Parpadee una y otra vez desconcertada. Él había leído el cuaderno. No sabía que tanto había leído. Pero creo que fue lo suficiente para enfadarse tanto conmigo.
-Responde - exigió - ¿Quién es el chico del autobús? - apretó fuertemente los dientes, que el miedo porque estos se quebraran me invadió.
-No... no se de... de quién hablas - tartamudee.
-¡No soy idiota Peach! - gritó - Adivino... - sonrió sin ganas, negando una y otra vez con su mirada en el suelo. Levantó su vista encontrándose con la mía. Mi pecho se estrujó fuertemente, sus ojos delataban su estado de animo. Delataba su enojo, su tristeza, su frustración... su decepción - Fue con él que saliste el otro día ¿Cierto?
Asentí con la mirada agachada. Las lágrimas picaban en mis ojos amenazando con salir de mis ojos en cualquier momento. Cualquiera. Menos ahora.
-Lo siento - susurre. ¿Cómo le explicaba que en realidad él me había dejado plantada y luego apareció en mi habitación pidiendo perdón? No podía, simplemente no. Empeoraría las cosas.
-Dime Peach... ¿Alguna vez sentiste algo por mí? - mi corazón se iba despedazando poco a poco. Escuchar el tono dolido de Gabriel hacía que me sintiera como la peor persona - ¡Contesta!
-Gabriel - sollocé. No podía esconder más el dolor que sentía al lastimarlo. Las lágrimas cayeron por mis mejillas - No era mi intención lastimarte.
-Todo este tiempo lo amaste a él - restregó sus manos en su rostro, despeinando su cabello en el acto - Nunca sentiste algo por mí.
Camino hacía la puerta de mi habitación, con la intención de irse. Lo agarre lo más fuerte que pude del codo. Lo quería a mi lado, pero no en la forma en que él quería estarlo. Yo era tan malditamente egoísta.
-Gabriel - susurré, las lágrimas desbordando de mis ojos - No te vayas - suplique.
-Que seas feliz a su lado - dejó un beso en mi frente, uno en mi sien, otro en mi mejilla y barbilla, para luego besar mis labios. Le correspondí porque me dolía verlo así - Solo es mi despedida Peach - susurró contra mis labios - Te amo, no lo olvides.