-No quiero ir. Tengo que terminar con mi trabajo.
-Venga, que solo serán un par de horas. Tampoco te quedarás toda la madrugada con papeleos de la oficina-le regañó el ojiverde.
-Georg sabes como soy cuando se trata de trabajo, soy...
-Muy perfeccionista-le terminó el castaño rodando los ojos no antes de bufar.
-Exacto.
-Desde que empezaste a trabajar no sales, ¡ni siquiera los sábados tío!, ¿no crees que necesitas un respiro?, Solo por un momento...-suplicó su amigo. Éste lo pensó quitándose la lapto de su regazo.
-De acuerdo. Pero vendré temprano.
-Sí, sí como digas...-respondió éste restándole importancia.
Tom fue de mala gana a su armario, la verdad no le apetecía para nada la idea de ir a trasnochear, sabiendo como era cuando veía demasiado alcohol y mujeres de cuerpos esbeltos. Tan solo pensarlo se le ponía la piel de gallina, él quería dejar su pasado. Realmente quería ser un nuevo Tom Kaulitz, enorgullecer a su madre y padre, con el empleo digno y la mujer perfecta. Tan solo serian un par de horas, como dijo su amigo. No haría nada estúpido.
En fin; optó por ponerse una camisa bordo, unos jeans oscuros, y zapatillas cómodas de color negro. Fue al baño a rebajar un poco su barba, para luego aplicarse loción.
Salió del cuarto encontrándose a Georg recostado en el sofá, éste se levantó de inmediato al ver a su amigo listo.
-¡Al fin!,-exclamó el ojiverde-tardas más que una tía ¿te lo han dicho?
-Te dije que no me apetecía salir. Ahora, conformate antes de que cambie de opinión.
-Vale, vale-fue con rapidez a la cocina a recoger las llaves del auto.
Ambos emprendieron marcha al boliche. Tom sabia que allí estaría Gustav, Kyle y Leah; Sus mejores amigos de infancia. Aunque a Leah la conoció en otro boliche hace más de 2 años, le era hermosa con aquella deslumbrante cabellera roja y ojos azules, pero era de carácter duro. Él había intentado liarsela por varios meses pero sin embargo solo consiguió conocerla y tratarla como una hermana; y de las irritables.
Georg estacionó frente al lugar. Ambos chicos bajaron; no obstante una estruendosa y chillona voz se hace presente. Tom giró al llamado, encontrándose a Leah con una playera blanca realmente corta mostrando aquel reluciente piercing en el ombligo, junto con un short negro y zapatos de aguja de la misma tonalidad. Muchos no creerían que ésta fuese una de las mejores enfermeras de L.A.
-¡Idiota!, ¿¡por qué has estado tan desaparecido!?-le regañó la pelirroja sin dejar de estrujarlo sobre su pecho, tanto que Tom comenzaba a perder el aire.
-Le-Leah-la pelirroja lo soltó.
-Lo siento.-Tom tomó postura, y la abrazo de manera "normal"
-También te he extrañado enana.
-¿Y yo qué?-interrumpió Georg, algo indignado al ver tal escena.
-A ti también guapo.-le dió un codazo-gracias por sacarlo de la cueva.
-Lo sé.-sonrió orgulloso.
A lo lejos los tres vieron a Gustav y Kyle aproximándose a ellos.
◆◇◆◇◆◇
Tom tenia a Leah sentada en su regazo algo que al mayor le pareció extraño ya que ella no se le acercaba de esa forma, quizá se debía a que estaba tomando demasiado y no quería caer con tremendo tacones.
-¡Exijo ir a bailar muchachos!-exclamó de repente la pelirroja con la botella de vodka en su mano.
-¡¡Sí!!-exclamaron todos menos Tom.
-Creo que no es una buena idea para ti enana-le retó el mayor. Ella le veía con una gran sonrisa.
-¿Por qué no?-se quejó.
-Ya estás ebria Leah.
-Claro que no, mira.-se levantó de su regazo y se puso de pie.-ves, estoy más fresca que una lechuga. Venga, vamos, dicen que abajo se encuentran las bailarinas más putas, y me imagino que tú no te perderías tal espectáculo-le tomó de la mano pero éste la retiró con sutileza.
-Iré al baño. Por cierto, ¿dónde queda?-preguntó al ver que el boliche que iban habitualmente había sido remodelado de pies a cabeza los últimos seis meses.
-¡Segundo piso!-le gritó su amiga a lo lejos ya que se estaba alejando junto con Kyle. Tom no llegó a escucharla completamente.
Sin embargo comenzó a subir las enormes escaleras en forma de espiral, se le estaban haciendo infinitas. Llegó hasta un largo pasillo de alfombra roja, a cada lado se encontraba varias puertas.
Por suerte pudo distinguir el baño casi a lo último. Entró deprisa desechando sus necesidades. Le sorprendía el olor a alcohol que traía, y aún así seguía en perfecto estado.
Llegó al lavabo y remojó sus manos, no obstante entró un hombre de bigote y gafas negras a uno de los cubículos, le parecía ridículo que un hombre de tal edad estuviese por esos lugares. Le dejó de dar importancia y salió.
Siguió caminando de manera serena viendo que el lugar si lo habían ampliado.
Paró en saco al ver una de esas puertas de color crema entreabierta, podía verse el interior de unas luces rojas con musica lenta de los 70's. No era realmente de su incumbencia ir a ver que había en ese cuarto, pero sin embargo la curiosidad le invadió, y se atrevió a abrir la puerta de manera sigilosa.
Se quedo inmóvil al ver aquel lugar, el olor a tabaco y demás sustancias le inundaban las fosas nasales, podía ver velas amarillas en todo su alrededor, junto con algunos frascos de preservativos. No se había percatado que había una cama completamente desarreglada, y sobre la fina tela de seda se encontraba alguien allí. Vio con claridad la espalda desnuda de aquella persona, también veía como respiraba con dificultad y temblaba ante sus ojos.
Se tomó el atrevimiento de tocar su hombro, sin embargo éste ni se inmutó.
-Oye-le llamó moviendo con suavidad su brazo. De apoco comenzó a girarse. Tom volvió a abrir los ojos como platos al ver aquel chico con los labios morados, y la piel tan pálida como un papel, parecía estar sin vida...
-A-ayudame-soltó casi inaudible el pelinegro. El mayor seguía observándolo con cierta impresión. De repente el pelinegro comenzó a reír sin gracia-quieres divertirte conmigo ¿verdad?-estiró su mano mostrándole a Tom sus perfectas uñas pintadas de negro, volvió a mirar sus ojos avellana viendo cuan perdidos estaban.
El mayor observó la pequeña mesa que había al otro lado de la cama, un frasco de pastillas. Tom supo al instante que a éste lo estaban drogando con viagra y quién sabe con cuantas mierdas más.
-Debo sacarte de aquí.-lo cubrió con la frazada junto con el resto de ropa que parecía ser del muchacho y lo tomó en sus brazos, le impresionó aún más que fuera tan delgado.
Apunto de salir; un hombre se le planta en medio de sus narices.
-¿Qué mierda haces?-el mayor vio de quién se trataba, aquel sujeto se lo había cruzado en los baños. Tan solo mirarlo le llenaba de rabia e impotencia, él estaba abusando del ser que tenia en sus brazos.-¡Te he preguntado qué mierda estas haciendo!
-¡Lo estoy sacando de esta pocilga!, ¿qué se supone que le has hecho?
-Lo que me ha pedido-sonrió cual cínico.
-¿Lo que ha pedido? ¿O lo que tus pastillitas mágicas han hecho?
-Oye imbécil, mejor dejalo en su lugar y vete a menos que quieras tener problemas.
-Me iré, pero con él.-trató de pasar, sin embargo aquel sujeto le volvió a impedir el paso.
-¡No te iras a ningún lado!-le plantó un puñetazo haciendo que Tom cayera junto con el pelinegro. Este se levantó encabronado, dispuesto a pelear.
Los puños cesaron de manera inaudita para el hombre, Tom también se ganaba un par de rasguños, sin embargo sus puños no dejaban de golpear el rostro ensangrentado del sujeto el cual ya había quedado inconsciente. En sus nudillos tenia restos de plástico que provenían de las gafas negras de aquel hombre.
Se detuvo al oír los quejidos del pelinegro.
Lo volvió a tomar en brazos, pensando por dónde o cómo saldrían sin llamar la atención.
-Oye, oye-comenzó a llamarle, éste apenas podía abrir los ojos-debes decirme si hay otro lugar para salir.
-P-pasillo...-Tom guió su vista hacia el baño donde no se percató que había otro pasillo del lado izquierdo.
Comenzó a caminar con rapidez hasta la puerta de salida, empujó de ésta encontrándose escaleras descendientes; bajó deprisa al oír varios gritos, dando a entender que ya habían descubierto al hombre en el suelo.
Llegó hasta el estacionamiento, Tom agradecía que Gustav le haya dicho a Georg estacionar el auto allí.
Recostó con cuidado al pelinegro en los asiento traseros no antes de taparlo bien.
Tomó un pequeño trapo para limpiarse las manos machadas de sangre para luego entrar al boliche sin levantar sospechas.
Había demasiada gente apretujadas con todos, y al mayor se le haría difícil encontrar a sus amigos, se frotó la frente rogando encontrarlos.
Comenzó a empujar personas sin importar que, hasta llegar a ver la deslumbrante cabellera de Leah en movimiento, junto a ella estaba Georg y los demás acompañantes.
-¡Hey Tom! ¿¡Dónde te has metido!?-exclamó Georg con movimientos bruscos hasta llegar a él. Claramente se le veía el estado de ebriedad.
-Damé las llaves del auto.
-¿Para qué?
-¡Tú damelas!-se exaltó. Sin mucha ganas Georg sacó las llaves de su bolsillo trasero. No obstante al tener las lleves; tomó del brazo de Leah y se la llevó del lugar.
-¡Tom! ¿¡Que haces!?-la ignoro-¡Idiota te estoy hablando!
-Deja de levantar la voz, necesito de tu ayuda.
-Oye si piensas que te la voy a chupar por estar un poco pasada de copas estas muy equivocado.
-No es eso Leah, callate y sigue caminando. Ya lo veras.
Llegaron al estacionamiento, la pelirroja desde afuera analizó lo que había en el interior del auto.
-¿Qué es esto?--cuestionó perpleja.
-Sube al auto te explicó en el camino-Ésta obedeció sin entender que demonios le pasaba al mayor. El coche emprendió marcha rápidamente haciendo que Tom de una maniobra estupenda a la derecha.
-¿Quién es ella? ¿Y por qué esta desnuda?, ¿acaso quieres un trio?-cuestionó indignada.
-¡Ya Leah! Deja de pensar que quiero llevarte a la cama o follarme lo primero que se me cruce, no me ves hace meses. Creeme que lo único que me follo es prácticamente mi trabajo, por así decirlo.
-Vas en serio en esa empresa eh... En fin, ¿de dónde salió?-cuestionó refiriéndose al pelinegro
Tom comenzó a contarle todo, de principio a fin, le pidió que le ayudara con algunas cosas. Él no podía llevar a aquel chico al hospital, sabía con anticipación que tendría que lidiar con varias preguntas y lo que menos quería es que lo abrumaran. Agradecía tener a Leah en estos momentos.