Kari llegó a la clase con el tiempo justo. Cuando entró, TK alzó la vista e intercambiaron miradas y sonrisas, y con nada más que un "buenos días", se sentó en su asiento al fondo del aula.
La clase transcurrió con normalidad hasta que llegó el cambio de hora y todos recogieron sus cosas para asistir a la próxima. Caminaron por el pasillo compartiendo las anécdotas que el profesor les había impedido compartir durante esa hora, mezclándolas con alguna que otra risa. Kari notó de pronto que una mano le aferraba el brazo y la arrastraba al cuarto de la limpieza. TK se puso un dedo sobre los labios indicándole silencio y ella lo miró extrañada. La boca del chico se curvó en una sonrisa justo antes de empujarla con delicadeza contra la puerta cerrada y besarla con intensidad.
El pecho de Kari pareció llenarse con una calidez que pocas veces había sentido en su vida, invadiendo sus emociones con una sensación única y apacible. TK se separó de ella unos centímetros para colocarle una mano en la barbilla y mirarla a los ojos con un brillo especial. Kari se preguntó entonces qué podía ser ese brillo, pero antes de darse cuenta de que se trataba de la magia de la que le había hablado la señora Inoue, se perdió intentando apreciar cada minúsculo detalle de sus ojos azules. Sin dejar de observarlos, le apartó un mechón rubio de la frente y él volvió a besarla con lentitud.
Cuando se separaron, se quedaron con la frente pegada y ella sonrió.
-¿Y si nos pillan?
TK frunció los labios buscando una respuesta.
-No creo que a mi madre le sorprenda.
A Kari se le escapó una carcajada al recordar el vergonzoso momento en la habitación del chico y este se contagió.
-¿Qué te dijo cuando me fui?
-Nada, pero le tuve que decir que lo del labio me lo habías hecho tú. Lo siento –se disculpó separándose de ella.
-¿Que te lo había hecho yo? –Se sorprendió.
-Es que prefiero que piense que tengo las hormonas revolucionadas a que voy por ahí peleándome con desconocidos. Lo siento –repitió–. Ya tiene muchos problemas con el tema del trabajo, no quería que encima estuviese preocupada porque su hijo se ha vuelto loco.
Kari suspiró. Lo que menos le apetecía en el mundo era tener que encontrarse con la señora Takaishi y mirarla a la cara como si no hubiera pasado nada. TK posó las manos sobre las mejillas sonrojadas de la chica y volvió a pegar su frente a la de ella.
-No te preocupes –añadió–, está tan pendiente de encontrar trabajo que ni se acordará.
-¿Esa noche estaba buscando trabajo?
-Tenía una entrevista en Tokio y se quedó en casa de una amiga. Últimamente no hace otra cosa.
-TK, si puedo ayudar en lo que sea, dímelo.
El chico sonrió.
-No te preocupes, encontrará algo. Estoy seguro.
-¿En Odaiba?
-De eso no estoy tan seguro.
La agradable sensación que le invadió antes se convirtió en miedo de que tuviera que marcharse, así que tuvo que tragar saliva ante la amenaza de que sus lágrimas salieran.
-Bueno. Si vas a estar bien, será lo mejor.
TK no respondió; en su lugar, la miró durante unos segundos y terminó por besarla una vez más. Con los productos de limpieza como única compañía, se perdieron la siguiente clase.
Los elegidos decidieron verse a la hora de la salida para ir a tomar algo a La Carta Esférica, pero Davis prefería quedarse.
-Hoy no tienes entrenamiento, ¿no? –Cuestionó Yolei.
-No, pero no me apetece ir.
La chica frunció el ceño y Kari lo miró preocupada.
-¿Y por qué no? Siempre vienes.
-Pues hoy no me apetece, Yolei, ¿qué parte no entiendes?
Los cuatro chicos lo miraron sin entender bien lo que ocurría, pero todos podían hacerse una idea de por qué Davis estaba de mal humor últimamente. Kari juntó las manos en el pecho sin dejar de mirarlo.
-Tampoco es para que me hables así.
-Davis... ¿estás bien?
El chico respiró hondo ante la intervención de Kari y, sin mirarla, se dio la vuelta.
-Sí, me apetece entrenar un poco yo solo. Llevo unos días jugando mal y quiero mejorar la izquierda, eso es todo. Nos vemos mañana.
Lo observaron hasta que desapareció al doblar la esquina para llegar a las canchas del instituto y se marcharon a la cafetería hablando de lo ocurrido. Davis llegó al campo de fútbol y dejó la mochila en el suelo sin cuidado para comenzar a patear el balón una y otra vez contra la portería. El campo parecía mucho más inmenso cuando no había nadie, y las gradas vacías y el cielo nublado le daban un aspecto triste. El aire estaba frío y húmedo, y las nubes oscuras parecían advertir de que pronto llovería.
Davis golpeó el balón con fuerza y después apoyó las manos sobre sus rodillas, mirando el césped. Una brisa de aire frío movió la hierba y le heló la nariz, sobre la que descansaba la única lágrima que había decidido salir.
Llevaba muchos años enamorado de Kari. Porque sí, lo que él sentía era amor y lo tenía muy claro. No le había importado que ella no le hiciera ningún caso, le había bastado con estar a su lado durante todo aquel tiempo y formar parte de su vida, aunque fuera de una manera muy ínfima. Pero ahora las cosas habían cambiado. Los celos que sentía por TK se habían evaporado lentamente con el tiempo, más probablemente por costumbre, pero ahora la relación entre ellos era más estrecha que antes, y mucho más real. Antes TK solo era un amigo. Un amigo especial, pero un amigo al fin y al cabo. Ahora no. Ahora TK jugaba en otro terreno al que él no podía acceder, al que siempre había luchado en vano por entrar y al que siempre deseó que el rubio no entrara. Ahora él se había quedado atrás mirando cómo TK conseguía darle la mano para avanzar con ella.
Cerró los puños sobre las rodillas y se secó la nariz con el brazo. Se sentía mal e impotente, y le daba rabia sentirse así. Era como si alguien que te importase mucho no fuera consciente a veces de que existes y de que darías lo que fuera por ella. Como darle amor a alguien que solo está dispuesto a amar a los demás, pero nunca a ti. Como un mero espectador que no puede intervenir en el juego.
Se acercó al balón y lo golpeó varias veces más, cada vez con más fuerza, hasta que un "¡Au!" que le resultó familiar hizo que se detuviera. Miku salió de debajo de las gradas con una mano en la cabeza, dolorida. Al verlo, su expresión se endureció. Davis suspiró con pesar.
-¿Tú otra vez? No me lo puedo creer, ¿cómo puedes ser tan estúpido? ¿Es que no sabes tener cuidado?
-Es culpa tuya, no entiendo qué haces aquí. ¿Te has mudado a Odaiba? –Miró el uniforme que llevaba, que era el mismo que el suyo– ¿Vienes a este instituto?
-No es asunto tuyo.
-Entonces te aguantas si te doy con el balón. No haberte metido en las gradas a esta hora.
-Eres imbécil.
-¿Acaso sabes decir otra cosa?
-Oh –sonrió con sarcasmo–, te podría decir tantísimas cosas.
-Pues venga, adelante.
Había hablado con calma y Miku frunció el ceño. Davis se acercó.
-¿Cómo?
-Adelante, vamos. Dime todas esas cosas que piensas de mí.
-¿Para qué?
-Quiero saberlo. ¿No eras tan valiente? –Se detuvo justo frente a ella– Adelante.
Miku le sostuvo la mirada con los puños cerrados.
-Eres un completo desastre. Molestas a los demás con todo lo que haces y no pides perdón nunca. Por nada. Eres inmaduro y un completo idiota. ¿Sigo?
Otra brisa de aire helado acompañó el silencio que se formó durante unos segundos. La expresión de Davis pareció no cambiar, y Miku tuvo que esforzarse por no moverse ni un milímetro por miedo a parecer débil.
-No tengo que pedir perdón por ser como soy. Soy un desastre, sí, pero si dejara de serlo dejaría de ser fiel a mí mismo. Si no te gusto no te metas en mi camino, nadie te obliga a hablarme.
-No me meto en tu camino por gusto; tú vienes siempre y apareces de repente y me fastidias el día una vez sí y la otra también.
Davis frunció los labios.
-Pues lo siento. Intentaré no toparme más contigo a partir de ahora.
Se dio la vuelta para marcharse y, una vez más, pateó el balón con fuerza contra la portería. Dejándolo atrás, continuó su camino.
-¿Qué hacías aquí ahora? –Le gritó Miku mientras él se colgaba la mochila al hombro y una gota de lluvia le caía sobre la frente.
-Creía que no te importaba mi vida –respondió sin mirarla.
-No he dicho que me importe.
-¿Y para qué preguntas?
-Para saber si tengo que evitar venir aquí a partir de ahora.
Davis se detuvo con pesadez y se inclinó de nuevo sobre su cuerpo para apoyar las manos en las rodillas.
-Solo vengo cuando entreno y cuando necesito pensar –dijo en voz baja.
-¿Porque te cuesta?
El chico se irguió llevándose las manos a la cara y después al pelo. Inspiró para coger aire.
-Eso parece.
Miku miró cómo se posaba la mano en la nuca para rascarse. Ninguna de las veces en las que había tenido la mala suerte de toparse con él lo había visto así, tan real. Era como si le hubiesen extraído aquella energía nerviosa que tanto solía molestarla.
-Dudo que tu vida sea tan desgraciada como para que estés así –soltó.
Una risa amarga llenó el aire.
-¿Y tú qué sabes de mi vida? Tiene gracia que me lo digas tú, estás siempre sola. Estoy seguro de que no soy el único que no te soporta.
El silencio cayó sobre el campo de fútbol como un bloque de hormigón, y más gotas de lluvia comenzaron a humedecer todo a su paso. Una gota cálida recorrió la mejilla de Miku, pero no se trataba de lluvia.
-Tú tampoco sabes nada de mí.
Ambos se giraron al mismo tiempo, quedando esta vez ella dándole la espalda. Le miró el pelo negro que comenzaba a empaparse.
-¿Por qué te mudaste a esta ciudad? Pensaba que solo te gustaba tu casa en mitad de la nada.
-Dijiste que ibas a dejar de molestarme, así que cumple y déjame en paz.
Miku comenzó la marcha y se largó de aquel lugar conla mirada de Davis clavándosele en la nuca. Un torrente de lluvia inundó elcampo de fútbol y las canchas a su alrededor, y Davis dejó que la mochila sedeslizara por su hombro hasta caer en el césped mojado. Otra ráfaga de aire fríole congeló el cuerpo y la vista se le nubló durante unos instantes. Miku teníarazón, era estúpido e inmaduro. Pero lo que la gente parecía no ver era quetambién tenía sentimientos y que estos se podían romper al igual que los de losdemás. A veces en más fragmentos que los de los demás.
Sombra&Luz
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¡Hola! Llegué ayer y ya tengo capítulo nuevo. Si esto no es amor, no sé qué puede ser. <3
Mi próxima publicación será Whisimbell y después Futuro Imperfecto. No prometo que sea pronto porque el día 5 se acaba mi vida y el 7 empiezo las clases otra vez, así que estos días estaré preparando algunas cosas y tendré poquito tiempo, peeeeeeero espero poder publicar un capítulo de cada antes del 5 (?).
En fin, dejo de contarles mi vida xD. Espero que les haya gustado el capítulo, les he echado de menos. <3