tengo varios vestidos que te podrían servir, si quieres claro -me ofreció Ro.
-Claro, muchísimas gracias.
-Lo único es que están en mi casa, tendremos que bajar al pueblo.
-De acuerdo, pero que no se enteren mis padres. ¿Quedamos mañana? ¿Por la tarde, aquí?
-Por mi bien -aceptó Will
-Por mi también -añadió Cali.
-Aquí nos vemos. Yo aviso a Eric -concluyó Ro.
-Vale. Nos vemos mañana -me despido.
-Adiós.
-Hasta mañana señoritas.
-Hasta mañana.
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Esperamos que de nuevo os vuelva a gustar.
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~Se despiden las doncellas literarias.~