—Buenos días, pequeño. —le susurró Chanyeol a la jaula.
El Monstruo abrió los ojos lentamente y se echó hacia atrás cuando vio a Chanyeol mirándolo.
Kris, quien estaba vigilando en la puerta del laboratorio, había construido todo un planning de visitas para que Chanyeol no fuera descubierto por su padre.
—Soy yo. Chanyeol.
El Monstruo se rascó los ojos, se acercó lentamente y se sentó enfrente de él.
—Como ya te dije hace unos días, papá no me deja verte más. Así que vendré de forma irregular.
Chanyeol estiró los brazos y sonrió contento.
—Estoy feliz de poder seguir viéndote.
El Monstruo entrecerró los ojos y empezó a rascarse los costados.
—Estás muy tranquilo hoy... —dijo, extrañado, y fue a tocar la jaula. Nada más sus dedos rozaron una de las rejas, el Monstruo gruñó, y le dio con el puño a la jaula. Pero Chanyeol ya no se asustaba cuando hacía eso.
—Chanyeol —llamó su atención Kris—, esta vez podrás quedarte hasta media hora, no te preocupes.
Chanyeol sonrió de tal forma que el Monstruo no pudo evitar imitar aquella mueca que parecía tan segura, agradable y tierna.
—¡Estás sonriendo!
La mueca del Monstruo se desvaneció enseguida, pero Chanyeol se quedó feliz pensando en que había sonreído.
—Hazlo otra vez, por favor.
—Grrrh.
—Saca los dientes. —le dijo, sacándolos él.
Como vio que ya no lo imitaba más, se rindió. Flexionó una rodilla y apoyó la mejilla sobre ella.
El Monstruo se tumbó en el suelo, bocarriba, y se quedó mirando a Chanyeol, viéndolo del revés.
Al cabo de unos segundos, la inspiración llegó a Chanyeol.
—¡Baekhyun! —gritó emocionado.
El Monstruo ladeó la cabeza.
—Con la B de bipolar. Tu nombre tiene que ser Baekhyun.
El Monstruo no hizo ninguna mueca o movimiento, y eso Chanyeol lo entendió como un "me gusta".
—Baekhyun... —susurró— Eres mío. Ahora, y siempre.
Baekhyun elevó una de sus comisuras, sin saber que lo estaba haciendo era volver a sonreír.