Carta De Amor

By Arothir

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Dos chicos descubriendo el amor. No necesitas saber más. More

En sus ojos

En tus ojos

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By Arothir

La mañana era fría y recordé que el otoño comenzaba. Había salido de casa mal abrigado, pero mi mamá estaba de viaje, por lo que no me importó pasar un poco de frío. Me gusta el frío.

Llegué a la escuela unos minutos antes de que empezaran las clases y él ya estaba ahí, sentado en su silla como todas las mañanas. Caminé hasta mi asiento, sabiendo que me observaba pasar pensando que yo no lo notaba. Apenas me senté, volteé a verlo, pero él ya estaba mirando su cuaderno, escribiendo algo.

-¿Siquiera me estás escuchando? -la voz de Emi me hizo volver a la realidad.

-No te escuché, perdón -miré una última vez a aquel chico y puse mi atención en Emilio.

Emilio había sido mi amigo desde el segundo mes de clases, hacía un año ya. Empezó a hablarme al verme solo en un receso. Debo admitir que no soy bueno consiguiendo amigos, pero él supo insistir hasta convertirse en mi mejor amigo.

-Te pregunté que si no tienes frío -me dijo, viéndome preocupado-. ¿Te pasa algo?

-No, no tengo frío. Y estoy bien. Mis papás se fueron de viaje ayer, regresarán el jueves.

-Mira que dejarte solo cuatro días, cuanta confianza.

-Me hicieron prometer no invitar a nadie... y antes de que lo digas; sí, a ti tampoco -reí, girando los ojos.

-Que aburrido -dijo un poco decepcionado-. Igual, sabes que puedes venir a mi casa si te aburres.

-Lo pensaré.

Sabía que si le decía que no iría, seguiría insistiendo, así que preferí darle esperanza. Las clases pasaron y llegó la hora del receso. Seguí a Emi fuera, a nuestro lugar en la cafetería. Yo no comía en la escuela, pero siempre lo acompañaba.

-Olvidé mi agua en la mochila. Yo te alcanzo allá -caminé de vuelta al salón, pero al llegar, vi al chico viniendo desde mi lugar.

Me miró y abrió los ojos, asustado. Lo vi sonrojarse como un tomate y correr fuera del salón, casi empujándome al salir. Fui a mi mochila para tomar la botella y vi un papel caer al suelo. Me di cuenta de que tenía algo escrito, pero al momento de abrirlo para leerlo, llegó Emi, diciendo que olvidó su dinero en su mochila. Guardé el papel en mi pantalón y me olvidé de él.

Al llegar a mi casa, me cambié de ropa, y fue cuando recordé la nota de mi mochila. Tomé el papel y comencé a leerlo sin saber qué era al inicio, hasta que me di cuenta que era un poema. Me sonrojé, pensando que debía de haber un error o era algo de una tarea, hasta que recordé al chico cerca de mi mochila y sonreí entendiendo su reacción. Decidí dejarle una nota al siguiente día, pidiendo verlo detrás de un salón donde siempre estaba vacío a la hora de receso. Aquella noche no pude dormir bien, pensando en él.

El siguiente día llegué a la escuela y él no estaba ahí, en su silla donde llevaba un año viéndolo sentado siempre que yo llegaba. Durante las clases no pude evitar mirar hacia su lugar vacío y mil escenarios pasaron por mi mente sobre lo que pudo haber pasado.

Llegué a casa ese día algo triste, y dormí temprano, con su poema en mi mano. Lo había estado leyendo todo el día, hasta que cada palabra quedó grabada en mi mente.

Soñé con él. Soñé que se burlaba de mí, que me decía que todo había sido una broma y que yo había caído en ella. Su risa burlona sonaba en mi mente cuando llegué a la escuela ese día, veinte minutos antes de que las clases empezaran, esperando que fuera él el siguiente en llegar y poder darle la nota antes que los demás llegaran.

Estaba viendo por la puerta del salón cuando lo vi entrando a la escuela, con una bufanda azul cubriendo su boca y cuello. Se veía tan lindo. Ya había gente en el salón y hablaban entre ellos, copiando tareas y hablando del día anterior. Entró al salón, pasando frente a mí, que seguía en la puerta. Se sentó en su asiento, al frente del salón. Caminé hacia él, y extendí mi mano, dejando el papel en su banca.

-Ten -dije y me alejé a mi asiento hasta atrás del salón.

Lo vi abriendo el papel y después no volví a ver hacia él hasta que salió del salón a la hora del receso.

-Vamos, ¿que esperas? -me dijo Emi cuando se dirigía fuera del salón.

-Ve tú, tengo que ver algo en la biblioteca. Te veo después del receso.

Salí casi corriendo del salón, yendo en dirección a la biblioteca. Luego miré atrás para asegurarme de que Emilio no me seguía. Llegué a aquel lugar y, como siempre, estaba completamente vacío. ¿Qué esperaba? ¿Que él estuviera ahí esperando por mí? Fui a sentarme en una jardinera, poniendo mi cabeza en mis manos hasta que escuché una voz.

-H-hola... -su voz.

Levanté la cabeza de mis manos y vi sus ojos (ya que era lo único que podía ver porque su bufanda ocupaba el resto de su rostro). Sentí sonrojarme, aún más de lo que el frío ya me tenía.

-Hola... pensé que no vendrías -lo miraba a los ojos, pero el miró a otro lado-. ¿Quieres sentarte? -me recorrí un poco, dejando espacio de sobra para él y se sentó, con sus manos en sus rodillas.

El silencio nos invadió por un par de minutos y comencé a sentir frío. Froté mis manos, soplando aire caliente entre ellas.

-Oh... ¿tienes frío? Ten... -se quitó su bufanda y la envolvió alrededor de mi cuello, haciéndome quedar frente a él.

Nuestros ojos se cruzaron por unos segundo hasta que él volvió a quitar la mirada, viendo sus manos sobre sus rodillas.

-Gracias... -dije, queriendo evitar estar en silencio de nuevo-. Es una bufanda bonita.

Lo vi asentir con la cabeza y lo escuché balbucear algo que pareció un "gracias". Sentí el tiempo seguir pasando lentamente y pensé que él había cambiado de opinión, que realmente el poema sólo era eso; un poema sin dedicatoria...

-¿Te gustó?

Su pregunta me sacó de mi ensimismamiento.

-¿Qué cosa? -pregunté un poco confundido.

-El poema... -dijo en otro balbuceo y lo noté sonrojándose más.

-¡Oh! ¡Sí! Me gustó mucho. ¿Lo escribiste tú? Eres muy buen...

-Me gustas.

Me interrumpió con una confesión y agradecí tener la bufanda para cubrir mi rostro completamente rojo, al igual que el suyo. Se levantó de la jardinera y comenzó a caminar lejos de mí.

-¡Espera! -tomé su muñeca, deteniéndolo-. También me gustas.

Se quedó quieto y noté que temblaba. Me quité la bufanda y la volví a poner alrededor de su cuello, haciéndolo girar hacia mí, quedando frente a él.

-Vas a enfermarte -dijo mientras seguía viendo hacia abajo, viendo mi playera, bajo mi chamarra abierta.

-No cambies el tema... -tomé su rostro sobre la bufanda, haciendo que su mirada se cruzara con la mía-. ¿De verdad sientes algo por mí?

Vi sus ojos humedecerse un poco y un 'sí' débil salió de su boca. Pasé mis brazos por su espalda, y sentí los suyos rodeándome a mí. Sentí mi corazón latiendo fuerte y mi cuerpo reaccionar sin saber realmente por qué, e intenté que no se diera cuenta. Me sonrojé avergonzado y lo alejé un poco, sentándome de nuevo el la jardinera, haciéndolo sentarse frente a mí, tomando su mano con la mía.

-Tus amigos van a preguntar por ti -me dijo, volviendo a alejar la mirada.

-No importa. Prefiero estar contigo... -su sonrojo creció, pero me miró a los ojos y le sonreí.

-¿Seguro? Podríamos hablar después si quieres estar con ellos.

En ese momento sonó el timbre, y nos dimos cuenta de cuánto tiempo llevábamos abrazándonos.

-¿Podemos hablar después de clase? Podrías venir a mi casa, no hay nadie... -sus ojos se abrieron, asustados-. No para eso. No -dije rápido, también asustado de dar mala impresión-. Para hablar solamente, o si quieres en otro lugar, no hay problema.

-Está bien -dijo-. ¿Dónde vives?

-A unas cuadras de aquí -dije, sintiendo mi corazón latiendo rápido.

-Después de la escuela... ahora tenemos clase.

Se levantó, aun tomando mi mano y caminamos así hasta que vimos a otro alumno y nos soltamos rápido, llevando nuestras manos frente a nuestro pantalón.

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