Stiles contempló el techo con cara de satisfacción. Estaba justo en ese momento post orgasmo de calma total que sabía que, a no ser que se moviera enseguida, conseguiría que se quedara dormido en cuestión de segundos.
Y de momento estaba de acuerdo con seguir el plan. Sobre todo si a su lado tenía un muro de calor increíblemente confortable y sexy como el que tenía.
Soltando un suspiro de satisfacción total, se colocó de lado para contemplar en condiciones a dicho muro de calor confortable y sexy, y que desde los últimos 30 minutos también era su prometido.
Dios mío. Estoy prometido con Derek Hale
Sabía que daba igual cuántas veces lo dijera, necesitaría mucho tiempo para poder creérselo. Por mucho que estuviera viendo y tocando aquel anillo que era prueba directa de aquel hecho... casi milagro; o que hiciera lo mismo con el otro anillo parejo que Derek tenía en su dedo.
Pero la contemplación de las alianzas y el convencerse de que aquello era real, de pronto pasó a un segundo plano.
Porque Stiles acababa de captar lo que no podía ser sino considerado como otro milagro.
Apoyando la cabeza en la mano, se incorporó en la cama para contemplar con más descaro al hombre. Y Derek, que a esas alturas ya estaba más que acostumbrado a que Stiles le mirara sin ninguna sutileza (ya lo hacía antes, cuando en teoría debería tenerle miedo, con lo que ahora era absurdo criticarle por ello), se limitó a cerrar los ojos y dejar que Stiles siguiera espiándole hasta que se cansara.
Pero el Alfa también debía estar en su momento post orgasmo, pues sino no se explicaba que realmente creyera que guardar silencio iba a conseguir que Stiles se cansara.
O que dejara de hablar.
- ¿Qué ha sido eso? – preguntó con curiosidad y un deje de cachondeo.
Derek no se molestó en cambiar de posición ni en abrir los ojos.
- El qué.
- Sabes perfectamente el qué.
- No sé de qué estás hablando.
Pero la impasibilidad del hombre logró que Stiles se excitara aún más.
- Oh, Dios mío. Lo has hecho – le zarandeó el brazo, obligándole a que le prestara atención - El imperturbable Derek Hale ha ronroneado.
- Lo que tú digas – murmuró sin apenas separar los labios.
- No intentes negarlo, oh gran Alfa – dio más fuerza a sus zarandeos, viendo que de momento no estaba consiguiendo nada - Reconoce que has ronroneado como un gigantesco y dulce gatito.
Finalmente Derek se cansó de que le menearan, y renunció a su intento de echarse una siesta.
Soltando aire muy lentamente al tiempo que abría los ojos, se colocó de lado para tener frente a frente a Stiles. Un Stiles que evidentemente ya no estaba en su momento de relajación post coital, porque sus ojos estaban abiertos de par en par, y la mueca que tenía en los labios era casi ridícula.
- En el caso de que sea así, que no lo es, simplemente es satisfacción porque por una vez las cosas...
- ¡No lo digas!
El tono de chico, pese a seguir siendo de excitación, en esta ocasión vino acompañado de cierta preocupación. Una preocupación que también era visible en sus pupilas marrones, increíblemente dilatadas.
Por fortuna, Derek ya estaba habituado a los cambios de personalidad del chico. Por ello, ni siquiera se molestó en intentar averiguar por su cuenta qué podía haber ocurrido para que le diera aquel repentino ataque de pánico.
- ¿Qué?
- No lo digas. No termines esa frase.
- ¿De qué leches estás hablando? – gruñó, sintiendo que le empezaba a doler la cabeza.
- Es como cuando dices que las cosas han sido demasiado fáciles. Es decirlo y todo se estropea.
- ¿Lo estás diciendo en serio? – levantó su ceja de incredulidad - Sólo porque diga que las cosas están bien se van a estropear.
- ¡Te dije que no lo dijeras! – le dio un puñetazo en el brazo.
- Dios Santo, Stiles. No puedo creer que...
La frase quedó interrumpida de golpe, y el Alfa dirigió la vista hacia el enorme ventanal que había en la otra parte del loft.
- ¿Qué pasa?
- Tu padre.
- ¡Qué!
- Está abajo. Acaba de aparcar el coche.
- ¡Lo ves! - le dio otro puñetazo - Te dije que no lo dijeras.
- Me estás diciendo que crees que sólo porque haya dicho una palabra, he conseguido que de repente tu padre se haya teletransportado desde su casa hasta aquí – apretó los labios durante un segundo, al tiempo que subía las cejas de forma descarada - ¿En serio piensas eso?
El cabreo del hombre, un poco más evidente que antes, consiguió que por una vez Stiles pensara antes de hablar.
- Yo... Suena un poco ridículo, la verdad.
- Vístete y ayúdame a hacer la cama – comentó Derek, ya poniéndose los pantalones.
- No creo que le vaya a importar que esté un poco desordenado el apartamento, la verdad.
- ¿Tú crees? – volvió a levantar la ceja – Entonces no le importará ver que la única cama que hay aquí está desecha, como si las dos únicas personas que hay aquí no hubieran hecho nada en ella.
- Oh Dios – Stiles empezó a colocar las sábanas – Date prisa.
En un minuto la cama estaba impoluta, como si nada pecaminoso hubiera ocurrido en ella, y Stiles estaba terminando de colocarse la camisa. Se dio cuenta de que era la misma camisa manchada de sangre y dudó en coger una nueva.
Pero no hubo tiempo para eso.
El timbre sonó y Derek ya estaba dirigiéndose a la puerta.
Antes de que hubiera llegado a ella, Stiles le agarró del brazo.
- Esto... Probablemente tendría que habértelo dicho antes pero... El caso es que mi padre sabe...
- Lo sé. Sé que se lo has contado todo.
- ¿Ah, sí? ¿Y no te parece mal?
- Créeme – musitó, un tanto exasperado - Si me hubiera parecido mal, a estas alturas ya lo sabrías.
- Ponerte borde no va a conseguir que te apoye en esto.
- ¿Es que no vas a apoyarme? – preguntó incrédulo y con cierto deje de... ¿preocupación?
- No me digas que le tienes miedo a mi padre – preguntó con asombro.
- Por supuesto que no – cruzó los brazos en torno al pecho para dar más seguridad a sus palabras - Pero es tu padre y... el Sheriff... Y no se me da bien lidiar con ninguno de los dos.
Stiles sonrió levemente, dándole un breve beso en los labios.
- Mientras que no saques los colmillos, creo que todo irá bien.
Derek fue quien abrió la puerta.
La verdad es que no tenía ningunas ganas de hacerlo.
Nunca se le había dado bien hacer de anfitrión. Más que nada porque nunca antes había tenido una casa de la que poder ser anfitrión, y porque toda la gente que había estado en sus antiguas residencias tenía la mala costumbre de presentarse sin avisar y actuar como si viviera allí. Y no es que a Derek le molestara, pues hasta entonces ni siquiera consideraba aquellos lugares: una casa quemada y una estación de tren abandonada, como su hogar.
Pero ahora que sí que tenía una casa con techo y ventanas, y agua corriente y luz, intuía que las cosas iban a cambiar mucho... Entre otras cosas, que ya no tenía excusas a la hora de recibir visitas.
Sobre todo si su primer invitado oficial era el hombre al que debía tratar mejor que nadie si esperaba que esa visita (y sobre todo la de su hijo), fueran una constante en su vida.
El hecho de que lo primero que encontró Derek al abrir la puerta, fue al Sheriff Stilinski apuntándole con su pistola; no presagiaba nada bueno, la verdad.
Stiles se quedó en blanco y paralizado durante medio segundo.
Todo un record Guiness, por cierto, que indicaba lo extraño que estaba resultando todo.
Stiles miró a su padre y luego a Derek, para acabar de nuevo en su padre.
- Guau. Vale – empezó a hacer aspavientos en el sitio, no del todo seguro si era inteligente acercarse más a los dos hombres - Esto está yendo mucho más rápido de lo que imaginaba.
- Sheriff – saludó Derek con calma. Como si no estuviera siendo apuntado con un arma en la cara por un hombre... Como si no estuviera siendo apuntado en la cara por el padre del adolescente con el que acababa de comprometerse.
Mi vida es surrealista.
- Hale... Te dije que no quería verte cerca de mi hijo.
- Quería asegurarme de que su hijo estuviera bien. Y ha sido él quien ha venido.
- Vale. Por qué habláis de mí como si no estuviera aquí – intervino Stiles - Es de mala educación, ¿lo sabéis?
- No estoy hablando contigo – dijo el Sheriff tras mirarle medio segundo.
- Papá. Te importaría por favor dejar de apuntar a mi novio con esa pistola. Eso sí que es de mala educación.
- Estoy apuntando a un hombre que, hasta donde sé, tiene retenido a un menor de edad... Tengo todo el derecho del mundo a apuntarle y dispararle si le considero una amenaza.
- ¿En serio? – movió las manos para recalcar el "en serio" - ¿Te das cuenta de lo ridículo que suena eso? Sobre todo porque quedan menos de seis meses para que cumpla los 18... Además. En este estado, el consentimiento legal se alcanza con los 17.
- Cállate, Stiles.
- De acuerdo. No quería decirlo porque pensé que resultaría un poco humillante, pero no me dejas opción... ¿Eres consciente de que estás apuntando con una pistola a un hombre lobo? A un Alfa ni más ni menos. Que lo único que conseguirías si le disparas, es que se cabree mucho.
Derek dejó de mirar al Sheriff para centrarse en el hijo del mismo, y mirarle como si fuera una especie en peligro de extinción a causa de su escasa inteligencia.
- ¿Esa es tu manera de convencerle de que no soy el malo? – preguntó muy despacio - ¿Amenazándole con que podría atacarle?
- Yo... Bueno... - se rascó el cuello - He dicho que podrías. No que vayas a hacerlo.
- ¡Callaos los dos! – gritó el Sheriff - Y para tu información. No son simples balas las que tengo. Sino balas de plata.
- Lo dices de coña ¿verdad? – habló Stiles - ¿Balas de plata? ¿Por qué piensas que eso va a hacer algo?
- ¿No sirve? – Derek puso la vista en el techo y se llevó una mano a la frente en gesto cansado. Acababa de comprender lo que era tener a dos Stilinski bajo el mismo techo – Tú, las manos quietas.
- Señor. Sé que tiene muchos motivos para querer dispararme. Pero podríamos tratar esto de manera civilizada.
- Eso – le apoyó Stiles.
- Tú, cállate. Aquí no tienes voz ni voto.
- Hey. ¿Cómo que no tengo voz ni voto? Soy la otra mitad de la relación, ¿sabes? Y básicamente el nexo de unión entre todos los que estamos aquí reunidos. Porque tú eres mi padre, y él es mi novio – señaló con cero educación a los dos hombres - ¿Lo ves? Soy el único que tiene relación a la vez con los otros dos.
- Que quede claro. Tú no tienes ninguna relación con él.
- ¿Ah, no? Me pregunto entonces qué habrá sido lo que hemos hecho en...
- Stiles...
- Vale, ya me callo.
- ¿A él si le haces caso? – preguntó mirando a su hijo, para luego dirigirse a Derek – Y te prohíbo que le hables de esa manera a mi hijo.
- Está bien, papá. No pasa nada. Él puede hablarme así.
- Que él puede... - se llevó una mano a la cabeza, decidiendo guardar por fin la pistola – Dios. Esto es surrealista...
Derek contempló al hombre en silencio, dudando entre echarse a reír o a llorar. Porque surrealista o no, en el fondo entendía lo difícil que le tenía que estar resultando al Sheriff lidiar con todo aquello.
Finalmente, optó por hacer algo que, de paso, le permitiera ganar unos cuantos puntos a su favor. Miró a Stiles y le señaló el sofá, indicándole que acompañara a su padre mientras que él fue a la cocina.
Abrió la nevera y sacó un par de cervezas bien frías, rezando porque John Stilisnki no fuera de los que piensan que la cerveza es una estupidez al lado de un buen whiskey, y anotándose mentalmente comprar una botella del mejor whiskey para la próxima vez... Si es que llegaba a haber otra vez.
Le entregó una cerveza al hombre y la otra la dejó sobre la mesa, lanzando una mirada acusadora a Stiles cuando vio que el chico iba a cogerla.
- Me mentiste – dijo el Sheriff después de haber dado un largo trago.
- Lo sé.
- Me hiciste creer que esa mujer estaba de camino a Philadelphia para alejarme del condado y de mi hijo.
- Tuve que hacerlo. Si se hubiera quedado, habría acabado encontrándola y podría haber muerto.
- ¿Tan incompetente crees que soy?
- Claro que no. Pero ella... - apretó los labios - No se trata sólo de ser un hombre lobo frente a un humano. Ella era cruel y vengativa... - soltó aire por la nariz, furioso - Mató a mi tío. Y él era el hombre más fuerte que conocía.
- ¿Mató a Peter? – preguntó Stiles entonces, en apenas un susurro a causa de la incredulidad. Al asentir Derek, le cogió de la mano y la apretó con cariño – No lo sabía.
El Sheriff observó la interacción de los dos en silencio, sintiéndose repentinamente incómodo. Pero al cabo de unos segundos comprendió que la incomodidad no era tanto por ver a su hijo comportarse así con otro hombre, sino porque no dejaba de ser un momento íntimo entre dos personas que evidentemente se apreciaban.
- ¿Ella también está muerta? – tuvo que preguntar al final.
Derek asintió, los labios una fina línea de los apretados que los tenía.
- ¿La mataste tú?
- Papá... – intervino Stiles entonces.
- No – le interrumpió Derek, girándose hacia Stiles – No tienes por qué excusarme – se dirigió entonces al Sheriff – Sí. Yo la maté – dudó unos segundos antes de seguir – Y lo volvería a hacer.
- ¿Es cierto lo que dijiste? Que ella atacó a mi hijo por ti.
El Alfa tragó con dificultad antes de asentir, bajando en seguida la cabeza.
- No fue culpa suya – explicó Stiles.
- Sí que lo fue – dijo con rabia el hombre, levantando de nuevo la cabeza para mirar al Sheriff – Ella quería hacerme daño, y lo hizo por medio de Stiles... Y jamás me voy a perdonar por ello.
- No – Stiles llevó una mano a la mejilla de Derek y le obligó a girar la cabeza para que le mirara a los ojos – No fue culpa tuya. Pensé que ya habíamos aclarado eso – le habló como si estuvieran a solas, por medio de susurros – Que la única culpable fue ella y que está muerta. Que eso es lo único importante – esperó a que Derek dijera algo, y respondió con rabia cuando el hombre sólo guardó silencio – Por qué contigo no vale. ¡Por qué demonios te tienes que culpar siempre por todo!
Derek no respondió. Probablemente porque no tenía ninguna respuesta creíble que dar, y limitarse a decir "porque sí" sabía que no serviría de nada. Menos aún si a quien se lo decía era a Stiles.
- Está bien – intervino el Sheriff, a quien no le apetecía para nada ser testigo de una discusión entre su hijo y su novio... ¿Y desde cuando se refería a Derek como el novio de su hijo? – Centrémonos de momento en lo que más me preocupa – esperó a que Derek le mirara – Cómo va a afectar todo esto a mi hijo. El ser... un hombre lobo convertido por alguien que evidentemente está mejor muerto... Quiero decir... ¿se va a volver malo?
- No digas tonterías.
- No funciona así – explicó Derek tras recriminar a Stiles con la mirada – La relación que tiene un Alfa con las personas a las que ha mordido puede limitarse tan sólo a convertirlas... Como le ocurrió a Scott con mi tío. Él le mordió pero nunca fue parte de su manada.
- ¿Y eso que significa? ¿Y por qué debe tener manada? Es también un chico con una vida normal, ¿no? Eso no va a cambiar.
- No, no lo va a hacer. Pero si está dentro de una manada, junto a otros miembros, puede ser más poderoso. Más fuerte, más rápido, y su capacidad de curación sería más rápida también.
- Y ahora que la que le convirtió está muerta, ¿cuál es su manada?
- ¿En serio? – intervino Stiles con un deje de desesperación - ¿No crees que la respuesta es un poco obvia? – señaló a Derek y luego a sí mismo – Estoy con el Alfa de la manada... Evidentemente formo parte de su manada y...
Stiles frenó en seco al notar el cambio de ritmo en el latido del corazón de su padre. Derek también lo noto y se acercó un poco más al Sheriff.
- ¿Se encuentra bien?
- Por qué... Qué significa – el hombre no fue capaz de terminar ninguna pregunta, así que no tuvo más remedio que señalar la mano de su hijo. Derek la miró y descubrió lo que tanto había alterado al hombre.
El anillo que seguía llevando en su dedo anular.
- Dios mío – musitó Stiles, tapando el anillo de forma descarada. Como si eso fuera a arreglar algo.
- No es lo que parece – explicó Derek ante la mirada atónita de los dos Stilinski.
- ¿Ah, no? – preguntaron los dos a la vez, con exactamente la misma incredulidad.
Derek prefirió responder primero al padre. Más que nada porque seguía empeñado en ganar puntos con su, esperaba, futuro suegro.
Soy demasiado mayor para esto.
- Señor. Le aseguro que no tengo intención de casarme con Stiles hasta que no hayan pasado un par de años.
- ¡QUÉ! – gritó Stiles, mirando a Derek como si le acabara de salir otra cabeza - ¿Y eso desde cuándo? ¿Y no crees que deberías haberme comentado ese insignificante detalle cuando me pediste si quería casarme contigo? Ya sabes ¿hace media hora?
- ¿Se lo has pedido hace media hora? – le miró el padre del mismo modo con lo que, hipotéticamente, ahora mismo Derek Hale tenía tres cabezas.
Y algo así parecía estar ocurriendo, porque en esos momentos Derek sentía que le iban a estallar las tres.
Cogió la cerveza que había encima de la mesa y, sin hacer caso de la mirada de asombro de los otros dos presentes, se bebió casi la mitad de un trago, dándose tiempo para pensar.
- Primero – miró al Sheriff – Sí. Se lo he pedido hace media hora. Cuando comprendí que no había mejor manera de demostrarle a Stiles lo feliz que era por saber que estaba a salvo y conmigo – se giró entonces hacia Stiles – Y segundo. Ni siquiera me dejaste terminar la pregunta...
- Pero...
- Si me hubieras dejado, te habrías enterado de que lo que quería preguntar era si querías casarte conmigo, cuando fueras mayor de edad, y cuando estuvieras dispuesto a dar el paso.
Stiles se quedó mirándole sin parpadear durante unos segundos.
- ¿En serio? – preguntó con los ojos y la boca muy abierta - ¿Entonces por qué me has dado el anillo? ¿Significa eso que lo tengo que devolver? – se tapó la mano que tenía el anillo con la otra, alejándola del hombre y poniendo un puchero – Porque no pienso hacerlo. Es mío.
- Stiles – Derek se llevó una mano a la cabeza y cerró los ojos con fuerza – No. No lo tienes que devolver... Es tuyo – negó la cabeza, sintiéndose incapaz de expresarse – No sé. Quería que fuera una especie de símbolo. Para que supieras que, pasara lo que pasase, siempre voy a estar a tu lado... Aunque demos el paso dentro de unos años.
Stiles parpadeó varias veces, habiéndose quedado momentáneamente mudo.
- Joder. Eso es precioso – susurró al final, acercándose a Derek para besarle... Justo al tiempo que el hombre se separaba de él.
Porque una cosa era confesarle su eterno e incondicional amor a su novio delante de su padre, y otra muy distinta besarle delante de él.
Derek carraspeó, intentando hacer un aparte después del momento incómodo... otro más, y se fijó en el Sheriff.
Por su parte, el Sheriff le estaba mirando de un modo más que extraño.
Como si no se creyera nada de lo que estaba pasando.
- ¿En serio quieres casarte con él?
Un incómodo silencio siguió a la pregunta tan directa de John Stilinski.
Y es que ninguno de los dos supo qué responder.
Sobre todo porque se suponía que esa pregunta tenía que ir dirigida a su hijo.
Pero la había hecho mirando a Derek.
- ¡Oye! – Stiles, de nuevo, fue el primero que recuperó el habla - ¿Por qué se lo preguntas a él? Que tu hijo soy yo.
- Sabes muy bien por qué. Hijo.
- Dios. Me siento terriblemente ofendido – levantó las manos al techo y se dejó caer en el respaldo del sofá.
- Responde la pregunta, Derek – siguió el Sheriff - ¿Por qué demonios alguien como tú querría pasar el resto de su vida con alguien como mi hijo?
El Alfa no supo muy bien qué responder. Principalmente porque no tenía del todo claro que no fuera una pregunta trampa.
Al final, decidió confiar en su instinto y decir la pura verdad.
- Sé que Stiles tiene muchas más cualidades de las que parecen a simple vista.
- ¡Oye! – miró con odio a Derek – Se supone que me tienes que apoyar y, ya sabes, decir cosas buenas de mí – hizo un aspaviento – Si tú no me dices que te parece que estoy bueno, quién demonios me lo va a decir.
- Stiles – Derek se apretó el puente de la nariz en gesto de verdadero dolor – Cielo... ¿Realmente quieres que le diga a tu padre que estoy saliendo con su hijo porque pienso que estás bueno? – dejó unos segundos de silencio para que la idea entrara en su cabeza - ¿Como si ese fuera el único motivo por el que quiero estar con su hijo?
- Oh... Eso... - Stiles intentó empezar la frase varias veces – Eso tiene... mucho sentido.
De pronto, una sonora carcajada obligó a Stiles a dejar de boquear como si fuera un besugo fuera del agua. Sobre todo cuando fue consciente de que la carcajada no procedía de Derek sino de su padre.
- Dios mío – musitó el chico para sí, verdaderamente preocupado - Lo he hecho. He vuelto loco a mi padre.
El Sheriff, si era posible, siguió riendo hasta que empezaron a escapársele las lágrimas, y tuvo que dar varias bocanadas de aire porque ya empezaba a dolerle la tripa.
- ¿Estás bien? – preguntó a su padre.
Pero el padre, de nuevo, no se dignó a responder a su hijo. Por el contrario, devolvió la atención a un Derek que observaba atónito la escena... Aunque reconocía que el hecho de que el Sheriff le estuviera sonriendo debía ser buena señal.
- Si estás dispuesto a aguantar esto durante toda tu vida, no puedo por menos que darte mi bendición.
- ¿En serio? – preguntó Stiles pese a que la conversación no iba con él.
- Por supuesto – levantó las manos en señal de paz – Querer hacerlo, y por propia voluntad, demuestra que tienes un buen par. Eso no te lo voy a negar... Así que es lo mínimo que puedo hacer. Darte mi bendición... Y mi más sentido pésame.
- Vale ya, ¿quieres? – refunfuñó Stiles - ¿Debo recordar que también soy un hombre lobo? No deberías reírte de mí.
- Y tú no deberías interrumpir la conversación de dos adultos – cogió la cerveza y miró de reojo a Derek - ¿Verdad?
El Alfa empezó a asentir antes incluso de hablar.
- Sí. Por supuesto – dijo muy, muy serio. Como si le fuera la vida en ello.
Esta vez Stiles ni siquiera se molestó en protestar. Miró a Derek en silencio, exactamente del mismo modo en que el hombre hizo con él tantas veces en el pasado, cuando quería dejarle claro que creía que era un idiota.
Se levantó entonces del sofá y fue a la cocina, dispuesto a preparar la comida. Estaba claro que su padre no parecía tener muchas ganas de marcharse enseguida, y empezaba a estar muerto de hambre. Con lo que no estaría de más hacer algo de comida, y de paso lograr que Derek pasara por otro momento incómodo donde los hubiera: Un almuerzo con su suegro, el Sheriff, y con su prometido.
Y teniendo en cuenta cómo comía Derek, como si fuera un auténtico lobo, apostaba a que sería especialmente vergonzoso.
Pero se lo había ganado con creces.
- Y dice que tienes un buen par – susurró desde la cocina, sabiendo que Derek era el único que podría oírle – seguro.
To Be End...