~~~~~~Te Soñé~~~~~~
Bajé la mirada sonrojada por su cercanía y con mi autoestima por los suelos. Criss me miraba y sus ojos me cautivaban. Me sentía fea, poca cosa para él.
—Eres hermosa, sol ¿no lo ves? —dijo, acercándose a mi sigilosamente. Lo miré nerviosa debido a que se acercó aun más.
—¿Q-qué haces? —pregunté bacilante al ver que tomaba mis mejillas con sus manos y miraba mis labios.
—Solo... Solo dejame hacer esto, por favor —susurró.
Se acercó aun más y unió sus labios con los míos. Me besó, por fin me besó, y era el tacto más genial del universo.
Sin poder evitarlo, sonreí en medió del beso. Cuando nos separamos, Criss juntó nuestras frentes y una sonrisa apareció en sus labios.
—Besas muy bien —dijo, haciéndome sonreír. Me sacudió fuertemente por los hombros.
—Tú también besas muy bien —dije, sonriendo.
—¿Yo? —escuché.
Definitivamente esa no era la voz de Criss. Abrí los ojos y me encontré a Alex, inclinado sobre mí.
¡Mierda! ¡Estaba soñando! ¿En qué momento me quedé dormida?
Saqué mi dedo de mi boca —genial, me estaba chupando el dedo— y lo restregué en mis pantalones, secándolo.
Me incorporé media adormilada y miré a ambos lados del pasillo del hospital. Estaba vacío, solo quedábamos Alex y yo. Fruncí el ceño y miré a Alex, quien seguía mirándome con un ceja enarcada.
—¿Qué? —pregunté de mala gana.
—¿Con quién soñabas que estabas besando? —preguntó, con una sonrisa burlista.
—¿Y eso a ti que te importa? —dije, levantándome.
Alex soltó una carcajada, lo fulminé con la mirada y de inmediato dejó de reír.
—Bien, vamos, que es tarde y mamá nos matará —dijo.
Asentí y me levanté. Lo seguí. Al igual que Criss, Alex se movía como si supiera el camino de toda la vida. Me extrañó. Subimos al ascensor.
—¿Habías estado antes aquí? —pregunté, acabando con el silencio. Alex me miró y asintió— ¿Por qué? —volví a preguntar.
Se quedó en silencio e ignoró mi pregunta. Lo miré, estaba frunciendo el ceño, se veía molesto. Al parecer le molestaron mis preguntas, lo que no entiendo es porque. ¿Será que no quiere hablar de su mejor amigo?
Decidí dejar de hacer preguntas y quedarme en silencio, ya que de todos modos, igual no me respondería.
El asecensor llegó a la primera platan, bajamos y caminamos a la salida.
Seguí a mi hermano hasta su coche negro y subimos. Saqué mi móvil de mi bolsillo de mi chaqueta y vi la hora, las 21:30 p.m. sí que era tarde. Mamá terminaba su turno temprano hoy, ya debe de estar en casa.
Me seguía preguntando donde estaban Criss y Pau, pero no le quería preguntar a mi hermano. Es extraño, no creo que se hayan ido del hospital, estando su madre aun en el. Después de sacar varias conclusiones, me quedé con que estaban dentro de la pieza con sus padres.
Mi hermano manejó en completo silencio, hasta que nos detuvimos en un semáforo en rojo. Giró lentamente su cabeza hacia a mí y clavó sus verdes ojos en los míos. Tragué grueso, esto no pinta nada bien.
—¿Por qué estabas en el hospital? —preguntó, lentamente.
—Porque estaba con Criss cuando recibió la llamada de su padre —dije insegura.
La mirada que mi hermano tiene sobre mí, es de miedo.
—¿Y por qué estabas con él cuando recibió la llamada? —volvió a preguntar.
—Porque se ofreció a traerme a casa —respondí, levantándome de hombros.
Asintió y aceleró cuando el semáforo cambió a verde. Seguimos el trayecto a casa en silencio. Aparcó el coche fuera de casa y bajamos.
Cuando entramos nos encontramos con mamá, Tomás y Ariel, sentados en el salón. La escena era de por sí, graciosa. Mamá sonreía nerviosa, Ariel fulmina con la mirada a Tomás, y este último, se mordía las uñas y miraba a mi hermano con miedo. Todos estaban en completo silencio.
Elena al escuchar la puerta cerrarse, elevó su cabeza y nos sonrió. Se levantó y caminó hacia nosotros.Abrazó a Alex y luego a mí.
Cuando me rodeó con sus brazos, susurró en mi oído un "ayúdame", con voz suplicante. Asentí en silencio y posé mi mirada en Alex, quien miraba con el ceño fruncido a Tomás. Caminamos hasta la sala.
—Hola, Tomás —saludé. Tomás se levantó del sofá y me saludó con un beso en la mejilla.
—Hola Meli —dijo sonriente.
Ariel se levantó de golpe y tomó mi brazo, alejándome de él.
—¿Lo conoces? —preguntó molesto y mirando al novio de mi madre. Asentí.
La verdad es que no lo conozco del todo, solo lo he visto una vez en mi vida, y si quiera pude hablar bien con él, por culpa de las ansias de Pau. Pero mamá me ha hablado tanto de él, que siento que ya lo conozco.
Al meno sé que tiene tres hijos y vive con su hermana en una enorme mansión. Trabaja en el mismo hospital que mamá, es medico y sus padres son alemanes. Eso es suficiente como para decir que lo conozco ¿no?
Por el tono de voz de Ariel, pude deducir que mamá ya le confesó que Tomás es su novio.
—¿Quién es él? —preguntó con el ceño fruncido, Alex.
Y sin darme cuenta, mis dos altos y fuertes hermanos mayores estaban frente a Tomás, mirándolo con severidad. Tomás se veía pequeño delante de ellos, a pesar de su altura, no se comparaba con la de mis hermanos.
Comprimí una carcajada al ver la expresión de miedo en el novio de mi madre.
Elena se interpuso entre su novio y sus hijos con una sonrisa nerviosa.
—Alex, el es Tomás Schneider —el aludido le tendió la mano a mi hermano— mi novio —terminó.
Alex abrió los ojos como platos e ignoró por completo la mano aun tendida de Tomás, concentrándose solo en mamá.
—¿Qué? ¡¿Cómo que tu novio?! —preguntó, alzando la voz, provocando que yo diera un salto del susto.
Y así señoras y señores, es como se arma la tercera guerra mundial.
Alex tomó de la camisa a Tomás y lo levantó ligeramente. La cara del novio de mi madre era como para tomarle una foto y enmarcarla.
Sonreí divertida, pero esa sonrisa se desvaneció en el instante en que mi hermano le dio un puñetazo, haciendo que Tomás quedase sentado en el sofá.
—¡Alex! —gritó mamá, horrorizada.
Se inclinó sobre su novio y le tomó la barbilla viendo el daño que mi hermano le había causado. Le rompió el labio inferior y este comenzaba a sangrar.
Vi la intención en Alex de abalanzarse sobre Tomás, pero me interpuse en su camino y crucé los brazos sobre el pecho.
—¡Alex, basta! —grité. Mi hermano pareció reaccionar y me miró.
—¡¿Tú sabías que esta sanguijuela estaba saliendo con mamá?! —preguntaron mis hermanos al unisonó.
—Sí, lo sabía —respondí con desinterés.
La verdad no entiendo porque reaccionan así. Esta bien, comprendo que estén celosos, pero eso no es motivo para comportarse de esta manera y mucho menos golpearlo.
Mis hermanos se miraron y luego clavaron los ojos en mamá. En sus rostros era evidente el enojo, sus ojos destellaban con furia.
—¿Por qué no nos dijiste? ¿Hace cuanto estas saliendo con este imbécil? —preguntó Ariel, mirando con rabia a Elena.
Imbécil... Wuau.
Tras las palabras de mi hermano, llevé mi mirada hasta Tomás esperando ver su reacción por lo dicho por Ariel, pero él solo miraba atento a mis hermanos.
—¿Y si quiera lo preguntan? —gritó mamá. Mis hermanos la miraron enfadados— solo hay que ver como reaccionan, como dos animales. Me dió miedo que reaccionaran mal, y miren, eso es exactamente lo que sucedió.
—Debiste decirnos, contarnos, ¿A caso no confías en nosotros? —preguntó Ariel.
—Claro que confió en ustedes —mamá respondió con la voz temblorosa.
—¡Tenias que habernos consultado! No llegar y tomar decisiones así —dijo Alex. Y eso me hizo enfadar.
¿Quiénes eran ellos para decidir sobre la vida de mamá? ¿Quiénes eran ellos para decidir lo que mamá debía o no hacer?
Todos los ojos estaban sobre Elena, la cual estaba con los brazos cruzados sobre el pecho y con una expresión de enfado. Esa expresión que utiliza cuando nos regaña por bajar las calificaciones.
—Ya basta —dijo molesta— No tengo porque darles explicaciones.
—¿Pero qué dices? nos debes una explicaci... —habló Alex pero mamá lo interrumpió:
—No les debo ninguna explicación. Yo soy la adulta, yo soy la mamá y puedo hacer lo que se me plasca. Parece que ustedes lo olvidaran. —los miró con severidad— Tengo todo el derecho de tener un novio sin pedirle permiso a nadie, ¿o es que acaso ustedes me piden permiso para tener novia? —preguntó, levantando la voz. Mis hermanos negaron con la cabeza con la vista fija en el piso— Muy bien, ahora iremos al comedor y nos sentaremos a cenar en paz y como una familia normal —terminó.
Mis hermanos levantaron la cabeza y negaron repetidas veces.
—Pero... —reclamó Ariel.
—Pero nada —lo interrumpió— vamos —señaló con su dedo el comedor.
Ariel y Alex bufaron y caminaron en silencio. Solté una pequeña risita y volteé a ver a Elena y Tomás, quienes sonreían al igual que yo. A Tomás ya no le sangraba el labio.
—Eso fue genial, mamá —dije, dándole cinco.
Mamá sonrió y se pasó las manos por el pelo. Pero luego su sonrisa se desvaneció, como si hubiera recordado algo.
Se acercó a mí lentamente y cruzó los brazos sobre el pecho, mirándome con severidad. Su altura —mucho más alta que yo debido a que lleva tacones— y su mirada, provocaron que mi estomago se revolviera y mis bellos se erizaran.
—Tú, pequeña irresponsable —dijo, señalandome— ¿donde demonios estabas y por qué no me avisaste que llegarías tarde?
Retrocedí intimidada y tragué con dificultad. Demonios, olvidé enviarle un texto a mamá diciéndole donde estaba.
—Y-yo estaba en el hospital —dije, mirándola con timidez.
Mamá abrió los ojos como platos y se acercó rápidamente a mí. Tomó mi cara entre sus manos y me hizo mirarla. Su expresión era pura preocupación.
—¿Qué tienes? ¿Qué te duele? ¿te sientes mal? —preguntó rápidamente y tocando mi frente con la palma de su mano, revisando si tenia fiebre.
Saqué sus manos de mi cara, sonriendo divertida. Mamá a veces puede llegar a ser muy dramática.
—No, mamá, estoy muy bien —la tranquilicé. Mamá frunció el ceño confundida.
—Entonces ¿qué demonio hacías en el hospital?
—Eh... Yo... Bueno, acompañé a Criss —dije un tono más bajo.
Mamá levantó las cejas repetidas veces de manera pícara. Negué con la cabeza triste al comprender lo que insinuaba.
—No mamá, nada de eso —bajé la cabeza y clavé mis ojos en el piso.
—Buu... bueno, ya caerá, ya veras —sonrió dándome ánimo, provocando que yo también lo hiciera.
Mamá fue la primera en darse cuenta de mis sentimientos por Criss. Dijo que se me notaba en la cara y que era poco disimulada.
Al principio, me resultaba incomodo que ella lo supiera, ya que, cada vez que Criss estaba con nosotros, mamá hacia chistes relacionados con mis sentimientos o se burlaba de mi —Si, mamá puede llegar a ser muy infantil cuando se lo propone— pero después de un tiempo, me acostumbré.
Elena siempre me ha alentado a confesarle a Criss mis sentimientos, pero el miedo a ser rechazada o a no ser correspondida es mayor que cualquier otra cosa.
—Entonces ¿comemos o qué? —dijo Tomás, llamando nuestra atención.
Mamá asintió y besó mi frente. Volteó y comenzó a caminar hacia la cocina.
—Mel, ayudame a llevar las cosas y Tomás, esperanos en el comedor.
Tomás la miró con los ojos bien abiertos, negó con la cabeza como un niño chiquito y cruzó los brazos sobre el pecho.
—No, de ninguna manera me quedaré solo con esos jóvenes boxeadores por profesión —dijo, provocando que mamá y yo soltáramos una carcajada.
—Cariño —Elena se acercó a él y rodeó sus brazos alrededor de su cuello— ellos no te harán nada, solos son unos jóvenes celosos.
—Ja, eso mismo fue lo que me dijiste antes de venir aquí y mira mi pobre labio —señaló su boca.
Sonreí. Mamá se ve muy feliz con Tomás, algo que no creí volver a ver después de que Henry la engañara.
Después de varias palabras cursis de parte de los dos y un beso muy apasionado a mi parecer, fuimos a la cocina por las cosas y Tomás —no muy convencido— se fue al comedor.
Al entrar, mis hermanos me fulminaron con la mirada. Estos se encuentran sentados frente a Tomás, inclinados hacia atrás en la silla y con los brazos cruzados sobre el pecho. Sus expresiones lo decían todo, estaban molestos.
Suspiré, esta va a ser una larga cena.
(...)
Un sonido repetitivo se escuchaba a lo lejos, la melodía fuerte y constante se repetía sin intenciones de querer acabar.
Poco a poco la escena frente a mi se fue difuminando, abriendo paso a una muy borrosa visión de mi habitación.
Me incorporé en busca de ese endomoniado sonido que me despertó de un hermoso sueño y lo encontré sobre mi mesita de noche. La alarma.
Entonces mi cabeza se aclaró, tengo escuela, y es mi segundo día de clases.
Me levanté de mala gana y caminé hacia la puerta, no sin antes apagar la estúpida alarma. La ajusté más temprano de lo habitual, ya que, no quiero que vuelva suceder lo mismo que el día de ayer.
Abrí la puerta y salí de mi habitación. Justo en el momento en que me giré para caminar hacia el baño, la puerta de la habitación de mamá se abrió y Tomás salió de esta.
Abrí los ojos como platos. ¿Qué demonios hace Tomás aquí? Mas bien ¿Qué hace Tomás saliendo de la habitación de mamá?
Recuerdo claramente que él se fue después de la cena, ¿en qué momento volvió?
Tomás salió sigilosamente de la habitación de Elena, cerrando con cuidado de no meter ruido. Cuando se volteó y me vio frente a él, dio un salto del susto.
—Jesus, Meli, me asustaste —dijo, con la mano en el pecho.
—Jesus está en el cielo, ¿qué demonios hacías en la habitación de mamá? —dije, cruzando los brazos sobre el pecho.
Tomás me miró sonrojado y bajó la cabeza, clavando sus ojos en el piso.
—¿Como demonios entraste? —Volví a preguntar.
Me miró nervioso y se paso las manos por el pelo, desordenandolo. Lo analicé; trae su camisa arrugada y los dos primeros botones desabrochados, lleva sus zapatos en las manos y su saco igual.
Comprendiendo lo que probablemente sucedió y que no quiero confirmar, suspiré rendida.
—Tomás, es mejor que te vayas antes de que mis hermanos despierten porque creeme, un labio roto no será lo único roto que tendrás después de que ellos te vean aquí.
El novio de mamá sonrió agradecido, y se dispuso a caminar hacia las escaleras. Lo seguí. Antes de que bajara, se volteó hacia a mi.
—Gracias Meli —levanté una ceja confundida— por aceptarme y no hacer un problema de esto —negué con la cabeza.
—No tienes porque agradecerme —hice una pausa— hace mucho tiempo no veía a mamá así de feliz como lo esta ahora contigo, no quiero arruinar su felicidad —entrecerré los ojos y lo miré de manera amenazante— pero creeme cuando te digo que puedo llegar a ser mucho peor que mis hermanos si me entero de que le hiciste daño a mi madre.
Negó con la cabeza— Tienes el mismo caracter que tu madre —afirmó sonriente.
—Gracias —le sonreí y me metí al baño.
Después de una larga y relajante ducha caliente, me vestí y bajé a desayunar, minutos más tarde, bajaron mamá y mis hermanos, los cuales aun siguen molestos con mamá por ocurtarles que tenía novio.
Desayunamos en un incómodo silencio, provocado por mis hermanos, quienes se empeñanban en lanzarle miradas fulminantes a Elena, la cual solo las ignoró.
Las dos conocemos lo suficiente a Ariel y Alex, estarán molestos unos días, pero luego se les pasará.
Terminé de comer y recogí mi plato para dejarlo en fregadero. Me despedí de mamá con un beso en la frente y salí de la cocina. Estaba a punto de llegar a la puerta, cuando esta fue golpeada.
—¡Yo voy! —grité.
Abrí la puerta y una cabeza rubia muy conocida para mi, apareció en mi campo de visión.
—Hola, sol —saludó desanimado.
¡Dios! ¿Qué demonios le hicieron a mi Criss?
~~~~~~Te Soñé~~~~~~
Hola, lamento tanto no haber actualizado. En mi país son las 2:01a.m. super tarde.
Y eso, tengo mucho sueño, así que no sé si quedó muy bien este capitulo, igual espero que lo disfruten, adiós solecitos!
—Fran.