Narra Ashley
—¡Wow! —exclamé, incapaz de contener mi asombro ante la impresionante escena.
Luke tomó suavemente mi mano, devolviéndome a la realidad. Cerré la boca, lo miré con gratitud y una sonrisa llena de emoción.
—¿Te gusta? —preguntó nervioso, buscando mi aprobación. Solté una risita emocionada.
—¡Por supuesto que sí! —respondí con entusiasmo, antes de darle un beso casto en los labios. Luego, corrí hacia una de las sillas y me senté, observando a Luke con curiosidad.
—¿Entonces, este departamento es tuyo? —pregunté, admirando el lugar con admiración mientras esperaba su respuesta. Luke soltó una suave carcajada y me observó con una gran sonrisa, irradiando felicidad y amor.
—No, en realidad, tu hermano me lo prestó por el tiempo que necesitemos.—Me sonrojé mientras abría exageradamente mis ojos en un gesto de broma. Luke soltó una risita. —No haremos nada—, afirmó divertido—a menos que sea algo que tú no quieras—, añadió burlón. Suspiré dramáticamente, haciéndolo reír.
—Entonces, lo que mis padres me comentaron... ¿Fue verdad? —Pregunté con sospecha, sintiendo cómo el peso de la incertidumbre se acumulaba en el aire.
—¿Qué te contaron exactamente? —preguntó, mirándome atentamente mientras tomaba mi copa para servir un poco de vino. Sus ojos reflejaban una mezcla de curiosidad y preocupación.
—Que te enfrentaste con mi padre —respondí, mi voz apenas un susurro mientras imaginaba el tenso encuentro entre ellos.
Luke dejó la botella de vino con cuidado sobre la mesa y se sentó frente a mí, su expresión seria pero comprensiva.
—Fue un malentendido, Ashley. Tu padre simplemente no entendía que no era culpa de Logan lo que estaba pasando y se dejó llevar por sus preocupaciones. Pero te aseguro que no hubo ningún enfrentamiento físico ni nada por el estilo —explicó con calma, buscando tranquilizarme.
Sus palabras resonaron en mi mente, disipando parte de la duda que me había estado carcomiendo desde que mis padres me habían hablado del incidente.
—Lo siento por haber desconfiado —murmuré, sintiendo el peso de la culpa en mis hombros.
Luke sonrió suavemente y tomó mi mano con ternura.
—No tienes por qué disculparte. Entiendo tus preocupaciones, pero quiero que sepas que seré honesto contigo en todo momento, Ashley —aseguró, su mirada sincera y reconfortante.
Asentí con gratitud, sintiendo cómo la tensión se disipaba entre nosotros. A pesar de las dificultades y los malentendidos, sabía que podía confiar en él y en nuestra relación.
—El verte en este departamento me hizo creer que era tuyo, y que todo lo que mis padres me habían comentado hoy había sido una simple excusa para traerme a esta sorpresa. En el fondo, sabía que no era así, pero preferí creerlo —confesé con sinceridad, dejando que mis pensamientos se deslizaran en voz alta. Luke escuchaba atentamente, sus ojos fijos en los míos mientras procesaba mis palabras. —Voy a extrañar a mi hermano en casa, no creo que quiera volver —añadí, sintiendo cómo un nudo se formaba en mi garganta al pensar en la posibilidad de que mi hermano no regresara. Luke asintió con comprensión, su expresión mostrando empatía hacia mis sentimientos.
—Entiendo cómo te sientes, Ashley. Es natural echar de menos a alguien que ha sido parte de tu vida durante tanto tiempo. Pero recuerda que siempre puedes visitarlo y mantener contacto con él, incluso si decide quedarse aquí —respondió con suavidad, ofreciéndome consuelo.
Sus palabras me reconfortaron, recordándome que aunque las circunstancias cambiaran, siempre habría formas de mantener nuestros lazos familiares.
—Gracias por entender, Luke —susurré, sintiendo un alivio momentáneo al compartir mis preocupaciones con él.
Luke sonrió cálidamente y me rodeó con un brazo, abrazándome con ternura.
—Siempre estaré aquí para ti, Ashley. Somos novios, y eso significa estaré para ti en los buenos y malos momentos —aseguró, su voz llena de sinceridad.
Me aferré a su abrazo, agradecida por tenerlo a mi lado en este nuevo capítulo de mi vida. A pesar de las incertidumbres y los desafíos que enfrentábamos, sabía que juntos podríamos superar cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.
Mientras compartíamos la comida, Luke y yo hablamos sobre todo lo que había sucedido durante mi ausencia. Descubrí que sus padres se habían separado temporalmente debido a un problema relacionado con Clarisse, su hermana menor. Luke me explicó que ir venir al hospital a buscarme era la primera parte del plan para ayudar a resolver la situación familiar y, sobre todo, por respeto a Clarisse, quien necesitaba tiempo y espacio para procesar lo ocurrido entre ella y Axel.
Me quedé realmente sorprendida cuando Luke me contó lo que había sucedido entre Clarisse y Axel. Siempre supe que Axel era un desgraciado, pero nunca imaginé que llegaría al extremo de querer hacerle daño a una niña tan pequeña, aparte de mí.
Sin embargo, fue reconfortante ver cómo los ojos de Luke brillaban de emoción al relatarme que su familia finalmente se había reunido. Me contó que Clarisse había decidido perdonar a su padre por lo que había ocurrido años atrás. Sabíamos que no sería fácil para ella enfrentarse a esos recuerdos y mirarlo a los ojos, pero al menos estaba intentándolo. Era un paso importante hacia la sanación y la reconciliación familiar.
Lo que también me fascinaba era observar la forma en que los labios de Luke se movían al hablar. Pronunciaba las palabras con tanta precisión que su boca parecía moldearse en cada gesto, y mis ojos no podían apartarse de sus carnosos labios. La forma en que hablaba, su voz suave y firme al mismo tiempo, tenía un efecto hipnótico en mí, como si cada palabra fuera un hechizo que me envolvía y me llevaba a otro mundo.
—¿No te parece extraño esto? Antes solía besar a cualquier chica que me pareciera guapa. Podría decir que era un mujeriego, bueno, no al nivel de tu hermano —soltó una risita—, pero mujeriego al fin y al cabo —suspiró— Y luego apareciste tú y... —Se detuvo de repente y me miró con una sonrisa divertida—¿Qué fue lo primero que pensaste cuando nos conocimos? —preguntó mientras entrelazaba sus manos debajo de su barbilla.
—Mmh... —lo pensé. La primera impresión que tuve de Luke fue que era un completo cretino que intentaba aparentar ser el chico malo del lugar —Que eras un imbécil —alcé una ceja al ver su expresión de incredulidad— ¿Qué? Eras un imbécil. Bueno, lo sigues siendo, pero te veo de una manera diferente —sonreí, negando con la cabeza—Recuerdo que esa vez que nos topamos en el estacionamiento, querías que prácticamente huyera de ti, pero... para tu mala suerte, eso nunca sucedió —comenté en tono burlesco. Soltó una risita y se mordió el labio pensativo. –Hasta me mirabas de mala gana todo el tiempo– Me quejé rodando los ojos. Estoy segura de que mi presencia le irritaba tanto como la suya a mí.
—Sí, puede que haya querido intimidarte más de una vez —afirmó haciendo una mueca— Pero hay algo que no me quedó muy claro, ¿de qué manera te miraba? ¿Acaso analizas todas mis expresiones? —preguntó divertido, pero a su vez, curioso. Nuevamente lo pensé.
Luke, en los primeros días, demostraba ser frío y un poco distante, al igual que yo. Su manera de mirarme era difícil de descifrar, pero no había que ser muy astuto para darse cuenta de que simplemente no nos soportábamos. Así que supuse que los dos intentábamos alejarnos el uno del otro, pero de alguna forma, siempre terminábamos uniéndonos de una manera completamente inesperada para los dos.
—Trato de analizarte para entenderte. Es parte de querer conocerte más allá de tus gustos. –Murmuré avergonzada–Y me mirabas como si me odiaras —solté de golpe, y para sorpresa de Luke, con un poco de tristeza en mi voz, sin quitar mi vista de la copa de vino— Al principio... no me importaba mucho, pero luego... era desesperante —dije esta vez, mirando sus ojos. Él sonrió y con lentitud acercó su silla, quedando a la par de la mía.
—¿Y cómo se supone que te miro ahora? —murmuró, mirándome directamente a los ojos.
Lo observé fijamente, como si estuviera atrapada en un hechizo, mientras me perdía en sus ojos color avellana. Por alguna extraña razón, recordaba cada detalle, cada matiz, cada expresión que desprendían los ojos de Luke. Pero esta vez, tenían un brillo diferente, un brillo que no lograba entender del todo, pero que me envolvía como un suave abrazo. Eran como dos gemas relucientes, centelleando con una luz propia que me hipnotizaba por completo. Cada parpadeo era como un destello de magia, cada mirada era un universo de emociones en sí misma. Era como si esos ojos, antes conocidos, ahora fueran completamente nuevos, revelando capas y capas de profundidad que nunca antes había notado.
—Con... —intenté responder, pero él me interrumpió con su voz suave y cautivadora.
—¿Con amor? —preguntó, sus labios rozando los míos con delicadeza mientras su aliento cálido acariciaba mi piel.
—Sí... —susurré, mis palabras apenas audibles ante la cercanía de su rostro—. Tus ojos me encantan —confesé, sintiendo cómo el rubor coloreaba mis mejillas y mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Su risita hizo eco en la habitación, llenándola de un aura cálida y juguetona.
—¿Por qué te gustan? Son de un color muy común —murmuró, su mirada fija en mis labios, lo que hizo que mi nerviosismo se intensificara. Tragué saliva, buscando las palabras adecuadas para expresar lo que sentía ante esa pregunta tan simple pero tan profunda.
—No me refiero a su color, me refiero a sus expresiones que ellos desprenden, son... Increíbles, simplemente me encantan y punto —murmuré, tratando de explicar lo que sentía mientras sentía cómo mis mejillas se ruborizaban ante su mirada penetrante.
Luke se acercó aún más, sus labios rozaban los míos con una delicadeza cautivadora mientras sus ojos buscaban los míos con intensidad.
—Entiendo... —murmuró, su voz llena de curiosidad y un atisbo de ternura.— Y, ¿Cómo me veías realmente? ¿Qué pasaba por tu mente cuando me conociste? —preguntó, acercándose aún más mientras entrelazaba nuestros dedos con suavidad.
–Siempre creí que eras un cretino –Respondí haciendo que Luke soltara una carcajada.–Un cretino muy guapo –Murmuré mirando sus labios. Su cercanía me ponía nerviosa.
—¿Y qué más? —preguntó divertido, sin apartar la mirada de mis labios, haciéndome sentir un cosquilleo en el estómago. Tragué saliva, intentando reunir el coraje para expresar lo que realmente sentía.
—Te encontré un chico muy atractivo y un poco... ¿Cómo decirlo? —bufé, sintiendo su mano acariciar mi mejilla, lo que me hizo estremecer.—¿Misterioso?—me encogí de hombros, restándole importancia a mis pensamientos iniciales. Luke sostuvo mi mirada con intensidad, como si buscara entender cada uno de mis pensamientos — Aunque no negaré es que me enfurecía que intentaras intimidarme, eso sí que era completamente irritante, aunque claro, me parecía gracioso ver tu rostro de frustración al darte cuenta de que aquello no funcionaba conmigo —dije burlona. Soltó una carcajada.
—En eso tienes razón, era... ¿desagradable? Sí, desagradable —dijo, soltando una risita entre dientes. —Aunque tú también lo eras —Murmuró con gracia. Sonreí y acorté el poco espacio que nos separaba para besar sus labios con lentitud.
—¿Y tú? —pregunté una vez que nuestros labios se habían vuelto a separar. —¿Qué pensaste de mí? —pregunté, coqueta pero sin perder mi curiosidad.
—¿Segura? No creo que sea buena idea —murmuró, haciendo una mueca. Sonreí, mordiéndome el labio, mientras el latido de mi corazón se aceleraba con anticipación.
—Luke, nada cambiará entre nosotros por algo te estoy preguntando; de lo contrario, no estaría dispuesta a escucharte —dije, apretando levemente su mano para darle confianza para que pudiera continuar.
—Bien— soltó una risita— cuando te conocí me sorprendí porque eras la primera chica que se me enfrentaba sin querer que me metiera en tus bragas. —su comentario causo una carcajada de los dos. Luego de dejar de reír, prosiguió:—Lo primero que pensé fue: "Oh, esa chica está buena, pero es una bomba viviente". ¡Por la mierda! —gritó— ¿Puedes creer que me tenías loco? Quería estar contigo en todo momento, y me dije a mí mismo "lo haré", como... incitándome a conquistarte —gruñó frustrado—¡No recuerdo! Lo único que recuerdo era que admiraba tu actitud, pero a la vez me molestaba —soltó, dejándome boquiabierta. Me miró nervioso y yo, por mi parte, no logré contener mis fuertes carcajadas.
—¿En serio? —asintió, haciéndome reír —¿Quería estar conmigo o derechamente llevarme a tu cama?–Pregunte coqueta pero a su vez, divertida.
—Las dos cosas —Murmuró avergonzado, y nuevamente me hizo reír.
—¿Y qué más? —pregunté, burlona, mientras observaba cómo suspiraba, desordenando su cabello antes de volver a encontrarse frente a mí.
—Odiaba como la mierda tu carácter. Aún lo odio. Los dos somos iguales en ese sentido, pero, detesto que ahora se multiplicó por tres —bufó, refiriéndose al carácter de Logan y mi padre lo que me hizo reír, feliz— Tu mirada siempre era vacía y tus constantes rechazos me enfurecían —añadió, rodando los ojos. Negué con la cabeza divertida, disfrutando de nuestras interacciones llenas de picardía.
—Eres un imbécil —solté, enredando mis brazos alrededor de su cuello. Él delineó mi hombro delicadamente con su nariz hasta llegar a mi oído.
—Tu imbécil —susurró, estremeciéndome con su aliento cálido y su voz ronca. Sonreí y copié su acción, rozando su cuello con mi lengua.
—Mi imbécil —finalicé en un susurro, mordiendo suavemente el lóbulo de su oreja. Gruñó, apretando mis caderas con su respiración agitada, creando una atmósfera cargada de deseo y complicidad entre nosotros.
Sus labios se fundieron con los míos en cuestión de segundos, y su lengua invadió mi cavidad bucal con desesperación. Sentí cómo mordía mi labio inferior con pasión antes de deslizar delicadamente su lengua, dejando una sutil capa de saliva sobre ellos. Podría sonar un tanto asqueroso para algunos, pero para mí, en ese momento, no había nada más que importara.
Una de sus manos, que antes reposaba en mi cintura, ascendió lentamente hacia mi mejilla, donde se detuvo por unos instantes mientras nuestros labios continuaban su danza frenética. Con esfuerzo, me incorporé, tomando sus mejillas entre mis manos y alentándolo a seguir. Su agarre se intensificó mientras me empujaba suavemente hacia atrás, haciendo que tropezara con la misma silla que había caído al suelo debido a nuestra torpeza al levantarnos.
Por un breve instante, nuestros labios se separaron antes de que Luke guiara su boca de regreso a la mía con aún más pasión y fervor. Una vez más, su lengua se entrelazó con la mía, desatando una lucha interna entre la necesidad, la lujuria y el deseo, que me hizo jadear excitada ante la intensidad del momento.
Mordí su labio inferior con suavidad y tiré de él antes de volver a presionar mi boca contra la suya, nuestros dientes chocaron con fuerza y ambos gemimos de dolor. Nos separamos de inmediato, sorprendidos por la intensidad del choque, y nos miramos con incredulidad antes de soltar una carcajada repentina y contagiosa.
Él retrocedió unos pasos, sujetándose el estómago mientras se inclinaba hacia adelante, riéndose a carcajadas. Era un gesto típico de él y no pude evitar reír también mientras cubría mi boca con una mano.
Luke se acercó y apartó mi mano de mi boca para poder reírse como lo hacía normalmente, pero el dolor en mi estómago comenzaba a intensificarse y me obligué a detenerme, emitiendo un quejido de dolor.
Cuando las risas de Luke cesaron, su expresión se volvió seria y preocupada mientras me examinaba con la mirada.
—¿Estás bien? —preguntó, con los ojos escudriñando cada rincón de mi cuerpo en busca de signos de lesiones. Hice una mueca, sintiendo el dolor aumentar.
—Estoy bien, solo un poco delicada —murmuré con mal humor. Luke soltó un suspiro de alivio y entrelazó nuestras manos mientras me miraba, esperando que el dolor disminuyera. Luke tenía su ceño fruncido, parecía sumido en sus pensamientos.—¿Sucede algo? —pregunté, inclinando la cabeza hacia un lado. Él suspiró.
—Ashley, ¿leíste... leíste la carta de Axel? —preguntó con suavidad. Hice un gesto con la cabeza para indicarle que se me había olvidado por completo.
—Lo olvidé, ¿hay balcón? —pregunté, escudriñando a mi alrededor en busca de alguna pista. Él asintió y tiró suavemente de nuestras manos entrelazadas, guiándome hacia una habitación en particular.
—Logan dijo que esta sería tu habitación si decidías vivir o quedarte unos días con él —murmuró, con una sonrisa que revelaba una pizca de complicidad.—Y para tu suerte, hay balcón —añadió, mientras abría la puerta y nos adentrábamos en la estancia.
Lo miré con expresión de sorpresa antes de dirigir mi atención a la habitación, la cual estaba decorada con un estilo que parecía haber sido diseñado especialmente para mí. Me quedé boquiabierta al darme cuenta del color de las paredes; aunque no lo recordaba haber mencionado antes, el color negro era mi preferido y, precisamente, esa habitación estaba decorada en tonos de negro. Pude notar que la habitación de mi hermano tenía la misma tonalidad.
Los Harrison tenemos una pequeña obsesión por ese color, muy pequeña, pero evidente en detalles como la decoración de nuestras habitaciones. Admito que al ver la cama de dos plazas con un cubrecama negro y sábanas blancas, y los muebles a juego, sentí una mezcla de sorpresa y familiaridad reconfortante. La habitación estaba cuidadosamente organizada, con una mesita de noche a cada lado de la cama, un armario espacioso frente a ella y un espejo completo sobre la puerta del armario, que reflejaba la elegancia del espacio.
Mi atención se desvió hacia las dos repisas tipo librerías en una de las paredes, y solté una carcajada al descubrir una tira de condones colocada sobre una de ellas.
—¿Quién dejó eso ahí? —pregunté, divertida, mientras observaba el objeto con curiosidad. Luke, al lado mío, se mordió el labio, tratando de contener la risa.
—Tu hermano me amenazó y luego, antes de ir hacia tu fiesta sorpresa, que por cierto, no duraste mucho... —se burló, recibiendo un suave golpe en el brazo por mi parte. —Me lanzó eso por la cabeza —añadió encogiéndose de hombros. No pude evitar reír mientras negaba con la cabeza ante la ocurrencia de Logan.
—¿Nuevamente te amenazó? ¿Y cómo es que no te golpeó? —pregunté, entre divertida y sorprendida. Luke alzó una ceja, una lenta sonrisa apareció en sus labios, y su mirada traviesa lo decía todo.
—¿Quién dijo que no me golpeó? —respondió en tono juguetón. Mi expresión se tornó boquiabierta ante su confesión.—Nos agarramos a puñetazos por varios minutos y como al parecer ninguno de los dos quería detenerse, se dio por vencido y dijo "Por lo menos sé que cuidarás bien de mi hermana" —imitó la voz de mi hermano, lo cual fue un fracaso total, provocando una risa contagiosa en mí.
—Eso te salió fatal, ¿lo sabes, verdad? —pregunté entre risas, mientras negaba con la cabeza divertida. Luke asintió energéticamente, con una amplia sonrisa que me hizo reír aún más ante su respuesta espontánea.
—Lo sé —dijo, con una expresión llena de diversión. Sacudí la cabeza divertida ante su ocurrencia.
—En fin, ¿tienes fuego? —pregunté, acariciando su pecho con mi dedo índice. Luke asintió con una sonrisa y sacó un encendedor de su bolsillo trasero.
—Claro —murmuró, ofreciéndome el encendedor.
Sonreí agradecida mientras buscaba en mis bolsillos la carta de Axel para quemarla. Abrí el gigante ventanal y el viento acarició mi rostro suavemente. Salí hacia el exterior con Luke pisándome los talones, y levanté la vista hacia el cielo.
—¿Segura que quieres quemarla? —preguntó, haciendo una mueca de preocupación. Resoplé con determinación.
—Sí, quiero hacerlo —murmuré, colocando mi dedo pulgar en la rueda del encendedor. Con un chasquido, la llama apareció por el agujero.
Acerqué la punta del papel hacia el fuego y este comenzó a arder lentamente. Observé fijamente mientras las palabras se desvanecían entre las llamas. Las últimas palabras que pude distinguir fueron "La cagué", "Lo..." y "Entiendo que...".
El papel se consumió por completo, dejando solo residuos diminutos. Con dificultad, me agaché y dejé que se quemara sin dejar rastros de él. Sentí un peso desvanecerse de mis hombros.
Miré a Luke y le sonreí antes de regresar a la habitación. Suspiré y esperé a que Luke se uniera a mí. Cuando lo hizo, simplemente lo besé, agradecida por su compañía y por haberme ayudado a deshacerme de una carga emocional.
El beso comenzó siendo delicado y repleto de ternura, nuestras lenguas danzaban en formas circulares con una pizca de lujuria y deseo que crecían con rapidez gracias a las pequeñas caricias que nos dábamos. Cada contacto aumentaba la intensidad de la pasión que ardía entre nosotros.
Absorta en el beso, no me di cuenta de que habíamos retrocedido hasta que sentí mi espalda chocar con algo duro. El impacto nos separó brevemente, pero fue solo un instante antes de que Luke me atrajera hacia él nuevamente, sus manos firmemente sujetando mi cintura mientras nuestros labios volvían a encontrarse con fervor.
Besó mi cuello con una lentitud increíble que me estremeció hasta la médula. Subí mis manos hasta su cabello y tiré de él, mientras cerraba los ojos para no perderme en la oleada de placer que recorría mi cuerpo.
Bajé mis manos por su torso, sintiendo cada músculo tenso bajo mis dedos, hasta llegar al borde de su camiseta. Jugué con ella mientras mis dedos rozaban su abdomen, provocando un gruñido de satisfacción por parte de Luke. Sus manos sujetaron mi cintura con firmeza, alzándome brevemente y provocando que instintivamente abriera mis piernas, entrelazándolas por detrás de su espalda.
Su bulto presionó contra mi centro, provocándome gemidos de deseo que se escapaban de mis labios entre besos apasionados. La necesidad de más se apoderó de mí, y empecé a besar sus labios con desesperación, buscando saciar el fuego que ardía entre nosotros.
—Amor...—murmuró Luke, separándose de mis labios para mirarme directamente a los ojos, con su respiración completamente agitada. —Estás segura? Has pasado por mucho y yo...— Se interrumpió con un gruñido al sentir mis labios en su cuello. Lo mordí suavemente y luego pasé mi lengua provocativamente, incitándolo a continuar. —Me vas a volver loco—, murmuró con voz ronca mientras acariciaba mis muslos.
—Tú ya me tienes loca a mí—, susurré, besando su clavícula. Lo escuché gruñir y llevé mis manos hacia el borde de su camiseta, deslizándola hacia arriba y sacándola por encima de su cabeza.
Él sacó mi blusa con desesperación, dejando al descubierto mis pechos cubiertos por mi sujetador. Afirmó mis caderas con fuerza para caminar hacia la cama, apoyó sus rodillas en ella y con lentitud me acostó, quedando encima de mí.
—Esto es alucinante—, murmuré, jadeando. Luke mordió mi cuello seductoramente antes de volver a guiar sus labios hacia los míos.
Sentí las manos de Luke deslizarse por mi espalda para desabrochar mi sujetador y alcé mis brazos para que, de un tirón, se deshiciera de él.
Miré su abdomen y pude fijarme en algunos moretones que tenía, probablemente producto de la pelea que había tenido anteriormente con mi hermano.
Sentí un escalofrío recorrerme cuando los dedos de Luke acariciaron la cicatriz reciente en mi estómago, provocando un leve cosquilleo que me hizo estremecer.
—Voy a amar cada parte de ti—, murmuró con suavidad, depositando suaves besos húmedos sobre mis inseguridades. Sus palabras resonaron en mi mente, llenándome de una cálida sensación de aceptación y amor incondicional.
Miró fijamente mis pechos con su respiración agitada, y pude sentir cómo su bulto crecía rápidamente en mi muslo. Gemí suavemente y lo tomé de la nuca, atrayéndolo hacia mí para volver a besarlo con pasión.
Luke se alejó por un momento y llevó uno de mis pechos a su boca, mientras yo me retorcía de excitación, olvidando por completo la reciente punzada de dolor en mi vientre. Sus caricias y besos ardientes eclipsaban cualquier incomodidad, y me sumergí completamente en el momento, entregándome a la pasión que nos consumía.
Llevé mis manos hasta sus jeans y los desabroché, bajándolos torpemente con mis propios talones. Él soltó una risita mientras su mano derecha acariciaba mi pecho libre, aumentando mi deseo.
Acaricié su espalda y enterré mis uñas en ella, recorriéndola hasta llegar a su trasero y empujándolo hacia mí, lo que provocó un gruñido de placer en sus labios.
—Amor, un segundo, estoy entretenido con estas bellezas—, chillé jadeante, provocando una risa juguetona en él. —Está bien, está bien, voy a ello, mi princesita—, dijo mientras desabrochaba mis jeans, los bajaba y los lanzaba por alguna parte de la habitación, sumergiéndonos aún más en la pasión que nos consumía.
Sentí mis bragas mojadas y gemí, mordiendo el labio cuando Luke presionó su bulto con fuerza, dejándome sin aliento mientras el deseo crecía entre nosotros.
—Oh dios, basta Luke. Deja de jugar conmigo. ¡Te quiero dentro ya!—Grité desesperada y el rió bajandome las bragas.
—Pronto te sentiré mi princesita. Pero primero, déjame saborearte—Murmuró abriendo con suavidad mis piernas.
Vi su cuerpo descender lentamente hasta que su cabeza quedó al nivel de mi feminidad. Nuestros ojos se encontraron por un instante, antes de que su lengua se acercara a ella. Mi espalda se arqueó de excitación, disfrutando de cada caricia suya. Sentí su lengua trazar pequeños círculos alrededor de mi clítoris, haciéndome estremecer con cada movimiento lento y deliberado.
Él abrazó mis piernas con firmeza mientras sus labios y lengua continuaban explorando cada centímetro de mi intimidad. Cada roce de su boca provocaba una oleada de sensaciones eléctricas que recorrían todo mi cuerpo, haciendo que mis músculos se tensaran y mis gemidos se intensificaran. Con una mano, me aferré a su cabello, sintiendo la textura suave entre mis dedos, mientras que con la otra agarraba las sábanas con fuerza.
Sus movimientos eran expertos y precisos, llevándome al borde del éxtasis una y otra vez. Cada vez que su lengua trazaba círculos alrededor de mi clítoris, un torrente de placer me invadía, haciendo que mi respiración se volviera irregular y mis pensamientos se desdibujaran en una neblina de pura excitación. Me dejé llevar por la ola de sensaciones, entregándome por completo al placer que él me proporcionaba con cada caricia y cada beso.
Su lengua recorrió cada pliegue de mi feminidad con una habilidad experta, provocando gemidos de placer que escapaban de mis labios sin control. Cada caricia de su boca me envolvía en una espiral de sensaciones, haciendo que mi cuerpo temblara de excitación y mis pensamientos se desvanecieran en un torbellino de puro éxtasis. Lo miré con anhelo, deseando entregarme por completo a la pasión que compartíamos en ese momento.
—Eres exquisita —murmuró mientras su lengua exploraba cada rincón de mi ser, haciendo que mi respiración se acelerara y mi corazón latiera con fuerza en mi pecho. Mis manos se aferraron a las sábanas, buscando algo a qué agarrarse mientras él continuaba su minuciosa exploración.
—Quiero venirme contigo —confesé entre jadeos, sintiendo cómo el deseo ardía en lo más profundo de mi ser. Su sonrisa traviesa me indicó que mi deseo no sería ignorado, y un destello de anticipación recorrió mi cuerpo al imaginar lo que vendría a continuación.
Él dejó un beso lento y apasionado en mi clítoris, haciéndome gemir aún más fuerte mientras mis caderas se elevaban hacia él en busca de más contacto.
–Saborea lo rica que eres –Susurró, luego se acercó a mi rostro y sus labios encontraron los míos en un beso lleno de pasión y deseo. Pude saborear el dulce néctar de mis propios fluidos en su boca, lo que solo aumentó mi excitación y mi deseo de más.
Con un movimiento ágil, se arrodilló frente a mí y buscó entre las sábanas los condones que Logan le había lanzado momentos antes, los cuales parecían haber caído inadvertidamente durante el ajetreo de la pasión. Los encontró y me los mostró con una sonrisa traviesa, deslizando un dedo por la superficie del paquete con una expresión juguetona en su rostro. ¿Cuándo había lanzado Luke esos condones a la cama sin que yo me percatara? Ignorando mi confusión, seguí observando cada movimiento que él realizaba.
—Al parecer, son de muy buena marca —murmuró, sonriendo. Puse los ojos en blanco ante su comentario y esperé impaciente.
Lo observé bajar los bóxers con destreza y colocarse el condón con precaución, demostrando una habilidad que revelaba cierta experiencia. Luego, se instaló entre mis piernas, entrelazando su mano izquierda con mi mano derecha.
—Te amo —murmuré sin dejar de mirarlo, dejando que mis sentimientos fluyeran libremente en ese momento tan íntimo. Él sonrió, un brillo especial en sus ojos, y se adentró en mí con delicadeza. Un gemido escapó de mis labios al sentirlo entrar, y su sonrisa se amplió mientras comenzaba el baile compartido de nuestros cuerpos.
Con mi mano libre, me aferré a su hombro y enredé mis piernas en su cintura, dando rienda suelta a mi deseo y brindándole un mayor acceso mientras alzaba mis caderas para sentirlo cada vez más profundamente dentro de mí.
—Te... amo, Ashley. Te amo... Tanto —dijo entre gruñidos, aumentando su ritmo al mismo tiempo que mis gemidos resonaban en la habitación, mezclándose en un torbellino de pasión.
Con su dedo índice, delineó el borde de mi cuerpo, desde mis pechos hasta mi cintura, provocando escalofríos de placer en mi piel. Me sobresalté al sentir uno de sus dedos dibujando pequeños círculos en mi clítoris, intensificando aún más las sensaciones que recorrían mi ser.
—Vamos, amor, correte conmigo —susurró, y con esas palabras, sentí mi cuerpo tensarse mientras el éxtasis me envolvía y dejaba escapar un grito de placer, pronunciando su nombre con fervor.
Luke se dejó caer encima de mí, apoyando su cabeza en mi pecho mientras mi corazón latía desbocado. Llevé mis manos hasta su cabello y lo acaricié con ternura, sintiendo una profunda conexión entre nosotros.
¿Es esto a lo que llaman "hacer el amor"? Porque es mucho más intenso y profundo de lo que jamás había imaginado. Yo, que solía limitarme a flirtear en las fiestas, y después de lo que pasó, nuevamente me entregué por completo a Luke en este momento de intimidad compartida. En serio, no puedo expresar con palabras cuánto lo amo y cuánto significa para mí este momento tan especial.
Luke besó mi barbilla y salió de mí, haciéndome gemir por lo bajo mientras soltaba una risita traviesa. Se incorporó para sacarse el condón y hacerle un nudo, luego salió de la habitación por un momento antes de volver y tumbarte junto a mí.
—Eso fue increíble, cariño —murmuró, pasando su brazo por mi cintura.
—Estuvo delicioso —susurré, mordiéndome el labio mientras sentía su nariz acercarse a mi cabello.
—Hueles delicioso —susurró, mordiendo suavemente mi oreja, lo que me hizo gemir de placer.—Oh, vamos, ¿quieres más? —preguntó, acariciando mi muslo con una mirada lujuriosa. Esta vez, sentí cómo mis mejillas se encendían ante su provocación.
¿En serio íbamos a tener una segunda ronda?
—¡A la mierda! —grité, girándome rápidamente para buscar sus labios y entregarme una vez más a la pasión desenfrenada.