El Cuaderno De Las Cincuenta...

By Writtingthings

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¡Vaya! ¡Veo que encontraste mi cuaderno! Lo escribí durante una aburrida clase de... Bueno, eso no importa. ... More

Historia N°1 - El Chico Del Tejado.

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"Esta historia la escribí para mi clase del Desarrollo del Pensamiento y La Creatividad, va enlazada a la foto en Multimedia. Tanto la historia como la foto son de mi autoría, por lo tanto si la copias vas a recibir cargos legales por plagio. Espero disfrutes la historia, xoxo

-Anónima"

Era una noche fría de mayo en un suburbio frente al mar, cuando las lágrimas de Lana caían despavoridamente por sus mejillas cargadas de tristeza, enojo y decepción, ¿La razón? Brenner, el amor de su vida.

Brenner no era su novio, ni siquiera su pretendiente. Brenner era su mejor amigo, y tal vez ese era el problema. Lana quería a Brenner como algo más, pero Brenner sólo la miraba como su mejor amiga.

Aún Lana recordaba aquellas palabras de esa tarde cuando lo confesó en el patio del colegio.

- Lanita, yo te quiero como hermanita - Contestó él a tan sorprendente confesión.
- Pero Brenner, yo te quiero como algo más - Respondió ella con la voz entrecortada casi al borde del colapso emocional.
- Lo , pero Lana - La tomó del mentón - Yo te quiero mucho, pero no de esa forma.

Las lágrimas de Lana bajaban en cantidades grandes por sus mejillas mientras recordaba aquellas palabras, no podía llorar en su cuarto porque su familia la escucharía y la bombardearían con preguntas acerca de su situación, por eso decidió subir al tejado de la casa de dos plantas a llorar porque sabia que allí nadie la escucharía, o al menos eso ella pensaba.

De repente, una mano extendió un pañuelo amarillo mientras ella sollozaba con la cara sobre las rodillas. Ella tomó confundida el pañuelo, y cuando subió la mirada, notó la presencia de este muchacho al lado de ella ofreciéndole el pañuelo, e inmediatamente dejó de llorar. Lana lo miró confundido.

- Eh... Tienes esa cosa que ustedes se echan en los ojos regada por toda la cara - Dijo él tratando de mejorar la situación. Esto hizo que Lana soltará una pequeña risa.
- Se llama Rímel - Dijo limpiándose la cara con el pañuelo - Y gracias, creo que lo necesitaba.

Sin preguntarlo, el chico tomó asiento al lado de ella. Lana lo miró confundida.

- ¿Qué estás haciendo? - Preguntó confundida.
- Sueltalo, dilo todo - Respondió él.
-¿Qué? - Volvió a preguntar confundida.
- ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás llorando? - Preguntó él.
- ¿Disculpa? - Preguntó.
- No te disculpes, solo dime.
- ¡No! - Exclamó ella - Me refiero a qué te hace pensar que te diré algo cuando apenas te acabo de conocer, y mucho menos quien eres, o sea, quién sabe si eres un homicida o algo por el estilo - Reclamó ella.
- Bueno... - Se rascó la nuca - Por los momentos soy tu vecino, vivo en esa casa de ahí - Señaló la casa de al lado - Apenas me mudé la semana pasada. Y soy Noah - Extendió su mano.
- Lana... - Tomó su mano - Pero no has contestado mi pregunta, ¿Qué te hace pensar que te diré lo que me pasa cuando apenas te acabo de conocer?
- Pues... No veo a otro imbécil por aquí ofreciendo pañuelos y dispuesto a escuchar - Ella lo miró con una pequeña sonrisa - Así que dime qué pasa.

Lana respiró hondo y suspiró, y luego contó todo. Mientras se expresaba, Noah la escuchaba atentamente y con cuidado mientras ella decía toda la historia con Brenner. Cuando terminó, Noah se levantó y la ayudo a levantarse para cada quién irse a su casa.

- Escucha... - Dijo limpiándose las manos de los pantalones de pijama que tenia - No deberías darle a demostrar a ese chico que te afecta. Ni merece tus lágrimas, deberías ir mañana a la escuela y cuando te vea, no le prestes atención. Verás que comenzará a notarte si lo haces. Mientras mas lo ignores, más atención te prestará ¿Vale? - Ella asintió.
- Está bien, bueno, yo debería irme a mi casa - Ella hizo un ademán alejándose hacia el piso donde estaba su habitación.
- Descansa - Él también se despidió mientras se alejaba.
- ¡Oye! - Exclamó ella - ¿Mañana a la misma hora?
- Seguro - Asintió él con una leve sonrisa.

Pasaron dos meses, y ellos se fueron acercando más y más. Ella siempre subía al tejado al igual que él, se sentaban a hablar sobre cualquier cosa, desde que hicieron en el día hasta cosas sobre el espacio y la física. Solían subir desde las nueve de la noche y se quedaban ahí charlando hasta las cinco am, así tuvieran que dormir solo dos horas para ir a clases. Noah siempre estaba atento a todo lo que Lana tenia para decirle a pesar de todo lo que estaba pasando en su vida.

Noah era un chico con problemas, demasiados problemas diría él. Desde que se levanta parecía que la vida tenia un problema nuevo que darle, desde su familia hasta su escuela, todo era problemas. Esto lo había conllevado a intentar quitarse la vida varias veces sin éxito alguno. Pero a pesar de todos los problemas que acarreaba, él los hacia a un lado para escuchar a Lana y aconsejarla, porque algo dentro de él, tal vez en su corazón, hacía querer hacerlo. Mientras Lana hablaba, Noah se daba cuenta de los pequeños detalles que la caracterizaban como cuando se reía y arrugaba la nariz, los múltiples lunares en su cara y las lindas pecas de sus pómulos, o aquellos grandes ojos pardos que miraban siempre fijos hacia el frente, o un pequeño lunar en su labio superior que a Noah le daba deseos de besar. No era un secreto que Noah empezara a tener sentimientos por Lana, desde aquella noche en el tejado él se sentía diferente y seguro con ella. Pero él no se atrevía a decírselo, porque apenas habían pasado dos meses, y era muy temprano para alguna tonta declaración de amor, lo cuál lo ponía algo triste porque tal vez Lana seguía enamorada de Brenner.

Pero las cosas no eran diferentes en la cabeza de Lana, a ella le parecía muy atractivo Noah, pero fuera de lo físico y externo, Lana empezaba a querer a Noah por ser alguien de sentimientos puros y dedicación increíble. Lana jamás había conocido a alguien tan sincero, bondadoso y buena persona como Noah, por lo que le empezó a gustar. Pero tenia miedo, no quería que la experiencia que pasó con Brenner volviera a repetirse, y especialmente porque ella apreciaba mucho a Noah y no quería que la abandonara. Porque si la abandonaba, ya nadie estaría a su lado cuando se sintiera mal.

Llegó el mes siete: Un ocho de Noviembre. Habían pasado muchas cosas en la vida de los dos. Por un lado, los sentimientos se intensificaban pero por el otro, los problemas también. Ellos debían tomar decisiones que cambiarían sus rumbos para siempre. Y una, lamentablemente no terminaría bien.

La noche de ese ocho de Noviembre, Lana subió con un poco de dificultad al tejado, esperando que Noah estuviera arriba para contarle cosas increíbles que encontró en un libro de la biblioteca. Mientras subía, Lana escuchó sollozos en una de las ventanas de la casa de Noah pero no le prestó atención, tal vez era su hermanito teniendo una pesadilla. Subió decidida, porque no era fácil, pero había tomado la decisión de decirle a Noah los sentimientos que sentía por él. Cuando terminó de subir, en vez de encontrarse con Noah, No encontró nada salvo una hoja de papel con una roca encima. Tomó la nota en sus manos y la leyó.

"Lana,

Te pido disculpas por lo que va a pasar ahora. Lamento muchísimo no poder subir de nuevo al tejado a escucharte a hablar sobre las maravillosas cosas que tenias preparadas para mi. Lamento muchísimo no poder a volver nuestras manos o sentarme a tu lado a mirar las estrellas hasta que salga el sol. Lamento mucho no poder decirte lo mucho que me gustas y que me has llegado a importar mucho durante estos meses. Te escribo esta nota porque he decidido poner fin a mi vida, ya estoy harto de tantos problemas Lana, mi vida es un solo problema y esta es la manera más efectiva de darle fin a todo. Perdoname porque ya no podré estar contigo, pero me voy con la satisfacción de que estuve para ahí ayudandote a superar los tuyos y que no acabaras como yo, solo. Te quiero, y prometo seguir cuidándote desde el cielo.

- Noah"

Lana estaba en shock, jamás se imaginó en su vida que Noah tenía tantos problemas como para acabar con su vida. Tomó la pequeña nota y la presionó contra su pecho mientras daba algunos pasos hacia el final del tejado donde se conecta con el vacío del mar, en la riesgosa cornisa, respiró profundo y con muchas lágrimas rodando por sus mejillas recitó...

- No Noah, te equivocas, no estabas solo.

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