Último Capítulo de la temporada.
Ayer había llegado de Hogwarts, en dos días me iría a Grecia. Hoy en la mañana, me había llegado una carta de Draco, diciéndome que estaba muy ansioso de asistir a la cena de esta noche aquí en mi casa. Releí el pergamino un par de veces preguntándome qué palabra no estaba leyendo ¿habría una cena aquí y mi padre no me había dicho? Llamé a mi elfina doméstica, quiza ella me podía ayudar.
—El amo Cornelius le ha pedido a los elfos que preparen un banquete para ésta noche, señorita. Sophie y los otros elfos nos hemos esforzado mucho, señorita. El amo Cornelius le ha dicho a Sophie que son magos amigos del amo y que todo debía ser perfecto.
—¿Sabes a qué hora es?
—Siete y media, señorita.
—Gracias, Sophie.
La elfina desapareció con el típico y un tanto sonido. Bajé de mi cama y corrí hasta el piso de arriba, dónde se encontraba el despacho de papá.
Mi madre estaba fuera del país y Remus se encontraban cumpliendo cierto encargo de Dumbledore, por lo que desde anoche, he estado en la casa de mi padre. Él se encuentra bastante feliz pues piensa que prefiero estar aquí. Tengo que dejarle pensar eso, la. restauración de la orden se ha mantenido en secreto y así debe estar por mucho tiempo más.
Sin embargo, aún estaba molesta con él, intentaba no hablarle mucho y respondía a sus preguntas siempre de una manera evasiva.
—¿Pensabas decirme que hoy teníamos visitas?
—Tendremos visitas hoy-me dijo con una sonrisa, lo miré de mala gana- he invitado a los Malfoy.
—Ya me he enterado
—Te sugiero que te arregles, Sam. Nuestras visitas no tardarán en llegar.
Desde que llegué, papá había movido su despecho a la casa para "pasar más tiempo contigo". Me di la vuelta y me fui a mi cuarto. No quería tener visitas, quería dormir.
Pasados unos minutos, unos pasos por el exterior de mi cuarto pusieron fin a mi silencio; un par de golpes en mi puerta y una sonora risa me devolvieron a la realidad: Agostina se reía con fuerza, la miré de mala gana.
—Por las barbas de Merlín Samantha, ¿piensas bajar? tu novio está más inquieto que Ron cuando realmente tiene hambre.
—¿Quién más está abajo?
—Dos tipos del consejo escolar, una mujer cuyo parecido con un sapo es increíble, los Malfoy y mis padres.
Me he mirado al espejo y luego de un par de retoques, junto a Agostina he aparecido en el recibidor. Draco estaba sentado en uno de los sillones, jugando impaciente con sus dedos, caminó con una gran sonrisa hasta mi lado y me dio un pequeños beso en los labios, algo cohibido. Mi padre me ha presentado a los invitados y se ha dado un largo tiempo en explicarme sobre el trabajo de Dolores Umbridge, era al parecer, su nueva consejera y entre muchas cosas más, la subsecretaria. Me dio muy mala espina a penas la vi, Agostina tenía razón, tenía un gran parecido con un sapo, además vestía una asqueroso conjunto rosa que la hacía ver más gorda.
Al pasar a la mesa, Draco se ha apresurado en sentarse a mi lado y entrelazan nuestras manos, sus padres se sentaron a su lado y nos miraban con ternura. Agostina se sentó junto a sus padres al frente mío y cada cierto tiempo movía los labios y me hacía reír. La cena transcurrió de maravilla, hasta que Narcisa me preguntó dónde viajaría pasado mañana.
Mi padre centró su atención en mi, al igual que la totalidad de los invitados, enrojecí de golpe, no podía dar datos certeros, Draco me dio un pequeño apretón en la mano, dándome ánimos.
—Iré de vacaciones con mi familia materna, es algo meramente turístico- mentí.
—¿Y a qué parte irán?-preguntó Umbridge.
"Diablos" pensé "¿hasta me preguntarán cuántas horas de diferencia hay entre cada país?"
—No lo sé.
La cena continúo sin mucha relevancia, los mayores hablaban entre si y ninguno se dio el tiempo de hacerme nuevas preguntas. Luego del postre, Agostina se ha marchado, pues tenía cierta cita con George Weasley.
Junto a Draco, después de comer, nos dirigimos a la sala de estar. Era una habitación, llena de sillones y con una gran chimenea al medio. Tenía los emblemas de Gryffindor y Hufflepuff, representando las casas dónde habían estado mis padres.
Teniendo un poco más de espacio y sin ser observados por nuestros padres, con Draco nos hemos sentado en mi sillón favorito, y cada cierto tiempo, nos dábamos un par de besos.