Alice
Cuando la enfermera fue a buscarme al pequeño balcón del hospital, mi pecho se cerro, yo sabía que algo estaba mal con mi madre y sabía que los minutos estaban contados pero lo que no sabia es el dolor que se siente al perder a alguien de esa manera. Estaba enojada, enojada con el Dios en que ella creía, enojada con el universo que no jugo a su favor, enojada con mi familia por no brindarle la atención que ella deseaba en su corazón y negaba con sus labios, es inexplicable la helada brisa que recorre tu espalda cuando te dicen que ya termino todo, perdimos la lucha y no hay nada más que se pueda hacer.
-lo siento mucho- es una frase que me canse de escuchar al punto de que cada vez que la oía tenía ganas de salir corriendo del lugar.
Antes de que mi madre enfermara, yo era una persona totalmente diferente, salía a fiestas, tenía muchas amistades y like's en mis redes sociales e increíblemente me preocupaba por eso, usaba el celular a cada momento y peleaba con mi madre la mayoría del tiempo, incluso el día en que se desmallo no la acompañe al hospital, pero todo cambio cuando esa noche no volvió a casa, mi corazón dejo de ser el mismo desde que vi como lloraba desconsoladamente en esa pequeña habitación blanca de cortinas que en algún momento habían sido amarillas, mi mente dio un giro cuando mis amigas se enojaron porque preferí quedarme con mi madre a asistir a una fiesta. Hice muchas cosas malas pero de la única cosa que me arrepiento en estos momentos, es no haber pasado un día mas con mi madre
Mi madre se fue, desapareció y el mundo seguía como si nada, había una parte de mi que se marcho con ella pero debía seguir respirando y caminando para llegar a mi casa.
El día del velorio de mamá no solo debía volver a casa a ver todas sus sombras ocultas en los rincones de la cocina sino que debía hurgar en su ropa, en su perfume, en esos cortos cabellos que en ocasiones caían y quedaban en su ropa, no hay manera de explicar el dolor que sentía, de hecho no se si podía sentir algo, una sensación demasiado extraña que no deseo volver a repetir en mi vida.
La casa seguía exactamente igual, no había nada fuera de su lugar pero me dolía el pecho al pensar que me faltaba algo, me dirigí a mi cuarto y llore, llore como nunca antes había llorado, grite hasta que mi voz me fallo y no salia ningún sonido de mi garganta, golpee todo en mi cuarto hasta que en mis manos había moretones, no corte mis brazos por el cargo de conciencia que me causaría romper una promesa que le hice a ella y nuevamente ahí estaba yo, entendiendo que siempre puedes estar un poco más roto, más ido, más muerto.
La imagen que me atormenta hasta el día de hoy, es la de mi madre muerta, más bien el cuerpo de mi madre, quieto, sin vida, sin alma; su rostro se veía tan relajado que me daba escalofríos ya que parecía que en cualquier instante iba a despertar, dolor y más dolor al recordar el hermoso vestido floreado que ella misma eligió para este día, un día donde ella no iba a estar presente se aseguro de verse hermosa y mierda que lo era, tenía cuarenta y siete años pero seguía siendo tan admirablemente hermosa.
Intente sentir algo desde aquel día pero en mi se activo algo tan automático que no sabía como volver a sentir, no se como seguía viviendo, simplemente lo hacía, no entendía como me levantaba cada día a trabajar pero aun así lo hacia. Muchos me sugirieron que retome mi carrera para ocupar mi mente pero la realidad es que mi mente estaba en blanco la mayoría del tiempo, simplemente seguía caminando, respirando, viviendo aunque en parte deseaba morir.
No puedo explicar lo doloroso que es perder a tu madre, por más que use las pocas fuerzas que me quedan para hacerlo, no lo entenderían, mi madre no era una madre ejemplar como ya lo he dicho, tampoco era cariñosa, de hecho la mayoría del tiempo estaba de mal humor pero aun así el vacío que dejo en mi, me desgarra día a día por dentro.
La única persona que tenía luego de la muerte de mi madre fue Betiana , quién me brindo una amistad hasta el momento desconocida para mi, nunca había conocido a una chica que se quede a tu lado mientras lloras quizás sin decir nada, solo ahí en silencio para que no te sientas tan solo en este mundo.
Descubrí que detrás de su sonrisa se escondían los peores momentos y muchas lagrimas, su amistad era lo único que me ayudaba a mantenerme en pie, con los meses y los problemas de la vida termino por mudarse conmigo, después de todo mi casa se me hacía tan grande sin mi madre allí, poco a poco comence a sentirme mejor, no hice un gran progreso pero con pasos pequeños me acercaba a mi recuperación, recuperación de un corazón roto que sangraba dentro de mi.
En este momento no la estoy pasando genial, tengo días mas buenos que malos pero como toda gran herida, duele demasiado cuando se abre pero poco a poco el dolor se disipa, luego es una molestia y tengo la esperanza de que en algún momento pueda mirar atrás sin dolor, como quien mira una cicatriz y esta no duele.