Kate y Mark entraron al centro comercial. Primero entraron a una tienda de vaqueros y camisetas, en donde Kate escogió para él una camisa de cuadros junto con unos pantalones azul oscuro, que hacia resaltar sus piernas naturalmente bronceadas y tonificadas. Mark era sin duda apuesto, con sus 17 años ya había logrado conquistar a medio instituto. Y Kate no se quedaba atrás, los dos eran inseparables, conocidos desde pequeños. Mucha gente creía que eran novios, pero la verdad es que no iban más allá de una bonita amistad.
Kate cruzó las piernas, mientras se abanicaba con una revista y bebía de su coca-cola.
- Ya esta todo listo. ¿Dónde opinas tu que la invite a salir?- pregunto Mark, bebiendo de su zumo de naranja.
- Mmh... se nota que Lara es una chica sencilla, así que te sugiero que la invites a una cena, nada formal.- sonrío.-si, muy romántico. Con eso bastaría.
Los ojos de Mark se iluminaron con un brillo especial, que ella notó.
- Espero que funcione, de verdad Kate, esta chica me tiene loco.
- No te preocupes, todo saldrá bien. En menos de dos segundos tendrás a Lara bajo tus pies.- sonrío sin mostrar sus dientes.- ¿Qué hora es?
- Las diez.
- Mierda.- masculló.- que tarde es, mi Tío me matara.- dijo tapándose el rostro con las manos.
- Tranquila, yo te llevo a tu casa.- se levanto de la silla y dejo un billete de 5 dólares encima de la mesa.- ¿Vamos?
Ella asintió y ambos salieron del centro comercial. Al instante Kate se coloco la chaqueta al sentir el frío de la noche rozar con su piel. Se dirigieron al estacionamiento y se subieron al auto de Mark. Al llegar a la casa de Kate, se bajaron y se despidieron.
- Gracias por ayudarme con lo de Lara, Kate.- le dijo Mark.
- No hay de que.- sonrío.- me llamas después para saber como te fue con ella.
- Vale.- sonrío.- cuídate pequeña.- besó dulcemente su mejilla.
- Igual, adiós.
Mark se subió a su auto y Kate solo se movió cuando lo vio desaparecer por las calles. Se giró y se cruzo de brazos, tratando de contener el calor. Camino hacia la puerta principal de la casa y metió las llaves en la cerradura. Entro y la cerró. De repente, las luces se encendieron y apareció su Tío al frente de ella sentado en un sillón. Tenía los puños y dientes apretados, y un músculo palpitaba en su mandíbula.
- Llegas tarde.-su voz era dura y fría.
Kate tragó saliva....