Los primeros días habían sido una odisea, Richard no se acostumbraba todavía a la silla de ruedas, insistía en que prefería andar en bastón pero apenas podía sostenerse, en realidad su pierna izquierda no lo dejaba, era poco lo que sentía de ella así que no serviría de nada que fuera arrastrándose con un bastón como único apoyo. La primera semana se cumplió con algunas complicaciones pero se cumplió, empezando la segunda semana fue diferente, Richard andaba por la casa con la silla, solo en la planta baja claro, no podía subir las escaleras así que yo dormía en el sofá porque la cama donde dormía era pequeña y solo cabía una persona.
Esa noche yo preparaba un poco de té para irnos a dormir en lo que escuche las teclas del piano hacerse sonar por toda la casa en una melodía rápida y continua, fui casi corriendo y lo vi tocar, había hecho el banquillo a un lado y con la silla que tenía la altura perfecta tocó como nunca en la vida lo había visto, era la primera vez que mostraba esa alma salvaje por la música, la que había esperado ver y apenas en estos momentos se hacía presente. Me quedé muda pero risueña al ver que estaba tan concentrado y que la música fluía a través de sus dedos con una magia potencial nunca vista por mis ojos, fue hermoso, único, era él, era Richard.
Estaba tan sumida en mis pensamientos al verlo acariciar estas teclas que no fui consciente de que ya había terminado, carraspeo y yo salí del trance que por supuesto le causo bastante gracia.
—¿Qué te pareció? —preguntó como quien no quiere la cosa.
Solté una carcajada, era increíble que me lo preguntara, era una burla.
—¿Tienes que preguntarlo? Fue increíble, jamás te había visto tocar, te lo mantuviste guardado mucho tiempo.
Dio una media sonrisa, bajando la mirada, percibí un ligero y casi imperceptible rubor en sus mejillas, era la primera vez que tocaba para mí lo cual seguramente lo había intimidado un poco. Me acerque unos dos pasos hasta que levantó la mirada, si, estaba intimidado y no sabía porque si no lo había hecho nada mal.
—No quería quedar como un idiota, hace mucho que no hago esto —ese rubor imperceptible se hizo presente al decirlo, me dio una ternura que sobrecogió mi corazón. —Y digo en serio cuando te digo que no lo hago hace tiempo.
—¿Hace cuánto? —inquirí con duda y es que no lo hacía nada mal para haber dejado de tocar hace mucho.
—Unos quince años.
Sonreí de oreja a oreja y me acerque, me arrodille a su lado colocando una mano sobre su pierna, cruzamos nuestras miradas con mucho cariño, deje que me abrazara con la hermosura vista de sus ojos azules, arrullándome y enamorándome aún más.
—Deberías tocar para mí de vez en cuando, se siente mucho mejor este lugar cuando la llenas de vida con tú música. ¿Podrías intentarlo? Me gusta escucharte.
Levanto una mano para trazar su dedo en mi mejilla de arriba abajo, el brillo de sus ojos dio un salto de exaltación al escucharme y en el momento justo en que mis ojos se posaron en los suyos con más penetración.
—Siempre he querido tocar para ti, tocar música me hace sentir vivo pero deje de tocarla porque te conocí a ti y tú me hiciste sentir más vivo que nada. —musitó, volviendo de su trazo una caricia a mi rostro, sentí que me desvanecía en ese tacto igual que en un sueño profundo. —No necesitaba de la música nunca más.
Tome su mano y la apreté a mi mejilla, el calor atravesó mis poros, haciéndome suspirar de la dicha de hacerme sentir su sedosidad, su energía relampagueante y tocar con su música mi corazón.
—Pues no debiste dejar pasar tanto tiempo, no solo tú serás feliz si tocas, también yo seré feliz, me gusta escucharte así que ahora tienes la oportunidad con este hermoso piano ¿Por qué desaprovecharlo? Es tuyo.
Dio una ligera carcajada, levanto las cejas dándose una expresión de sorpresa.
—Sabía que me lo pedirías, lo sabía pero me extraña que no me digas lo terrible que se escuchó la parte final, seamos sinceros, necesito practicar.
Me paré de un salto tratando de no hacer caso a lo último que dijo, estaba muy ilusionada no quería que lo arruinará dándose criticas el mismo, solté un resoplido poniendo una expresión de insuficiencia.
—No sé a qué te refieres pero si según tú necesitas practicar, entonces puedes intentarlo todo lo que gustes.
Me fui a la cocina por el té y en eso lo escuche gritándome para que lo escuchara.
—¡Seguro disfrutaras de mis prácticas!
Di una risotada, siempre estaba ese humor suyo que mejoraba mucho las cosas, era la manera más efectiva de arreglar sus tonterías. Serví el té para los dos, nada caía mejor antes de dormir que un té con leche tibia, al terminar arregle el sofá donde dormiría esta noche, después lleve a Richard a su habitación, por lo general podía moverse de la silla a la cama cuando no sentía tanto esos hormigueos en las piernas pero esta noche los sentía que iban y venían así que lo ayude.
Gruño cuando lo levanté y cayó en la cama, creí que había sido por el esfuerzo pero no fue así.
—Odio está maldita silla, odio esta estúpida rutina —gruño con más fuerza, apretándose los dientes con desesperación —Tiraré esa maldita silla por la ventana cuando me den algo para este problema, lo juro y estás tú de testigo.
—Sé que es muy difícil pero recuerda lo que te dijo el doctor, tenemos que esperar tus resultados y ver que pueden hacer, es temporal, estas molestias desparecerán —le recordé.
—¿Y qué tal si no desaparecen? ¿Y si no se puede hacer nada? Juliette —me tomo fuerte del brazo, acercándome a su rostro con un terror que apareció de repente en su semblante, me congele —No quiero ser un bueno para nada, no quiero condenarme a una silla para siempre, no quiero cambiar, quiero ser el mismo.
—No, no —lo tranquilice acariciando su frente que se había llenado de sudor por su esfuerzo y de arrugas de preocupación, me acerque para susurrarle —No pienses así, tú no vas a cambiar, serás el mismo, no te quedarás en esa silla, no lo harás. Estarás bien, estaremos bien.
Lo abrace para que no viera esa turbulencia de lágrimas que se resguardo en mis ojos, lo apreté fuerte sintiendo su respuesta, esto no era más que la prueba final a la felicidad plena que merecíamos, teníamos que superar esto juntos y así demostrarle al mundo que nada iba a poder derrumbarnos, ya nada lo haría después de esto.
Claro que me dolía verlo así, tener que ser tan frágil y no poder ser fuerte cuando necesitaba de mí, era frustración no poder ayudarlo y ser tan débil, de nuevo me echaba la culpa por no ser más de lo que merecía para estas pruebas, no quería desalentarme, no podía. Esa noche me pidió que durmiera con él, acepté porque no quería dormir en el sofá, odiaba sentirme sola, no quería estar lejos de él, había sido tanto tiempo lo que estuve si su presencia que no lo iba a estar más. Apenas cupimos, me arrincone en su pecho, era suerte que yo fuera pequeña, lo use como almohada y me abrazó para usar mi cabeza como parte de su almohada también.
Nos quedamos despiertos un buen rato, lo supe porque sentí que durmió justo al instante en el que yo iba por el mismo camino.
(...)
—Así que ¿En cinco días? Que rápido se pasa el tiempo ¡Muy rápido! —exclamó Nicholas con los ojos dilatados, había llegado hoy para preguntar por el estado de Richard esta mañana y aproveche para invitarlo a tomar un poco de té. —Tres semanas se van volando.
—Muy rápido —tome asiento, sirviendo té para ambos, eran tres semanas que no habían sido fáciles, fueron desastrosas al principio y al final solo nos tocaba esperar —Richard es quien está más desesperado por acabar con esto, quiere volver al trabajo, lo único que lo mantiene activo es tocar el piano, no le gusta en absoluto nada de esto, trato de hacer lo mejor para que no pierda fe.
—¿Se ha puesto de mal humor, acaso?
Deje que mi mirada se perdiera unos segundos, estos últimos días si lo había estado, no le gustaba estar en la silla cuando los días ya eran muy pocos, exigía que debíamos ir por sus resultados, no sabía cómo hacerle entender que no era momento, se ponía un poco irritable y no sabía controlarlo.
—Un poco —suspiré, fue incomodo mirarlo cuando tenía en la cabeza esos recuerdos que me hacían mucho daño —No quiso comer en todo un día, trato de levantarse en una ocasión, si no fue porque estaba a su lado hubiera sido peor. Quiero hacerlo entender pero es difícil, se pone terco y rebelde, se vuelve una dificultad todo esto.
Nicholas se acomodó en su lugar, quitándose esa sensación inquietante que le atraía tener que escucharme hablar así.
—Debe ser difícil, lo sé —se pasó los dedos por el cabello, encontrar un consuelo para darme lo ponía nervioso, su rostro lo gritaba mucho cuando me miró —Tú sabes que puedes contar conmigo, lo que necesites, tienes la dirección de mi departamento y mi número, estaré al pendiente de Richard si las cosas mejoran o empeoran, no estás sola, recuérdalo.
Casi creí que tomaría mi mano y agradecí que no lo hubiera hecho, con esa mirada prolongada que me dio bastaba para sentirme intimidada, elevó con mucha extrañes parte del ritmo de mi corazón, fue imposible evadirlo, me tomo por sorpresa estar tan quieta contemplándolo sin poder volverme a otra parte, hubo un alivio que encontré en aquellos ojos que aflojo un poco mi cuerpo, haciéndome descansar lo poco que duro.
—Perdóname —se echó para atrás de repente, asustado, parpadeo y rió entre dientes —No quiero ser inoportuno.
Me quedé con la boca abierta sin poder decir nada, jugué con la taza de té dándole un sorbo, volvió como era de esperarse el caos en mi cabeza que se había disipado par de segundos.
—No te preocupes, debe ser...
Me interrumpí al reconocer el sonido de la silla de ruedas por el pasillo, casi dejo caer la taza al inmovilizarme un par de segundos, los huesos se me acalambraron cuando Richard se nos acercó con unos ojos voraces, incisivos, leyéndonos la expresión.
—¿Nicholas? No te escuche llegar, ¿Hace cuánto llegaste? —poso sus ojos calculadores en él, Nicholas se tensó un poco pero no tanto como yo.
—Hace un par de minutos, Richard —le contestó, dándole una sonrisita traviesa que esperó compartir con su primo, Richard solo dio una risa desanimada. —Vine a preguntar cómo estabas y Juliette preparó té en lo que despertabas.
Richard se quedó serio, yo me puse más nerviosa, nunca lo vi de tal manera, era algo nuevo y no sabía a que podía deberse, sus ojos se pasaron del rostro de Nicholas a la mesita de centro, pareció quedarse clavado unos segundos y se volvió hacia nosotros.
—Tomaré una taza —dijo con voz neutra.
Me paré de inmediato pero su voz ronca y grave me paralizó.
—No —me pidió detenerme con esa voz tosca —Yo lo haré.
No pude sentarme, tenía la necesidad de quedarme ahí parada por su sucedía algo, en lo que él trataba de levantarse de la silla noté que Nicholas se había puesto demasiado rígido a mi lado, también le inquietaba la locura que estaba a punto de hacer Richard, no pudimos detenerlo, queríamos darle oportunidad y había sido un terrible error.
Clavé mis ojos sobre él, torturada por el terror en cuanto logro despegarse de la silla y cuando quiso apoyarse en un pie se desplomo en el suelo a muy pocos centímetros de haber derribado la mesita de centro con las tazas de té.
—¡Richard! —jadee de ese horror imponente, doloroso, enfermizo.
Nicholas corrió a paso acelerado junto a Richard, de inmediato lo alejo de la mesita de centro para que no le cayera nada caliente encima, casi me pongo a gritar frenética, era la primera vez que lo había visto caer al suelo, esto ya no estaba bien, no tenía ninguna fuerza en las extremidades, no había mejoría en nada, esto se había salido totalmente de mis manos.
—Vamos Richard, agárrate de mi cuello, vamos —Nicholas lo tomo de la cintura en lo que Richard se agarraba de su cuello, él lo levantó y yo a como pude pase a su lado para sostener la silla y que no se moviera.
Lo dejo caer con mucha delicadeza en la silla, en cuanto volvió a ella me puse delante de él para inspeccionarle la cara, la giró hacia otro lado alejando mi roce, respiraba con mucha aceleración, en agonía, me aterré, di dos pasos hacia atrás para estudiarlo.
—¿Richard? —inquirí, mi ansiedad subió hasta el tope porque no me respondía, ni siquiera me regresaba la mirada.
—Estoy harto —murmuro con la mandíbula apretada, tragándose a cómo podía ese coraje que lo estaba consumiendo delante de nosotros y que desvanecía su última fuerza. —Estoy cansado de esto...
Bajó la cabeza hacia el suelo, dándole así esa expresión fría y violenta a la nada, camine hacia la cocina sin importarme llevarme sobre la espalda los ojos de Nicholas siguiéndome hasta allá, me fui hacia un rincón, hundiendo mi cara entre las manos, llorando y convirtiéndolo en un lamento silencioso inclusive para mí.
Capítulo doble :) Espero poder seguir con capítulo doble siempre, les digo que los domingos será el día definitivo que estaré subiendo capítulo para que estén enteradas, por otro lado esto se va a descontrolaaaar....jajaj así lo veo yo, no se ustedes.
Ya casi de los 7K!!!!!! Falta unas cuantas leídas pero pocas y eso cuenta mucho para mi. ¡Gracias a montones, de aquí hasta el infinito super espectacular!
Nos leemos.