Maratón (parte 2)
Dedicado a : Eli_CNCO (Gracias por el apoyo linda, en serio que me encanta leer tus ocurrencias. Y por cierto te doy mi regalo atrasado de cumple, jaja y es este: imagínate que Aby se mete a tu balcón a cantarte las mañanitas con Chris jaja, ok no)
—¿Será que se apuran?—Ami me hablaba por el teléfono—. Ya llevamos una hora esperándolos en recepción.
—No seas exagerada—yo me quejé mientras intentaba terminar de ponerme el maquillaje. Hace mucho tiempo que no me arreglaba tanto, pero la ocasión lo ameritaba. Íbamos a salir de fiesta un rato.
—Fréjol más te vale que te apures.
—Sí, ya bajamos. Y deja de ser tan intensa—le dije exasperada, guardando mis cosas en el bolso—. Solo estamos tarde con diez minutos—me di una última mirada en el espejo del baño intentando revisar mi obra.
—Ok bueno, pero apúrense que los vamos a dejar. Todos aquí están que se mueren por irse de farra.
—Sí, Ami, no vamos a dejar que mueran. Ahora mismo bajamos—sin más le colgué el teléfono a Ami, y me preparé para mi momento de sentirme como una estrella de cine.
Nunca me había esforzado tanto en intentar quedar decente. Incluso fui capaz de buscar un atuendo de cierto color, que según me decían los datos de mi época de fan de Chris, lo iba a volver loco. Chris amaba el color rojo, y mi vestido era rojo.
Después de recoger mi bolso, abrí rápidamente la puerta, y simulando que estaba concentrada en mirar mi celular, empecé a caminar por toda la habitación recogiendo cosas en mi bolso.
—Listo, vámonos—le dije a Chris mientras me jalaba para abajo el vestido, y es que en serio sentía que con un simple movimiento este se subiría descaradamente.
Debido a que no encontraba alguna respuesta por parte de él, me decidí a mirar que le pasaba, y al hacerlo encontré con la mirada sin reserva de Chris. Sus ojos se movían de arriba abajo, como si quisiera grabarse cada milímetro de mi cuerpo. Yo por supuesto en respuesta solamente me sonrojé, supuse que estaba del mismo color que mi vestido.
—¿Quieres una servilleta?—intente fingir que su mirada no me afectaba—. Se te cae la baba.
Él al darse cuenta de la forma en que estaba actuando, dirigió su mirada a todos los lados menos a mí.
—Sí, por favor—él me respondió a la vez que se sentaba sobre la cama.
—Abajo te la busco—yo me pasé a propósito, frente a él. De hecho, me posesioné demasiado cerca.
No supe ni como hizo, pero de repente de un jalón ya estaba sobre la cama, atrapada debajo de él.
—¿Acaso me quieres matar?—él miraba mis labios—¿Cómo supiste que el rojo me pone loco?
—¿En serio?—yo me hice la que nada sabía—Quizás solo fue intuición.
Sí, claro. Solo era la intuición de una enciclopedia andante de Chris, como yo lo era.
Ser una fan del futuro tenía sus ventajas.
—Pues agradezco a tu intuición—él puso una mano en mi cintura, apretándola allí ligeramente.
Ambos nos quedamos allí mirándonos intensamente. Y esta posición hizo que de pronto mi imaginación se activara, sobre todo porque el idiota se mordía los labios con una sonrisa picara.
—Ami...—intenté decir—, creo que nos esperaba. Ami... ami...
—¿Quién es Ami?
—Pues ...creo...que no...me acuerdo—dije perdida en sus ojos cafés. De pronto sentí como su mano empezaba a descender en mi costado.
Sin esperar más, atraje los labios de Chris para fundirnos en un beso, el cual diría era el más intenso que hayamos tenido.
Rayos, era tan delicado, pero a la vez salvaje. De pronto mis manos estaban en su espalda moviéndose al ritmo de nuestro beso.
Chris tampoco se había quedado quieto, ahora su mano tímidamente, se había movido hasta la piel desnuda de mi pierna, junto donde el vestido terminaba.
"¡Alerta, alerta!" mi estúpido cerebro me repetía.
—Creo... que ya ...me acorde quien es Ami—dije entre besos.
—En otro... momento me recuerdas ...quien es...—él no paraba de besarme.
—Creo que... de pronto... volví a perder la memoria—yo solté una risita nerviosa, a la vez que Chris jugaba con el borde de mi vestido.
-¡Pinches calenturientos!- Ami gritó desde la puerta
Al segundo de haber escuchado la voz de mi inoportuna amiga, yo empuje a Chris tan fuerte que lo tumbe de la cama. Él con un ruido seco cayó al piso.
—¡¿Como rayos entraste?!—grité abochornada
—Simple, solo le di la vuelta a la manija y ya—ella se cruzó de brazos.
—¿Sabías que antes de entrar se tiene que tocar la puerta?—Chris se levantó mal humorado.
—Pues ahora no estoy para amabilidades—Ami nos miró con los ojos entrecerrados—. Ya todos estamos esperándolos abajo desde hace rato, pero ustedes no se compadecen de nosotros, y más bien quieren hacernos esperar hasta que terminen de...
—¡Ami, cállate!—me quejé mirándola con los ojos abiertos.
—Si bueno, al regreso acaban con sus urgencias—Ami se acercó a mí para llevarme jalando del brazo—. Mujer, la fiesta nos espera, y no la queremos hacer esperar. Y ya levántate hombre—Ami ahora agarró a Chris con su otro brazo—, y ya quita esa cara, que pareciera como si no lo hubieras hecho con la Menzota desde hace años.
Sí supiera que hasta ahora no pasaba nada de nada.
Sin querer me reí a carcajadas al mirar la expresión de Chris. Él en serio traía cara de querer asesinar a Ami. Supuse que nuestra anterior situación le afecto más a él que a mí.
Mi tierno chico urgido.
(...)
Nuestro hotel quedaba en un lugar alejado de la zona turística, donde prácticamente estaba toda la diversión. Así que tuvimos que caminar por la playa casi una media hora.
—Creo que ya no siento mis piernas—me quejé cansada
—Eres la mujer más perezosa que he conocido—él me miraba mientras me sentaba pesadamente en la arena.
La oscuridad de la noche, sumada a la escasa iluminación eléctrica, nos daba un ambiente tenebrosamente desolado.
—Ya debió pasar dos hora de caminata—mas cansada aun me recosté en la arena, sin importarme el hecho de que se arruine atuendo y mi cabello.
—Aby, no seas exagerada—Chris me jalaba del brazo, intentando que me sentara—. Y ya levántate.
—No quiero—me resistí, pero él seguí jalándome. De hecho ya había sido arrastrada una buena distancia.
—Vamos a perder a los chicos
—Que se pierdan—repliqué cansada—. Amor, no pienso seguir caminado en medio de la playa con tacones. Si de por sí sola no soy buena utilizando tacones, imagínate caminando con estas cosas hundiéndose en la arena.
—Te dije que te los saques—me recordó
—¿Sabes lo horrible que es ponerse tacones, con los pies llenos de arena?
—Yo te dije que te iba a cargar—Chris me dijo con aburrimiento.
—¿Sabes lo que es llevar a una persona cargada a tremenda distancia? Definitivamente no quiero que te ...—me quedé callada de pronto, ya que Chris me miraba con poca paciencia—. Ok, ahora si ya exageré, lo siento guapo.
—¿Entonces qué hacemos?—Chris volvió a ser el señor paciencia.
—Solo deja que mis piecitos descansen una rato—le rogué nuevamente acomodándome en la arena, quedando bien tendida en el piso.
—Esta bien, pero solo un rato—él también me imitó y se recostó a mi lado.
El estar allí, recostada en una playa silenciosa, con el cielo estrellado extendiéndose encima de mí, además del relajante sonido de las olas chocando en las orillas, y mi lindo bodoque a mi lado, hizo que me sintiera como si estuviera en un paraíso.
—Se te suben—escuché decir a Chris.
—¿Qué?—yo regresé mi vista a él.
—Se te suben cangrejitos por las piernas—Chris me dijo con los ojos abiertos, y al instante salió corriendo lejos de mi.
Sin esperar más, yo también me levanté de un brinco y me puse a gritar sacudiéndome la ropa.
—¡Quítalos, quítalos!—gritaba desesperada.
—No tienes nada—Chris venia riéndose a carcajadas—. Solo quería que ya te levantes.
—¡Bobo!—yo lo miré con los ojos entrecerrados.
—Es que si no te apuras, vamos a perder a los muchachos. Además, te recuerdo que no trajimos celulares, entonces por eso no los vamos a poder localizar jamás. ¿Tienes idea de la cantidad de bares y discotecas que hay por allá?
Sí, preferimos dejar nuestras cosas de valor en nuestras habitaciones, debido a que nuestro hotel quedaba lejos, y que además regresaríamos a altas horas de la noche. No queríamos tener algún objeto de valor que pudiera ser hurtado.
—¡Esta bien, vamos!—hablé resignada—, pero que quedé en tu conciencia que voy a sufrir mucho en el camino.
—No lo harás—él se acercó a mi, sonriéndome suavemente.
—Sí, lo haré y mucho. Y solo para que sepas voy a sufrir escandalosamente, así que te aguantas hasta que terminemos de pasar la playa—hablé en broma, y él puso sus manos en mi cintura.
—No lo harás
No sé ni como lo hizo, pero con un movimiento brusco se inclinó y me jaló hacia su espalda, para poder cargarme como lo había sugerido después de salir del hotel. Claro que al principio me resistí, pero al sentir lo reconfortante de su espalda, me quedé callada disfrutando del momento.
—A ti nunca se te dice no—me reí, abrazándolo fuerte del cuello
—Y a ti te encanta decirme que no, aunque en realidad siempre quieres decirme que sí. Se podría decir que combinamos bien en ese aspecto—él también reía, acomodando mejor mis piernas en su cintura—. ¿Podrías quitarte los zapatos? Es que mi parte baja se encuentra en peligro en este momento.
—Ah, si—yo intenté tomar uno de mis zapatos, pero como estaba en una posición dificultosa, Chris me los retiró y me los pasó.
—Listo, tu valiosa parte baja ya está a salvo— bromeé dándole un sonoro beso en la mejilla.
(...)
—¿Oye, tenías que ponerte un vestido tan pequeño?—Chris me miraba fingiendo estar de malhumor— Pareciera que quieres tenerme peleando toda la noche con depravados—él me reclamó mirando mis piernas.
—Pues me gustó mucho el vestido—yo le explique, mientras cruzabamos la calle. Menos mal ya habíamos llegado al malecón, donde ya habían caminos asfaltados—. Además a ti también te gustó.
—Pues pensándolo bien, ya no me gusta tanto—él miraba a todas partes—. No me parece agradable tener a todo el mundo mirando a mi novia, cuyo belleza es solo mía.
—Eso sonó tan machista—solté una risita, rodando los ojos.
—Admito que te queda muy bien ese vestido—Chris me miraba evaluadoramente, mientras caminabamos—, pero creo que otros también lo notaron.
—No les hagas caso—yo enrosqué mi brazo con el suyo—. Ya sabes que todos los hombres son así. Ante un escote o una minifalda, se les alborota las hormonas. Mejor ignoremos esas miradas, porque ya no hay remedio. Además, el vestido lo compré pensando en ti y en nadie más, con eso confórmate.
Chris ante mi respuesta, solo me sonrió de lado. Se veía muy feliz con mi confesión.
En fin...
Caminamos por varios minutos más por las calles, pero no hallamos a los chicos.
—No van aparecer nunca—Chris dijo resignado sentándose en una banca de la plaza en la que estábamos.
—Ya los buscamos en todas las discotecas, restaurantes, bares y nada que aparecen—yo le dije sentándome junto a él—, y estoy que me muero del cansancio.
—¿Tú estas muerta del cansancio?—Chris me miró alzando una ceja— Yo fui el que te llevó cargando todo el rato que los estuvimos buscando.
—Sí, bueno—yo me rasqué la cabeza—. En conclusión, estamos cansados y perdidos, así que mejor vamos al hotel otra vez. Mañana volvemos a salir con ellos y ya.
—Yo no lo creo—él se quedó pensativo, dando una palmadita cariñosa en mi pierna
—¿Por qué?
—Es que quería salir a divertirme contigo—él me contestó, mirando al frente, donde estaban entrando muchas personas a una discoteca mas o menos llamativa—. Y pues tampoco me parece justo que te hayas puesta tan bonita, para que a la final no salgamos.
—En realidad si salimos, y solo para recordarte, varios chicos si me vieron, por eso tú los quisiste asesinar—me reía ante el recuerdo de su cara.
—Sí, pero digamos que quería presumir a la linda novia que tengo, por toda la noche—él puso su mirada en mi—. Seguramente iba a ser el chico más envidiado del lugar, por tener a la chica más hermosa.
—Wou, eso fue tan tierno—yo puse mi mano sobre la de él.
—¿Sabes qué? No desperdiciemos la noche, ni tu vestido, ni el hecho que te hayas puesto linda, ni que yo me haya puesto guapo—él me miró arrogante al decir lo ultimo—. Te propongo algo.
—Acepto lo que quieras
—Bien, entonces...—él parecía un poco nervioso—. ¿Quieres una primera cita conmigo?
En realidad, nunca habíamos tenido una cita en sí. Todas las veces que nos vimos desde que nos gritamos en la cara las palabras mágicas, habían sido encuentros casuales en su casa, en el restaurante de Alex, o en mi habitación. Y solo pasábamos hablando de cualquier cosa, o en la mayor parte del tiempo, besuqueándonos ridículamente. Mi pasatiempo favorito, lo admito.
En sí, nunca habíamos planeado una salida, o algo ridículamente romántico para considerarse una cita.
—Claro que si jefe—le sonreí acomodándole el cabello de su frente—. Vamos por esa primera cita.
(...)
Siempre me consideré del tipo de personas a las que no les gusta planear las cosas. Por lo general yo amaba las cosas que resultaban de imprevisto. Disfrutaba de las gratas sorpresas, de todo lo impredecible. Y gracias a que mi destino nos llevó a perder a los chicos, ahora sin pensarlo estaba aquí en medio de la playa, compartiendo la mejor comida del mundo (una salchipapa) con mi loco favorito.
—Creo que mi corazón se detuvo por la cantidad de grasa que de seguro taponó mis arterias—yo me di golpecitos en el pecho—. Wou, no recuerdo la última vez que comí tanta comida chatarra. Pobre de mi corazón.
—Pero admite que están buenísimas estas papas, así que podría morir felizmente de un paro cardíaco en este momento—él tomó un sorbo de su bebida.
—Teff puedoff felicitarff—dije aun masticando
—¿Queff dicesfff?—él estaba en las mismas que yo. Llenándose la boca de papas fritas hasta más no poder.
—Que te voy a felicitar
—¿Por qué?
—Por darme la mejor cita de mi vida
—¿De verdad? Yo creí que a lo mejor querías que tu primera cita sea en algún lugar un poco más decente, en lugar de estar solos en medio de una playa solitaria.
—Es que precisamente por eso es la mejor— aseguré, dándole una palmadita en la mejilla—. No creo que alguna otra persona me de un recuerdo así. El de estar bajo la luz de la luna, con el mar cerca, comiendo mi plato favorito en el mundo, y sobre todo... dándolo todo con mucho amor—yo arrimé mi cabeza en su hombro—. Tu eres la persona más impredecible que ha llegado a mi vida. Sinceramente... no creí que fueras así de tierno.
La verdad, al comparar el Chris que conocí mediante redes en el futuro que solía comer en restaurantes de cinco estrellas, contra el chico tierno que estaba frente a mi, que a duras penas cargaba dinero para una salchipapa, concluí que mi Chris del pasado era mejor. Sencillamente era único, saber que quizás solo conmigo él se esforzaba tanto en arreglar una cita perfecta, con lo poco que tenía.
Y sí, sabía que en el futuro llevó a muchas de sus ex a restaurantes finos, pero nunca ellas tendrían esa mirada de amor puro que ahora mismo me daba.
—Todo lo relacionado contigo es una cajita de sorpresas. Incluso fue impredecible, llegar a ti. Fue algo que jamás me lo esperé. Quizás tú no lo entiendas, pero digamos que desde antes de cruzarme contigo yo anhelaba poder encontrarte.
—Pues digamos que a mí me pasaba igual—él miraba hacia la profunda oscuridad, que supusimos era el mar—. Quizás te parezca loco, pero creo que te vi en algún lado, antes de encontramos por primera vez en el parque. Era como sentir algún tipo de reencuentro contigo.
—¿En serio?—yo me separé un poco para poder verlo.
Un reencuentro...
Esa palabra hizo que de pronto mi corazón saltara de emoción, aunque ni entendía porque.
—Sí, y si mi memoria no me falla, creo que te soñé alguna vez antes
—Igual yo
(...)
Después de nuestra pequeña comida en la playa, fuimos a dar una que otra vuelta en los clubes y discotecas. Y pese a que aún tuvimos la esperanza de encontrar a los chicos, no lo logramos. Tiempo después, resignados nos quedamos en una de las covachas de la playa, donde en nuestra opinión nos pusieron muy buena música. Así nos decidimos a continuar con nuestra pequeña cita.
—Vamos más acá—él interrumpió nuestro baile, llevándome al otro extremo de la pista.
—¿Y por qué?—yo miraba hasta donde el miraba malhumorado.
—Por las muchas miradas masculinas que hay sobre ti—él se puso enfrente de mí, poniendo su cuerpo como escudo de las supuestas miradas masculinas que jamás encontré.
—Nunca te vas a cansar de andar de celosito, ¿cierto?—me reí a carcajadas, y el bufó—. Me gusta eso. Aunque no lo creas, jamás creí que fueras así de sobre protector, y... ¡me encanta! Creo que me pondré este vestido cada vez que salgamos.
—Creo que confiscaré ese vestido al regresar al hotel
Siempre creí que los celos de algún chico hacia mí, me iban a poner de mal genio. Por lo general yo era de las personas que pensaban que eso era un sentimiento muy ridículo para una pareja que se tenía confianza y que se amaba. Pero en mi caso, los celos de Chris hacían que me enamorara más de él. Amaba que se pusiera celoso, siempre era tierno cuando lo hacía.
Al comparar al chico despreocupado con respecto a su chica en el futuro (Casi que ni le importaban sus novias), y compararlo con mi chico que me protegía hasta del viento; porque le ponía celoso que hasta el viento me toque, llegaba a la conclusión de que esta fase de él que logré conocer, me mataba de amor.
—¡Rayos, tú eres todo un pandita tierno!—yo puse mis brazos alrededor de su cuello, para nuevamente retomar nuestro baile.
—¿Y porque panda? ¿Acaso tengo ojeras?—él en seguida se pasó una mano por los contornos de los ojos preocupado—¿O quizás porque me vez pachoncito?—Chris bromeó, mientras se tocaba la barriga que no existía.
—Uy sí, eres tan pachoncito que te voy a poner a dieta—yo dije irónica, pues mi novio andaba más desnutrido que quien—. Te lo digo, por lo tierno que eres.
Además siempre quise decirle así. Recuerdo que pandita fue su primer apodo, antes que le cayeran con el famoso sobrenombre de "gato".
Él para mi siempre sería ese pandita que me mataba de ternura en cada capítulo de la banda.
—Ahh, bueno, así está mejor—él movía su manos en mi espalda.
Disfrutando de la música lenta, lo abracé fuertemente, poniendo mi cabeza en su hombro. El sentir su pecho moverse con su respiración hacia que me sintiera relajada.
—Aunque ninguno de los dos planeó esta noche, debo decir que fue el mejor accidente que nos pudo haber pasado. Creo que entre nosotros los accidentes son lo que mejor nos sale. Es raro pero desde que apareciste, toda mi vida empezó a llenarse de accidentes, primero el accidente de los ladrones con tu mami que me llevó a convertirme en una superchica, y por lo cual tú decidiste conseguirme un trabajo como agradecimiento. Luego el accidente de mis mini pantalones, con el cual te rompieron la boca.
—Auch—él se tocó la boca, poniendo cara adolorida ante el recuerdo.
—Sí, y después está el accidente de tu borrachera, que me llevó a encerrarte en mi cuarto, con lo cual me di cuenta que quizás empezaba a sentir algo por ti.
—Cuantos accidentes—él dijo en mi oído—. Me sorprende que estemos vivos.
—Por suerte lo estamos—yo respondí, cerrando los ojos allí arrimada a su hombro y dejándome llevar por la música—. Y eso que no cuento el mayor de los accidentes.
—¿Cuál?
—Pues el accidente de mi primera borrachera, porque gracias a esa particular situación, tuve el valor suficiente para sugerirte mi descabellada idea de hacerme pasar por tu novia—suspiré nostálgica—, y gracias a mi propuesta y a que tú la aceptaste, es que nuestro juego a la final se convirtió en algo real. Quizás al inicio tú no sentías nada por mí, pero por nuestro acto las cosas fueron cambiando lo que ambos sentíamos.
—Te equivocas—él hizo que me separara de él un poco. Ahora me miraba fijamente a los ojos.
—¿En qué?
—En eso de que yo no sentía nada por ti en el inicio—Chris puso su mano en mi mejilla, y su pulgar acariciaba mi labio delicadamente—. En realidad cuando empezamos con el asunto de los novios falsos, yo ya sentía algo por ti. Aun no sabía que tan profundos eran los sentimientos, pero supongo que ya empezaban a ser locos, porque en cuando me soltaste tu propuesta, no me quedó más remedio que aceptarla. Y no porque quería que me ayudes con Camila, pues para mí solo era una excusa, sino que era mi oportunidad de tenerte para mí, aunque no sea real.
—¿Lo dices en serio?—yo lo miré admirada.
—Claro que si—él rodó los ojos, como si hubiera obvio lo que me acabó de decir—. Y quizás te preguntes porque no me atreví a iniciar una relación normal contigo, en cuanto me soltaste tu propuesta. Y la razón era porque tenía miedo de empezar a sentir algo mucho más fuerte contigo. Es decir, llegar a enamorarme de ti, hasta el punto en el que tú puedes ser capaz de tener mi corazón en tus manos. Tenía miedo de que lo tengas, porque quizás lo ibas abandonar cuando volvieras a tu cuidad. Tenía miedo de lo que me podrías causar cuando me dejaras.
—Chris...—quise decir pero él siguió hablando
—Por eso preferí vivir una pequeña historia contigo, porque creí que a lo mejor esa historia falsa compensaría mi deseo de tenerte siempre. Pensé que si me decidía a tenerte con todas las de ley conmigo, quizás ahí si con todas las de ley me ibas a terminar rompiendo el corazón.
—Entonces tú no querías nada conmigo, porque yo te iba a dejar—yo lo miré a la expectativa, y con un nudo en la garganta, ya que esa conversación me estaba volviendo a la realidad—. Pero Chris, tú sabes que yo no me voy a quedar...
—Sí, ya sé que de igual manera te vas a ir—él me respondió con cierto dolor en su voz—, pero ahora ya confió lo suficiente en ti, como para saber qué vas a cuidar de mi corazón desde lejos. Y también sé, que quizás tú o yo podríamos actuar como locos, y tal vez seamos capaces de dejar nuestras vidas atrás para poder estar juntos. Si tú quieres, yo podría ser él que...
—Yo voy a dejar mi vida atrás por ti—hablé rápidamente—. Tú no tienes que tomar esa decisión. Mi futuro se va a moldear al tuyo, porque de ninguna manera pienso dejarte escapar de mi—yo le sonreí burlona—. Así es amigo, jamás te vas a librar de mí. Y deberías sentirte afortunado de ser el primer chico que me haga tomar una decisión, con la cual quizás mis papás me van a desenredar.
Quizás no solo me deshereden, sino también creía que iban a armar un velorio ficticio. Aun no sabía cómo seguía el tiempo en mi época, quizás los mismos meses que aquí pasaban, allá también, así que si me quedaba con Chris, el tiempo seguiría también en mi otro mundo alternativo. Sería el mismo tiempo en que mi familia se volvería loca buscándome, y quizás pasado un poco más de tiempo, ya hasta podría darme por muerta. Internamente eso me dolía horrores.
—Pues más te vale cobrar tu herencia, porque si no, ¿luego con que me vas a mantener?—él me abrazó más fuerte por la cintura—. Y yo requiero de mucha comida, eh.
—Aprovechado sinvergüenza—yo le susurré divertida—. Yo más bien creo que él que me va a mantener va a ser otro. Cuando tengas tus millones por ser una superestrella, yo me voy adueñar de tu fortuna. ¿Qué tal eso?
—Cuando tenga mis millones, todo va a ser para ti. Y lo primero que haré con mis millones, será comprarte otro vestido rojo. Quizás uno más largo, que deje escondiditas tus piernas. Y de paso unos cuantos guardaespaldas que impidan que algún pervertido te mire.
—Conociéndote a ti, si serías capaz—rodé los ojos, tomándolo de las manos para moverme al ritmo del merengue que sonaba—, pero preferiría que en lugar de eso, hagas algo mucho más productivo. Te juro que si cumples con lo que estoy pensando, te vas a convertir en mi héroe.
—¡Lo que quieras, es tuyo! Recuerda que soy multimillonario así que lo puedo hacer todo- él seguía hablando burlón.
—Bueno señor multimilonario, creo que voy a requerir que compres mi futura universidad—me reía de mí mismo ante la ridícula petición—. Y quiero que tu personalmente, te encargues de contratar a los profesores. Quiero que todos los endemoniados que únicamente viven para torturar a los estudiantes, queden fuera, y que los profesores que desbordan amor y paz se queden. Quizás solo así tu novia algún día se pueda convertir en una doctora.
—Dalo por hecho. Es más como creo que yo mismo te enseñaré todo eso que te dan en medicina—él sonreía ante mi ridículo sueño—. ¿Algo más que quieras?
—Sí, quiero una salchipapa y un perrito... y un gatito... y un conejo. Otra salchipapa. Ah, sí... y quiero la edición de lujo de la saga de Narnia y de Harry Potter para mi hermana. Ahhh, y casi me olvido, que también quiero unas vacaciones para mis padres a Dubai. Oh, oh... y otra salchipapa.
—¿No quieres que te dé hijos también?—él bromeó mirándome con los ojos entrecerrados.
—Bueno... yo... yo....—sentí mi cara arder. Chris en cambio se partía de la risa.
En seguida pasó a mi mente, los pasos necesarios para la creación de un hijo.
—Tranquila, aun no es momento... creo—él se reía un tanto nervioso—. A menos que quieras empezar hacerlo, porque yo...
—¡Noooooo!
—Solo bromeo. Oye, es tan fácil hacer que te pongas rojita—él seguía lanzando su risa contagiosa—. Entonces suponiendo que no quieres que te dé hijos. ¿Qué más quieres?
—Ejem—yo me aclaré la garganta para retomar a la conversación normal—. Bueno... quiero una casa en algún sitio aparatado de la ciudad.Quizás una casa en una montaña, o cerca de algún lago. Siento que en un lugar solitario, con una naturaleza hermosa, verdaderamente puedo encontrarme conmigo misma. Claro que soy un desastre para llegar hasta ese lugar, pero vale la pena estar a punto de matarme por estar allí.
—¿Y porque en medio de lugares solitarios?
—Supongo, que porque me acostumbré a eso—respondí pensativa—. Toda mi vida viví en un barrio muy tranquilo, donde los vecinos viven a muchos metros de distancia. Allá donde vivo por poco y no hay nada de tránsito, y casi todo lo que te rodea es la naturaleza. No como en la ciudad, en la cual solo hay smog, ruido de carros, miles de personas con las que chocas a cada esquina, y donde los árboles o la naturaleza ya no existe.
—¿Te gusta vivir en paz entonces?
—Sí. Me gusta mi vida tranquila, por eso quiero que mi futura casa, este lo más apartada del caos.
—Muy bien, entonces ya está en mi lista de "cosas para comprarle a Aby" ¿Dime, tu casa la quieres con un mayor domo?—él me miraba burlón.
—Claro que sí, tiene que llamarse Panchito. No acepto a ningún otro—le seguí el juego
—¿Algo más?—él me miraba expectante
—Por el momento, no. Pero si me acuerdo de algo, ya te estaré comunicando mis exigencias—le guiñé un ojo
—Tú me vas a dejar en la bancarrota. Así que más me vale que me apure con mi carrera de cantante, porque algo me dice que me va a faltar la vida para comprarte todo lo que me pediste.
Yo solamente negué divertida y siguiendo con la canción arrimé mi cabeza a su hombro.
—Definitivamente ya nos enloquecimos. Por hoy ya tuvimos suficiente con nuestra imaginación —suspiré y sonreí.
Lo prometido es deuda, aqui les dejé las segunda parte del maratón. Espero que les haya gustado.
Por cierto me olvide de agradecerles a las chicas que me nominaron a los CNCOLatinAwards jeje, gracias por su apoyo significa mucho para mi.
Bueno, ahora les voy a dar un pequeño chisme, y es que tal vez en el próximo capitulo las cosas tomen un giro inesperado. A veces las cosas cambian mas de lo que se planea :(
En realidad el siguiente capitulo, es clave para la historia.
Ejem, ejem, bueno chaitos.