¡Hola de nuevo! Les dejo el capítulo dos de el fic~ Habrá cambio constante de narradores, y éste es el momento de Ten, nuestro protagonista, espero que lo disfruten^^
Ahora... ¡A leer!
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Capítulo 2: Ten
Ser el pequeño de la familia siempre fue un beneficio. Mi madre siempre me consentía, y mi padre me daba todo lo que pedía; y cuando pedir no era suficiente, sólo bastaban unas pocas lágrimas para lograr obtener lo que quería, con esa simple técnica lo conseguía todo. Mi hermana siempre me acusaba de manipulador, pero, ¿a quién le importa? Si unas lágrimas y un puchero costaban para conseguir el mejor juguete, y ser el centro de atención en el jardín de niños, que me llamara manipulador toda la vida.
Todos querían ser yo; era popular, tenía lo que creía eran mejores amigos, las chicas se ponían nerviosas a mi alrededor, tenía todos los juguetes que lanzaban en el mercado y hasta mi peinado y ropa eran los mejores, en resumen, mi vida era perfecta, era perfecta hasta que Él llegó.
Recuerdo que fue el día de mi cumpleaños. Malai, la criada, había organizado la mejor fiesta de cumpleaños que un niño de 8 años podría haber pedido. Había todo tipo de dulces que alguna vez imaginé, y todo tipo de juegos con los que alguna vez había soñado. Las decoraciones eran espectaculares, la temática era 'el mundo marino'. Desde bebé había sido muy cercano a los deportes acuáticos, realizaba todo tipo de actividades que un niño de 7, ahora 8 años, podría haber hecho. Desde los techos colgaban globos y serpentinas azules, que hacían un excelente trabajo intentando asimilar las olas, habían pegatinas de todos los tamaños en las murallas, con formas de tiburones, pulpos, peces, y algas. Predominaba el azul en el ambiente, debido a las luces especiales que llenaban la habitación. Era como estar realmente bajo el mar, lo que me tenía fascinado. Todos los de mi salón habían venido, incluso algunos niños de cursos mayores, nadie se perdería mi colosal celebración, estaba seguro que sería el tema que todos estarían tocando durante las próximas semanas: "La mejor fiesta del año". ¡Pero qué honor!
A las 3PM empezaron a llegar los primeros invitados, entre ellos Sunan y Arthit, mis dos mejores amigos, luego llegaron los demás. Durante la tarde, disfrutamos de los innumerables juegos preparados, y a las 6PM comimos del enorme banquete de chucherías de cumpleaños. Según el detallado horario que Malai había preparado previamente, a las 7PM en punto era el momento en que deberíamos haber estado cantando el cumpleaños, para que luego todos los invitados comieran del pastel y se retiraran, pero ya eran las 8:30PM y mi papá no llegaba. Él NO LLEGABA.
–Lamentamos la demora– decía mi madre sonriendo e inclinando su cabeza a forma de disculpa frente a los invitados –El padre de Ten debe haber tenido algún imprevisto. Lo esperaremos para cantar el cumpleaños– Desde que tengo memoria, al momento de cantar cumpleaños, mis dos papás se ubicaban por detrás mío, abrazándome y sosteniendo la torta, era una especie de tradición familiar, por lo que debía ser así. Mis padres debían estar ahí para mi, por lo que me negaba a recibir el cántico si uno de ellos no estaba. El tiempo pasaba y ni rastros de él. Mamá debe haberlo llamado un millón de veces, pero no contestaba, no teníamos idea de su paradero. Pasadas las 9PM eran pocos los que seguían en mi fiesta, ya todos los demás se habían ido, y yo seguía estático en la cabecera de la mesa, frente a la torta, mirando a la nada, y negándome a moverme ni un pelo, esperando que mi padre diera señales de aparecer. Quería cantar el cumpleaños e ir a dormir, mi pequeño cuerpecito ya había gastado todas sus energías. A las 10PM ya no quedaban invitados, no me molesté siquiera en despedirme de quienes habían asistido, para mi el cumpleaños acababa luego de cantar y comer la torta, y como no habíamos realizado ninguna de las dos acciones, la celebración aún no terminaba. Eran las 11PM cuando mi mamá empezó a pensar lo peor. Nadie tenía idea de cómo, dónde y con quien se encontraba mi padre. ¿Estaba bien? ¿Había tenido un accidente? ¿Porqué no contestaba el teléfono?
–Malai, llamaré a la policía, ya es casi media noche y no tenemos noticias suyas. Es la primera vez que esto pasa, algo no debe andar bien– Mi madre estaba tomando el teléfono cuando escuchamos la risa de mi padre que provenía de la entrada principal. Lo escuchamos sacar sus llaves y meterlas en la cerradura. Cuando abrió la puerta todos nos lo quedamos mirando, y él, a su vez, miraba perplejo la decoración de su hogar. Su sonrisa ya no era sonrisa, en cambio, mostraba una cara de sorpresa. Tenía sus manos llenas de bolsas de distintas tiendas comerciales, todas con una característica, vendían ropa de niño. A esa altura me daba igual lo que me regalara, sólo quería un 'Feliz cumpleaños' de su parte. Su cara reflejaba el asombro y la confusión ante tantos colores, globos y serpentinas. Para cuando miró detenidamente hacia donde mi madre y yo nos encontrábamos, y en específico la torta, comprendió todo. Intentó disimularlo, pero jamás lo olvidaré, esa fue la primera vez que ni siquiera un puchero o las lágrimas podían darme lo que quería. Quería olvidar, quería omitir el hecho de que mi papá había olvidado mi cumpleaños, y que, por cierto, ninguna de las bolsas que cargaba, eran para mi.
Estaba a punto de romper a llorar cuando Malai pega un grito desde la entrada. –Señor, ¿por... por... porqué hay un niño en nuestra puerta? – Mi padre toca su nuca en un movimiento involuntario y dirigiéndose a mi madre dice –Amor, ¿podemos hablar?– Mi mamá alterna miradas entre el pequeño, pero alto niño y mi padre, es obvio que ella tampoco tenía idea de lo que estaba pasando. –Malai, entra al niño y dale algo de comer– Dice mi padre. La criada asiente al mismo tiempo en que mi mamá sigue a mi padre a la habitación continua. Ambos pasan por mi lado, mi madre, por una parte, me dedica una fingida sonrisa, mi padre por otro, ni siquiera me mira, cosa que rompe aún más mi pequeño corazón. Hablaron por mucho tiempo, y yo intentaba escuchar, pero susurran a todo momento, por lo que no capté nada de su conversación. Luego de lo que parecieron ser horas, yo ya estaba quedándome dormido, aún frente a la torta, mientras el extraño niño, quien parece de mi edad, o algo así, me mira sin despegar la vista mientras se embute todo lo que tiene en frente.
Escuchamos el sonido de la manilla de la puerta, de donde sale mi padre y mi madre. La última tiene cara de póker, y ante eso, ni yo sé qué pensar. Mi hermana, Tern, quien había salido de su habitación hace algunos minutos, se queda petrificada mirando al niño sentado en nuestra mesa, en nuestro comedor, en nuestra casa y comiéndose nuestra comida, MI comida de cumpleaños, para ser exactos. Luego de varios minutos en que sólo escuchábamos nuestras respiraciones mi papá decide tomar la palabra y nos dice:
–Les presento a Johnny, su nuevo hermano.