It's Not Babysitting

By NellyCrissColfer

13.5K 984 157

Traducción autorizada por anxioussquirrel. AU, tiempo presente. Kurt Hummel tiene 28 años y ha vivido en Nuev... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27

Capítulo 5

589 45 7
By NellyCrissColfer

La segunda semana de estancia de Blaine en Nueva York llegó a su fin; era casi finales de junio. El calor seguía siendo espeso en el aire, volviendo a todo el mundo sudoroso e irritable. Pero Blaine se sentía ansioso y nervioso de una manera que no tenía nada que ver con el clima.

Desde aquella noche con Kurt en el teatro, era muy difícil para él quedarse quieto. De modo que siguió ideando maneras de mantenerse ocupado.

El lunes, se enfocó en lugares con música en vivo; cafés, restaurantes, bares de karaoke. Pedía un café o un refresco y charlaba con la gente, sorprendido con la cantidad de lugares en esta ciudad que ofrecían la oportunidad de cantar y tocar. En ciertos días, podías simplemente venir y cantar, sin importar lo aficionado que eras. Blaine se prometió intentarlo pronto, y la mera perspectiva de hacerlo era estimulante.

El martes, exploró el metro. Viajó toda la longitud de algunas líneas, se bajó en paradas aleatorias y trató de encontrar algo interesante en todas partes: edificios singulares, un bonito parque, una hermosa vista, una gran tienda de música. Le daba todo tipo de imágenes y recuerdos para llevar a casa esa noche, y sin embargo, tan agotado como estaba, todavía tenía problemas para conciliar el sueño.

El miércoles, fue el turno del arte. Hizo una lista de las exposiciones para ver este verano, y ya que requería mucho más que sólo un día de su tiempo, comenzó con los que tenían el recorrido más corto. El día estaba ocupado y lleno de cosas bellas, interesantes y simplemente extrañas, pero a medida que se acercaba al apartamento de Cooper esa noche, todavía se sentía como que algo le faltaba. Incluso sabía lo que era. Sin pensarlo mucho, se volvió y se dirigió hacia la casa de Kurt en su lugar.

El piano. Echaba de menos tocar después de un descanso de cinco días.

El apartamento estaba a oscuras y en silencio cuando entró, sin el sonido revelador de una máquina de coser o el murmullo de Kurt que fluía a través de la puerta de su estudio. No fue una gran sorpresa, Kurt le había dicho el sábado que no iba a tener tiempo para reunirse con él por lo menos durante varios días. Pasaba todo su tiempo de esta semana en la creación de algunos muy elaborados vestidos de varias capas. Tenía dos costureras para ayudarlo, por lo que había planeado trabajar en su taller del teatro durante el día. Blaine sabía todo acerca de él, y en realidad no había esperado ver a Kurt aquí. Aún así, se había sentido un poco decepcionado. Okay, muy decepcionado. Lo que era una tontería.

Sacudió la cabeza para mover sus pensamientos hacia otra dirección. Funcionó por un tiempo, pero después de diez minutos de atención, se dejó llevar en las olas de la música y su mente se fue a un tema que había estado rondando por su mente constantemente hacía un par de días.

Echaba de menos a Kurt.

Y no sólo de esa manera simple y fácil en que echas de menos a un amigo, como cuando ese amigo está en casa enfermo durante una semana y no tienes a nadie con quien intercambiar notas en una clase aburrida o con quien ir a tomar un café. No. Esto era como un dolor persistente e imposible de localizar. Como una vibración constante en su cerebro, como si no pudiera relajarse porque algo importante faltaba. Lo mantenía despierto y lo hacía detenerse y girar en medio de la calle más de una vez en los últimos días, porque pensaba que había visto la forma graciosa de Kurt, o el azul tormentoso de sus ojos; pensaba que había oído su risa.

Era agotador. Y tan, pero tan estúpido.

Blaine apretó los dientes y se puso a tocar la nueva y muy difícil pieza de la partitura que había dejado ahí la semana pasada. Era una buena distracción incluso si no llenaba el hueco que dejaba el anhelo, pero por ahora era suficiente.

Se había enamorado de un hombre que nunca podría tener... ¿y qué? Lidiaría con ello.

Y entonces llegó el jueves, y algo sucedió, y Blaine se quedó confundido y aterrorizado, desgranando su cabeza, y con su corazón latiendo con fuerza por el pánico, la ansiedad, y tal vez un poco de esperanza. Y mientras estaba sentado en su habitación más tarde esa noche, temblando, solo y volviéndose loco con el huracán de emociones, sólo había una persona que sabía que podía entenderlo y no juzgarlo, y tal vez incluso ayudarlo.

Con dedos temblorosos, Blaine se desplazó a través de su libreta de direcciones, hasta que lo encontró.

Kurt Hummel

Él escribió un breve mensaje de texto, pulsó Enviar y esperó.

-8-8-8-8-8-

Un mensaje de texto entrante sobresaltó a Kurt alrededor de las 2 am, cuando estaba acurrucado en un sillón con la tercera copa de vino tinto en la mano, celebrando el hecho de que los horribles vestidos estaban casi terminados. Curioso, buscó su teléfono, la mayoría de las personas que conocía estaban bien dormidas en este momento, o estaban de camino a la cama, por lo menos en días laborables.

Bueno, al parecer Blaine no era como la mayoría de las personas que Kurt había conocido, en más de un sentido.

Blaine Anderson: ¿Qué tan ocupado estás esta noche?

Kurt tecleó una respuesta.

No críticamente. ¿Por qué?

La respuesta no se hizo esperar.

Blaine Anderson: Necesito hablar con alguien.

Kurt frunció el ceño. Si hubiera sido cualquier otra persona, sólo estaría ligeramente preocupado. Pero en este caso, en realidad ya estaba muy preocupado. Blaine dudaba en pedir ayuda incluso cuando lo necesitaba. Y a pesar de que sabía que muy probablemente Kurt estaría todavía enterrado en el trabajo, había envió un mensaje, lo que significaba que algo tenía que estar muy mal. Esperaba que el chico no estuviera en problemas. Dios sabía que los problemas eran fáciles de encontrar en esta ciudad, especialmente por la noche. Espera, ¿estaba Blaine en casa, o por lo menos en algún lugar seguro? Él respondió rápidamente.

¿Quieres venir?

Blaine Anderson: Voy en camino.

Kurt apenas había terminado su vino, lavado el vaso y arreglado un poco la cocina antes de que hubiera un suave golpe en la puerta. Blaine parecía ileso cuando saludó y entró en la iluminada sala de estar, pero Kurt sabía que eso no necesariamente significaba que estaba bien. Lo observó más de cerca, notando los detalles: los suaves rizos de su cabello con apenas un toque de producto, el ceño fruncido, la postura encorvada. Sí, Blaine Anderson era sin duda uno niño con problemas esta noche. Y si había llegado a Kurt, y no a Cooper, ¿significaba que se había enredado en algo que Kurt podría entender mejor?, ¿o que sabía que no se atrevería a decirle a su hermano?

No. No tenía qué suponer nada. Blaine le diría si quisiera, y a su debido tiempo. Que no parecía ser en cualquier momento cercano. Eso estaba bien, Kurt no iba a curiosear; él conocía la dificultad de abrirse a otras personas con sus problemas. En lugar de permanecer inmóvil, dejó a Blaine jugueteando con una manta de felpa en el respaldo del sofá y se fue a la nevera.

— Tengo agua, jugo de uva, Coca-Cola Light y vino. ¿Qué te ofrezco?

— Coca-Cola, por favor.

Incluso la voz de Blaine estaba apagada esta noche, suave. Se veía como si no supiera qué hacer con él mismo, y Kurt tuvo una idea. Sacó la coca y una botella de agua con gas para él mismo, y le indicó a Blaine que se pusiera sus zapatos.

— Vamos, te voy a mostrar algo.

Varios tramos de escaleras y una escalera de mano después y estaban en el techo. Kurt cerró la puerta detrás de él y le sonrió a Blaine, quien se quedó allí, claramente encantado con la vista.

— Vengo aquí a veces, cuando tengo que pensar, o simplemente para alejarme de todo y de todos.

Puso sus bebidas en el suelo y se apoyó contra la pared de ladrillo que daba hasta la cintura y que recorría el borde de la azotea. La vista siempre le quitaba el aliento, sin importar el tiempo que llevaba viviendo en la ciudad.

— Es tan hermoso. —Había admiración en la voz de Blaine, una especie de asombro mientras permanecía de pie junto a él.

— Lo es.

Todavía faltaban horas hasta el amanecer, ya pesar de que las estrellas se habían desvanecido en contra de la iluminación de la ciudad que nunca dormía, la luna estaba todavía clara sobre los rascacielos distantes, frágil y delgada en su cuarto creciente. Era tranquilo, y después de un tiempo, Kurt escuchó a Blaine tomar una bocanada de aire.

— Estuve en Central Park desde muy temprano en la mañana, —comenzó, todavía mirando a la distancia, a la gran ciudad de luces extendiéndose delante de ellos.— Quería caminar, ver lo más que pudiera, y luego acomodarme en algún lugar y relajarme.

Kurt asintió. Lo había hecho con regularidad en su primer año aquí, y muchas veces desde entonces. Blaine continuó, todavía sin mirarlo.

— Por la tarde, me encontré con un lugar agradable para descansar. Había una chica que tocaba el violín en un callejón; ella era realmente buena. Deposité algo de dinero en el estuche de su violín, y luego me senté en la hierba bajo un árbol, donde todavía podía oír la música. Leí un poco, luego comencé a escribir en mi diario.

Blaine miró a Kurt, como para comprobar su reacción. Más tranquilo al no ser juzgado, tomó la coca, la abrió y bebió un poco, buscando evasivas.

— La música debió haberse detenido en algún momento, pero no me di cuenta de ello hasta que la chica se sentó a mi lado. Ella parecía agradable, así que empezamos a hablar. Se llamaba Meg. Resultó que es estudiante de último año como yo, y que también quiere estudiar música el año que viene, y ya que ella vive aquí, sabe todo sobre los mejores programas. Teníamos mucho de qué hablar. Quiero decir, sólo de música, se sentía muy bien charlar con alguien tan apasionado de la música como yo. Debimos haber hablado durante una hora, tal vez más, antes de que me dijera que tenía que volver a tocar, y entonces... —Blaine se detuvo y dio un suspiro tembloroso.— Ella me besó. En los labios, y no sólo un besito, Kurt. Yo estaba tan sorprendido que ni siquiera reaccioné cuando ella tomó mi mano y escribió su número en ella, me dijo "Llámame" y se fue.

— Esa es una chica atrevida. —comentó Kurt, aunque sólo fue por decir algo. No era claramente todo porque Blaine todavía estaba luchando para decir más, pero en ese momento Kurt se sintió más tranquilo. Ya podía adivinar lo que iba a ser, y no se equivocaba.

— Pero Kurt, ¡se sintió bien! —Blaine sonaba desesperado, como si admitiera un grave pecado.

— Bueno, se supone que besar se debe sentir bien, ¿no es así?

Ahora que sabía con lo que estaba lidiando, Kurt se relajó. Blaine estaba a salvo, y la situación, mientras que sin duda era confusa para él, no era nada que Kurt -ni Sebastian, si fuera necesario- pudieran ayudarle a resolver.

— Bueno, sí, pero... Kurt. Siempre he asumido que soy gay, era... bueno... un poco obvio, pero ¿qué tal si realmente soy bisexual? Nunca he intentado salir con una chica, ¿qué tal si he construido toda mi vida en una mera suposición? ¿Qué pasa si no soy quien yo creía ser?

La voz de Blaine sonó temblorosa, se cruzó de brazos con fuerza, a la defensiva. Kurt pensó en las preguntas reales que Blaine no expresó.

¿Qué tal si fui intimidado, golpeado y odiado por ser alguien que no soy?

¿Qué tal si hubiera podido tener el amor de mi padre después de todo, si me hubiera esforzado un poco más?

Kurt estaba bastante seguro de que no era así, aunque sólo hubiera sido porque Blaine estaba tan conmocionado por esa posibilidad, lo que demostraba que ni siquiera había pensado en las niñas de esa manera, pero él no era de los que suponían -o juzgaban- en ese aspecto.

— ¿Era sexy? —preguntó, y la expresión atónita de Blaine debió ser respuesta suficiente.

— ¿Qué?

— La niña, Meg... ¿era sexy? Ustedes dos hablaron durante un tiempo, tuviste tiempo para mirarla.

Blaine frunció el ceño. El esfuerzo de imaginarla claramente era visible en su rostro.

— Um. ¿Tenía bonito cabello? Largo y rubio... Y ojos verdes.

— ¿Te sentiste atraído por ella? —continuó Kurt.

— No, pero... —parecía perdido para las palabras.

— Cierra los ojos. Trata de imaginar a una chica atractiva -bueno, a cualquier chica- en una situación sexual. Tómate tu tiempo. —Kurt le sugirió con suavidad. Se quedó en silencio durante dos o tres minutos, hasta que Blaine abrió los ojos.— Ahora haz lo mismo con un niño que consideres sexy.

La espera fue más corta, pero después de todo, Blaine todavía parecía preocupado. Kurt preguntó,— ¿Hubo alguna diferencia en lo que sentiste?

Blaine asintió.— Una muy obvia, entre nada y mucho, pero... No lo entiendo entonces. Cuando ella me besó, me sentí como cuando Nathan lo hacía.

Kurt levantó una ceja. Blaine lo miraba fijamente, como pidiendo una respuesta que sólo podría encontrar por sí mismo.

— ¿Quieres decir que te excitó?

Blaine se sonrojó.— Bueno no, fue sólo un beso después de todo. Pero igual de agradable.

— Espera, ¿quieres decir que los besos de tu novio no te excitaban? ¿Qué tal con otros chicos?

Blaine lo miró confundido.— No... Los besos por sí solos, no. Digo... ¿Por qué deberían de excitarme? Eran sólo besos. Y no hubo otros chicos. Nathan fue mi primer novio.

Más tarde, Kurt le echaría la culpa al vino, el alcohol siempre le daba problemas con el control de sus impulsos.

Estaban tan cerca que era muy fácil levantar la mano y ponerla sobre la mejilla de Blaine, áspera con su barba de tres días. Los ojos del muchacho, casi negros en la oscuridad, estaban muy abiertos e incrédulos cuando Kurt dio ese medio paso en su espacio personal y le susurró al oído, lo suficientemente cerca como para que su aliento le hiciera cosquillas.

— No existe tal cosa de "eran sólo besos", Blaine.

Él no presionó. Por mucho que sospechara que Blaine se sentía atraído por él, Kurt era un caballero. Él nunca forzaría nada. Hizo una pausa con sus labios apenas a un suspiro de los de Blaine, y le dejó cerrar la distancia -o alejarse, si así lo deseaba.

Lo cual no hizo.

La suave plenitud de los labios de Blaine era deliciosa, y Kurt se relajó contra él, sintiendo sus fuertes brazos abrazándolo y atrayéndolo más -esos brazos pecaminosamente calientes, unidos a un hombre precioso, inteligente, fascinante...

No. Sólo un beso, Kurt... nada más. Concéntrate, estás tratando de probar un punto aquí.

Él tomó la delantera con facilidad. El beso no era obsceno o abiertamente sexual, pero tampoco era casto. Por un momento, Kurt movió los labios lentamente, lánguidamente contra los de Blaine antes de pasar la punta de su lengua contra el arco del labio superior de Blaine... y sintió sus manos flexionarse contra su espalda cuando se le concedió la entrada inmediatamente. El dulce calor de la boca de Blaine sabía a canela, y Kurt se tomó un largo tiempo para que su lengua bailara contra la de Blaine, y para deslizarla a través de su boca, haciendo que se le entrecortara la respiración. Chupó el labio inferior de Blaine y fue recompensado con un pequeño gemido impotente mientras las caderas de Blaine se sacudían. Kurt sonrió y lentamente se retiró, con un último beso suave y prolongado.

Blaine lucía como la misma definición de chico bien besado cuando se separaron. Respiraba pesadamente, con las mejillas lo suficientemente sonrojadas para notarse bajo la poca luz, y sus labios ligeramente hinchados. Todavía se aferraba a la parte posterior de la camisa de Kurt. Se veía tan tentador que Kurt apenas pudo contenerse de fundirse de nuevo en otro beso. Pero no estaba lo suficientemente borracho como para tirar toda la razón al viento. Lamentablemente.

Sonrió en su lugar, y las manos de Blaine se relajaron en su espalda, liberando de mala gana su agarre.

— Así era como debía sentirse un verdadero beso, diría yo. Y para que conste, no estoy diciendo que seguramente no eres bisexual, o que no habría nada de malo si lo fueras, porque...

— Soy gay. Cien por ciento gay. —Blaine parecía conmocionado, pero aliviado.

— Lo eres.

— Oh, estoy seguro. Tan seguro como el hecho de que, por lo visto, apenas había química entre Nathan y yo. Oh Dios. Kurt... ¿te importaría si me voy ahora? Creo que necesito procesarlo todo. Yo... sólo...

Parecía a punto de estallar con sobrecarga emocional y Kurt asintió.

— Claro. Anda, bajemos juntos.

No hablaron mientras bajaban las escaleras, pero Blaine se detuvo junto a la puerta del apartamento de Kurt y le tocó el hombro con una mano suave y tímida.

— Kurt... Gracias. Realmente me ayudaste con esto. ¿Podemos reunimos para cenar mañana o todavía estás ocupado? Voy a cocinar, así que tal vez incluso Cooper estará en casa a tiempo.

Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Kurt. Había echado de menos sus momentos compartidos los últimos días.

— Por supuesto. Sólo déjame saber a qué hora y ahí estaré.

...

Cooper aún no estaba en casa cuando Kurt llegó cerca de las ocho la siguiente noche.

— Dijo que sólo se tardaría una hora más, —comentó Blaine después de abrir la puerta para que Kurt entrara.— Bueno, él se lo pierde. Estoy haciendo pimientos rellenos, deben estar listos en diez minutos.

Un delicioso aroma ya estaba impregnando el aire cuando Kurt se instaló en la mesa de la cocina, bebiendo un vaso de agua helada. Observó a Blaine moviéndose alrededor de la cocina, canturreando mientras terminaba los preparativos con la facilidad de alguien acostumbrado a cocinar. Otra sorpresa, y Kurt honestamente se preguntó cuántas cosas más tenía el chico bajo la manga.

— Parece que eres bueno en la administración de la cocina, —le sonrió cuando Blaine se apoyó en el mostrador opuesto, tomando un sorbo de jugo de naranja.

— He aprendido con los años. Mis padres no son realmente del tipo que cocina. Son de los que comen afuera o piden algo, y por lo general sólo me dejan el dinero para hacer lo mismo, y son tantas las veces que puedes comer pizza o comida china de los mismos lugares, que ya hasta te sientes enfermo sólo de pensar en ello. Así que me enseñé a cocinar lo que me gusta. Es agradable ser capaz de cuidar de ti mismo.

La primera reacción de Kurt fue decir que los adolescentes no deberían tener que cuidar de sí mismos en cosas tan básicas como la comida hecha en casa, pero se lo pensó mejor. Por mucho que lo intentara, no podía arreglar el mundo. No todo el mundo era bendecido con una familia como la suya.

En cambio, sólo observó a Blaine, tratando de evaluar su estado de ánimo después de los acontecimientos de la noche anterior, y se sintió aliviado al verlo descansado y relajado, no había evidencia visible de una noche difícil. Pues, muy bien. Tal vez un poco sorprendido, pero no obstante, era algo bueno. Ya era suficiente con que él no hubiera podido dormir bien después de su... conversación en la azotea. Incluso ahora, se sentía culpable cada vez que miraba a Blaine.

No, no porque se hubieran besado... no había sido como si él hubiera forzado las cosas, y un beso era simplemente un beso. Se podía besar a un extraño en un club, o a su mejor amigo, y no necesariamente significaba algo.

Ni siquiera era porque -después de darle vueltas durante más tiempo, plagado por las imágenes de los labios de Blaine y los pensamientos de lo bien que se sentirían, y lo perfectos que se verían alrededor del miembro de Kurt- finalmente se había rendido y se había regalado un rápido y desordenado orgasmo fantaseando con un chico en quien no debía pensar de esta manera; algo a lo que se había resistido a hacer incluso después de la prueba de vestuario en el teatro el sábado pasado.

No, el problema era que el impulso, la urgencia y la fascinación no se habían ido como se suponía que tenía que haber sido después de rendirse, y en el momento en que Blaine había abierto la puerta esta noche, Kurt había querido atraerlo en otro beso, y luego liberarlo de esa ropa indecente y bien ajustada, recostarlo sobre la mesa de la cocina de Coop y mostrarle cuánto más Kurt podía darle.

El problema era que con cada palabra que salía de la boca de Blaine, Kurt recordaba ese pequeño gemido y deseaba oírlo otra vez, oírlo más fuerte, escuchar a Blaine desmoronarse bajo sus dedos y sus labios.

El problema era que Kurt se había puesto duro desde el momento en que había entrado en el apartamento, y cuando Blaine se inclinó un momento después a sacar la comida del horno, tuvo que morderse el labio para no gemir, positivamente desesperado por pasar sus dedos por ese trasero redondo y perfecto. Desesperado por colarse bajo esos pantalones vaqueros oscuros... y más profundo, en el fondo, para desmoronar completamente a este muchacho, como nadie nunca lo había hecho.

Dios, ¿quién se iba a imaginar que Kurt tenía una cosa por los vírgenes? Porque eso tenía que ser, ¿verdad? La fruta prohibida, el deseo de mostrarle a Blaine los placeres de todo lo que Kurt sabía...

Dios, necesitaba tener sexo.

...

— Quería preguntarte algo sobre lo de anoche, —empezó Blaine mientras se sentaban a comer un momento después, y Kurt se puso tenso. Esperaba que Blaine no le preguntara lo que significó para Kurt, porque ahora mismo, ni él estaba seguro.— ¿Fue en serio lo que dijiste?

Oh. Entonces no era acerca del beso.

— Sí. ¿Qué parte? —Él respondió sin vacilación y Blaine hizo una mueca divertida.— ¿Qué? Claro que quise decir todo lo que dije, pero si quieres que explique detalladamente algo en particular, necesito saber de qué parte estás preguntando.

Blaine asintió y comió un poco de su pimiento antes de contestar.

— Tú dijiste que incluso si fuera bisexual, no habría nada de malo en ello.

— Por supuesto que no habría nada de malo. ¿Qué cambiaría? —Kurt se dio cuenta de la trampa de la gramática utilizada con indiferencia y se apresuró. Muy bien.— Quiero decir que podría cambiar un poco para ti, obviamente, y te tomaría algún tiempo acostumbrarte, ¿pero aparte de eso? Somos lo que somos -gays, heterosexuales, bisexuales, pansexuales, transexuales, asexuales o cualquier otra cosa- y está bien.

— Un montón de gente no estaría de acuerdo. —Blaine estaba jugando con un grano de arroz, moviéndolo alrededor de su plato.

— Lo sé. —dijo Kurt en voz baja.— Pero la cuestión es que no tienes que encajar en las expectativas de otras personas, o incluso declarar y nombrar lo que tú eres por su bien. Lo que tú crees es lo que importa. La única aceptación que realmente necesitas es la tuya.

— Sin embargo te quedas solo cuando no eres aceptado por la mayoría. —Blaine aún no lo miraba.

— Lo sé. —Oh, claro que él lo sabía.— A veces nos lleva un tiempo encontrar personas que nos aceptan y nos aman tal como somos, y no me refiero sólo a la parte sexual, sino a nosotros por completo, pero al final, cada minuto de espera vale la pena.

— Creo que estoy empezando a aprender eso.

Blaine lo miró por fin, con los ojos brillantes y llenos de fervor. Estaba tratando claramente de sonar indiferente, pero sin lograrlo. Kurt sintió que algo se le atoraba en la garganta ante la vulnerabilidad de su rostro confiado. Estiró la mano y la puso sobre la de Blaine.

— Me alegra escucharlo.

Continue Reading

You'll Also Like

106K 4.2K 35
donde 𝗔𝗚𝗨𝗦𝗧𝗜𝗡𝗔 se enamora del piloto chamuyero de fórmula uno; donde 𝗙𝗥𝗔𝗡𝗖𝗢 se enamora de la chica que deseo desde siempre. 𝘿𝙚𝙨𝙙𝙚...
123K 22.2K 41
" Me cuesta entender lo mucho que cambió mi vida, me ha vuelto alguien liberal, me ha vuelto un esclavo de su seducción, jamás había visto a un hombr...
64.8K 4.7K 60
. 𝖶𝖾 𝗐𝖾𝗋𝖾 𝗇𝖾𝗏𝖾𝗋 𝗂𝗇 𝗍𝗁𝖾 𝗽𝗮𝗿𝗸 𝖳𝖺𝗅𝗄𝗂𝗇𝗀 𝗈𝗇 𝖺 𝗌𝖾𝖾𝗌𝖺𝗐, 𝗍𝖾𝖾𝗍𝖾𝗋𝗂...
225K 33.9K 69
Yoongi un alfa que nació en una familia adinerada, en la cual tenían esclavos. Esta historia se basa en el siglo XV donde la venta y compra de esclav...