–Buenos días dormilona.
– ¡Buenos días, Andrea! –Contesto a mi amiga y maquillista que es quien me llama al móvil –. Ya sé que me he dormido, perdón, anoche me acosté tarde.
– ¡A ver!, ¿Que estabas haciendo? Y no me invitaste, sabes que yo me apunto a todo. –Dice Andrea con sorna.
–Nada, solo que me quede hasta tarde mirando una peli. – Contesto mientras me estoy calzando mis zapatos estilos andamios que ahora le llaman «Peep Toes» pero que estilizan las piernas que no veas. Omito que mientras veía la peli me engullía una piza, no debo darle cuartelillo a Andrea para que luego me machaque con sus diálogos como: "¡Ava has subido de peso! Recuerda que la pantalla te sube por lo menos dos kilos".
– ¿Te espero en la entrada de la cadena y nos tomamos un café? – Me dice, mientras yo vuelvo a la realidad.
–No, mejor nos lo llevamos al camerino, con lo tarde que voy a llegar no voy a tener tiempo, ya sabes que hoy es la reunión con los de producción del programa, para ver lo de la audiencia. – Contesto a Andrea con pesar.
–De acuerdo, nos vemos en nada. –se despide colgando la llamada.
Esto de la audiencia o share es un sin vivir para los que trabajamos en este medio. En los primero dos programas de esta temporada hemos bajado el rating entre cinco y siete puntos y esto no es bueno para quien presenta un espacio en la tele. Así que estoy preocupada y a la espera de lo que se hablará hoy en la dichosa reunión.
Estoy delante del espejo terminando de arreglarme, no es que necesite mucho porque en cuanto llegue a la cadena Andrea se encargará, pero, aunque soy muy sencilla, a la hora de vestir me gusta ir bien, hoy llevo unos vaqueros de esos que dicen moldean la figura, un blusón ancho con cinturón y mis andamios preferidos, el pelo siempre lo llevo suelto lo tengo color chocolate con reflejos y por debajo de los hombros. Para hacerme cualquier otro peinado que no sea llevarlo suelto tengo a Andrea.
Cuando ya estoy lista cojo mi bolso, reviso que tengo todo, saco las llaves de mi coche que es un BMW Z4 Roadster es un deportivo en color plata, que me gusta conducir por su dinamismo y comodidad, aunque muchas veces voy en taxi, porque el tráfico en Madrid se pone muy pesadito. Hoy he querido coger mi coche.
Así que en menos de lo que pienso estoy delante de la cadena para la que trabajo, las fichas están echadas, que sea lo que tenga que ser. Me acerco a mi camerino para cotillear con Andrea a la vez que nos tomamos el café que ya lo tengo en la mesa. Es que Andrea es de las que no hay; buena amiga, responsable en su trabajo y me maquilla como los dioses, así que estoy muy contenta con ella, aunque ahora mismo creo que su futuro es tan incierto como el mío.
A Andrea la conocí en la peluquería donde solía ir cuando era reportera y nos hicimos amigas, era mi peluquera y conectamos enseguida y aunque hoy me pregunto por qué, porque creo que no tenemos nada en común, pero no cambiaría su amistad por nada del mundo, por eso cuando empecé a trabajar en la cadena buscaban una maquillista, le dije que aplicara a ver si tenía suerte, así que la contrataron y desde ese momento aquí estamos. Muchas veces nos tiramos los tratos a la cabeza, en especial cuando me maquilla como si fuera a un carnaval o cuando no estoy de acuerdo con los chicos con los que se enrolla, pero en fin siempre amigas.
–Ava, ¿has visto las tetas que se ha comprado la de recepción? –Pregunta Andrea con gesto de sorpresa, ni bien entro por la puerta de mi camerino.
–No, no se las he visto, he pasado con prisa y la verdad no me detuve –. Pero Andrea. –Inquiero –. ¿Qué nos importa a nosotras las tetas de la de recepción ni los labios de la Belén? – Pregunto mientras tomo mi café.
–Con algo tendremos que quitarnos los nervios pre-reunión ¿no? ¿Crees que nos quedemos sin trabajo? –Suelta a bocajarro.
–Andrea, no lo sé, si eso pasa habrá más oportunidades para las dos. –Respondo no muy segura de lo que le digo, como están las cosas, la cantidad de gente en el paro... no sé yo.
Me dirijo a la sala de juntas de la cadena que está en la tercera planta, allí ya se encuentran: Alberto el productor y Luís el programador, así como otros representantes de la cadena.
– ¡Buenos días! –Saludo nada más entrar.
– ¡Buenos días! –Responden todos, pero en sus caras puedo notar que no son tan buenos y que el saludo no es más que mera formalidad.
– ¿Empezamos? –Pregunta Alberto mirándome a mí.
–Señores... –Empieza a hablar uno de los representantes de la cadena. Sé que lo es porque lo he visto rondando por allí, pero nunca hemos tenido una conversación, porque todo lo de mi contrato y demás lo hace mi agente y abogado.
–Está claro que el programa "las tardes de Ava" hay que darle un giro o sacarlo del aire, porque no es posible que en dos semanas haya bajado entre cinco y siete puntos de cuota de pantalla.
–Yo creo que sacarlo del aire sería una manera muy drástica – Interviene Alberto –. Creo que el programa lo que necesita es inyectarle sangre nueva, para que junto con Ava le den más vida y dinamismo, yo voto por una figura masculina. –Termina Alberto su intervención.
Yo los miro a todos y pienso: «Hay que joderse, llevo dos años dejándome la piel en cada temporada, para que ahora por unos puñeteros puntos me digan que me van a poner de compañero a alguien que ni siquiera sé quién es», pero sigo escuchándolos y me quedo con mis pensamientos no es hora de expresarlos en voz alta.
–Ava ha estado haciendo el programa como toda una profesional, que sabemos que lo es, pero creo que poner una figura masculina de compañero le daría más morbo al programa. –Dice Luís el Programador
«Claro» –Pienso yo, –. «Morbo de eso se trata todo esto, crear situaciones que no existen para que el espectador se enganche y al pijo tu experiencia, tu currículo, aquí todo se trata de morbo»
– ¿Tú qué opinas Ava? – Pregunta Alberto.
– ¡Vaya! –Pienso –. «Ahora me pides mi opinión, después que han decidido que yo no podía seguir presentando un programa sola, pero pensándolo bien, esto es mejor que quedarme sin trabajo»
–Lo que yo opine no tiene importancia, estoy aquí para trabajar y si la cadena ha decidido que necesito un compañero, pues que así sea. –Digo con un poco de guasa. «Es que la situación lo amerita» –pienso, porque todo esto me da risa.
–Bien. –Asiente Alberto –. En cuanto tengamos a la persona indicada te avisamos, con suerte será para la semana que viene, porque en quien hemos pensado aun no nos ha dado respuesta y si lo hace tiene que trasladarse, no es español.
–«Esto es de risa y por si fuera poco un extranjero quizás hasta tendré que enseñarle el idioma» pero me trago mis pensamientos y hago honor a aquel dicho que dice; «Oye, Ve y Calla y con nadie tendrás una batalla» ellos verán lo que hacen.
Salgo de la reunión e invito a Andrea para irnos a comer al restaurante que está cerca de la cadena, en una hora tengo que estar de regreso para presentar "Las Tardes de Ava", que ahora que lo pienso, ¿seguirá siendo las tardes de Ava? Porque a partir de la semana que viene, no seré yo sola, pero mientras tanto, seré solo Ava por lo que queda de semana y hoy es lunes, estoy por creer que de aquí a una semana ya no me quedarán uñas, pero bueno siempre existirán las acrílicas.
– ¿Qué ha pasado en la reunión? –Pregunta Andrea nada más verme entrar.
–Prepárate para que maquille a otro. –Contesto con gesto torcido, aun no me acostumbro a que voy a tener un compañero en un programa que por mucho tiempo he conducido sola «jodida es lo que estoy» pero calladita, me veo más bonita, total...
– ¿No nos cierran el programa? –Pregunta con voz alegre.
–No, pero a partir de la semana que viene tendré un compañero en el plató. –Digo con retintín.
–Eso es mejor que quedarnos sin curro ¿no? –Sigue preguntado en forma lastimera.
–Sí, pero no me lo esperaba. –Respondo mirándola –. Venga vamos a comer que tenemos trabajo. –Invito empujándola a la salida, porque sé que aún no ha terminado con las preguntas y si nos quedamos allí, fijo que hoy no comemos.
Llegamos al restaurante que solo es cruzar la calle; para mí, pido una ensalada y un filete a la plancha y agüita, hay que mantener la figura, porque con el atracón de piza del fin de semana no sé yo cuanto se habrá ensanchado mi culo y ahora con un compañero en plató tendré que cuidarme más, por esto de la competencia y entre esto y la tele que te sube algunos kilos es un no parar ¡por Dios!
–Oye Ava, ¿aún no sabes quién es? ¿Será Guapo? –Retoma Andrea sus preguntas que había dejado aparcadas hasta sentarnos en la mesa.
–No a todas tus preguntas Andrea, hasta la semana que viene no sabremos, porque dice Alberto que el aún no se ha decidido.
– ¡Vaya tela! –Expresa con tono picante –. Pues tendrá trabajo ¿no? Porque como está el tema ahora, con un montón de profesionales en el paro, No sé yo... –termina un poco guasona, pero no deja de tener razón.
Llega nuestra comida e ignoro a Andrea que sigue con su parloteo, tengo mucha hambre, es que cuando tengo nervios me da por comer, aunque me controlo, porque si no, lo que es mi culo tendría un tamaño con proporciones desmedidas.
–Venga come que se enfría. – Digo mirándola porque se ha quedado con la boca abierta para más preguntas –. Andrea cero preguntas, quiero olvidar un poco todo esto, mientras; come y cierra la boca que se te va a meter una mosca. –Pido burlona.
–Toda ternura Ava, toda ternura. –Contesta con mirada ladina.
Terminamos nuestros platos, pedimos la cuenta y nos vamos, debo ir a leer mi libreto, que ya imagino que viene con el anuncio de la próxima incorporación y claro me tocará a mi anunciarlo con bombos y platillos, pero haré mi mejor esfuerzo para sonreír la mar de contenta porque ya no estaré sola en plató, ¡hay que joderse!
Termino el programa y como ya predije creando la expectación a los telespectadores de que a partir de la semana que viene ya no será "Las tardes de Ava" sino las "Tardes de Ava ¿Y...?" dejándole la interrogante para que se rompan el coco. Lo que ellos no saben es que yo también me lo estoy rompiendo, porque tampoco sé quién es.