Por favor, no me olvides

By julieta2152

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Annie siempre ha estado enamorada de Adrián; un chico bien acomodado que es su mejor amigo, y quien parece no... More

Personajes.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5 | Dos años después
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 | El muchacho de los pies descalzos
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capitulo 25
Capítulo 27
Capítulo 28.
Capítulo 29 | ¿Declaraciones?
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39 |Dos años después.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
¡Booktrailer!
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 65 | Parte 2
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Epílogo
Agradecimientos.

Capítulo 26.

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By julieta2152

—Ya es hora. —Me informó Bryce desde el otro lado de la puerta haciéndome poner nerviosa.


Trague saliva. Tomé mi mochila y salí de la casa con una sombrilla. En el carro fuimos callados. Al llegar a su escuela únicamente me repitió el plan.


Bajé del auto aún con la sombrilla, respirando hondo y caminando a paso seguro adentrándome en la escuela como si nada. Había pasado desapercibida. Sonreí en mis adentros.

—Bien —habló Bryce a mi lado—. Ahora, el segundo paso. Aún es temprano por lo que seguramente no todos están en los salones. Deben estar dispersos en los pasillos.

—¿Y si aún no ha llegado?

—Pues lo esperaremos. Vamos.

Me tomó de la mano con fuerza guiándome hacia uno de los edificios. Abrumada miraba los rostros de cada alumno que pasaba frente a mí.

—¿Estás segura que podrás reconocerlo?

—Sí.

—Está bien —dijo mientras subíamos las escaleras por uno de los edificios—. Te llevaré al salón de Adrián "uno". —Nos habíamos encargado de ponerles sobrenombres para no confundirnos.

—Ahorita ellos deben estar en clase. Asomate por la ventana y me avisas.

Asentí. Me acerqué lentamente hacia el salón, era el más lejano en el edificio. Durante el camino seguí observando los rostros de todos.

De repente me detuve. ¿Aquél era Adrián? A pesar de que estaba de espaldas, se parecía mucho a él. Corrí apresuradamente tomando con fuerza de su hombro para detenerlo.

El muchacho me dio una mirada molesta. Me había equivocado.

—Lo lamento. —Sólo pude decir—. Te confundí.

No hubo respuesta alguna más que un bufido. Seguí caminando por el largo pasillo hasta llegar al salón. Suspiré y me asome por la ventana. Mi mirada se puso ante cada rostro de todos los alumnos que se encontraban sentados. Algunos me daban miradas confusas.

No pude más e hice lo que Bryce me había insistido que no hiciera. Toqué la puerta del salón con fuerza. Segundos después ya se encontraba abierta.

El maestro me miró molesto.

—Disculpe. ¿Me puede permitir a su alumno Adrián?

Todas las miradas se dirigieron hacia una sola persona. Inconscientemente la mía se posó en él aunque no pude verlo porque algunos alumnos me tapaban.

—Adrián, puedes salir —habló el maestro irritado. Supuse que lo único que quería era no perder el tiempo.

Me alejé de la puerta recargándome en el balcón. No quería llevarme la sorpresa de que no pudiese ser él.

Sentí unos dedos tocándome la espalda de repente. Una voz hablándome después de esto. Cerré los ojos con fuerza tratando de ahogar mi nerviosismo y volteé.

Me encontré a un joven de cabello castaño claro con ojos cafés. Me miraba expectante. No era él.

—¿Querías hablar conmigo?

—Eh... —emití—. ¿Podrías ayudarme en algo? —Me dio una mirada confusa asintiendo después de esto—. Estoy buscando a una persona que tiene tu nombre. Me dijeron de ti, pero no eres a quien yo busco. ¿Conoces a alguien que se llame Adrián en esta escuela?

—Sí —afirmó con rápidez—. En el segundo edificio hay un muchacho que se llama Adrián. Casi todos lo conocen.

—¿De verdad? ¿En qué salón?

—Salón catorce, al final del pasillo. Debo regresar a clase, espero haberte ayudado.

De repente el timbre indicando el comienzo de clases retumbó en mis oídos. Le agradecí y corrí hacia el segundo edificio. No encontré a Bryce, por lo que supuse que había entrado también a clases. Debía ir por mi propia cuenta.

Ya no habían alumnos, todos estaban en clase. Subí las escaleras con sigilo. Caminé a pasos lentos por el largo pasillo, el salón se encontraba al final de éste.

Dí un respiro hondo y observé a través de la ventana. Nuevamente, uno por uno. Mi mirada recorrió todo el salón perdiéndose entre los rostros de cada alumno. No estaba. Otra vez había fracasado en el intento. Resoplé recargándome en el balcón con la mirada baja.

—¿En dónde estás Adrián? —dije en voz baja—. ¿En dónde puedes estar?

Desanimada, regresé por el largo pasillo con la mirada baja. Se me acababan las esperanzas. Había pensado que sería más fácil.

Oí unos pasos viniendo hacia mí haciéndome alzar la vista. El pasillo estaba despejado.

Me detuve. Lo miré con detenimiento. Tenía el cabello negro y caminaba de la misma forma; exactamente igual. Pero él tenía la cabeza baja y un audífono en una de sus orejas. No podía ver su rostro.

Cuando estaba apunto de pasarse de largo, mi voz habló por sí sola.

—¿Adrián?

El joven se detuvo estando frente a mí. Se quitó el audífono que tenía y alzó la cabeza haciendo que mis pupilas se dilataran. Tenía el cabello negro y un poco largo, tapaba su frente; sus pupilas del mismo color. Su rostro era maduro, su quijada rígida. Alto y robusto. Abrí la boca con sorpresivo asombro. Estaba frente a Adrián Ballester otra vez. Su rostro había cambiado, pero seguía siendo él.

Mi corazón nunca había palpitado con tanta fuerza. Él me miraba como una extraña, como si no fuese nadie importante.


Mi viejo amigo frunció el ceño. Su mirada se posaba con fuerza sobre la mía. Entonces lo noté.

—¿Quién eres?

Adrián me miraba. Adrián me estaba viendo; con el ceño fruncido y con mirada dura y fría, penetrante.

—¿Puedes verme? —pregunté casi titubeando. Sentía mi mano temblar.

Adrián abrió los ojos dando un paso hacia atrás sobresaltado. Me miró confundido. Por primera vez me veía.

—¿Tu... có-como sabes? -dijo titubeando.

—¿Acaso no... no recuerdas mi voz? ¿No sabes quien...?

No pude terminar la frase. Adrián había caminado hacia mí. Sus ojos examinaron todo mi rostro. De repente cerró los ojos, sus manos hicieron tacto con mi piel. Las yemas de sus dedos tocaron mi frente, luego se posaron en mis párpados, recorrieron mi nariz y mis mejillas, luego mi boca. Sonreí.

Se detuvo. Únicamente me miró a los ojos. Una sonrisa apareció en sus labios titubeante.

Sus mirada parecía confundida. Pestañeo varias veces apretando sus labios. Entonces vi que sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Eres tú —habló finalmente—. Annie.

Sonreí incrédula. Me había reconocido. Adrián me había reconocido.

Se abalanzó hacia mí rodeadome con sus brazos, apoyando su cabeza en mi hombro. Aún lloraba. Yo acariciaba de su cabello con cariño.

Recordé aquella vez en su casa, cuando su padre había llegado molesto. Él lloraba asustado, y yo lo único que podía hacer era consolarlo.

—Te extrañé —dije finalmente.

N. A.

Holaa, ¿Que tal? Espero les haya gustado éste capítulo, si es así les agradecería que votaran o comentaran qué les pareció<3
Aún vendrán muchas cosas más, esto no acaba aquí. Cuentenme a quien prefieren; Arturo o Adrian, jajaja. ¡Hasta luegoo!

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