18 de Diciembre de 1944
- Fue mágico. Fue hermoso -comentó Allison con sus manos en la cabeza. Parecía estar reviviendo los momentos de su luna de miel con cierta emoción y nostalgia-. Dios, fue tan perfecto.
Estábamos reunidas con Allison y Malia en mi casa, sentadas en la mesa, tomando el té. La recién casaba no podía dejar de hablar de lo especial que había sido su luna de miel, incluso cuando fueron tan sólo tres días.
- Veo que Scott se ha portado bien, eh -sonreí, bromeando un poco. Allison soltó un suspiro mezclado con una risa.
- Como todo un caballero, Lyds. Ni te imaginas -sonrió, con un aire de enamorada que provocó que sonriera también-. Nunca lo había visto a Scott de esta manera. Tan... feliz. Tan tierno. Imaginen que ya de por sí es todo eso, pero ese fin de semana, Jesús, fue... todo mágico.
Sonreí y levanté ambas cejas apoyando mi mentón sobre mi mano, Allison enrojeció y tomó un sorbo de su taza de té, acto que me hizo reír.
Estaba contenta, al parecer la luna de miel había resultado de maravilla y tanto Scott como Allison estaban llenos de una felicidad innegable, que hasta lograban contagiarme.
Allison se había quedado conmigo y parecía estar muy emocionada por contarme hasta el mínimo detalle de sus pequeñas vacaciones. No me oponía, estaba feliz de poder escucharla.
Malia había aparecido de sorpresa con la excusa de que estaba aburrida, pero de sobra sabía que lo único que quería era pasar tiempo de calidad con sus mejores amigas, cosa que no admitiría.
- Entonces conocimos una cantidad de lugares, no te das una idea... Fue todo tan perfecto, ya hasta compramos ropa para el bebe y también disfrutamos entre nosotros. Como ya les dije, fue mágico -prosiguió esta. Malia rió.
- Mucho romanticismo, creo yo -detuvo esta riendo, Allison rió con ella-. Me alegra que hayan disfrutado, pero, ¿un recuerdo para una de las damas de honor era tanta molestia...?
- ¡Malia! -grité yo y ella levantó las manos en forma de disculpa. Allison reía.
- De hecho, si hay algo para ustedes -comentó esta, haciendo que nos voltearamos para verla. Sonreí y me levanté de la silla.
Se paró para ir a buscar algo en el bolso que había traído. Este estaba en el sillón, por lo que Allison tuvo que caminar un poco hasta alcanzarlo. A mi me inundó terror de que se esforzara de más, por lo que corrí enseguida a ayudarla. Ella rió.
- Lydia, son sólo tres metros que tengo que caminar -se burló por poco ella. Puso su mano sobre mi hombro.
- Es que... No lo sé, quizás estás cansada... Por el bebé...
- Eres tan parecida a Scott que a veces me asusta -volvió a reír, esta vez llegando hasta el sillón y sentándose en él.
- Me alegra saber que no soy la única que piensa lo mismo -concordó Malia. Solté un suspiro y negué con la cabeza.
Allison llevó un par de bolsas sobre la mesa de nuevo y con mi ayuda logró volver a sentarse donde estaba al principio.
- Es algo pequeño, entre los pocos días y la cantidad de cosas que hicimos sólo nos quedó poco tiempo para comprarles algo pequeño, pero que sabemos que les encanta -explicó. Malia y yo asentimos-. Mal, sabemos lo mucho que querías perlas blancas y bueno habían unas de ellas en una de las paradas, no son auténticas, claro está, pero...
- ¡Me compraron perlas! -gritó esta dando un paso hacía adelante-. ¡Jesús, Jesús, Jesús!
Malia se las quitó de las manos y corrió hasta frente del espejo para probárselas. Chilló de emoción, y yo no pude evitar reír. Se giró luego para dirigirse hacia donde Allison estaba y por poco no se le tira encima.
Mi amiga abrazó a Allison tan fuerte que temí que le estuviera haciendo daño. Pero esta no se quejó, por lo que sólo opté por sonreír ampliamente.
Luego de que se alejó, Allison volvió a meter la mano en su bolso, y me entregó una pequeña cajita. Le sonreí con gratitud.
- Scott me pidió que por favor la abras cuando estuvieras sola -me sonrió mi amiga. La miré algo confundida-. Es algo que él me pidió, no lo sé.
Asentí, algo asombrada y confundida, pero aún así contenta. Me acerqué y la abracé. Ella me envolvió en sus brazos.
Guardé aquella cajita a un lado y miré hacia mis dos amigas que parecían estar hablando acerca del embarazo, lo notaba porque Malia tocaba el vientre de Allison con cautela y con una pequeña sonrisa. No tardé en acercarme y sentarme nuevamente junto a Allison. Apoyé una mano sobre su hombro, y el otro lo lleve hasta su barriga.
- ¿Al final decidieron el nom...? -quiso saber Malia.
- Liam -le dijo Allison con mucha emoción-. Se llamará Liam. Si es niño, claro.
Sonreí lentamente y acaricié su barriga un poco más. Aquel niño que venía en camino sería muy especial para mi, ya podía sentirlo.
Apoyé mi cabeza sobre el hombro de Allison, con una mano en su barriga. Malia me tomó la mano que tenía libre, y me sonrió cuando la miré. Le di un apretón y le sonreí devuelta.
Allison, de repente, se llevó ambas manos a la cabeza, provocando que mi amiga y yo nos alertáramos. La futura madre soltó un pequeño sollozo.
- No puedo creer que seré madre... -dijo en un hilo de voz agudo. Malia y yo nos dimos una mirada cómplice, y abrazamos a Allison, cada una a un lado.
- Serás una increible madre, Allison -le dije y acaricié su hombro-. Eres ya una persona increible, estás destinada a ser increíble en todo lo que hagas, ¿si?
Ella sonrió y asintió.
- Es que a veces siento que la vida esta avanzando muy rápido, tengo un bebe, estoy casada... Yo, soy feliz, muy feliz -explicó ella limpiando el rastro de lágrimas en sus ojos.
Tomé su mano y la apreté. Comencé a acariciarla con mi pulgar.
- Te mereces todo esto y más, Allison -le garanticé-. Eres una persona increíble, con un buen corazón.
Allison me sonrió con gratitud y dejó descansar su frente sobre mi hombro. Malia le acarició la espalda.
- Eres asombrosa -dijo ahora esta, mirando a Allison con mucho cariño-. Y estamos muy felices de que tú seas feliz. Te lo mereces más que nadie, Alli.
Ella sonrió y se giró a nosotras, moviendo la silla haciendo que yo y Malia quedaramos una al lado de otra.
- Nunca se los he dicho, pero ustedes son... Las únicas amigas que he tenido -comentó esta-. Verán, antes de conocer a Scott yo... no era nadie, así se sentía, yo no soy como ustedes, nunca pude hacer amigas, y ustedes son lo que siempre quise.
Ambas sonreímos casi al mismo tiempo.
- Mal, tú eres desde lejos la mujer más valiente que alguna vez he conocido, no te da miedo el estar sola y puedes protegerte a ti misma, luchas por ti misma y eso es algo que yo... Admiro de ti, muchísimo. Y te aprecio demasiado -Malia sonrió, dejando escapar una leve risa. Allison se giró a mi, levanté la vista hacia ella-. Y tú, Lydia... No hay persona en el mundo que no se llene de alegría con tan sólo mirarte, expulsas optimismo y felicidad, no dejas que nada te haga derrumbarte porque eso demostraría que la felicidad se acabó y para ti... Es algo que no dejarías que ocurriera. Scott te quiere, lo sabes y eso es lo que me hace quererte aún más... Te quiero, Lydia.
Tuve un pequeño dolor de estomago al escuchar ciertas palabras. Pero fue de segundos, ya que había superado eso... Ya no me derrumbaba por ningún te quiero.
En su lugar di un salto a los brazos de Allison por milésima vez.
- Las quiero, a ambas -agregó esta vez, mirando a Malia, al borde de las lágrimas.
Malia y yo volvimos a abrazarla con cariño, tratando de no apretarla mucho para no lastimarla, asustadas por el tema del bebé.
- Te queremos, Alli -habló Malia, acariciando los brazos de su amiga.
- Dios, debería dejar de llorar -Allison soltó una risa y llevó sus manos hasta sus pómulos, donde secó todas sus lágrimas-. De verdad, estoy agradecida de haber encontrado amigas como ustedes.
- Nosotras también, créeme -le aseguré, dándole unas palmadas a su mano-. Todavía no puedo creer que en un principio no nos llevábamos del todo bien.
- Espera, ¿no se llevaban bien? -quiso saber Malia, algo confundida.
Allison soltó una pequeña risa y negó con la cabeza. Sonrió al conectar su mirada con la mía.
- Nos llevábamos bien, pero lo justo y necesario. Para ser verdad yo estaba bastante celosa de la manera en la que Scott miraba a Lydia -le contó Allison a Malia-. Pero todo eso ya pasó, fue al principio.
- Oh, claro. Entiendo -sonrió Malia-. A decir verdad, yo siempre pensé que Scott sentía algo por Lydia.
Allison y yo las miramos a Malia algo alarmadas, aun así tranquilas, pero algo confundidas.
- Pero no fue así -se adelantó a decir, temiendo haber dicho algo que no debía-. Es la manera que Scott tiene de mirar a las personas. A Lydia siempre la ha mirado con un aire protector, lleno de cariño. Y estaba segura de que él sentía cosas por ella... Pero luego llegaste tú, Alli. La mirada que Scott tenía al mirarte era totalmente diferente: era como si fueras el mundo para él. Lo sigues siendo, ya que nunca te ha dejado de mirar de la misma manera. Y estoy segura de que debe ser el chico más afortunado de todos, al tenerte a tu lado, y sé perfectamente que él está al tanto de eso.
Allison extendió una sonrisa y asintió levemente, perdió su mirada y no tenía que descifrar entre líneas para saber que sus recuerdos estaban en aquella luna de miel.
Iba a decir algo, pero fui interrumpida por Malia que soltó un chillido, me giré a ella y vi que sus ojos estaban dirigidos al reloj, luego se giró a nosotras.
- Yo debería irme, tengo que ordenar mi casa, antes de que... lleguen mis padres -sonrió y se acercó a Allison para abrazarla, luego se volteó hacía mi.
Me encaminé con ella hacia la puerta donde levanté ambas cejas.
- Tus padres, eh -comenté riendo, ella me miró negando levemente y apretando los labios, el sonrojo había tomado lugar en sus mejillas-. Vamos, disfruta, Mal.
Me acerqué a ella para besar su mejilla sonoramente y la empujé levemente hacia afuera para que saliera, ella rió una última vez antes de cerrar la puerta.
Me giré para ir de nueva hasta donde estaba Allison. Me senté junto a ella, sin dejar de mirarle el vientre donde crecía su bebé. Apoyé una mano sobre este, y lo acaricié nuevamente.
- Tú tienes un corazón tan bueno, Lydia... -comentó Allison, provocando que yo la mire a los ojos- No es difícil darse cuenta de aquello. Tienes una disposición increíble ante cualquier cosa que surja, y no te cansas de dar tu amistad, amor, solidaridad y compañía.
Al sentirme halagada, mis mejillas tornaron un color más rosado. Sonreí sin poder evitarlo.
- Serías una gran madre, Lyds -agregó ella.
Suspiré, de una forma algo pesada. Me encantaría ser madre, pero estaba Jackson. No podía ser madre si estaba comprometida con Jackson. Y es que ya de por sí descartaba la posibilidad de que mi hijo sea de Jackson. No lo permitiría.
Quería tener un hijo. Quería tener hijos. Pero si iba a tenerlos, sería con Stiles, con la persona que amo, con la persona que sí quiero pasar el resto de mi vida.
- Bueno, Lyds... Creo que debo ir yendo -declaró mi amiga, asentí y la ayudé a que se pare. Ella me sonrió-. ¿Te parece raro si te digo que extraño Scott incluso cuando la última vez que lo vi fue a ese una hora?
Solté una risa, y negué. Pude reconocer la manera en la que se sintió, ya que era la misma manera en la que yo me sentía cuando no estaba junto a Stiles.
- Créeme, sé de lo que hablas -le dije en un tono tranquilo.
- Por supuesto que lo sabes -me guiñó un ojo antes de que la acompañara hacía la puerta-. Buen día, Lyds.
Sonrió y se despidió de mi amablemente.
- Nos vemos -le dije antes de que saliera por la puerta.
Solté una risa y volví hacía la mesa, donde había dejado aquella cajita que Scott y Allison me habían regalado. Subí a la habitación para sentarme en la cama y poder abrirla. Como de costumbre, me emocionaba mucho con cosas pequeñas.
Me senté en esta, y abrí la caja, primero desenvolviendo el moño que conservaba en su exterior. Lo primero que encontré al abrirla, fue una nota, escrita por Scott.
Dejé la pequeña caja a un lado, y tomé el pequeño pedazo de papel, y lo acerqué a mis ojos para poder verlo mejor.
"Espero que el amor que tienen sea tan grande como el corazón que tú tienes"
Abrí la boca inconscientemente, y alejé el papel de mí, algo confundida. Al darlo vuelta, noté que decía otra cosa.
"Revísala bien antes de probártela." Estaba escrito como una posdata. No perdí más tiempo y me fijé el contenido de la caja.
Mis ojos se iluminaron al notar un brazalete dorado, simple, pero a la vez hermoso. Lo tomé y sonreí al verlo. Iba a probármelo, pero recordé la nota de Scott, así que decidí primero examinarlo bien. No pude notar nada interesante o que realmente me llamara la atención en la zona exterior de la pulsera, salvo aquel color oro que tan hermoso era.
Un brillo diferente al color del brazalete me llamó la atención. Este provenía del lado que daba a la piel, el lado que no se vería.
Esta estaba marcada por dos signos, dos signos que se hacían muy conocidos para mi y gracias a esto entendía lo que quería decir con la nota. Era la estrella de David, acompañada de la cruz cristiana. Parecía estar tallada a la perfección.
Me llevé el brazalete al pecho y solté una pequeña risa para luego ponérmela. Guardé la cajita y la nota en los cajones, y justo cuando me disponía a tirarme a la cama, la puerta de abajo sonó.
Oh, no... Jackson llegó antes.
Maldije interiormente y me desesperé al instante. Me saqué el brazalete, con miedo de que Jackson pueda verlo y me lo rompa, y lo escondí en un cajón.
Iba a ir al baño para esconderme allí por un rato, tratando de tomar fuerzas para enfrentar a mi prometido, pero este me detuvo a medio camino, impidiéndomelo, provocándome una angustia más grande y un mayor miedo.
- Hey, Jackson... Haz llegado antes, ¿Cóm...? -me quedé a media palabra cuando vi que estaba apretando mi muñeca más de lo que normalmente la aprieta. Chillé.
- ¿Dónde esta la comida? -preguntó este. Yo apreté los labios, levemente.
- Verás... iba a prepararla en un rato, se suponía que no llegarías hasta dentro de una hora -Jackson dio un paso hacia adelante, llevando sus manos a mi cuello. Empecé a negar-. Pero escucha... Puedo hacerlo ahora, yo... Puedo hacerlo.
Jackson apretó mi cuello un poco más y cerré los ojos. De repente, me soltó. Me dio un par de palmadas en la mejilla y abrí los ojos.
- Ve ahora, quiero la comida lista en menos de quince minutos -me dijo en un tono de amenaza. Asentí y bajé rápidamente las escaleras hasta llegar a la cocina.
Suspiré aliviada, ya que había logrado zafar aunque sea de esta. Busqué en la alacena lo que podría cocinarse más rápido y no tardé en ponerme manos a la obra.
Un par de minutos después Jackson bajó las escaleras y eso tan sólo hizo que apurara mi paso, él se sentó en el comedor por lo que decidí poner la mesa para que tuviera algo que ver encima, en el mientras tanto.
- Ya falta poco -le dije poniendo los cubiertos y llevando los platos.
Justo cuando estaba acercándome a la mesa, tropecé con mis propios pies, debido al apuro. Desafortunadamente, los platos cayeron al suelo, rompiéndose en muchos pedacitos frente a mí.
Solté un chillido al caer al suelo, y antes de que pudiera darme cuenta, Jackson me agarraba por el cuello, desde atrás, y me tiraba cerca de él.
- ¿En serio eres tan estúpida? -me preguntó gritando, agitando mi cuello con violencia. Él estaba parado, y se había colocado atrás mío, donde yo me encontraba sentada. Apreté mis labios y traté de zafarme, pero me fue imposible.
Me empujó hacia el suelo, haciéndome caer sobre los pedazos del plato. Por suerte no llegué a lastimarme tanto. Se me montó arriba básicamente y empezó a abofetearme haciendo que girara la cabeza de un lado a otro.
Agarró mis manos y las sujetó arriba de mi cabeza para tener más disposición y poder golpearme sin que lo detuviera. Yo sólo gemía y sollozaba, como de costumbre.
- ¡Basta! -grité, apretando los dientes, y tratando de aguantar el dolor de mis mejillas ardiendo- ¡Jackson, aléjate de mí!
Me zafé de sus manos con una fuerza que desconocía de mí, lo cual lo sorprendió bastante. Sin embargo, todo eso sirvió para que usara más fuerza.
Chillé ante el dolor que me provocó al poner mis manos bajo mi cuerpo, tras mi espalda. Impulsó mi cuerpo hacia abajo, de manera que mis brazos se apretaban.
Mientras con un brazo hacía fuerza para empujarme contra el suelo, con la otra mano tomaba mi cabello y lo tiraba con fuerza. Mordí mis labios de una forma en la que comencé a sentir sangre de lo mucho que me lastimaba.
Intenté darle patadas, pero estaba inmovilizada. Chillé de desesperación.
- ¡Es sólo un estúpido plato, Jackson! -quise hacerlo entender. Sin embargo, aquel comentario provocó que alejara su mano de mi cabello y que me golpeara fuerte con este se una manera fuerte en la panza.
Solté un grito intentando zafarme nuevamente, pero ya había asumido que, en parte, era imposible.
- No, Lydia. No es un estúpido plato -habló con ira en sus ojos-. Es un plato que vale dinero, y tú estupidez lo ha roto. ¿Por qué eres tan idiota, Lydia? ¿Eh? ¿Por qué siempre arruinas todo?
- No lo hago... -susurré esta vez, cansada de esconder el dolor que estaba sintiendo.
- ¿Eso crees, muñeca? -rió él-. Bueno, creo que podría demostrarte lo que pasará si vuelves a romper algo en esta casa...
Sin previo aviso, acomodó bien sus piernas a ambos costados míos, sentándose sobre mi vientre. Chillé al sentir su peso sobre mí. Luego, sus manos fueron a parar en mi cuello.
Pero esta vez no lo hizo para empujarme contra el suelo. No, esta vez me apretó con fuerza de él.
Sentí cómo de repente tenía dificultad al respirar. Mis ojos se abrieron con fuerza, al igual que mi boca en un intento desesperado de que entre aire. Empecé a tomar grandes bocanadas de aire, pero estas se quedaban a medio camino, ya que Jackson estaba obstruyéndolo.
Sentí cómo mis pulmones me pedían a gritos oxígeno. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas ante la desesperación. Sentí como mi cuerpo comenzaba a transpirar. Sentí cómo mi cuerpo se empezaba a relajar.
Pero, definitivamente, lo que no esperaba sentir, era un grito de horror proveniente de atrás de Jackson.
Jackson me soltó de repente y yo me dediqué a tomar todo el aire que había perdido, respirando con rapidez. Levanté la mirada para ver como Jackson miraba hacia atrás y a duras penas, lo hice yo igual.
Allison estaba ahí.
Todo el resto pasó con lentitud, una parte de mi seguía buscando el aire con necesidad y mi cabeza había empezado a doler, por lo que no podía tomar la situación bien.
Jackson se separó de mi dejando que me incorporara lentamente.
- Lydia... -susurró Allison mirando hacia mi y luego hacia Jackson que estaba levantándose-. Tú, la... ¡Oh, Dios, Lydia!
Esta empezó a acercarse a pasos rápidos pero fue detenida a medio camino, cuando Jackson la tomó por el pecho y la llevó contra la pared. Esta gimió, yo negué.
- Jackson, no -dije alterada, pero intenté levantarme y casi caigo por lo que me quedé en el piso.
Allison apretó los labios y miró a Jackson con ira. Yo sabía lo que eso podía significar para Jackson. Aquella mirada desafiante no traería buenas consecuencias.
- Jackson, aléjate de ella -agregué, desesperada.
- Quiero que te alejes de mi amiga -esta vez habló Allison, de una manera tan fuerte que me sorprendió-. No quiero que vuelvas a tocarla.
Jackson soltó una risa amarga, y yo me apuré para tomar todo el aire que pudiera. Me alteré cuando vi a mi prometido poner una mano sobre el rostro de mi amiga.
Allison cerró los ojos, apretando los labios enojada. De todas formas, no era difícil notar que estaba asustada.
- ¿Te crees ruda, McCall? -se burló Jackson. Allison no dejó de mirarlo con enojo, y hasta había adoptado una expresión de protección- Bien, ¿quieres que tu amiguita siga en este mundo? Deberás cerrar esa maldita boca, o juro que la mataré con mis propios dientes.
Pude ver que mi amiga tembló, y noté cómo la mano de Jackson bajaba hasta el vientre de Allison. Me desesperé y me paré enseguida, tratando de contener los mareos que se me subían a la cabeza.
- ¡Mantente lejos de su bebé! -grité, empujándolo lejos de Allison. Jackson apenas se tambaleó, pero logró alejarse.
Me apoyé contra la pared, sintiendo cómo la cabeza me daba vueltas y vueltas. Allison me sostuvo en sus brazos, tratando de hacer fuerza para que no me cayera.
Miré hacia adelante y apreté los labios, hacia Jackson. Entre Allison y yo, ambas estábamos tratando de sostenernos de la otra.
- Vete -escupí apoyándome en la pared. Jackson frunció las cejas, molesto, y dio un paso hacia adelante por alguna razón no me importó-. Después terminarás con todo esto, ahora lárgate...
Él se quedó parado apretando los puños.
- ¡Vete! -grité esta vez, cosa que lo hizo sorprenderse.
- Más te vale que no diga nada -me amenazó y se iba a acercar, pero no lo permití.
- Vete, Jackson, por favor -le dije por milésima vez. Ahora él si que me hizo caso.
- Te lo advierto, si ella habla... no habrá buenas consecuencias.
Jackson cerró de un portazo la puerta, y yo me desplomé finalmente en el suelo. Acaricié mi cuello.
- ¿Estás bien? ¿Te hizo daño? -le pregunté a Allison, una vez que ella se agachó hasta mi altura.
Allison me miró esta vez con los ojos llenos de lágrimas. Me tomó por la cabeza y me abrazó. Soltó un sollozo y yo apreté mis labios, tratando de contener el mío. Mi amiga me tomó por las mejillas y me examinó el rostro. Apretó los labios, negando con la cabeza.
- No puedes vivir con él -sollozó Allison-. No lo permitiré. Vendrás a vivir conmigo y con Scott si es necesario, yo... No dejaré que él vuelva a...
- Alli, no -negué con la cabeza. Ella soltó un quejido.
- No tenía idea, Dios... Vine para buscar mi bolso, yo... ¿Por qué dejas que te haga esto, Lydia? ¿Por qué no le dices a alguien? Scott no dudaría ni un minuto en detenerlo... -empezó a buscar opciones. Hice una mueca.
- He estado viviendo así desde hace tiempo -le confesé. Ella bajó la mirada, negando con la cabeza-. Yo... Siento que tuvieras que ver eso, no quería hacerte sentir de esta manera...
Allison me miró como si estuviera loca y me tomó las manos.
- ¿Me estás hablando en serio, Lydia? ¿Te estás disculpando? -me miró horrorizada. Me encogí de hombro-. Dios... No. No vuelvas a disculparte por eso... ¡Jesús! Estoy tan agradecida de haber visto esto, ahora podré ayudarte...
- Allison -la detuve-. No.
- ¿De qué estás hablando, Lydia? Hay que hacer algo...
- No hay nada que pueda hacerse -volví a interrumpirla-. Si tú dices algo, él me matará. No descansará hasta hacerlo. Y estarás en peligro tú también... Y yo no quiero eso, ¿sí? Así que, por favor, mantente al margen.
Allison me tomó de la cintura y logró hacer que me ubique en el sofá, luego se levantó y me miro bastante preocupada.
- ¿Dónde esta el botiquín? -preguntó poniendo las manos en su cintura. Yo negué.
- Allison, está bien, me voy a curar, yo...
- Dime, donde esta, Lyds... Puedo caminar, sé que te preocupas por el embarazo, pero justo ahora no soy yo la que me encuentro mal -hice una mueca, pero ella parecía algo débil al hablar sobre este tema, por lo que sólo le respondí.
- Arriba en el baño -le dije a lo que ella asintió para luego subir las escaleras.
Me dejé descansar en el sofá. Acaricié mi cuello, al recordar las manos de Jackson apretándome con fuerza. Aún tenía rastros del sudor frío que había sentido.
Allison no tardó en bajar hasta donde yo me encontraba, y llegó con una sonrisa. Tomó un algodón con alcohol y me lo puso sobre una herida que tenía sangre. Chillé por el ardor. Mi amiga no tardó en tomarme una mano, para calmarme.
Luego, me colocó pomada en mis mejillas, y en mi cuello, aquella que yo siempre me ponía tras una pelea con Jackson. Dejó ambas manos en mi cuello, el cual acarició con dolor al ver las marcas de las manos rojas de Jackson.
Apretó los labios con dolor y cerró los ojos, tal como Malia había hecho aquella vez que vio mi vientre herido, tal como Stiles hacía cada vez que me veía. Todos parecían no poder creer verme sufrir, era la misma expresión, el mismo dolor.
- Se acabó, le diré a Scott -dijo esta alejándose-. Scott sabrá lo que Jackson te está haciendo, yo... Se lo diré hoy mismo.
Apreté los labios, porque sabía que a fin de cuentas tendría que convencer a que Allison no dijera nada.
- Por favor... -susurré, negando con la cabeza- Te hará daño, Allison. No sabes de lo que es capaz...
- Pero sí sé de lo que es capaz mi esposo -declaró ella-. Y estoy segura de que él no dejaría que alguien que quiere salga lastimada.
- No, Allison, tú en serio... No tienes idea de lo que él es capaz -le dije y ella separó los labios, iba a decir algo, pero proseguí-. Sólo déjalo, ¿si?, estaré bien... Jackson nunca sería capaz de matarme, sólo me golpea cuando lo necesito.
- ¿Cuando lo necesitas? -preguntó ella, gritando-. ¡Lydia, por el amor de Dios! ¡Te está haciendo daño!
- ¡Puedo aguantarlo! -me alteré yo, esta vez.
- ¡Quizás ahora, pero no cuando decida matarte! -trató de hacerme entender. Negué frenéticamente, como si ella no lograra captar la realidad de las cosas.
- ¡Decidirá matarme si tú dices algo, Allison! -grité esta vez, haciendo que mi amiga se calle.
En la sala reinó el silencio por un rato. Apreté mis labios, y me llevé las manos a la cabeza.
- Allison, escucha... Sólo dame tiempo, ¿si?Yo... estoy esperando a que mi padre vuelva y planeo hablar con él, contarle -le expliqué. Mentía, claro está, pero al menos se podría tranquilizar-. Sólo no digas nada, mi padre al llegar aquí sabrá que hacer.
Allison soltó un suspiro y tiró de mi para abrazarme con fuerza.
- Estamos juntas en esto ahora, ¿sí? -dijo al abrazarme- Si algo llega a ocurrir... Quiero que tú me digas. Yo te ayudaré...
Asentí y la apreté contra mí, derramando finalmente la lágrimas en su camiseta, sintiéndome bien a su laso, reconfortándome.