Amor por accidente: Edición d...

By Sammycond

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Después de que Ferdinand y Serene contrajeran matrimonio y después tuvieran dos hermosos hijos ha surgido una... More

Amor por accidente: Edición de navidad (APA #1.5)
Capítulo 2: Por fin en casa
Capítulo 3: No habrá más pavo
Capítulo 4: Noche buena

Capítulo 1: Cenemos pavo

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By Sammycond

El día había estado ajetreado con Hilarye gritando y trayéndonos a Ferdinand y a mí patas arriba, no podía conciliar el sueño y aun tenía que levantarme a preparar el pavo, iríamos a cenar en navidad con mi familia y supongo que después nos trasladaríamos a la casa de los Onetto.

Salí corriendo a ver a Hil quien ya había vuelto a llorar. El teléfono sonó y tuve que regresar por él y contestar.

—Serene hasta que contestas, oye estoy en el supermercado y necesito saber de cuántos kilos quieres el pavo—dijo Ferdinand quien se escuchaba cargando unas bolsas.

— ¿Llevaremos pavo? Yo pensé que cenaríamos pierna—dije aún pensando en la opción correcta—espera Hilarye estoy hablando con papi—dije dirigiéndome a la pequeña castañita que tenía acomodada en la cama—. No, le decía a la nena, pues no lo sé, elige un pavo gordo y apetecible para sacarle el relleno y meterle el otro—dije riéndome.

—Voy a vomitar con eso Ser, por favor ya no sigas, ya llevaré yo el pavo y a este mocoso ataca monstruos—hizo gruidos imitando a un monstruo antes de colgarme.

Continué viendo a la pequeña que sonreía tiernamente frente a mí. En definitiva tenía los ojos tan expresivos de Fer y su sonrisa tan contagiosa, muchos decían que se parecía a mí mientras que yo sólo le encontraba todo el parecido a su papá. Le puse un vestidito rosa y una hermosa cola de caballo que hacía que se parara todo y en lugar de coleta pareciera una palmerilla sobre su cabeza.

Terminé de cambiar a Hil y comencé a alimentarla para después sacar la lista de cosas que tendría que hacer para los preparativos de la cena de navidad. Probablemente a mi madre le gustaría preparar el postre y como a Ferdinand no le gusta la ensalada de manzana podría hornear un pastel, claro, siempre y cuando Hilarye se duerma.

Se escuchó cómo abrían la puerta y después las risas de Bernard quien venía con la boca llena de chocolate a llenarme de besos mientras cuidaba a su hermana.

—Basta Bernard, ya basta o despertarás a Hil y entonces tendrás que dormirla tu—dije tratando de no mostrarme suave con él—. Vamos a ver qué ha comprado papá—lo tomé de la mano y lo saqué del cuarto para ir hacia la cocina.

—Papá ha comprado un pollo enorme y me ha dicho que si me comporto con los abuelos podré ayudar a rellenarlo—dijo emocionado mi pequeño, tomé su rostro en mis manos y besé su diminuta frente—. Iug, ¡papá! Una niña me ha besado—gritó mientras salía corriendo.

—Bernard, hijo ya te acostumbrarás, ahora ve un momento a jugar con tus muñecos—le extendió una bolsa de plástico con varias cajas dentro.

Le dirigí una mirada molesta, ya le había dicho varias veces que no le comprara todo lo que él quisiera, debía enseñarle a esperar a obtenerlo, no estaría el dinero ahí siempre que él tuviera un antojo o por simple gusto.

—Antes de que te transformes en la bruja gruñona preciosa, le he adelantado su regalo de Santa Claus.

— ¿Le dijiste ya lo de Santa? ¡pero sólo tiene tres años! —grité exasperada, le había arruinado ya la infancia a nuestro hijo.

—Claro que no, no tengo el corazón para hacerle eso, yo le he dado ese regalo, ya Santa se encargará de poner lo que él quiera debajo del arbolito—murmuró y me tomó por la cintura para plantarme un beso en los labios—. Cambiando de tema he traído tu pavo para que lo rellenes y un par de cosas para el postre, sabes que por nada del mundo probaré la ensalada de tu mamá, no porque sepa horrible, sino que de verdad que detesto las pasas en crema—puso una cara de asco mientras yo seguía sacando las cosas de las bolsas y tratando de no enfadarme por eso.

—Muy bien señor Cordier entonces como castigo por desobedecerme tendrá que abrir el pavo—golpeé la panza inflada del animal frío que estaba sobre la mesa con una palita de madera.

—Por Dios Serene no hagas eso, es iug, da asco ver un animal muerto—dijo mientras rodeaba la mesa para no estar cerca del pavo

—Veo que he adquirido a una gallina en lugar de un hombre—bromeé.

—No es cierto, yo puedo abrir ese pavo si quisiera…

—Pues adelante—le tendí el cuchillo recién afilado para que lo hiciera, obviamente sabía que el pavo del super estaba hueco pero él no lo sabía así que ¿qué más daba divertirme un momento?

Él tomo el cuchillo con obvio miedo en su rostro y prácticamente apuñaló la barriga del pavo, de inmediato retrocedió un par de pasos y volvió a hundir el cuchillo para hacer el hueco más grande.

— ¿Así está bien?

—Bueno, supongo que debes hacer otro corte por el trasero para que no se revienten los puntos en cuanto se hornee—dije tratando de no botarme de la risa en ese momento.

—Muy bien—tomó al pavo por las diminutas alas y le dio la vuelta, enterró el cuchillo y yo solté una carcajada— ¿Qué es tan gracioso?

—Lo siento cariño, pero es que el pavo no va a cobrar vida para atacarte. Mira—enterré el cuchillo y con un solo movimiento logré abrirlo—. Ahora sácale las tripas, es lo más divertido.

—Sádica—masculló entre dientes—al abrirlo por fin se dio cuenta de que el pavo estaba hueco y recuperó su color—. Me has dado el peor susto del mundo, por un minuto creí que serías tan mala como para obligarme a abrirlo—se limpió el sudor de la frente y fue de inmediato por una toalla de papel para limpiarse la grasa del pavo de las manos.

Continuó viéndome cómo abría el pavo, de vez en cuando hacía ruidos extraños y se cercaba para observar cómo metía el relleno al pavo.

— ¡Mamá! Hilarye está llorando y no me deja ver la tele—gritó mi niño haciendo que de inmediato me limpiara y corriera a ver a la niña.

Llegué hasta la cama y la tomé en mis brazos para cargarla y pasearla por toda la planta baja de la casa.

Vi a Ferdinand hojeando mi libreta con recetas sacadas de internet y se dispuso a ayudar con el pavo, a pesar de que le causaba un asco indescriptible se acomidió a inyectarlo y a seguir rellenando.

Mientras yo estaba con mi nena haciéndole caras y demás gestos para tranquilizarla Ferdinand metía el pavo al horno y Bernard se arreglaba en su habitación para ir a jugar un rato al parque en lo que dejábamos encargado el pavo con Pauline.

Subimos al auto después de andar correteando a Bernard para que se pusiera una camisa y zapatos. Partimos hacia la casa de Chris y Pauline para llevar el pavo precalentado y hacer las últimas compras para poder comer el pavo mañana en casa de mis padres.

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