El Mejor Profesor

By xEleBlack

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Él está de regreso. Mi mejor amigo, al que no he visto por más de cinco años, ha regresado a la ciudad. ¿Lo p... More

Sinopsis.
Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 6

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By xEleBlack

Capítulo 6: Celos


ELLE

El rubio se acercó a mí y me rodeó con su brazo de manera amistosa. Lo recibí con gusto, haciendo que Jeremy elevara sus pulgares en nuestra dirección y Bella nos mirara de forma pícara.

—Tengo que hablar contigo —susurró en mi oído para evitar que nuestros amigos escucharan.

Brad y yo nos alejamos de Jeremy y Bella, provocando que no solo nos miraran con curiosidad, sino también de forma pervertido. Sucios, ya imagino lo que deben de estar pensando, y aunque una de mis fantasías es hacerlo con alguien en un aula, encima de un escritorio, ahora no es el momento. Uno, porque no quería perder la virginidad de esa manera, y dos, Brad no es exactamente la persona con la que me gustaría hacer esto. Sí, aunque sé que salgo mucho a fiestas y en las carreras ilegales no todos son santos que digamos, sigo siendo virgen.

Vimos que el aula de química estaba abierta y, de todos modos, sería más fácil para mí porque era la primera clase que tenía. Miramos para ver si ahí estaba Tyler, pero no, no estaba. Entré yo primero y luego entró Brad, cerrando la puerta.

—Luces terrible —murmuró, analizándome con la mirada.

—Gracias.

—¿Qué pasó? ¿Por qué esas ojeras y esa cara de querer matar a todos?

—Pues...


«—¡Le ganamos al idiota ese! —festejó Jensen una vez que detuvo la motocicleta al pasar la meta.

—¡Que se joda Christian Lane!

Le mostré mi dedo medio al imbécil de mi ex, provocando que me mirara de mala forma. Jensen le guiñó un ojo con burla, y aunque Chris quiso acercarse para molerlo a golpes, fue detenido por la perra con la que me engañó. Le empezó a susurrar algo en su oído y lo incitó a alejarse de toda la gente que se había acercado para festejar nuestra victoria. Le lanzó las llaves con violencia a Jensen, ya que habían apostado la motocicleta, y se fue tomado de la mano de esa arpía.

—¡Ya te van a dar tu premio de consolación, Christian!

Los que estaban a nuestro alrededor empezaron a reírse. La mocosa me miró con repulsión, pero siguió con lo suyo. Creo que no le conviene meterse conmigo ya que entrené duramente artes marciales, ¿o de dónde creen que bajé todo el peso extra de mi cuerpo? Gracias al maldito bullying que me hacían, me motivó a mejorar mi físico y aprender a defenderme, y he aquí los resultados. De igual forma, Chris no era capaz de armar un pleito con Jensen porque a kilómetros se nota que mi amigo le ganaría en cuestión de segundos.

Jensen me tomó la cintura y me levantó del suelo, dándome vueltas por los aires en señal de triunfo. Al terminar, me dejó de nuevo en el suelo y tomó las llaves de la motocicleta que le había ganado a Chris, extendiéndomelas.

—¿Qué? —Lo miré con extrañeza.

—Es tuya.

—¡¿Estás loco?! —chillé—. Mis padres se infartan si se enteran de que tengo una motocicleta. De por sí ya me regañaron cuando les dije que quería aprender a manejarla.

—Y tú recurriste a mí por eso, y mira, ya sabes conducir —se burló—. Ten las llaves. La motocicleta la puedes tener guardada en mi casa si quieres, pero eres libre de usarla.

—Tú la ganaste —insistí.

—Y yo te la obsequio a ti. ¿Yo para qué la quiero? —Rodó los ojos.

Aún indecisa, mi mano se fue acercando poco a poco hasta las llaves extendidas en mi dirección, hasta que las tomé. Después, sintiéndome emocionada, abracé a mi amigo con fuerza. Siempre quise tener una motocicleta, pero no podía comprarla sin que mis papás se dieran cuenta. Se siente hermoso tener ahora una, y más cuando se la gané al idiota de mi ex novio.

—¿Quieres ir a estrenarla? —preguntó al separarse de mí.

—¡Sí! —Brinqué con emoción.»


—No dormí bien.

Y no era mentira del todo. Jensen y yo nos perdimos el festejo en su honor y dimos algunas vueltas alrededor de la ciudad, con el casco puesto, obviamente. Me enseñó algunos trucos y, aunque estaba violando algunas leyes al ir a una gran velocidad y pasándome los semáforos en rojo, sentí una enorme adrenalina y euforia en mi interior. Pasadas unas horas, Jensen y yo dejamos la motocicleta en su casa y no dudó en llevarme a la mía. Al trepar el árbol que daba hasta mi ventana y entrar, suspiré con alivio al ver que todo seguía igual a como lo había dejado. Me acosté en mi cama y me dormí al instante, pero los gritos de mi mamá me despertaron una hora después. Toda desvelada tiene su desventaja.

—¿De qué querías hablar? ¿Y por qué me trajiste aquí? —dudé, cambiando de tema.

—No, no es nada malo. No te preocupes —añadió—. Sabes que Jeremy y Bella cumplen un año de relación en una semana, ¿no es así?

—Sí. ¿Qué hay con eso?

—Jeremy quiere darle una sorpresa, pero no sabe cómo. Y tú eres su mejor amiga, así que me mandó a mí para preguntarte qué puede hacer —agregó.

—Él es el novio, no yo. —Reí.

—Pero tú la conoces desde hace tiempo, así que sabes más cosas de ella que él —aclaró.

—Pues, a ella le gustan mucho los peluches, y me dice que siempre ha soñado que su pareja...

La puerta se abrió con fuerza, interrumpiéndonos. Vimos quién era el responsable de eso: Tyler. Él nos miró con el ceño fruncido, y no sé si fue porque Brad y yo nos encontrábamos solos en su aula o porque mi cara, en verdad, lucía fatal.

—Me dices en el descanso, ¿sí? Adiós, Elle —Me besó la mejilla—. Buenos días, profesor Walker.

—Buenos días, Kilmister —habló, serio.

Brad salió con algo de vergüenza del salón. Claramente, sintió la furia de nuestro profesor en él, y estoy seguro que no tenía ni idea del por qué. Tyler, sin dirigirme la mirada, se fue a su escritorio y se sentó, dejando su maletín en el suelo. Me fui acercando poco a poco a él con nerviosismo. Todavía no olvidaba el beso que nos dimos ayer, y aunque ambos fingimos que no fue nada, estoy segura de que la tensión entre nosotros aún era notoria.

—Hola —saludé, pero me ignoró al estar hojeando unas cosas que no tenía ni idea qué eran—. ¿Estás bien?

—¿Qué hacías aquí con Brad? —soltó con brusquedad.

Yo lo miré, confundida. Aquí vamos de nuevo...

—Es que...

—¿Y qué le tienes que responder? —me interrumpió—. Déjame adivinar: te pidió ser su novia. ¿Cierto?

—¿Qué rayos...?

—Tú no puedes andar con él. ¡Se nota que solo te quiere para que tenerte en su cama! No creo que seas tan tonta como para caer

—¿Por qué te comportas así? Ni siquiera sabes lo que pasó.

Se supone que, con el paso de los años, una persona debe de cambiar para mejor, pero este imbécil hace todo al revés. Nunca antes me había gritado, mucho menos regañado de esa forma, y eso que, en ese tiempo, sí lo consideraba mi mejor amigo. Ahora él ya no es nadie como para tratarme de esa forma.

—¡Por favor, Elle! No te quiero ver con él. Ya te lo dije una vez —advirtió, señalándome con el dedo.

—¡Ya, Tyler! —grité, furiosa. Miré hacia la puerta por unos segundos, asegurándome de que nadie estuviera escuchando—. Tú no eres mi padre para decirme qué tengo que hacer y qué no. Tú ya no eres nada para mí. ¡Y ni siquiera sabes lo que me dijo Brad!

—Entonces, ¿qué te dijo? —Se cruzó de brazos, alzando una ceja.

—Vinimos a hablar a este salón para que Jeremy y Bella no sospecharan. Ellos cumplen un año en una semana, y Jeremy quería saber qué le puede regalar a Bella. Por eso, mandó a Brad para que me preguntara. ¡¿Estás feliz?!

Sé que no era correcto gritarle de esta forma en este lugar, sobre todo cuando él, a poner un pie en el instituto, se vuelve una autoridad para mí. Pero no pude evitarlo. Me harta que tenga falsos testimonios sobre mí y que crea que tiene la capacidad de gritarme y decirme qué hacer. Tal vez era una chica que no sabía defenderse y que hacía lo que los demás le dijeran hace seis años, pero ya no más.

—Uh... —Pasó su mano por su pelo, nervioso—. Lo siento, no sabía eso.

—Sí, ya me di cuenta.

Me di media vuelta con molestia y empecé a caminar en dirección a la salida.

—¿A dónde vas?

—Afuera. ¿Que no es obvio? —Lo miré, enojada.

—Tu primera clase es aquí —me recordó. Rayos, es cierto.

Pasé por su lado, ignorándolo, y me senté en una de las sillas. Poco a poco, fueron entrando los demás. Bella me miró y, sin que yo le dijera, supo que algo estaba mal. Negó con la cabeza, triste, y se acercó a mi lugar. Tyler había salido a no sé dónde, pero, aun así, faltaban cinco minutos para que empezara la clase. Por eso, antes de que nuestro profesor idiota volviera a entrar al aula, le conté a Bella lo que había pasado. Lo bueno de ella es que siempre me escucha y me aconseja. Es una gran persona para mí. También preguntó por mis ojeras y mi cara fatal, y le conté sobre las carreras. Aunque se molestó por haber estado paseándome en motocicleta a altas horas de la noche, decidió no decir nada más porque sabe que nada me haría cambiar de opinión sobre ya no ir a ese lugar, además de que se alegró cuando le aseguré que le habíamos ganado a Chris.

—Bueno, clase, es hora de comenzar —dijo Tyler al entrar.

Bufé y saqué mis cuadernos y lápices de mi mochila. Aunque me encontraba molesto con él y quería hacer de todo menos escuchar su voz, tampoco soy una persona que se la pasa distraída en clases, así que, aunque no tuviera ganas, empecé a escuchar atentamente todo lo que enseñaba.


✶✶✶


Todas las clases, incluyendo el descanso, pasaron con normalidad hasta que llegó la hora de salida, lo que tanto esperaba. Por desgracia, Bella no podría llevarme a mi casa porque saldrá con Jer. Se ofrecieron a llevarme, pero no quería hacer mal tercio, así que les dije que no. Insistieron en que me llevarían, pero los amenacé con ponerme necia e ir a su cita también con ellos, así que ya dejaron de hacerme cambiar de opinión.

—Adiós, amiga. Te veo mañana —se despidió Bella de mí. Ya me había dado nuestro abrazo habitual de despedida.

—Mucho cuidado, Elle —dijo Jeremy—. Nos mandas un mensaje en el momento en el que entres a tu casa.

—Claro, adiós. —Me despedí con mi mano y empecé a caminar.

Solo espero que no se me olvide lo del mensaje, porque ahí sí se molestarían. Una vez, también le prometí a Bella lo mismo, pero se me olvidó en el momento en el que puse un pie en mi habitación ya que estaba muy cansada y quería dormir todo el día. Además, mi celular se encontraba apagado porque la batería se había agotado, así que tampoco me podían entrar llamadas. Mi mejor amiga, desesperada, llamó a la policía diciendo que le había prometido enviar un mensaje y que no contestaba mi celular. Vaya fue la sorpresa cuando los gritos molestos de mi madre me despertaron, diciendo que se encontraban muy preocupados porque Bella los llamó, desesperada, creyendo que me habían secuestrado. Ella se molestó un poco, pero al siguiente día, me habló con normalidad. Para nuestra fortuna, el policía que vino a casa no se enojó con lo sucedido y solo me regañó diciendo que cargara mi teléfono con más frecuencia. Sí, fue un caos ese día.

Pasé por el estacionamiento y ahí vi el auto estacionado de Tyler. También vi su figura, y pasé rápido para que no me viera. Sin embargo, me llamó la atención que no se encontraba solo. Como la curiosa que soy, me acerqué un poco y lo vi, pero estaba besándose con la maestra de literatura, la maestra Wilson.

Me quedé estática, sin poder reaccionar. Un nudo empezó a formarse en mi garganta, y ni siquiera sabía por qué. Ellos se estaban besando, detrás del auto de Tyler. Tal vez y son novios ya, pero no tenía ni idea de por qué me dolía dentro de mí, si se supone que él no es nada para mí.

Me había sumido tanto en mis pensamientos al imaginar historias de ellos dos que no me di cuenta de que el beso ya había terminado. La maestra Wilson me daba la espalda y Tyler era el único que podía verme. Cuando me descubrió espiándolos, abrió los ojos con sorpresa. Decidida, salí corriendo de ese lugar. No tenía ganas de hablar con él por dos razones: uno, por lo que me dijo hoy sobre Brad; y dos, por esto, aunque no conocía el por qué de esta última razón.

—¡Elle! ¡Espera! —Escuché su grito, pero lo ignoré al caminar con mayor rapidez—. Oye...

Me tocó el hombro una vez que estuvo a mi lado, y yo me volteé para encararlo.

—¿Qué? —pregunté, sonando brusca.

—¿Por qué estás triste? —Me tomó de las manos, pero las zafé inmediatamente—. No me gusta verte así.

—Créeme que ni yo sé por qué estoy triste. ¿Ya son novios? Felicitaciones, espero que duren mucho. Adiós, tengo que alimentar a mi mascota.

Traté de irme, pero su voz me detuvo.

—Elle, tú no tienes mascota. —Sonrió. Alguien dígale que deje de sonreír así, por favor—. ¿Acaso estás celosa?

—¿Qué? ¿Celosa? —Reí sarcásticamente—. No, no estoy celosa.

—Entonces, ¿por qué te comportas así conmigo?

—Pues porque... —Me detuve al no saber qué decir—. ¿Y tú? ¿Por qué te quejas cuando estoy con Brad? ¿Acaso estás celoso también?

—Sí, yo sí me pongo celoso —habló, cambiando su semblante a serio.

De acuerdo, esto sí que no lo esperaba. Aunque quise encontrar en su rostro un ápice de burla, no pude dar con él. Santo Dios, ¿lo decía en serio?

—Sí, claro —dije, sarcástica.

—¡Estoy diciendo la verdad, Elle! —gritó—. Me enoja que ese rubio te abrace, te tome de la mano, se te acerque mucho... Y sé que yo no puedo hacer eso. ¿Por qué? Sería raro que un profesor abrace de esa manera a su alumna, ¿no crees?

Cuando me confesó eso, me quedé completamente sorprendida y con la boca abierta. ¿Él se ponía celoso porque Brad me hablaba o me abrazaba? Y ahora, la incógnita es: ¿por qué? ¿Sentirá algo por mí? ¿Tal vez lo mismo que yo siento cuando lo veo?

Sí, claro, mejor seguiré soñando.

—Hablamos mañana, ¿sí? Tengo que ir a mi casa —agregué.

—Yo te llevo —dijo rápidamente.

—Así estoy bien. No quiero molestarte.

—Paso por ahí, así que no es molestia. Vamos.

Me tomó de la mano. ¡Me tomó de la mano! En estos momentos, lucíamos como una pareja que acababa de discutir y querían reconciliarse, pero por desgracia, no lo éramos.

Tyler y yo nos dirigimos a su auto. Él abrió la puerta del copiloto para que entrara, y lo hice. Le agradecí y él se fue del lado del piloto para empezar a conducir. Hasta a mí me sorprendió cómo pude hablar después del shock que me provocó su extraña confesión.

Todo el camino fue silencio absoluto. Yo no quería hablar, y al parecer, Tyler tampoco. Era mejor así. Prendió la radio, y no sé si por coincidencia o por el karma que me quiere joder, sonaba la canción que me había enseñado, con la cual sacó mi apodo de ahí. Empecé a tararearla, y Tyler me siguió la corriente. Al final, los dos terminamos cantándola. ¿Cómo es posible que, hace unos minutos, era un momento de tensión, y ahora se volvió divertido? Todo es raro. ¿O yo soy la rara?

Más tarde, Tyler se detuvo en la puerta de mi casa. Ya era hora, necesitaba volver a la realidad. Estuve callada por unos minutos, hasta que decidí hablar. Necesitaba bajarme, no podía perder más tiempo.

—Pues... gracias por traerme. —Me desabroché el cinturón.

—No hay de qué. Por cierto, mi mejor amigo me invitó a una fiesta mañana, y quería ver si podías ir —propuso. Yo lo pensé por varios minutos.

—Le preguntaré a mis padres. Aunque, pensándolo bien, confían en ti y no será necesario pedir permiso. —Reí.

—Sí, lo sé —carcajeó—. Entonces, ¿paso por ti a las 8?

—Claro. —Sonreí.

—Te veo mañana, musa —agregó. No evité ponerme roja de la vergüenza.

—Adiós, Tyler —me despedí y bajé del auto. Entré a mi casa, y Tyler se fue hasta asegurarse que había entrado bien. Dejé mi mochila en el suelo y me acosté en el sillón instantáneamente—. Dios, qué día.

Me levanté con rapidez al recordar la invitación de Tyler, provocando que me mareara. Él mencionó que sería mañana, pero también, un corredor de Francia estaba de visita en la ciudad y quería competir contra Jensen, y le prometí que estaría ahí. Joder, ¿ahora qué hago?

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