Hoy me presenté de nuevo, entré a tu habitación con la excusa de ver a Jimin y me presenté, tus ojos brillaron, se sintió tan bien hablar contigo de esa forma. Tú te reías conmigo y hablabamos sin pelear.
Dijiste que te gustaba mi sonrisa y te devolví el halago.
Me sentí tan bien...
Te prometí que volvería a visitarte. Me sonreíste, así como tanto había extrañado que hagas.
Una lágrima cayó por mi mejilla y me preguntaste si estaba bien.
- Si, es solo que, me duele ver a Jimin así y tú... tienes una sonrisa muy hermosa como para estar aquí encerrado. El mundo merece verte sonreír.
Me volviste a sonreír.
Quería pensar que era mentira que quedaba poco.
Pero adivina qué.
El doctor que te atiende me lo confirmó.