Si te creías inmaduro por jugar a dar vueltas en la silla de la oficina del trabajo de tus padres, deja de hacerlo.
Stein se pasa casi todo el día sentado en su silla, y lo lleva a un nuevo nivel.
Se cae de vez en cuando, pero aun así no deberías reírte de él.
Aun sentado y dando vueltas, es muy capaz de patearte el trasero.