*NARRADOR OMNISCIENTE*
-Seis años después-
-Clara, apurate - dijo Ben observándola, no pudo evitar sonreír - llegaremos tarde al cumpleaños de mamá.
-Ya... Ya, ya voy - aceleró sus movimientos - solo falta el rimmel... - pintó sus pestañas, a él siempre le extrañó la forma en la que abre su boca al maquillarselas - y... ¡Listo!.
-¡De acuerdo! ¿Tenemos todo? - preguntó mirando a su alrededor.
-Sí, amor, vamos a la casa de tu madre, no de vacaciones - rió para luego depositar un tierno beso en sus labios, el cual casi no registró.
-Nuestros abrigos, la cámara digital, tu bolso, el regalo de mamá, el chupete de Rachel- enumeró las cosas para asegurarse que no olvidaban nada.
-¡Lo que te pidió tu hermano! - recordó.
-¡Ay! ¿¿donde está??
-Arriba de la mesa, yo lo traigo - Clara salió corriendo a buscarlo.
Ahora ambos viven en un apartamento a unas cuadras de la casa de su madre, junto a su pequeña bebé. Si bien al principio no era el lugar soñado, con un par de horas extras en el trabajo y ayuda de sus familiares, los cuales fueron obsequiándoles distintos utensillos, lograron volverlo confortable. Consta de dos habitaciones, un pequeño baño y una cocina-comedor. En un futuro proyectan mudarse para tener más espacio para Rachel, un patio para que corra, una piscina para refrescarse en el verano y quizás una sala de juegos. Ella fue el angel que cayó del cielo en el momento justo, la luz que ilumina sus ojos cada día. Rachel les enseño a valorar la vida y a dejar el pasado atrás.
-Si no fuera por ti...
"No harías nada" sonrió Clara al pensar que lo mismo le ocurría a ella. Ninguno podría ser sin el otro. O quizás sí, pero les faltaría algo.
Los tres se encontraban esperando el viejo acensor. Había uno solo por piso por lo que si todo el edificio usaba el mismo, tardaba bastante tiempo en llegar, bajar y dirigirse a otro piso. Para su sorpresa llegó de inmediato.
-Clara, he querido preguntarte esto desde hace tiempo...
Su corazón dejó de latir por un momento.
-¿Qué? - se limitó a responder.
-¿Por qué cada vez que pintas tus pestañas abres los ojos?
-¡¡¡Ben!!! - rió - ¡me asustaste!
-¿Pensaste que iba a proponerte matrimonio? - rió, a lo que Clara lo golpeó levemente.
-¡Claro que no! Solo pensé que era otra cosa... - sinceró.
-¿Y no vas a responder? - insistió.
-Ja, es para no meterme el pincel en el ojo.
-¿Qué? En los tutoriales no hacen eso.
-¿Ves tutoriales? - preguntó irónicamente abriendo la puerta del ascensor.
-Ya, los anuncios de Youtube - cerró la puerta cargando a Rachel.
***
La casa de Marta era grande y siempre la mantuvo bien cuidada, de forma tal que no aparenta los años que tiene, fue reformada por varios de los dueños, pero la construcción en sí atravesó más de noventa y ocho años. El ambiente es siempre tan cálido, será por eso que Ben y Clara adoran pasar tiempo allí.
Era el cumpleaños número cincuenta de Marta. Ella insistió en no festejarlo, pero su familia decidió hacerle una fiesta sorpresa. Su hijo menor, Mark, la llevó al centro comercial con la excusa de comprarle su regalo.
Mientras, su hermana y los chicos ayudarían con la organización.
-Tía, ¿hace cuánto se fueron? - preguntó Ben.
-Y... Hace maso menos cuarenta minutos.
-Entonces tenemos tiempo. ¿Mark nos avisará, no? - dijo Clara.
-Claro, mandará un mensaje cuando esten de regreso.
Mark tenía catorce años recién cumplidos, por lo que ya tenía su propio celular.
Ben y Clara ponían la mesa afuera mientras Rachel jugaba con una pelota. La tía Susana se encargaba de cocinar las pizzas que habían traído los chicos.
La abuela de Clara todavía no había llegado.
-¡Chicos, estarán en quince minutos! - gritó Susana desde la cocina.
-¡Vamos a colgar las guirnaldas y el cartel!
Justo cinco minutos antes de la hora pactada sonó el timbre, era la abuela de Clara. Mark avisó que estaban a una cuadra.
Los cinco se escondieron detrás de un modular que se encontraba en la sala y apagaron las luces.
Se sintió el ruido de las llaves en la cerradura y tras eso entraron Mark y Marta. Mark filmaba la situación detrás de su madre.
-¡Sopresa! - gritaron todos al unísono y corrieron a abrazarla.
-¡No lo puedo creer! - se emocionó.
-¿No te lo esperabas? - preguntó Mark.
-¡Jamás! Gracias... Los amo
-¡Y nosotros a ti! - exclamó la abuela de Clara.
-¡Elsa! - besó su mejilla.
***
Era un día soleado, casi libre de nubes. El día perfecto para estar afuera. Por eso decidieron ir a pasear al parque después de cortar la torta.
-Que bello día, ¿no es cierto? - dijo Marta.
-¡Sí! Maravilloso.
-Lástima que Rachel no opina lo mismo - rió Mark.
Rachel no dejaba de llorar.
-Sí, no sé qué le pasa. Ya le hemos cambiado los pañales, ha comido y tomado la leche.
-Clara, yo he sido madre y para mi tiene sueño - dijo Elsa.
-Puede ser, ¿Por qué no te acuestas con ella un rato? - sugirió Ben.
-De acuerdo, pero no más de media hora, o por lo menos yo.
Rachel y Clara se recostaron en una lona sobre el césped. Mientras Elsa, Marta, Susana y Mark jugaban a las cartas. Todo era tan tranquilo, solo se escuchaba a lo lejos las risas de los niños que jugaban entre ellos.
Unos veinte minutos después Rachel comienza a llorar muy fuerte. Clara despierta desesperada y encuentran una carta junto a ellas.
-Rachel, mi amor, ¿Qué te pasa?
-Chicos, ¿Qué es eso? - dijo Mark señalando la carta.
-No sé. Pero no es más importante que Rachel - respondió Clara.
Mark sabía que con mirarla y preguntarle qué le pasaba no alcanzaba. Por lo que sin importar lo que dijo Clara tomó la carta.
Se quedó petrificado.
-Mark, ¿qué dice?
La carta tenía una letra cursiva, inclinada hacia la derecha y muy desprolija. La leyó en voz alta:
"¿Creyeron que esto había terminado?."
-Seguro es una broma - dijo Susana para aliviar la situación.
-No, no es una broma. ¿Por qué Rachel lloraba?
Nadie respondió.
El celular de Ben comenzó a vibrar, y en la pantalla apareció una llamada entrante de Margaret, la actual novia de Thomas.
-¿Margaret? ¿Qué pasa?
-Hola Ben, por favor dime que sabes donde está Thomas - respondió alterada.
-¿Thomas? No, ¿Por qué? No lo veo desde el viernes en el trabajo.
-¿Y qué se supone que debo hacer? Hace tres horas que dijo que iría al supermercado y no vuelve. Por favor ayudame.
-No te preocupes, debe haber ido a comprar otra cosa, quizás un regalo para ti.
-Ben esto es serio, su celular figura como apagado y en estos últimos días ha estado recibiendo llamadas de un número desconocido.
-¿Y atendió?
-Sí, pero solo se oye una respiración.
-Esto es muy extraño, llama a la policía. Estoy en el cumpleaños de mi madre y no quiero arruinarlo. Pero a la noche si no aparece iremos allí.
-Gracias Ben, dale mis saludos - finalizó la conversación.
Todos miraban espantados.
-¿Qué pasó con Thomas?
-No aparece hace tres horas. Pero nada de que preocuparnos. Margaret enseguida se comunicará con la policía.
-Ben, esto no es normal - dijo Clara.
-Claro que no, ¿y la nota como apareció ahí? - agregó Susana.
-En mi opinión... Lo que ocurre es... Ya saben a lo que me refiero...
-¡Basta Mark! Han pasado seis años, ni si quiera lo repitas - lo calló su madre.
-Bueno, si no aparece a la noche, vemos que hacemos - dio por finalizado el tema el, ahora, ya adulto.
-No creo que sea bueno que Margaret se quede sola - opinó Elsa.
***
Las horas pasaban y no recibían noticias de Margaret.
-Creo que debemos llamarla, o ir a su casa.
-Mamá, no quiero que termines tu cumpleaños así.
-Si así podemos ayudar a alguien entonces vale la pena - sonrió.
-Bueno, ¿qué esperamos?
-¡Vamos! - exclamó Susana - Yo creo que sería mejor que Clara, Elsa y Mark se queden aquí con Rachel.
-Sí, será lo mejor - apoyó la idea Ben y se despidió de los cuatro - cualquier noticia nos hablamos.
Diez minutos después de que se fueran sonó el teléfono de la casa.
-¿Hola? - respondió Elsa.
Rachel comenzó a llorar.
-Inspector Schneidez, ¿cómo le va? Tanto tiempo, ¿a qué se debe su llamado? - dijo fingiendo asombro, aunque en realidad lo que sentía era terror. Tenía un mal presentimiento.
Clara se acercó corriendo.
-Sí sí - agregó - ya le paso.
-Clara... - le pasó el teléfono - Supongo que ya escuchaste...
-Hola...
-Clara, ¿como has estado?
-Muy bien, y espero seguir estándolo. ¿Qué ocurre?
-Mira... Me cuesta decirlo pero... me temo que el señor Rodriguez ha escapado de la cárcel.
-¿QUÉ? ¡NO PUEDE SER! ¿CÓMO? THOMAS DESAPARECIÓ, APARECIÓ UNA CARTA EN EL PARQUE. NO PUEDE DECIRME ESTO NECESITO AYUDA. DEBO LLAMAR A MI FAMILIA.
-Por favor, tranquilizate, confío en que lo atraparon, tenemos un maravilloso equipo de profesionales buscándolo. ¡Cuentame más! ¿qué carta? ¿qué pasó con Thomas?
-No... - comenzó a quebrarse - no, no, no puedo. Debo... Debo llamarlos... - colgó.
El inspector detrás de la línea se quedó demasiado confundido. Había estado recibiendo llamadas de un número desconocido estos últimos días. Y ahora Thomas desaparece. Necesitaba tantas respuestas a sus preguntas y lo único que obtuvo fue el ruido del tono.
-BEN, EL ASESINO ESCAPÓ DE LA CÁRCEL DEBEN VOLVER O QUEDARSE ALLÍ CON MARGARET. PERO NO SE QUEDEN EN LA CALLE POR FAVOR. LLAMEN A LA POLICÍA PARA QUE VIGILE LA CASA - Clara lo llamó.
- ¡No puede ser! ¡Mierda! ¡Puta mierda! Tranquila, ya estamos con Margaret. No saldremos de aquí. ¡No abran la puerta a nadie! ¡Por favor! Si quiera a la policía. Te amo.
*Mientras tanto en el bosque Chremistri*
Eran las ocho de la noche, el bosque se iluminaba por las grandes farolas. Después de la tragedia, la cabaña había sido limpiada y destruida, y en su lugar se construyó un colegio pupilo solo para mujeres. Ocurrió un gran proceso de urbanización, pero sin perder la esencia del bosque. Había varias tiendas por todos lados, y un nuevo hotel para vacacionar. De cualquier forma predominaba la naturaleza.
El colegio se llamaba Westmister y allí concurrían chicas y adolescentes entre seis y dieciciete años.
La última clase finalizaba a las 8:15 pm, era la clase de matemática. Generalmente la más odiaba entre las alumnas. Becca era una asiática de trece años a la cual le fastidiaba enormemente la asignatura. Estaba aburrida mirando al piso, pensó "faltan solo quince minutos, ¿qué sería tan importante lo que pudieran explicar en este tiempo para no poder perdermelo?" y se decidió en ir al baño.
Se paró de su asiento, el último de la tercer fila y arrastrando sus pies, llamando la atención de sus compañeras, se acercó hasta al profesor.
-Profesor, ¿puedo ir al baño? - preguntó tiernamente.
-¿Es muy urgente? ¿No puedes aguantar a que termine la clase? Faltan solo quince minutos.
-Me he estado aguantando...
-De acuerdo, no tardes - accedió.
Becca corrió fuera del salón. Para esperar que pase el tiempo decidió espiar las demás aulas. Prefirió ir primero a la clase de Sally, su mejor amiga. Pegó su cara en el vidrio de la puerta y comenzó a hacer muecas para hacerla reír. Lo único que logró con eso fue que castigaran a su amiga por reírse en clase y no prestar atención.
El baño estaba al final del pasillo, era blanco y bastante moderno para ser un baño de un colegio pupilo. Se agachó a lavar su cara y un ruido extraño llamó su atención. Volteó.
"Becca..."
La niña salió corriendo. Corrió y lloró como nunca en su vida.
El profesor al ver que no regresaba mandó a otra alumna a buscarla. Lo extraño fue que no se cruzaron en el camino.
-Becca, ¿Estás ahí? - preguntó Sofía.
Al no obtener respuesta alguna, decidió abrir lentamente la puerta. Al abrirla, notó que estaba frente a su peor pesadilla hecha realidad. Por alguna extraña razón, no se encontró con un inodoro. Ahora, en su lugar se encontraba una sala de estar con un inmenso sillón frente a un televisor. "¿Qué es esto?" pensó. Avanzó y la puerta se cerró.
-¡Ayuda! - Gritó pero nadie pudo oírla.
Becca regresó al curso.
-¡Profesor!
-¿Qué pasa Becca? - preguntó exaltado.
-Hay algo extraño en el baño.