Me desperté sobresaltada por una pequeña descarga en la muñeca. Todo estaba oscuro pero aún así podía visualizar la silueta dormida de Zeke en un pequeño sofá a los pies de la cama.
Había insistido en dormir en el, pero en cuanto volví a tumbarme en la cama quedé en estado de coma, literalmente.
Me senté sobre la cama y miré a mi alrededor. Aún en la penumbra de la noche se podía ver que la habitación de Zeke era muy ordenada. En la pared oeste había varías pilas de libros apilados unos encima de otros, a lo largo de toda dicha pared.
Luego en la pared más cercana a mí había un mapa que ocupaba la mitad de esta. Y había varías chinches de colores marcando sitios.
Interesante.
Sentí otro calambrazo proviniente de la pulsera que tenía en mi muñeca y suspiré.
En ella estaba escrita: fuera.
Me quité la manta que supuse que él había puesto sobre mi y me levanté sin hacer el mínimo ruido.
Pasé por el sofá donde estaba Zeke con intensión de irme a fuera como dictaba la pulsera cuando la mano de Zeke salió disparada hacia la mía y tiro de mí haciéndome caer sobre él con un ágil movimiento.
—¿Dónde crees que vas?— Su voz era ronca pero alarmante.
—Necesito agua...
Siguió sujetándome con fuerza pero luego me dejó.
—Estás no son horas para andar por la nave, y lo sabes, pedí a Run explícitamente que te explicara las normas de este sitio.
Suspiré y asentí.
—Lo sé, es solo que llevo desde que llegué sin beber ni comer nada...— hice una mueca fingida.
No es que precisamente necesitara nada de eso, pero obviamente con Zeke siempre había que tener una respuesta rápida y convincente en la punta de la lengua.— Tengo hambre.
Me soltó y se sentó para mirarme divertido.
—¿Ibas a robar la despensa Eileen?— Preguntó obviamente dispuesto a castigarme.
Negué con la cabeza.
— No, señor General, solo quería un poco de agua.
Él suspiró y siguió mirándome un buen rato.
— Vale, iré a por algo que puedas comer... No te muevas de aquí.
—¿A dónde iría sin ti Zeke? Ahora mismo eres mi sombra.
Soltó una risa irónica mientras caminaba hacia la puerta.
En cuanto salió, sentí otro calambrazo diciéndome lo mismo que lo anterior y no tuve que pensar dos veces.
Debía buscar al tipo de blanco y solo podía estar en un sitio.
Sí, necesitaba llegar allí rápido y volver antes de que Zeke regresara.
Y si no lo conseguía ya podía imaginar el fatal destino que me esperaría.
Corrí descalza por la nave intentando encontrar el acceso subterráneo de aquel sitio y apenas vi las mesas del comedor me detuve.
Me pegué a la pared intentando que ésta me tragara, Zeke estaba en ese lugar buscándome comida.
Joder, ya empezaba a sentir el inmundo olor del calabozo.
Me deslicé por la pared hasta estar de cuclillas y me moví hasta el filo de esta para ver si estaba a la vista.
Pero nada.
Iba a salir de mi escondite cuando un par de murmullos se hicieron audibles.
—Es una amenaza, si descubre lo que tienes en mente...
—Exacto, tú lo dijiste. Si lo descubre. —Ese era Zeke. Su voz de macho era inconfundible. —Y el único que lo sabe eres tú. Por lo tanto, si se empieza a hablar de eso, sabré quién fue.
Pasos se escucharon cerca de mí y tuve que salir rápidamente.
Pero, ¿de qué era lo que hablaban tan misteriosamente?
Después iba a tener que hablar con Zeke. Capaz le pudiera sacar algo.
Sin dejar de mirar por mi hombro pasé la sala de interrogatorios y ¡BAM!
Los calabozos.
Claro que no sería sencillo. Ilusa de mí pensar que sí.
Había dos guardias frente a la gran puerta que llevaba al pasillo donde estaban los calabozos.
Si me veían podía olvidarme de la glorosia ducha de la habitación. Y eso no podía pasar. Bajo ningún termino.
Iba a rendirme y volver por donde vine cuando la radio que llevaban en el hombro sonó.
Hay movimiento en el ala este. El general va para allá. Confirmen posición y nombre.
Confirmado. Cóndor 1 y canario en la cabeza del águila calva.
Necesitamos refuerzos, hay moros en la costa. Vayan al lugar, cóndor.
Ambos guardias se vieron y partieron sin antes mirar alrededor.
Cuando ya no se encontraban abrí la puerta y llegué con facilidad donde el tipo de blanco.
Ahora se veía mugriento, le habían dado una buena paliza.
Tenía la cara hinchada y los labios agrietados.
—123045, me alegro de volver a verte.
Asentí sin decir nada.
—¿Quería verme señor?— pregunté sin pensar, simplemente me salió de los labios.
—Sí, tengo algo que entregarte.— Rebuscó algo en su traje y sacó una especie de moneda, la pulsó y de ella salió una transmisión de un hombre mayor, vestido con una bata de médico y con una expresión pacífica.
—123045, pronto volverás a casa, ahora mantente ahí y haz tu misión como lo hemos programado durante tus dieciocho años, fuiste la elegida no nos defraudes...— la imagen del hombre fue cortada por momentos como si no llegará suficiente señal al aparato. — Sé que todo suena confuso para ti, pero eres distintas a los demás, tu fisionomía y aprendizaje también se dieron diferente a los de tus hermanos, quizá debido eso seas todo un éxito como experimento de la KMA, Wilson te entregará un pequeño objeto que sé que te hará sentir identificada y eso hará que recuerdes de donde vienes y a donde perteneces.
Wilson saca de su abrigo un cubo de Rubik y me entrega. Lo cojo sin pensar, como si alguna parte de mi añorase el pequeño objeto.
Había pasado tanto tiempo "jugando" con aquella pieza que es como si fuera mi mejor amiga.
Extraño, lo sé.
—Cuando te sientas cansada de todo, busca la clave y pulsalo... Y todo volverá a ser como antes, no te fíes de nadie, ni dejes que te manipulen, porque eso definitivamente es lo que buscarán hacerlo. Analiza sus planes y busca fallos en ello, confiamos en que sepas superar este nivel con éxito 123045.
La transmisión se cortó y el hombre desapareció.
Wilson asintió como si con eso me dijera que podía irme y salí corriendo otra vez intentando que de esa forma pudiera llegar antes de Zeke, si es que ya no hubiera llegando y ahora mismo estuviera maquinando una forma de matarme.
En cuanto me metí en la habitación y al ver que no estaba suspiré aliviada, guardé el cubo bajo el mullido sillón para luego dejarme caer en el sofá, rodear mis rodillas con los brazos e intentar recobrar el aliento otra vez.
Un segundo después apareció Zeke con una plato de aluminio con un trozo de pan y un vaso de agua en la mano.
—¿Te está dando un ataque de pánico o algo por el estilo?— preguntó al verme respirar irregularmente por haber corrido más que en toda mi vida.
—Em, no me gusta la oscuridad...— Mentí, fue lo primero que se me ocurrió decir al ver que seguíamos sumergidos en la oscuridad de su habitación.
Se río y encendió la luz.
—No te acostumbres, no me gusta derrochar luz.
Sonreí agradecida y luego cogí el trozo de pan que me trajo y me dispuse a comerlo mientras él se sentaba a mi lado y me miraba comer.
Le miré mal para que dejara de hacerlo y volvió a reírse.
Se levantó y fue hacia la cama.
—Ahora te toca el sofá, siento que si me quedo ahí por mucho más acabaré sin espalda.
Después de comer y beber el vaso de agua que me trajo, dejé todo en el suelo a un lado del sofá, me levanté y apagué la luz para luego tumbarme sobre el mullido sofá.
Cogí el cubo de Rubik entre mis manos y empecé a darle vueltas.
—Cuando te sientas cansada de todo, busca la clave y pulsalo... Y todo volverá a ser como antes...
Me pregunto qué habrá querido decir con que todo volvería a ser como antes.