Para Noah.
Estabas esperando. Lo hacías desde hace un tiempo, cuando la primera alucinación se proyecto frente a ti como una realidad alternativa. Tu mente era un lienzo en blanco y tus impulsos vivos colores. Decidiste que no podías soportarlo, que era demasiado para ti, que era momento de irse. Pero luego pensaste en tu madre, que deambulaba como un alma por toda la casa con el maquillaje corrido, con el cabello enredado y con una bata blanca. A veces, por las noches, subías al tejado y mirabas las estrellas. Te perdías en ellas. Pensabas en lo fácil que sería todo si volvieras a tener siete años y te frustrabas cuando sabías que este era tu mundo ahora, uno en el que no querías vivir. Lidiaste con él por un tiempo. Pero cayó sobre tus hombros y te rompiste en pedazos. Todas las personas que pasaron por tu vida se llevaron una pieza.
Estás incompleto.