Estaba feliz. Tiff se encontraba hundida en una profunda alegría que no podía ocultar.
El hecho de haber estado con Harry hacía una semana en la cafetería llena de libros, había sido maravilloso. Quería pasar otro día así con él, claro que quería, pero en esos últimos días sólo habían hablado por mensajes de texto.
Tiff revisó su celular, y notó que había recibido un nuevo mensaje.
"Hey, Tiff. Estaba pensando en que, tal vez, podríamos ir al evento de otoño que se hace todo los años, ya que hoy es el primer día del desfile. ¿Te gustaría ir?"
Ella sonrió inconscientemente. El desfile de otoño se hacía todos los años en esa época, y a ella le encantaba aquél evento, ya que representaba muy bien el inicio de esa época, con colores naranjas y cafés, con vestimentas increíbles, con bailes tan sencillos, como aquella época tan bonita. Las estaciones favoritas de Tiff eran otoño e invierno, así que estaba encantada con ese tipo de festivales.
"Me encantaría ir, Harry. ¿A qué hora nos vemos?"
Minutos después, Harry le había respondido a Tiff que en la tarde irían, y que él la recogería para ir al festival de otoño. Ella estaba muy emocionada. Siempre que iba de pequeña era con sus padres, pero desde hacía unos pocos años que no había ido otra vez, ya que estaba más concentrada en los estudios y en la lectura que en otra cosa, pero sería bueno ir otra vez al evento, ¿no? Eso pensaba ella.
Mientras ella pensaba en qué desayunaría, alguien tocó el timbre. Ella se dispuso a abrir la puerta, extrañada, ya que eran apenas las 10:30 de la mañana, y era un sábado. ¿Quién estaría despierto tan temprano además de Tiff? Al parecer solo Harry, quien le había enviado un mensaje a Tiff invitándola al festival de otoño.
Al abrir la puerta, se encontró con un chico rubio al que jamás había visto en toda su vida. Éste tenía una hoja y un bolígrafo en la mano, y también un paquete; un paquete como los que el chico anónimo le regalaba. Tiff sintió como su corazón paró un momento.
—Buenos días —sonrió el chico rubio. —Soy de la paquetería estatal, y vengo a entregarle este pedido. Solo firme en este apartado y podré entregárselo —le extendió la hoja a la joven.
Tiff suspiró, pensando en lo tonta que había sido al pensar en la posibilidad de que aquél chico podría ser el que le enviaba libros. Jamás lo había visto en su vida y, aparte, tenía el uniforme de la paquetería estatal.
Tomó la hoja y el bolígrafo y firmó en ésta, en el apartado correspondiente. Le devolvió la hoja y el bolígrafo al chico rubio.
—Muchas gracias —sonrió Tiff.
—Gracias a usted, tenga un buen día —dijo el chico de la paquetería estatal, entregándole el paquete a la joven, para acto seguido retirarse.
Tiff miró el paquete que tenía en las manos, mientras cerraba la puerta. Estaba expectante, y recordó que la primera vez que el chico anónimo le había obsequiado un libro a la joven, había sido por medio de la paquetería estatal. No comprendía por qué lo había vuelto a hacer de aquella manera, pero estaba emocionada por abrir el libro.
Rompió la envoltura del paquete y vio el libro que estaba ante ella. Ángel Mecánico, escrito por Cassandra Clare. No podía creerlo; esto sí que era una sorpresa. Ella añoraba tanto este libro, como los otros dos. Tenía los tres libros, pero todos en inglés, y él le había regalado el primero en español, y no podía estar más feliz. Los libros, en sí, se llamaban Cazadores de Sombras: Los Orígenes, y ese era el primer libro titulado Ángel Mecánico. Amaba la historia de Will y Tessa, realmente para ella era un clásico aquella trilogía, porque como el amor de aquellos dos personajes, no había otro. Y el hecho de que estuviera inspirado en Historia de Dos Ciudades, le hacía amar aquellos libros aún más.
La joven, aún asombrada, abrió el libro en la última página de éste, encontrando una hoja doblada en cuatro partes. La extendió para proceder a leer su contenido.
"Tiff Venturi:
Estoy impresionado por todo esto. Hace unos días terminé de leer Princesa Mecánica, el último libro de Cazadores de Sombras: Los Orígenes, y lo único que puedo decir es que esto es más que una obra de arte. Vaya que lo es.
Cassandra Clare escribió esta trilogía con tanta seguridad y relacionó esto con toda la otra saga The Mortal Instruments, e igual con The Dark Artifices y, en sí, con todas las demás. The Infernal Devices, definitivamente, es mi favorita.
Un amor como el de Will y Tessa no es nada cliché, es mucho más que un simple amor juvenil, está lleno de barreras, y sin embargo, ellos están destinados a estar juntos.
Los personajes de esa trilogía saben qué es amar a alguien profundamente, a pesar de todo lo que tengan que pasar para estar junto a esa persona.
Will Herondale se ha convertido en uno de mis personajes favoritos de libros, porque admiro todo lo que hizo por Tessa, realmente, como esta historia, no hay otra igual.
Este libro te lo obsequié por el hecho de que, como escribí anteriormente, es una obra de arte. Los otros dos, igualmente lo son, pero te obsequio este porque es el primero.
Espero que te haya gustado este regalo. Ten un grato día, pequeña Tiff.
Atte: Anónimo."
Ahora Tiff estaba totalmente segura de que este chico la conocía como la palma de su mano. Le había obsequiado un libro tan significativo para ella, y comprendía perfectamente su amor por Will y Tessa. Ella consideraba esa historia, igual que el chico anónimo, una obra de arte. No podía creer cuanto en común tenía con la persona que escribía aquellas cartas hermosas y le obsequiaba libros que ella amaba.
No podía —ni quería— dejarle de dar vueltas al asunto, pero tenía que hacerlo. En unas pocas horas, Harry la recogería para ir al evento de otoño, y ella se tenía que alistar.
Tiff ya lista, bajó las escaleras y fue directamente a la sala de estar para esperar a que llegara Harry. Minutos después, el timbre sonó, anunciando que alguien había llegado. Fue a abrir la puerta y se encontró con el chico castaño. Ésta le sonrió, alegre de verlo.
—Hola, Tiff —saludó Harry, sonriente. Específicamente, ese día tenía un brillo especial. De repente, al verla bien, sus ojos se abrieron de par en par, como si estuviera sorprendido.
—Hola, Harry —saludó Tiff, pero al ver la cara del joven, ella preguntó: — ¿Sucede algo?
—No —sacudió Harry la cabeza. —Es sólo que, luces preciosa.
Tiff no pudo evitar sonrojarse, y su corazón comenzó a latir al mil por hora.
—Gracias, Harry —rió la joven de cabello oscuro, aún sonrojada.
—No hay de qué —sonrió el castaño. — ¿Nos vamos?
La chica de cabello oscuro asintió y Harry extendió su brazo, esperando a que Tiff lo tomara. Ella lo aceptó y caminaron hacia un auto que estaba estacionado frente a su casa. Era un Mustang blanco, muy reluciente y bien cuidado. Harry abrió la puerta del copiloto y Tiff se subió en ella, agradeciéndole. Harry se subió al otro lado, mientras encendía el auto para ir al festival.
En el trayecto, los jóvenes conversaban sobre varias cosas. Harry le contó a Tiff sus anécdotas sobre las veces que había ido a los festivales de otoño en la ciudad; le dijo que una vez, cuando era pequeño, sus padres lo habían llevado a ver todo el evento, y cuando llegaron, él se resbaló y empujó a las personas que estaban junto a él, tirándolas igual, causando un caos. Él recordaba que se sentía apenado, lo cual a Tiff le daba mucha risa.
Al llegar al lugar, Harry se estacionó en un lugar cerca a donde iba a ser el desfile, y fue difícil encontrar donde estacionarse, ya que la gente comenzaba a llegar.
Ambos se colocaron en una de las primeras filas de donde estaría el escenario para ver el evento lleno de bailes, ya que no habían llegado tarde. El festival se daba en un kiosco, en donde se colocaba una tarima y ahí representaban los bailes pacíficos. Tiff se encontraba muy emocionada, ya que era un evento muy bonito para ella, y no era para nada escandaloso, ya que la gente se mantenía pacífica gracias a lo tranquilo que era el desfile.
— ¿Estás emocionada? —preguntó Harry, mirando a la pelinegra.
—Sí —le sonrió. —Hace tiempo que no venía a ver el festival.
Harry sonrió en grande. Se notaba a kilómetros que consideraba a Tiff una persona tan carismática y tierna. Solo ella no lo notaba.
El festival comenzó. El acto se abrió con un baile lleno de hojas naranjas y cafés, en donde una chica hacía una interpretación en la que parecía estar en un bosque, bailando tranquilamente. Los colores naranja y café inundaban el escenario, y el baile era muy bonito. Tiff miraba el acto con atención, ya que le parecía muy tranquilo y hermoso. Harry tenía la mirada igual en el baile, pero por ratos miraba a Tiff como si fuera el mayor tesoro del mundo.
Una hora después de ver más de diez bailes, el festival finalizó. Tiff tenía una expresión de felicidad incomparable.
—Estuvo precioso el festival —dijo la pelinegra. —Muchas gracias por traerme, Harry. Extrañaba ver esto.
—No hay de qué, Tiff —contestó Harry con una sonrisa.
— ¿A ti te gustó? —preguntó Tiff curiosa.
—Sí, fue muy pacífico y anaranjado —rió el castaño.
—Igual café —rió la joven con él.
—Me alegro de que te haya gustado el festival —sonrió Harry. —Verte sonreír tanto me hizo tan feliz.
Tiff se quedó anonadada por sus palabras. Era un chico tan tierno. Todos sus comentarios dirigidos a Tiff eran tan positivos y tan lindos, que la dejaba sin habla.
Harry la llevo a su casa, y ya estando en la puerta, Tiff volvió a agradecerle por llevarla a lugares tan increíbles, como a la cafetería llena de libros, y a este festival. Parecía que la conocía muy bien.
— ¿Cómo sabes que me gusta todo esto? —preguntó Tiff.
— ¿A qué te refieres con "todo esto"? —inquirió Harry.
—Me refiero a que sabes que me gusta mucho el otoño, que me encanta el café, y que amo el frío, entre otras cosas —enumeró Tiff cada cosa con los dedos. No mencionó lo de leer porque era demasiado obvio su amor por la lectura.
—Eres como un libro abierto con solo charlar una vez contigo —sonrió Harry. —Desde el día en que hablamos en la librería y tenías Los Miserables en tus manos, pude identificar algunos de tus gustos. Cuando te acompañé a casa aquél día, en el trayecto, me comentaste muchísimas cosas sobre los libros, y desde ahí, supe que amabas todo lo relacionado con esto.
Tiff estaba sorprendida. No pensó que Harry le prestara mucha atención; realmente no imaginó que escucharía todo tan atentamente el día en que se conocieron, y que, con eso, pudiera descubrir qué tipo de persona era ella.
—No pensé que te darías cuenta —comentó la joven de nombre raro, sonrojada.
—Intento prestarle atención hasta a las mas mínimas cosas —hizo una pausa. —Porque eso es lo que realmente nos hace seres humanos; el hecho de apreciar lo que parece más pequeño, pero es lo más bello y significativo.