Cuando desperté, sentí que se me partía la cabeza. Llorar antes de dormir no era un consejo admirable de mi parte.
Me contemplé la despeinada melena y el menjunje de maquillaje corrido que aún tenía en el rostro.
-Oh, Dios...-murmuré. Traté de arrastrar el maquillaje con el dorso de las manos-. Es lunes, Junie, lunes. ¡El comienzo de una buena semana!
Pero, aunque mientras me lavaba el rostro y cepillaba los dientes trataba de convencerme de que quizá hoy fuera "el gran día", estaba casi segura de que sería un día terrible. ¿¡Por qué se me habría ocurrido salir cuando al otro día tenía examen!? No volvería a hacerlo, eso estaba claro. Pero... ¿con qué cara miraría a Daemon? Estaba demacrada, ojerosa y despeinada.
Bajé casi corriendo las escaleras, aprovechando que aún me quedaban unos veinte minutos antes de que Daemon pasase a recogerme, y acepté de buena gana el desayuno que mi madre me ofrecía.
-¿Estás bien? Pareces cansada-murmuró, mientras me preparaba una tostada francesa.
Observé el huevo sobre el pan y mi estómago rugió a modo de réplica.
-Hay café, sírvete un poco-siguió mi madre.
Asentí y busqué una taza en la alacena.
-¿Tengo mucha cara de necesitarlo?-inquirí.
Mi madre no respondió, pero por su mueca descubrí que la repuesta era una rotunda afirmación.
Suspiré y di un largo sorbo de la taza mientras le daba un mordisco a la tostada.
-¿Y cómo te está yendo?-inquirió, cruzándose de brazos.
-Mmm... bhiem...-respondí, con la boca llena.
Mi madre entrecerró los ojos.
-¿Cómo va con Yoongi?
Me encogí de hombros.
-Creo que tengo novio.
Mi madre abrió mucho los ojos.
-¿¡Yoongi y tu están saliendo!?-exclamó, tapándose la boca infantilmente al ver que Yoongi se acercaba.
-¿Qué? ¡No!-exclamé.
-¿Eh?-pareció totalmente descolocada-. ¿Pero...? ¿Sino...?
-¿Te he hablado de Daemon?
-¿Quién es ese Daemon?
-Terminé-dije, dejando las cosas en el lavabo-. Debo irme.
-¡Nie!
-¡Te contaré cuando regrese!-exclamé.
Pase junto a Yoongi sin mirarlo, para dirigirme hacia la puerta. Me puse mis zapatos de instituto y me cerré el abrigo hasta el cuello. Salí al frío de la amanecer y me fijé en que el coche de Daemon aún no estaba del otro lado.
Suspiré, me metí las manos en los bolsillos y me apoyé contra la reja eléctrica a esperar.
Yoongi salió tan despatarradamente por la puerta, con el cabello despeinado y la campera mal abrochada.
Fruncí el ceño. Su expresión era una mezcla de desesperación, felicidad y ese "no se qué hacer" que nunca se le veía.
El muchacho se giró hacia mi e inmediatamente miró hacia sus zapatos. Sonrió ampliamente, como un niño con un juguete nuevo.
Me mordí la lengua por no preguntarle qué le hacía sonreír así. La curiosidad VS el orgullo.
-Daemon no ha venido a recogerte-soltó, sentándose en su vespa y quitando el casco de la motocicleta.
-No-hundí más las manos en los bolsillos y miré despreocupadamente hacia la reja-. Aún no ha llegado.
-No era una pregunta, te lo estaba haciendo saber-estiró la mano con el casco en ella.
Enarqué una ceja.
-¿Por qué estás dándome el casco?-inquirí.
-Porque Daemon no va a venir a recogerte, pabo.
-Estoy segura que se ha retrasado, no tienes por qué...
-Junie-me cortó. Cerré la boca, conmovida por la firmeza de sus palabras-. Él no va a venir: le he dicho que estabas enferma y que te quedarías en casa hoy.
-¿Qué?-solté una exhalación-. ¿¡Por qué harías eso!?
-¡Ahhhhh!-exclamó, cansado, aunque seguía sonriendo y sus ojos chispeaban de felicidad-. ¡Ya ponte el casco o te lo pondré yo mismo!
Apreté la mandíbula y me puse el casco de mala gana. Subí detrás de Yoongi y me aferré a su cintura, justo cuando el muchacho hacía uno de sus giros de vértigo para tomar la carretera.
Todo el camino fue silencioso y cordial hasta que, ¡oh sopresa!, el muchacho pasó de largo el instituto y yo abrí la boca como si me hubiera abofeteado.
-¡Yoongi!-exclamé, sobre el helado viento-. ¿Qué haces?
-¿EEH?
Bufé y me bajé el casco con una mano para que mi voz saliera más clara.
-¿¡Por qué no paraste!?
-¡Le dije a Daemon que no irías al instituto! ¡Claramente no lo harás!
-¡Yoongi!
-¡No te oigo, confía en mí!
Sí, cómo no. ¿¡A dónde me llevaba!?
Muchas imágenes pasaron por mi mente, desde que iba a venderme de contrabando a Corea del Sur hasta que iba a llevarme a alguna cita romántica. Ambas cosas improbables y estúpidas.
Seguimos andando por las calles atestadas de coches, girando y desviándonos un poco de los lugares que conocía. Finalmente nos metimos por un barrio privado, de esos que uno va a tomarse fotografías, en donde por fin Yoongi redujo un poco la velocidad de la vespa.
-¿En dónde estamos?-inquirí, mirando las casas burguesas (ninguna tan increíble como la suya propia, eso estaba claro).
-Estamos a punto de cumplir nuestro sueño-por el tono de su voz, capté que sonreía mientras lo decía.
Sacudí la cabeza y miré hacia el asfalto, sobre su hombro.
-¿¡Qué sueño, Yoongi!?
-Bueno, mi sueño.
-¿Ganarte el dinero de tu vida vendiéndome a unos mafiosos?
-Si bien es una excelente idea, los mafiosos terminarían por devolverte si te vendiera. Nadie te soportaría luego de un par de minutos-puse los ojos en blanco y Yoongi, como si adivinara mi gesto, se rió-. Mi otro sueño.
O sea que su sueño si era venderme y hacer dinero.
Antes de que pudiera replicar alguna que otra cosa, imágenes de aquel día en el club nocturno volvieron a mí. Yoongi rappeando sobre un escenario; y yo gritando su nombre, feliz, sobre los hombros de un desconocido.
El muchacho estacionó la vespa sobre la vereda. Sin perder tiempo, me bajé de un salto y lo miré de frente mientras él amarraba con candado la motocicleta.
-¿Tu sueño de ser un rappero?-inquirí.
-Dame eso-Yoongi me sacó el casco de la cabeza y lo abrochó también a la moticicleta-. Así es: te he traído a una audición.
-¿Qué? ¿¡Qué!?
El muchacho sonrió con ganas y me tomó de la mano para llevarme hacia una especie de garaje blanco. Claramente había una sala de recepciónes tras la ventana, y un conjunto de voces se amontonaba dentro.
Ajena al hecho de que me había tomado la mano, mi expresión variaba del asombro a la confusión.
-¿Qué hago aquí?-susurré bajito, cerca de su hombro, mientras el muchacho abría la puerta y me arrastraba dentro-. ¿Por qué me trajiste?
El muchacho me ignoró y saludó a la recepcionista de rasgos asiáticos. La mujer le dedicó una agradable sonrisa y dijo algo en coreano, a lo que el muchacho respondió en el mismo idioma. Los miré alternativamente, confundida pero sin acotar nada.
-Gamsahamnida-agradeció Yoongi (lo único que alcancé a comprender), haciendo una pequeña y rápida reverencia con el cuerpo.
La mujer le tendió una especie de cartelito con una cinta, que el muchacho se apresuró a colgarse al rededor del cuello.
Apretó mi mano con fuerza y me arrastró hasta el montón de muchachos (unos cinco o seis) que hablaban acaloradamente frente a una puerta por la que no pasaba el sonido.
Tomé el cartelito que colgaba del cuello del muchacho.
-BigHit Entertainment-leí, y abajo su nombre-. ¿Estás audicionando para esta empresa?
El muchacho suspiró con nerviosismo.
-Así es-respondió.
-¿En Corea?-inquirí, confundida-. ¿No es esta empresa coreana?
-Así es-repitió, y se rió-. ¿No es gracioso? Gracias al reconocimiento de mi familia puedo audicionar aquí, pero ésta no acepta que yo me dedique a la música.
Solté el cartelito y lo miré. El muchacho apartó la mirada.
-¿Por eso me has traído aquí?
¿Necesitas mi apoyo, Min Yoongi?
Se encogió de hombros.
-Eres la única que conoce mi secreto-murmuró-. Enójate conmigo cuando salgamos de aquí, por favor.
No pude evitar sonreír. Incluso siendo un imbécil, incluso detestándolo, sabía perfectamente que aquel era un muchacho lleno de ilusiónes y sueños. Y que ahora estaba increíblemente cerca de cumplir sus sueños, o quizá quedar devastado.
Le di un suave apretón en la mano para transmitirle un silencioso apoyo.
La puerta se abrió de golpe y Yoongi, como acto reflejo, tiró de mi mano para ocultarme tras su cuerpo. ¿Acaso veía a esa persona que había salido como una amenaza?
El hombre, supuse que también de nacionalidad coreana, robusto y con un rostro para nada intimidante, dedicó una rápida mirada a los muchachos.
-¿Min Yoon Gi?-preguntó.
Los muchachos se giraron para dedicarle una larga e intensa mirada al muchacho de cabello verde menta, que tragó saliva. Su mano había comenzado a sudar.
-¡Aquí!-exclamé.
Yoongi y el tipo me miraron con cara de no entender lo que había dicho. Éste último dijo algo que no comprendí y el muchacho asintió, tirando de mi mano mientras se dirigía a la puerta.
Cuando entré en la sala, admiré la belleza de aquel estudio de grabación silencioso. Habíamos entrado a una sala que parecía insonorizada y, tras el cristal, se veía... Pues no tenía mucha idea de cómo se llamaba, pero había visto en videos que allí era donde los artistas grababan sus canciónes.
El tipo le dijo algo a Yoongi mientras cerraba la puerta. Éste sonrió nerviosamente y me miró. Me señaló con un dedo y dijo algo, a lo que el tipo respondió con un tono animado y una sonrisa comprensiva.
Le sonreí, sin saber bien qué hacer.
La mano del muchacho había comenzado a temblar levemente, y mi corazón dio un vuelco. Justo antes de que me soltara la mano y pasara al otro lado del cristal, lo detuve y acerqué su rostro al mío para que el otro tipo no oyera mis palabras (si es que entendía el idioma).
-Lo harás bien-susurré y, tras soltarlo, agregué-. ¡Fighting!
Yoongi rió en voz baja y asintió con la cabeza, cerrando la puerta tras el cristal.
-Oh, sit... Sit down-el extraño señaló una silla junto a él y la acepté de buena gana.
El muchacho, tras el cristal, se acercó al micrófono y se llevó los cascos a las orejas.
-Okay-dijo.
-Buou...-solté, admirando la acústica y la perfección de su voz dentro de las paredes insonorizadas.
Yoongi se aclaró la garganta, cerró los ojos y comenzó.
Contemplé cada detalle, los movimientos de sus manos y los rápidos gestos de sus labios. Sacudía la cabeza de vez en cuando, y su expresión se volvía intensa cuando llegaba a una parte particularmente complicada o si tenía que levantar más la voz.
No entendía ni pe de lo que hablaba aquella canción, pero no había que ser un genio en coreano para darse cuenta de que la rapidez de sus palabras, su tono pícaro y... Y aquella emoción con la que las palabras salían de su boca. Como si las disfrutara, como si las gozara y las sintiera desde lo más profundo de su ser.
Entonces comprendí lo afortunada que era: estaba viendo al real Min Yoon Gi. Su verdadera fase, su verdadera pasión, su verdadero ser.
Me llevé una mano a los labios, emocionada, y luego miré al tipo que parecía evaluarlo. No había mucho que leer en su expresión: yacía con los ojos entrecerrados, los cascos sobre sus orejas y su boca apretada en una fina línea que parecía juzgar cada célula del rappero.
Suspiré hondamente, nerviosa.
-Tu puedes, Yoongi...-susurré, lo suficientemente bajo como para que nadie lo oyera-. Tu puedes hacerlo, pabo.
Sonreí justo cuando el muchacho abría los ojos, rappeando las últimas líneas. El muchacho clavó sus ojos en mí y mi corazón comenzó a bombear sangre a lo loco. Era como si me lo dedicara.
Cuando finalizó, con un "Ah", se alejó del micrófono y me dedicó una sonrisa que me hizo apartar la mirada, incómoda.
El hombre de BigHit se paró, se quitó los cascos, y le hizo una seña a Yoongi para que se acercara. El muchacho obedeció y, cuando lo tuvo en frente, escuchó atentamente las serias palabras del tipo. Cuando terminó de hablar, Yoongi le agradeció en coreano e hizo otra reverencia (esta vez más pronunciada).
Tragué saliva, sonreí rápidamente al tipo, y estiré la mano para tomar la de Yoongi al mismo tiempo que él la estiraba hacia mí con la misma intención; como si fuera un acto inconsciente que ya tuviéramos inculcado.
Salimos del lugar de la mano, con cara de póker y la sensibilidad a flor de piel.
El muchacho sólo me soltó cuando tuvo que quitar la cadena de la vespa. Me tendió el casco y me lo puse bajo el brazo.
-¿Qué te ha dicho?-inquirí, curiosa.
El muchacho se sentó en la motocicleta y apretó el pedal para hacer rugir el motor.
-Va a analizar ciertas cuestiones y me llamará si...-se encogió de hombros, con una sonrisa temblorosa-. Pues si tengo la posibilidad de seguir en la empresa.
Asentí, me puse el casco y ocupé el asiento detrás de Yoongi.
Mientras andábamos lentamente por la calle desierta, me acerqué a su hombro para hablar:
-¿Ahora vamos al instituto?
-Pues no será lo mejor: tu novio sabrá que no estabas enferma y que, de hecho, pasabas el rato conmigo-me mordí el labio inferior, dolida por su comentario-. Además, ya es tarde para eso.
-Pero no podemos ir a casa. ¡Mi madre pensará que me he escapado!
-¿No es eso lo que has hecho?
-No, he sido secuestrada a la fuerza.
-Pues ha sido un secuestro sencillo.
Sonreí y me obligué rápidamente a ponerme seria.
-¿Entonces a dónde vamos?
Yoongi se rió.
-Tratas de agradecerme... ¿con un helado?-inquirí, tomando el cono de menta que el muchacho me tendía.
El suyo era de fresa y, antes de llevárselo a la boca, me miró como si le hubiera herido.
-¿No te gusta el helado?
-Claro que me gusta-mordí la punta y su sabor dulce me sorprendió-. Vaya, está bueno.
-Si no sabes dónde comer helado, no sabes nada-hizo una pausa para zamparse buena parte del helado, mientras comenzaba a caminar con una mano en el bolsillo.
Lo seguí, acarreando mi pesada mochila en la espalda. El muchacho frenó su paseo por el parque, me miró como si fuera una cosa molesta, y me quitó la mochila del hombro para colgársela él y retomar su caminata
-Debías haberme dicho que no iríamos al instituto antes de salir. No me habría traído cinco libros...-murmuré, poniéndome colorada.
Min Yoongi estaba llevando mi mochila... ¡Aishh!
-¿¡Cinco libros!?-volvió a frenar y me dedicó una mirada de exagerada sorpresa-. ¿Para qué necesitas tantos?
-Pues matemática, física, quím... Oh.
-¿Qué?
-Hoy había examen...
-Eso no es nada.
-Para ti no es nada-refunfuñé, molesta-. No sé cómo haces, realmente.
-Otro de mis talentos naturales-sonrió, masticando ya el cono.
Seguí caminando a su lado, en silencio. Reparé en mi helado y fruncí el ceño.
-¿Cómo sabías que me gustaba el helado de menta?-inquirí.
La expresión apacible del muchacho se transformó en esa máscara inexpresiva que tenía generalmente.
-¿A quién no le gusta el helado de menta?
-Eh... ¿¡A la mayoría de la población!?
-Pues qué suerte que a ti sí; no habría soportado que me lo arrojaras en la cara.
-No habría hecho eso...-murmuré, con una sonrisa tímida.
Yoongi suspiró y se sentó en un blanco. Me senté a su lado, contemplando los niños que jugaban en los juegos.
-No ha sido una forma de decir "gracias", sino una de decir "perdón"-soltó.
Me obligué a no mirarlo.
-¿Y eso?
Yoongi suspiró.
-Te he visto llorar ayer... Oye, cómete eso rápido; estás chorreando todo... Y me he sentido un imbécil-hizo una pausa-. En realidad no, pero he sentido como que tenía que hacer algo para remediarlo.
-No estaba llorando-me apresuré a decir, intimidada, mientras terminaba mi helado.
-Está bien-Yoongi sacó su celular y se fijó en la pantalla-. Oye, ya deberíamos regresar-se paró y se colgó bien la mochila al hombro. Hizo un gesto de dolor-. Si me disloco por tu culpa, quiero que sepas que sólo trataba de ser un caballero.
-Es una lástima que estés muy lejos de ser uno.
Yoongi hizo una mueca.
Estaba llevando una taza de té humeante, llena hasta rebozar; cuando Yoongi abrió la puerta de su habitación de golpe y se abalanzo hacia mí.
-¡Junie!-gritó.
Del susto, pegué un salto y me salpiqué toda la mano de agua caliente.
-¡Aaaahhh!-exclamé.
-Cielos, lo siento.
-¡Maldita sea Yoongi!
-¡He dicho que lo sentía!
El muchacho me quitó la taza y me observó la mano con gesto de dolor.
-¿Quién te manda a hervir el agua del té?-inquirió, tomándome del brazo para arrastrarme hacia el baño.
-¿Por qué ibas a salir tan de golpe? Me has asustado.
Una vez en el baño, el muchacho bajó la tapa del inodoro y me obligó a sentarme. Tomó una toalla, la humedeció con agua fría del grifo y me envolvió la mano roja con ella. Hice un gesto de dolor.
-El motivo por el cual estaba tan...-hizo una pausa para buscar el botiquín y sacar una crema de apariencia dudosa-... exaltado es porque...
-No me digas-comencé a sonreír, mientras Yoongi se untaba el dedo con la crema e iba a ponérmela en el dorso de la mano.
-¡Me han llamado!
-¡¡¡Ahhh!!!-exclamé. El ungüento ardía como el infierno.
-Lo siento...
-¿¡Te han llamado!?
-¡Me han llamado!
-¡¡¡Ahhh!!!
-¿Ahora qué hice...?
-¡Yoongi!-me reí y le eché los brazos al cuello, para abrazarlo con toda mis fuerzas.
El muchacho pareció perplejo al principio, pero inmediatamente aceptó el abrazo y me dio unas palmaditas en la palmada. Cuando me separé de él me fijé en que tenía la mirada fija en el suelo y las mejillas sonrosadas.
-Lo has logrado.
Asintió y luego se encogió de hombros.
-Aún quedan otras audiciones, no es como si fuera parte de la empresa...
-¡Pero vas a lograrlo! ¡Sé que lo harás!
El muchacho me miró de golpe y yo me mordí el labio inferior con fuerza. ¿Qué hacía? ¿Por qué me mostraba tan contenta? No es que fuera de mi interés tampoco... Sólo que...
Yoongi sonrió de lado y, antes de que pudiera adivinar sus movimientos, se acercó a mí y me dió un rápido beso en la mejilla.
Me miré la mano quemada y traté, con todas mis fuerzas, de que la sangre no se me subiera a las mejillas.
-¿Eso ha sido parte del "perdón"?-pregunté.
-No, ese ha sido el "gracias"-y, diciendo esto, se marchó a su habitación.