Querido diario:
Me he estado sintiendo algo solo desde que ella ya no está conmigo, pero sobre todas las cosas extraño el aroma a coco y a pesar de visitar varios mercados en busca del acondicionador responsable de tan agradable aroma, no he dado con el producto. Es por eso que he decidido regresar a su habitación, estoy seguro que allí encontraré el producto y si no es así, al menos podré hallar alguna de sus pertenencias. Sé que, desde que James Wilcox está encerrado, la casa se ha puesto en venta y puedo suponer que aún quedan pertenencias de Samanta.
Con mi mochila en la espalda y una linterna, me encaminé hacia luego de medianoche. En cuanto abrí la puerta con mi cuchillo de caza, las partículas de polvo me brindaron una asfixiante bienvenida, mientras que los insectos escapaban de la luz de mi linterna. Observando los cuadros de fotografías en la pared, me percaté de que no tenía ni una sola imagen de ella, así que con cuidado descolgué un cuadro y me apropié de su retrato. En cuanto entré a su habitación la expectativa de reencontrarme con el aroma coco, se vio cruelmente aplastadas por el olor de una mezcla entre polvo y humedad. Sin embargo, una caja que contenía las letras "SW" revivieron mi esperanza de hallar alguna cosa con el aroma de Samanta.
Al abrirla me hallé con varios libros del instituto, papeles, dibujos, un diario con las iniciales de ella y para mi fortuna un oso de peluche. Sin dudarlo sujeté el peluche entre mis manos, lo acerqué hasta mi nariz e inhalé el aroma que emanaba del juguete.
Oh, querido amigo... el delicioso aroma a coco invadió mis fosas nasales y no pude evitar sentir una incontrolable alegría. Si, ya no tenía a Samanta en mi vida, pero al menos había encontrado un objeto que me recordaría la dulce fragancia de mi primer amor.... extrañaba el aroma de Samanta.
Luego de pasar unas horas en la habitación, decidí quedarme para seguir disfrutando de sus recuerdos, pero antes de que mi reloj marqué las cinco de la mañana, la voz de un hombre hablando por teléfono llegó hasta mis oídos. Con rapidez me acerqué hacia la ventana y logré ver a un tipo de traje que entraba por la puerta principal. ¿Y sabes qué? Por primera vez en mucho tiempo no tenía un maldito plan de escape, si él subía las escaleras había una alta posibilidad de que me descubriera en segundos.
Con la adrenalina ganando terreno, escaneé mi entorno y logré ver un pequeño armario al lado de la puerta. Escuchando al sujeto subir por las escaleras, guardé todas las pertenencias de Samanta en la caja y la acomodé como estaba, para luego gatear hasta el armario de madera. En cuanto cerré la puerta de mi escondite, el cruzó la puerta despidiéndose de una tal Lisa. El hombre de aspecto joven, era alto, de cabello negro y su complexión era grande.
Un maldito vendedor de bienes raíces.
En completo silencio lo contemple caminar en la habitación de un lado hacia otro, para luego acercarse a la ventana y bostezar. Él lanzó su maletín hacia la cama y posteriormente apoyó su asqueroso trasero sobre la almohada que alguna vez fue de mi ángel. Inmediatamente su móvil comenzó a sonar y mientras comenzaba a hablar con Lisa, estiró su brazo alcanzando el oso de peluche, para luego lanzarlo contra la pared.
Algo completamente imperdonable.