La receta ganadora ©

By Vivas_Caro

1.8M 143K 18.4K

Delia Dávila tiene una meta, ganar el concurso Star Chef; pero el destino se encargará de poner en su camino... More

Personajes
El buen chef
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y dos (Final)

Epílogo

51.2K 3.8K 750
By Vivas_Caro

Julio Cesar y Mayre - Te llevo aquí

DELIA

Gruño y doy un manotazo al aire porque algo me hace cosquillas en la nariz, volteo la cara hacia el otro lado, otra vez las cosquillas, pero ahora en la mejilla. Escucho cómo se ríe.

—Levántate, perezosa, has dormido bastante y llegaremos tarde a la cita.

Balbuceo algo sin sentido y resoplo, escucho que se ríe nuevamente.

—Nooo puedooo levantarme... El sueño me puede.

—Lo sé, preciosa, pero la revisión de hoy es importante.

—Llama a la doctora Maiotto y dile que iré otro día.

—Eso no es posible, estás en las últimas semanas y debe verte hoy.

Hundo la cabeza en la almohada y resoplo, cuando siento que sale del cuarto jalo la sábana y me acurruco de nuevo.

—¿Ya te paraste? —grita a lo lejos.

—¡Dios benditoooooo! —suelto en un gruñido.

—¡Señora Tanner, arriba, no lo vuelvo a repetir!

Me froto la cara con frustración y abro los ojos, Collin puede ser desesperante cuando quiere, hasta que no mueva el trasero lejos de la cama no me dejará en paz, pero mi humor cambia drásticamente cuando advierto que en la mesa de noche hay un plato con unas panquecas con sirope de chocolate, y una nota:

Odio levantarte así, cariño, pero estoy ansioso por saber qué te dicen de Lara.

Te amo.

Sonrío estúpidamente y me echo a reír, hasta que un segundo regalo capta mi atención. Una caja blanca con un lazo rosa está al pie de la cama, me estiro como puedo y la agarro, lo que tiene adentro me hace soltar un grito de emoción. ¡Es tan perfecto! Es un trajecito de chef.

—¡Ven aquí Tanner, que voy a besarte! —digo alto para que me escuche.

—Espera, ya voy.

Acaricio el diminuto conjunto y me rio con emoción, imaginando a mi pequeña con esto puesto, sonrío aún más cuando Collin entra a la habitación.

—¡Está hermoso! —Él me guiña un ojo, complacido, luego se inclina para besarme en los labios, paso mis manos alrededor de su cuello y lo vuelvo a besar—. Le quedará perfecto para la sesión de fotos que quiero hacerle, gracias.

—Sí, será genial. Pero ahora come, que se nos hace tarde. —Me pasa el plato y sonriendo sale de la habitación, luego de besar mi gran barriga de treinta y ocho semanas.

Como con tranquilidad y al fin me levanto para ducharme. Estoy escogiendo qué ropa usar cuando mi teléfono suena, es Joyce.

Veo que pudieron levantarte de la cama —dice apenas atiendo.

—No hace falta que seas mi despertador, Joyce.

No me molesta, ¿o es que acaso lo prefieres a él?

—No puedes hacer comparaciones entre tú y mi sexy esposo, siempre ganará él.

—¡Por supuesto que siempre ganaré! —dice detrás de mí, cerca del oído donde tengo el móvil—, tú no puedes hacer esto. —Y aprieta con sus manos mis pechos, suelto una carcajada.

¿Qué es lo que no puedo hacer? —pregunta Joyce del otro lado—. No, mejor no me lo digan, son unos asquerosos.

Nos echamos a reír y cuando me giro veo que ya está listo.

Vamos saliendo para allá, ¿cómo te has sentido?

—Dame un minuto, Joyce, que Collin ya se va.

Tranquila, dale saludos a mi hermano, me cuentas de camino a la clínica.

—De acuerdo.

Cuelgo la llamada y él me abraza.

—¿Ya te vas? —le pregunto.

—Sí, ya bajé la última caja, de verdad me molesta no poder ir contigo —dice con el rostro hundido en mi cuello.

—Ya lo hablamos, Collin. Lara llegará en cualquier momento y es importante que termines la mudanza hoy. Además, Joyce y Alan son sobreprotectores con su ahijada, no tienes de qué preocuparte. —Levanta la cara y sonríe a medias.

—Está bien, pero en lo que salgas, me avisas, para saber qué te dijeron.

—Como usted diga —respondo—, y en cuanto a lo otro, ¿la llamarás? —le pregunto.

—No —dice con firmeza—. Puedo arreglármelas yo solo, entiende que todavía no estoy preparado para tenerla tan cerca.

—Pero que terco eres, yo estaré de reposo y necesitarás ayuda, ¿quién mejor que Evie?, es una excelente chef.

Me observa por unos instantes y en sus ojos todavía veo duda, niega con la cabeza.

—No lo sé... prometo pensarlo, nos vemos en la noche. —Presiona sus labios contra los míos y se marcha, no muy convencido. Es la primera consulta a la que no asistirá y miento si digo que no me entristece un poco, pero nos mudaremos el fin de semana y la verdad es que estoy ansiosa por estar en mi casa.

Mi casa. Repito mentalmente mientras sigo vistiéndome. Parece mentira todo lo que ha pasado en estos meses.

Cuando a Collin le dieron el premio del Star Chef pagó las deudas que tenía el Tadyer House, era el principal motivo que lo llevó a participar en esa competencia y saber que el restaurante de su padre ya no está en riesgo lo ha hecho muy feliz. A los dos meses de esa propuesta tan bonita de matrimonio nos casamos, también compró un carro, con silla de bebé incluida, pero sin duda el cambio más grande fue la compra de la casa en Castle Comb, con restaurante incluido. Es un sueño que estemos a días de mudarnos a un lugar tan mágico y abrir pronto nuestro propio restaurante es aún mejor. En mi estado he ayudado poco, sé que todo lo que está haciendo es muy fuerte, por eso quiero que tenga la ayuda de Evie, pero todavía no he logrado que acepte.

Al agacharme para agarrar los zapatos un leve dolor en mi vientre se extiende hasta mis caderas, decido ignorarlo y me empiezo a colocar las zapatillas. La doctora se compadeció de mí y puso la cita en la tarde, las anteriores han sido en la mañana, y menos mal, porque me siento muy cansada, pasé la noche incómoda porque las patadas de Lara cada vez son más fuertes; Evie dice que las últimas semanas son las más fastidiosas.

Un segundo dolor que no se siente tan leve me hace enderezarme rápidamente y llevar mi mano hasta mi cadera, luego todo se calma. En los libros he leído que a veces estos calambres pueden suceder cuando ya estás próxima a la fecha, pero todavía faltan dos semanas, debe ser totalmente normal.

Salgo del cuarto y en la cocina llega un tercer dolor, pero este sí que es fuerte, tanto que hace que me agarre fuertemente del mueble y cierre los ojos, jadeo, por un momento creo no soportarlo, hasta que va pasando y me deja un poco aturdida. Respiro con dificultad y doy unos pasos para sacar agua de la nevera.

—¡Dios! ¿Qué fue eso? —Con el vaso a medio camino de mi boca llega otro, me doblo a la mitad y grito, duele muchísimo.

Escucho el timbre a lo lejos y respirando como me enseñaron en el curso que Desiré insistió en que tomara, camino hasta llegar a la puerta.

—Mujer, te estaba llamando al celular... —Pero se queda muy quieta cuando advierte que estoy hiperventilando—. Delia, ¿qué sucede?

—Joyce... —Respiro un par de veces, asustada, no quiero que ese dolor infernal regrese—. Creo que... llegó la hora.

—¿Qué? ¡No me jodas! ¿Estás segura?

—¡Ay noooo! —Aprieto los dientes con fuerza cuando viene otra vez y me agarro de su brazo, comienzo a sollozar, el dolor que siento es insoportable, pero de repente me paralizo cuando un líquido se escurre por mis piernas. Joyce abre los ojos horrorizada y lleva la mirada al suelo, donde hay un poso.

—¿Qué carajo? ¿Rompiste fuente? —Asiento y ella me ayuda a caminar hasta el mueble, saca su teléfono y le pide a Alan que suba, está muy nerviosa.

—¿Dónde están las cosas de Lara?

—En el armario está la maleta que tenía preparada, pero primero ayúdame a cambiarme, por favor.

Ella se mueve a toda velocidad y en segundos me ayuda a asearme y cambiarme.

—¿Qué sucede? —pregunta un Alan nervioso cuando Joyce abre la puerta.

—¡Qué hoy nace nuestra ahijada! —grita emocionada.

—¡Dios! ¿Ya? —suelta, mirando mi barriga, le sonrío a medias, con la frente sudada, pero el grito que doy se lo confirma.

En tiempo record me ayudan a bajar hasta el auto, siento que la barriga se me endurece y luego se relaja, trato de respirar para tranquilizarme, pero cada vez el dolor es más fuerte.

—Llegaremos pronto, Delia. —Alan intenta calmarme, pero yo ya soy un manojo de nervios.

—Sí, tú sólo respira —pide Joyce mientras comienza a respirar conmigo, si el dolor no fuera tan jodidamente horrible seguro me reiría de su cara.

—Llamen a Collin, por favor.

Joyce asiente y hace lo que le pido, aunque ninguna de las llamadas cae, comienzo a llorar porque Castle Comb está a dos horas de aquí y a la velocidad que va esto se perderá todo.

—Tranquila. —Ella aprieta mi mano para darme valor, pero no lo tengo si él no está.

Al llegar, la doctora Maiotto tiene todo preparado para recibirme, ya que Joyce la llamó y le avisó. Otra contracción, ya no quiero sentir dolor, esto es desesperante.

Va pasando el tiempo y me asignan una habitación. La enfermera revisó mis signos vitales y me colocó una vía, también me entregaron una bata azul. La doctora me examina y dice que todo está bien, y en efecto, mi bebé nacerá hoy, también comenta que por lo avanzado de la dilatación no me pondrá anestesia epidural, ya no es necesario.

Alan no deja de llamar a Collin, pero nada. No puede ser, tiene que estar aquí, lo necesito aquí...

—Doctora, Karen —la llamo—. Mi esposo aún no ha llegado, ¿cuánto cree que falte?

—Tienes que calmarte un poco, Delia, porque cada cuerpo es diferente, aunque me parece que en una hora te mando a subir a sala de partos. Todo va a salir bien, piensa en algo bonito mientras llega tu esposo.

Resoplo y ella sale de la habitación, Joyce me pasa la mano por el cabello y yo cierro los ojos. Piensa en algo bonito, piensa en algo bonito ya.

UNOS MESES ANTES...

Ben ha rentado una limosina para que llegue a la iglesia, junto con mis damas de honor. Micaela revisa que mi peinado esté bien. Evie me está colocando un prendedor azul dentro del vestido y al frente tengo a Joyce, que se airea la cara con las manos porque quiere llorar de emoción. Desiré está arreglándose la tira de su tacón, el cual maldice cada diez minutos. Y Samanta, la novia de Bryam, se retoca el maquillaje y resopla cuando ve que Joyce está a punto de arruinar el suyo. Estoy muy ansiosa, siento las manos heladas, lo único que deseo es comer para matar los nervios.

Cuando llegamos a la iglesia, con un poco de retraso, todas se bajan para ocupar sus lugares por orden de la organizadora. Porque sí, aunque Collin y yo fuimos claros al decir que queríamos algo sencillo, cada día se agregaban más cosas a la lista y todo se fue saliendo de control, al punto que hasta organizadora de bodas contrató Evie.

La mujer deja que me tome un pequeño tiempo y a los minutos me bajo, al primero que veo es a mi hermano, que al mirarme sonríe con tanta alegría y orgullo que mis ojos se cristalizan.

—Estamos a tiempo de salir corriendo —dice con voz ronca por las lágrimas contenidas.

—¿Y dejar de disfrutar de todo lo que pagué por la recepción? ¡Ni en sueños! —Nos echamos a reír y me ofrece su brazo.

—Pareces una princesa, ese desgraciado tiene suerte. —Ruedo los ojos mientras recuesto la cabeza de su hombro.

—Yo también tengo suerte, aunque todavía no lo creas.

—Mamá y papá estarían felices, lo sabes, ¿verdad? —Respiramos hondo al mismo tiempo.

—Lo sé —respondo sin verlo a los ojos, o me echaré a llorar en este instante.

La organizadora abre la puerta y veo cómo una a una mis damas de honor se encuentran con los padrinos y hacen su recorrido hasta sus lugares.

—Es tu turno —me indica, las mariposas comienzan a hacer de las suyas en mi estómago.

—¿Lista? —pregunta Diego; yo asiento, porque si hablo creo que voy a vomitar.

Al tener el campo de visión despejado veo una alfombra blanca con unos preciosos arreglos florales, que hacen un recorrido junto con muchos pétalos lila, me aferro muy fuerte al brazo de Diego y comienzo a caminar lentamente, encontrando caras sonrientes a cada lado y muchos flashes de fotos. Todo luce realmente mágico, parece un sueño, precioso y sencillo, tal y como lo deseaba.

Y cuando mi mirada llega hasta el altar y lo veo, todo desaparece por completo y el miedo se desvanece en segundos. Su boca se abre ligeramente y me sonríe de una manera que me quita el aliento. ¡Joder, que sexy se ve con ese traje negro! No despega sus brillantes ojos verdes de los míos, hasta que llego hasta él. Diego me da un beso en la mejilla y me dice que me quiere, antes de entregarme a mi futuro esposo. ¡Oh Dios, estoy a punto de casarme! Collin me agarra la mano sonriendo y yo me muerdo el labio, porque las emociones las tengo al límite.

—Estás impresionantemente hermosa —susurra y besa mi frente, suspiro más enamorada que nunca.

El padre inicia la ceremonia y apenas soy consciente de sus palabras, porque mi mente comienza a reproducir una película de varios recuerdos: la primera vez que lo vi, mis piernas temblando cuando Alan me lo presentó en la discoteca, el beso que nos dimos en la azotea del Tadyer, cuando me sacó de aquella fiesta en casa de Andrew, lo bien que la pasamos en el Green Park, el día que le conté que estaba embarazada, el concurso, todas las cosas que tuvimos que superar y los acuerdos locos que hicimos para hoy en día estar aquí. Echo un vistazo en su dirección, está concentrado escuchando, o eso parece, ¡tengo tantas ganas de besarlo! Me mira y debe notar lo que siento, porque me guiña el ojo, quiero reírme, pero me controlo. Sonrío y decido prestar atención, el padre ha llegado a la parte más emocionante.

—Ahora, Delia, repite después de mí... Yo, Delia Dávila, te tomo a ti, Collin Tanner, como mi legítimo esposo.

—Yo, Delia Dávila, te tomo a ti, Collin Tanner, como mi legítimo esposo. —Y me hace señas para que continúe con mis votos—: y prometo serte fiel, amarte, honrarte, cuidarte y protegerte cada día de mi vida, prometo acompañarte en cada uno de tus sueños y luchar contigo para que los logres todos, prometo ser tu hogar para que siempre tengas a donde regresar. Prometo seguir siendo una buena contrincante que a veces te dará pelea, pero de eso se trata todo, ¿no?, de mantener una buena sazón aunque las cosas estén difíciles; y prometo todo eso porque en ti he encontrado todo lo que necesitaba para ser feliz, incluso desde el primer acuerdo ya yo estaba locamente enamorada de ti. Esa es mi promesa: amarte con cada parte de mi ser, hasta que la muerte decida separarnos y, aun así, estoy segura de que te seguiré amando.

Veo que sonríe con los labios apretados y sus ojos brillan con mucha intensidad, sube una de mis manos hasta su boca y deja un beso sentido antes de que el padre continúe.

—Es tu turno, Collin, repite conmigo... —Suspiro hondo porque muero por escucharlo.

—Yo, Collin Tanner, te tomo a ti, Delia Dávila, como mi legítima esposa —repite con voz segura—. Y prometo serte fiel, amarte, honrarte, cuidarte y protegerte cada día de mi vida. Prometo caminar de la mano junto a ti y apoyarte en todo lo que decidas emprender, prometo valorar cada día el significado que me has enseñado del amor y de la familia para hacer que esta maravillosa locura funcione, porque quiero ser un buen esposo y padre para nuestro bebé.

»Prometo ser tuyo completamente, hasta en los momentos en que el mundo se esté cayendo a pedazos. No cambiaría por nada nuestras peleas sin sentido porque nuestras reconciliaciones son las mejores que pueden existir, prometo también enseñarte a preparar un lava cake decente y que en nuestra cocina nunca falte el ingrediente principal. —Me guiña el ojo y yo me rio bajito, con la cara bañada en lágrimas—. Prometo todo eso porque sé que eres la indicada desde el momento en que detuviste los relojes del tiempo para mí. Esa es mi promesa. Me siento preparado para todo lo maravilloso que está por venir y para vivirlo contigo, hasta que la muerte decida separarnos, y aun así, estoy seguro de que te seguiré amando.

Se acerca a mí y limpia mis lágrimas con su mano, sonreímos con tanta alegría que duele, el padre continúa con el intercambio de anillos y sin quitarnos la mirada el uno del otro escuchamos el fin de la ceremonia.

—Yo los declaro marido y mujer, ahora puedes besar a tu esposa... —Collin me suelta las manos para sujetar mi rostro y con la delicadeza más grande del mundo me besa con plenitud. Disfruto de sus labios mientras escucho aplausos y palabras de felicidad. Estoy envuelta en una bruma de emociones, abrazada a mi esposo, cuando un fuerte dolor en la pelvis me hace reaccionar, con los ojos cerrados gimo muy fuerte y me aferro a la sábana...

—¡Aggg, no aguanto más! —grito, el sudor empapa mi cuerpo y alguien me seca la frente con una toalla.

—Estamos listos, es hora de subirla a sala de partos —le escucho decir a la doctora.

—No... todavía no, ¡tengo miedo, no quiero estar sola!

—Ey, cariño, no estás sola, yo estoy aquí. —Me giro con la vista nublada hacia esa maravillosa voz y al fin lo veo, está aquí, Collin llegó.

Él agarra mi mano cuando me pasan a una camilla y con la otra me aferro fuertemente de la baranda derecha. Otra contracción.

—¡Necesito que Lara nazca ya! —suplico lloriqueando mientras las enfermeras me llevan por un pasillo hasta la sala de parto. Collin no me suelta y viene caminando a mi lado.

Le piden que se ponga una bata y un gorro verde mientras a mí me conectan un cable en el dedo para medir mis signos vitales, el frío de la sala hace que mi cuerpo sienta escalofríos y lloro más fuerte, quiero estar acurrucada entre las sabanas de mi cama y no aquí.

—No me sueltes... por favor, no me sueltes.

—Nunca lo haría, aquí me quedo —responde con desespero.

—¿Por qué diablos no atendías el teléfono? —le reclamo cuando le pasan una silla para que se siente a mi lado.

—Pensé que lo había cargado toda la noche y cuando traté de encenderlo...

—¡Jo...der...! —Me retuerzo en la camilla con una contracción que parece partirme en dos. La doctora se coloca en su lugar y me examina.

—Delia, la bebé está saliendo, tienes que respirar hondo y pujar. —Asiento frenéticamente y agarrada de la mano de Collin me incorporo un poco y lo hago—, eso es, otra vez. ¡Vamos, mamá, puedes hacerlo! —Cierro los ojos con fuerza y tomo otra respiración honda. Pujo, pujo, pujo...—. Una última vez. Vamos, Delia, con fuerza.

—Vamos, amor, nuestra hija ya va a nacer.

—¡Diooos! —grito por la fuerte presión, pero de pronto siento alivio y me dejo caer contra la camilla.

—¡Listo! —dice la doctora y su voz se mezcla junto con la de un llanto. Es lo más hermoso que he escuchado en la vida, es el llanto de mi bebé, de mi Lara.

Trato de verla, pero una enfermera se la quita a la doctora y la aparta. No... no se la lleven. Collin me suelta y rápidamente se acerca a donde la tienen, veo cómo se pasa las manos por el cabello y luego se limpia las lágrimas con las palmas. A ella la envuelven en una manta y me la muestran. ¡Dios, es un milagro! Es tan... Dios es tan hermosa y pequeña. La enfermera la coloca sobre mi pecho y mi cuerpo entero tiembla, reconociendo a mi nena.

—Dios te bendiga, mi vida —digo y le doy su primer beso, sintiéndola tan cálida que el frío desaparece. Levanto la vista, Collin nos está mirando con una gran sonrisa, luego se inclina y me besa, le acaricia la cabecita a Lara.

—Oh... Es... es tan perfecta —susurra con voz ahogada y me mira—. Gracias, nunca podré superar este regalo tan maravilloso.

DOS MESES DESPUÉS...

Estoy en la sala recogiendo todo el desorden que reina en el lugar, resoplo cuando veo la cantidad de ropa que tengo que doblar y guardar, quizás lo haga mañana, porque hoy ya no doy para más. Me encamino hasta el cuarto para preguntarle si quiere cenar, pero no lo encuentro, ya imagino donde está. Me acerco a la habitación de Lara y lo encuentro con ella en brazos, la mece suavemente en su hombro y le está tarareando una canción, me quedo idiotizada viéndolos, últimamente se ha vuelto mi hobby favorito, el amor que siento por ellos es tan grande y tan mágico que crece a cada minuto. Cuando advierte que ella está profunda le da un beso en uno de sus cacheticos y la coloca con cuidado en la cuna, verifica que las almohaditas estén en su lugar y enciende la lamparita de noche. Se gira y cuando me ve sonríe.

—¿Cómo es posible que pueda amarla tanto? —pregunta.

—No lo sé, pero cada vez que le cantas me enamoro más de ti —contesto viéndolo a los ojos. Él agarra el monitor de bebés y me toma de la mano, dejamos la puerta entre abierta antes de salir y encaminarnos a la cocina.

—Te haré la cena, si quieres ve y date un largo baño —propone.

—Cocinas todo el día. —Niego con la cabeza—. Yo puedo hacerlo, sé que estás cansado.

—Lo estoy, pero no me cuesta ayudarte, el trabajo en el restaurante es difícil, pero lo que tú haces aquí en la casa también. Gracias por eso, hermosa.

—Somos un equipo, aunque no te acostumbres, porque en cuanto Lara esté más grande me tendrás dando órdenes en tú cocina. —Sonríe de esa forma que tanto me encanta y tira de mi mano, haciendo que choque contra su pecho, el movimiento me agarra por sorpresa y grito, los dos nos movemos a la velocidad del rayo, me tapo la boca con las manos y el coloca las suyas sobre las mías, nos miramos fijamente, con los ojos muy abiertos, hasta que el silencio del monitor nos indica que no se despertó. Me suelta poco a poco y se echa a reír.

—Todo sigue en calma —murmura, y se queja cuando lo golpeo en el hombro.

—Si hacías que se despertara te juro que... —Me envuelve en sus brazos y me besa apasionadamente, cuando separa sus labios de los míos tengo la urgencia de pedirle más.

—Pero no se despertó, así que, como buen equipo se me ocurre que nos demos ese baño juntos y luego preparamos la cena, ¿qué te parece? —pregunta divertido.

—Pues, que tendré que aceptar la oferta, por el bien de nuestro matrimonio —respondo sobre sus labios.

—Chica lista —dice antes de alzarme en sus brazos; yo me echo a reír.

En la vida encontramos caminos llenos de opciones, ir a un lado o quedarse, encontrar aquello que le da sentido a nuestras vidas o una pasión por la cual vivir. En el caso de Delia y Collin cocinar y su familia son satisfacciones que los hacen saber que van por el sendero correcto, los hace estar seguros de que nunca nadie podrá arrebatarles la felicidad que han hallado. Pero no debemos quedarnos con ningún dolor, sino sólo con los recuerdos alegres, después de todo, sólo somos seres humanos que nos equivocamos. Es por eso que al final siempre sedemos, es lo más sensato.

Para: Evelin Dyer

Mamá, ¿crees que podemos tomarnos un café?

De: Evelin Dyer

Claro que sí, hijo, cuando quieras.

Y es ahí cuando no le falta nada a esta receta.

•FIN•

♥♥♥ SESIÓN DE FOTOS DE LARA TANNER DÁVILA ♥♥♥


Continue Reading

You'll Also Like

3.1M 196K 102
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
122K 4.6K 73
Noa Johnson no quiere saber nada de los chicos después de lo que le pasó en su anterior año de universidad, pero un nuevo curso ha empezado y su amig...
209K 5.4K 70
Se trata de Verónica una adolescente de 18 años, que por desgracia tienes tres hermanos mayores super posesivos, territoriales y celosos que no les t...
48K 2.6K 69
En mundo donde al parecer nadie la quiere cerca, Valery deberá comenzar a buscar su rumbo. Toda su vida rodeada de extraños la habían convertido en u...